capítulo trece.

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Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. Jennie!Alfa x Rosé!Alfa x Lisa!Omega

~Hoy la luna brilla más en el espacio vacío de mi memoria...

Lisa estaba mirando la lata de la bebida en ahogado silencio, cómo si guardara un secreto terriblemente interesante, mientras su padre, frente a ella, revolvía el café.

Llevaba en ese silencio más de diez minutos, incapaz de poder decir algo, de emitir cualquier ruido, y parecía que a su padre también le comió la lengua el gato, pues apenas dijo palabra alguna.

Sin embargo, ese tenso e incómodo aire fue interrumpido cuando ChaeYoung volvió, cargando una bandeja con papas fritas y un sándwich para la omega, con una clara expresión de preocupación.

—Lis —le dijo, llamando su atención—, vamos, tienes que comer algo, bebé. Apenas probaste algo en el almuerzo.

—No tengo hambre, Unnie. —murmuró, con la voz ahogada.

—Disculpa —habló de forma repentina su padre, y Lisa se sobresaltó—, ¿Eres pareja de mi hija? —la omega se sentía desconcertada ante esa pregunta—. ¿Tú le has hecho eso?

Y apuntó al rostro de Lisa.

La menor sintió que palidecía ante sus palabras, casi recordando cada doloroso golpe que SeungHyun le dio. La forma en que sus manos fueron hacia su pantalón, tratando de quitárselos para violarlo. Su ojo verde-azul seguía hinchado y morado, le costaba mucho mirar por ahí, mientras que su mejilla izquierda poseía otro moretón y su labio se encontraba roto. Por último, todo su cuello estaba amoratado y cada movimiento provocaba que el sufrimiento apareciera otra vez.

—Claro que no —dijo ChaeYoung, con su tono grave y molesto—. Jamás le haría algo así a Lisa. Es mi omega y yo estoy para protegerla.

Algo cálido se asentó ahora en su estómago, y la muchacha quería volver a llorar por recibir esas dulces palabras, a pesar de que sentía que no fueran para ella. ¿No era injusto que ChaeYoung la tratara de esa forma, cuando Lisa estaba saliendo con ella y Jennie?

Mmm... —murmuró el hombre, viéndose incómodo.

—Papá —habló Lisa por fin, moviendo sus temblorosas manos para agarrar una papa frita—, ¿Qué estás haciendo aquí?

Y esa era, finalmente, para Lisa la pregunta del millón. Qué estaba haciendo ese hombre en ese lugar, fuera de su casa. ¿Lo buscaba a ella o a mamá? De seguro debía ser a su madre, ¿Y qué es lo que querría de ella?

—Quería verte —dijo Khun, sosteniéndole su mirada—, y hablar contigo.

Lisa agarró la lata de bebida y se la llevó a la boca bruscamente, sintiendo algo parecido a su presión bajándose. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Su padre quería hablar con ella? ¿Y sobre qué?

Su rostro debía mostrar toda la confusión que sentía en ese instante, demasiado atónita por lo que fuera que quería su padre de ella. ¿Qué es lo que podría querer ese hombre de Lisa? Para ella, las cosas quedaron más que claras cuando se marchó y nunca volvió a buscarla, a pesar de que pudo oír con claridad que lo haría.

Fue, en ese momento, que se percató de otra cosa: el anillo brillando en su dedo anular, de la mano izquierda. Casado. Su padre estaba casado. Santo Dios.

Comió más papas, como si de esa forma, pudiera controlar la naciente ansiedad que empezó a crecer en su cuerpo.

Su padre suavizó su expresión.

—Lalisa —habló con firmeza—, quiero hablar contigo y aclararte muchas cosas. No sé que es lo que te haya dicho tu madre, pero... —suspiró con cansancio—, pero algunas cosas no son como ella te las dijo.

—No —dijo, con su tono quebrado y débil—, eso es... Tú...

—¿Ella te dijo alguna vez... —comenzó a decir su padre con lentitud—, que fue mi segunda omega? No la primera. La segunda.

Fue casi como recibir otro golpe, sólo que ahora le cortó el aire y sus temblorosas protestas. Casi de manera innata, se volteó hacia ChaeYoung, cuyo rostro estaba cubierto de inquietud, y la abrazó para tratar de sostenerse de ella. Para tratar de aferrarse a algo.

Su mamá siempre le dijo que ella fue la primera de su alfa, a pesar de no haber recibido nunca una marca. Lisa siempre tuvo sus dudas, sin embargo, ¿Cómo iba a confirmarlo?

Pero si su padre tenía dos omegas, eso significaba...

—Tu madre siempre quiso más de mí —continuó Nichkhun—, ella quería que cortara con mi primera omega, que la dejara y le quitara su marca, y se la diera a ella. No le gustaba que mi tiempo se dividiera entre dos omegas, y cada vez me empezaba a exigir que estuviera más en casa, que le comprara un mejor hogar, que le diera otro hijo. Nuestras peleas eran siempre por algo que ella quería que yo le diera —los ojos de su padre se llenaron de compasión—. Lo nuestro, en realidad, nunca debió ser, y ella lo sabía.

Lisa quería cubrirse los oídos con sus manos, no quería seguir oyendo, no deseaba que su padre continuara. Aunque sabía que debía hacerlo.

—Tu madre... —el alfa se rió sin ninguna gracia—, a tu madre la conocí una noche de borrachera, ¿Está bien? Yo ya estaba casado con TaeYeon y pasando por un período difícil, cuando tu madre se cruzó en mi camino. Ella quedó embarazada de ti y decidí tomarla como omega, a pesar de todo, porque sabía que tú no eras la culpable de nada.

—Señor Manoban —habló ChaeYoung de manera repentina—, ¿Qué le está diciendo? ¿Cómo se le ocurre...? —la alfa abrazó a la omega, que lloraba en silencio—. ¿Volvió para decirle toda esta mierda innecesaria?

—No —Khun hizo un mohín—. Volví para hablar con Lisa y pedirle que se venga a vivir conmigo.

El llanto de Lisa pareció cortarse con esas últimas palabras, incapaz de procesar bien lo que acababa de oír. ¿Cómo? No, tuvo que haber escuchado mal, ¿Por qué su padre le diría todas esas cosas y luego le pediría que... Que...?

—Ella te usaba, Lisa, para que yo no la dejara —su padre se movió y dudó, lo pudo ver en su expresión: alargó su mano para tomar la suya, pero retrocedió—. Ella sabía que, a pesar de todo, yo te quería. Te quise desde el momento en el que estuviste en mis brazos.

Lisa sacudió su cabeza en una negativa, sin embargo, las palabras de su padre dolieron profundamente, porque ella podía recordarlo. Los pocos recuerdos que tenía de su infancia, y los más felices, siempre incluían a su papá: cuando aprendió a andar en bicicleta, sus cumpleaños con algún bonito regalo, las felicitaciones que recibía cuando hacía algo bien.

Incluso, quien le ayudaba en los estudios, fue siempre su padre, no su mamá. Si Lisa no comprendía algo en las tareas, era Khun quien le ayudaba a responder. Ahora, con las palabras de su papá, podía comprender otras cosas también, como el hecho de que su padre estuviera tanto tiempo fuera de casa. Mamá siempre le decía que era por el trabajo, pero con lo que le estaba diciendo, entendía que se debía a que debía estar con su otra omega. Con la omega que él eligió realmente.

—¿Y si me querías...? —murmuró Lisa—. Si me querías, ¿Por qué te fuiste y no volviste por mí?

—Porque tu madre no quería —suspiró Khun—. Ella me prometió que si la dejaba, tú te quedarías con ella. Me marché unas semanas, esperando que ella pudiera calmarse y a veces la llamaba, pero HyoYeon jamás me dejaba hablar contigo. Y, cuando volví, ella se había mudado.

La omega también podía recordar, ligeramente, esas cosas: la bonita casa en la que vivían, de un buen barrio, un hogar familiar perfecto para ella. Sin embargo, cuando se mudaron, se trasladaron a ese nuevo distrito de escasos recursos, a una casa más pequeña, menos iluminada y con un patio enano en el que no podía jugar.

—HyoYeon se cambió el número y borró cualquier rastro de ustedes, para que yo no las encontrara —Khun frotó su frente—. Y yo no soy de aquí, Lisa. Mi hogar desde que me residencie es en Busan. Se me hizo muy... Muy difícil dar con ustedes. Hace... Hace sólo un año logré averiguar que vivían acá, pero que tu madre ahora estaba marcada por un alfa —sus mejillas enrojecieron por la vergüenza—. Vine un par de veces, aunque ese alfa siempre estaba y me decía que yo ya no tenía nada qué hacer aquí, porque ahora tú eras su hija y no me querías ver.

A pesar de todo lo que estaba escuchando, Lisa empezó a sentir ira hacia su madre, y también hacia SeungHyun. Ira y odio, y nuevas ganas de romper a llorar por lo que oía, por la confesión que estaba recibiendo. ¿Acaso esas palabras podían tener sentido en su mente tan débil y frágil? ¿O era un nuevo engaño que recibía por parte de su padre?

—¿Y por qué estás aquí ahora?

—Tu madre me ha llamado ayer —dijo, y Khun bebió su café de golpe—. Me ha dicho que ya no puede mantenerte. Que tu situación en su hogar se ha vuelto insostenible —sus ojos refulgieron con algo que no pudo entender bien—. Ese alfa, tu padrastro, ¿Te hizo eso?

—Claro que sí —contestó ChaeYoung, enfurecida—, porque quiere convertirla en su segunda omega. No le ha hecho ninguna gracia descubrir que dos alfas la cortejan —la alfa se calló de golpe, dándose cuenta de que habló demás—. ¡Oh!

Lisa le dio un empujón en el hombro, sintiendo el rubor golpeando su rostro y siendo incapaz de mirar a su padre. Estaba recibiendo demasiada información en muy poco tiempo y no sabía muy bien cómo reaccionar ante todo eso, y ahora ChaeYoung soltaba esa información... Todo era un desastre.

Para su propia fortuna, Khun pareció no decir nada ante esa última noticia. Su mirada sólo se veía apretada en molestia y enojo.

Papá —habló Lisa, y saboreó la palabra—, ¿A qué te refieres con... Con vivir contigo?

—Quiero que te vengas a Busan conmigo —dijo su padre, y Lisa enmudeció—. A vivir a mi casa. TaeYeon, mi omega, sabe de tu existencia, ¿Está bien? Y ella quiere conocerte. Además, mi hija mayor, JiSoo, también quiere...

—¿Cómo? —la omega pudo recuperar su habla—. ¿Tengo... Tengo...?

—Una hermana mayor —dijo Khun, y por primera vez desde que lo volvió a ver, sonrió con calidez—. Lisa, estoy seguro de que la vas a adorar. Ella, desde que supo de tu existencia, que ha querido conocerte.

No pudo evitarlo, pero una sensación cálida y dulce pareció asentarse en su estómago ante lo que oía. ¿Una... Una familia? ¿Una familia que se moría por conocerla? ¿Era posible que algo tan bueno como eso pudiera pasarle?

Miró de reojo a ChaeYoung, que le tomaba la mano, y pudo notar su mandíbula apretada con firmeza. Parecía contrariada con las palabras de Khun, y Lisa pudo sentir un poco de miedo también, pues irse, significaba dejar también a ChaeYoung y Jennie. Significaba...

Su omega se revolvió en tristeza.

—¿Podría...? —su tono se volvió dudoso—. ¿Podría tomarme un tiempo antes de...?

—Claro, Lisa —se apresuró en decir su padre, aliviado de que estuviera reaccionando de esa forma. Parecía haber pensado que el escenario sería peor—. De todas formas, ante la situación con ese otro alfa... —Khun rascó su nuca—. No quiero que vuelvas a ese lugar. Sé que no tengo derecho de decirte esto, en especial por haber estado tanto tiempo fuera de tu vida, pero... —titubeó un instante—. Pero me preocupo por ti y quiero que estés bien, ¿Bueno?

—Ella está viviendo conmigo. —intervino ChaeYoung, viéndose molesta.

Khun ahora puso una expresión de fastidio, como si la presencia de ChaeYoung le irritara a más no poder. Lisa quería reír ante ambos alfas, si no hubiera estado tan atónita por la información que acababa de recibir.

—Quiero pagarte un departamento —habló su padre, y ahora Lisa quedó boquiabierta—. Un departamento para ti sola, ¿Entendido? Un departamento para que no dependas de tu madre, ni de nadie —añadió al último, mirando a ChaeYoung—. Al menos, mientras tomas tu decisión. Y, en caso de que decidas no venir conmigo, te lo seguiré pagando, eso y tu universidad.

¿Era posible que su boca se abriera más de lo que ya estaba? Incluso ChaeYoung, frente a ella, se veía abrumada por lo que escuchaba.

—¿La universidad? —habló, con su voz como un hilo.

El adulto parpadeó, desconcertado.

—Claro —Khun asintió con la cabeza—. Recuerdo que cuando eras más pequeña querías dedicarte a las artes, ¿No? ¿Todavía quieres estudiar eso?

Y, quizás, fue eso lo que le hizo volver a romper en llanto: el hecho de que su padre recordara ese detalle, ese ínfimo detalle que mencionó sólo un par de veces, sobre lo que quería hacer con su vida. Que lo recordara y, no sólo eso, sino que estuviera dispuesto a apoyarla para cumplir su sueño.

Sin poder evitarlo, ya demasiado afectada por toda esa información repentina que recibió, se puso de pie y fue donde Khun, abrazándolo por el cuello. Su omega se revolvió ahora en comodidad y amor, recordando el aroma de su padre: pino y césped. Qué bonito olía, pensó, y lo abrazó con más fuerza.

Oh... —murmuró su padre, devolviéndole el abrazo—, tu olorcito no ha cambiado, ¿Cierto, Lalisa? Sigues oliendo como la bonita bebé que eres.

Lisa sollozó con un poco más de fuerza, hipando por sus palabras, y se sintió, por primera vez, como una omega menos monocroma.

ChaeYoung conducía camino al departamento, tratando de no lucir preocupada por lo que acababa de ocurrir, pero no podía quitarse la sensación de pavor que empezó a crecer en ella.

Lisa, a su lado, iba en silencio, probablemente pensando en todo lo que ese hombre, que decía ser su padre, le contó. Llevaba sumida en ese extraño silencio varias horas, desde que se despidieron de Khun y ellas partieron a comprar algunas cosas para la cena. Además, tuvieron que ir a buscar también ropa y elementos personales de Lisa a su casa, pues no quería que las alfas se hicieran cargo de ella en ese aspecto. No todavía, al menos.

—Lis —habló finalmente ChaeYoung, llamando su atención. La omega la miró—. No quiero... No quiero que pienses que te retendré o... O me enfadaré si quieres irte con tu padre, ¿Está bien? Pero...

—Unnie —interrumpió Lisa, agarrándole la mano—, no te preocupes, ¿Está bien? No creo que acepte ir con él, porque mi vida... Toda mi vida, está aquí. Me gustaría conocer a su familia y ver cómo me siento, pero... —puso una expresión dudosa—. Pero es distinto a irme a vivir con ellos. Además... Además, no quiero dejarte a ti o a Jennie —su rostro se coloreó de rojo—. ¿Puedo decirlo, Unnie?

—Claro que puedes, bebé.

Lisa tomó aire, todavía viéndose avergonzada y tímida.

—Tú y Jennie me gustan mucho —confesó la omega—, me gustan demasiado.

Eso era suficiente para ChaeYoung, se dio cuenta en ese momento. Era suficiente para ella en aquel instante, pues eso significaba que Lisa las tenía en cuenta y su corazón se aceleraba por ambas. Sintió celos, por supuesto, y es que era inevitable, sin embargo, que la omega estuviera enamorada de ambas alfas significaba que no iba a dejarlas. No iba a dejarla a ella.

ChaeYoung se quitó el cinturón de seguridad, aprovechando que ya habían llegado al estacionamiento del departamento, y le agarró de ambas mejillas, dándole un dulce beso en los labios. Lisa lo aceptó más que gustosa.

Se bajaron del auto y ChaeYoung le dijo que se adelantara en lo que ella bajaba las bolsas, además que pasaría a buscar las cuentas del departamento. La omega agarró la llave y subió al piso correspondiente, abriendo la puerta con una expresión de cansancio, que se congeló cuando vio a una mujer sentada en el sofá.

—¿Quién eres tú? —gritó la mujer—. ¡Jennie, un ladrón!

Jennie salió de la cocina con una mirada confusa, que se volvió extraña al ver a Lisa congelada en el marco de la puerta.

—No es un ladrón, mamá —le dijo la alfa, yendo donde la omega, que se encogió al oír esa última palabra—. Es Lisa, la omega que estoy cortejando. Ya te lo dije.

—¿Qué? ¿Qué? —repitió, y Lisa se sobresaltó cuando Jennie le tomó la mano—. ¡¿Cómo?!

—En realidad, no cortejando —corrigió la alfa—, más bien, saliendo. Lisa ya aceptó mi cortejo.

—¡¿QUÉ?!

La mujer se puso de pie, con su bonito rostro deformado por el horror y desprecio. La omega nunca vio una expresión como esa dirigida hacia ella, con tanta repulsión que no pudo evitar darse un vistazo, tratando de ver qué es lo que había mal consigo.

—Jennie, ¡Esto es una broma, cierto! —afirmó ella—. Es obvio, ¡¿Es una de las putas de ChaeYoung?!

Los ojos de la alfa se oscurecieron y Lisa bajó la vista, herida por las palabras que le dirigió esa horrible omega. No quería verse cómo que le afectaron, pero sí lo hizo, y era una sensación más que desagradable.

—Retira lo dicho —gruñó Jennie, molesta y enojada. Su madre se calló—. ¡Qué lo retires, he dicho!

Lisa se ocultó detrás de la alfa, aun cuando era más baja que ella. A pesar de los gritos de Jennie, su omega parecía entender que no iban dirigidos hacia su persona y sólo la estaba protegiendo, por lo mismo, debía permanecer cerca suyo. La madre de Jennie (ahora la pudo reconocer, tenía los mismos labios y ojos que la alfa) retrocedió, como si no pudiera creer que su hija le estuviera gritando eso.

—Jennie —jadeó ella—, dime que bromeas, por favor, ¡Esta omega...!

—Es mi pareja —espetó Jennie—, es mía. Será mi omega —Jennie agarró el brazo de Lisa, llevándola a su lado—. ¡No quiero verte más por ahora, mamá!

—Tu padre... —la mujer pareció tomar valentía—, ¡Él jamás lo permitirá! Cuando lo sepa, ya verás, ¡Te dirá que esta omega no es más que una basura!

Lisa se sobresaltó al escuchar dos gruñidos: uno proveniente de su lado, con el rostro de Jennie envuelto en amenaza, y el otro venía de la puerta. ChaeYoung acababa de llegar y tenía la misma expresión de intimidación que su mejor amiga.

YuBin jamás les vio aquellos semblantes y tembló cuando las feromonas alfas se extendieron en el cuarto. Feromonas de ira y desafío a que siguiera hablando.

—Vete ahora —soltó Jennie—, y cómo vuelvas a referirte a Lisa así, mamá, ¡Te prometo que no saldrás ilesa!

Dos alfas que eran puro instinto en ese momento, eso es lo que eran esas dos chicas allí. Dos alfas que protegían algo que consideraban importante y cómo suyo. YuBin lo pudo saber enseguida con ese sólo gesto de parte de su hija.

Agarró su cartera y salió con dignidad, apenas dirigiéndole una mirada a las alfas, mientras que sus ojos de desprecio se posaron en los de Lisa antes de marcharse.

ChaeYoung cerró la puerta, todavía viéndose molesta.

—Nini —murmuró Lisa—, era tú mamá, no debías...

—Claro que debía —dijo Jennie, haciendo un leve mohín con sus labios—, nadie, ni siquiera mi mamá, tiene derecho para ofenderte, ¿Entendido? —Jennie la agarró de los hombros—. Si alguien te molesta, te dice algo, tú me dices a mí y yo me encargaré de arrancarle la lengua para que nunca más lo haga.

—Romántico —bufó ChaeYoung—, es mejor quitarle los ojos y ofrecérselos a Lils como una ofrenda.

No debía reírse con lo que le estaban diciendo, pero entre tanta tensión, no pudo evitarlo. La omega se puso a reír con timidez, y ese gesto bastó para que ambas alfas también se relajaran, sabiendo que si la chica se reía, todo estaría bien. Ellas se encargarían de cuidar esa sonrisa a cómo de lugar.

Más tarde, esa noche, cuando Lisa se fue a dormir, Jennie y ChaeYoung salieron al balcón a tomar una lata de cerveza. Al día siguiente la omega debía volver al colegio, así que ellas decidieron llegar a un acuerdo para pasar tiempo con la menor: mañana iría Jennie a dejarla y buscarla, y al siguiente, iría ChaeYoung.

Por otro lado, Jennie escuchó en silencio sobre el encuentro de Lisa y su padre, tratando de no dar rienda suelta al miedo que empezó a sentir sobre una posible separación de la omega. Semanas atrás, habría pensado en eso como algo inconcebible, pero ahora, allí estaba. Jennie no quería que Lisa se alejara de ella.

—Por ahora, no se irá —dijo ChaeYoung—, me lo ha confesado, Jennie. Ha dicho que las dos le gustamos.

—¿No es eso obvio? —Jennie bebió un trago—. ¿Y lo peor? Que es sólo nuestra culpa. Esa apuesta...

—¿Qué apuesta? —le interrumpió ChaeYoung, sacudiendo su cabeza—. Calla. Como Lisa lo oiga, será nuestro fin.

Jennie se volteó y miró hacia el interior del departamento, pero todo estaba en tranquilo silencio. Lisa se marchó a dormir una hora atrás y ahora debía encontrarse en el lindo mundo de los sueños, ajena a todo lo que ocurría a su alrededor.

—Como decía... —suspiró Jennie—, es nuestra culpa. Ambas empezamos a cortejar a Lisa de distintas formas y generó esos sentimientos por nosotras. La hemos puesto en una encrucijada.

ChaeYoung bufó.

—Te lo has ensayado todo, ¿Cierto? —masculló, aunque no parecía realmente molesta—. Pero sí. Si Lisa está confundida, es porque las dos hemos jugado sucio —ahora le observó con firmeza—. Nada de trampas ni engaños, ¿Entendido? Cuando llegue el momento de que Lisa escoja, lo tiene que hacer consciente —bajó la voz un tono—. No le engañes prometiéndole que será la única, cuando ambas sabemos que no será así. Tu padre jamás lo permitirá.

—No te metas en mis asuntos —replicó Jennie, helada y cortante—. Lo que yo decida de mi vida es asunto mío y de nadie más. Mis padres no van a meterse en mis decisiones —le apuntó con un dedo—. Y tú tampoco eres una Santa, ChaeYoung. Tú y yo sabemos bien que siempre te han gustado las aventuras de una noche, y dudo que eso cambie con Lisa.

El aspecto de la alfa menor también cambió, enojada porque Jennie haya sacado ese tema, a pesar de que sabía que tenía algo de razón. Sin embargo, por su orgullo no se la daría, ya que no quería darle el gusto.

Pero las cosas podían cambiar. ChaeYoung sabía que con Lisa era suficiente, lo supo en ese momento, con su alfa molesta ante la perspectiva de meterse con otra omega. No, jamás le haría eso a Lisa.

Y lo mismo pensaba Jennie: no se atrevería a romperle el corazón diciéndole que sería la única y luego llevando a otro omega a vivir con ella. De sólo pensar en la bonita carita de Lisa llena de pena y tristeza, su corazón se apretaba en dolor.

Pero ninguna dijo eso en voz alta. Cada una prefería guardarse esas emociones, al menos por ahora.

—Nada de presionarla —siguió ChaeYoung—, nada de forzarla a elegir, ¿Lo tienes claro?

—¿Y me lo dices a mí? —Jennie la miró con desprecio—. Tú querías llevártela a la cama enseguida.

—No nos saquemos los trapos al aire, porque tienes las de perder —replicó la otra alfa—, porque fuiste tú la que quiso apostar.

Jennie soltó un bufido, rodando los ojos y bebiendo otro trago de su lata de cerveza.

—Nada de trampas sucias —dijo la mayor—, esto debe ser un juego justo. Si yo salgo con ella, tú no tienes que sabotearme, así como yo tampoco lo haré contigo.

—Eso espero —ChaeYoung se apoyó en el barandal, observando el oscuro cielo de la ciudad—. Y cuando ella elija, el cortejo de la otra se acaba. Si Lisa me elige a mí, no quiero oír que tú le sigues...

—Claro —Jennie sonrió con ironía ahora—. ¿Y en el hipotético caso de que no pueda elegir, lo has pensado? ¿Qué pasaría si Lisa no puede elegir a ninguna de las dos?

La alfa menor la miró, sabiendo que esa pregunta también rondaba en su mente desde hacía varias horas, al menos, desde que llegó a ese acuerdo con Jennie. ¿Existía esa posibilidad? ¿La más mínima posibilidad? Por supuesto que sí: ella no era idiota, y veía la forma en que se desenvolvía Lisa alrededor de las dos. No se inclinaba por ninguna, parecía siempre preocupada de ambas y tenía mucho cuidado con las palabras que iba a decir, como si no quisiera herir a ninguna de las dos. La posibilidad ni siquiera era mínima, por el contrario, era bastante grande.

—A mi no me importaría —dijo ChaeYoung, y Jennie hizo un gesto con su mano, como diciéndole que siguiera hablando—. Es decir, sí me importaría, me afectaría, pero luego... —se calló, porque no quería delatarse tan pronto—. Como sea, eso no va a ocurrir.

Jennie no la presionó para que siguiera hablando, pues se veía también bastante contrariada consigo misma. A pesar de todo, confesar que estarían dispuestas a aceptar una posible relación abierta (o de tres), era harina de otro costal, era demostrar que les importaba más la felicidad de Lisa, y ese sentimiento era demasiado grande para procesarlo de manera inmediata.

Y, mucho peor, para confesarlo.

—Lisa es una omega decente —dijo Jennie, sin mirarla—. Estoy seguro de que no propondrá algo tan descabellado como eso.

ChaeYoung tampoco la observó, tratando de que su mente no se fuera a esa idea que Jennie propuso. Su amiga tenía razón: eso jamás iba a pasar.

A la mañana siguiente, Lisa iba dormitando en la silla del copiloto, cansada por haber sido despertada tan temprano. Jennie la contempló de reojo, observando su ojito herido menos hinchado y ahora de un color azulado. Pronto, la herida iba a desaparecer por completo, y eso la aliviaba bastante. No quería ver a la omega nunca más con una marca como aquella.

Cuando estaban por llegar al colegio, Lisa pareció despertarse. Hizo un leve mohín con su boca, frotando su ojo bueno, y formando un puchero con sus labios.

—¿Qué? —dijo Jennie, estacionándose—. ¿No quieres ir, Lili?

—No me gusta la escuela —se quejó Lisa—, además, está ese alfa...

—Ven aquí —Jennie desabrochó su cinturón de seguridad—, te dejaré impregnada en mi olor.

Antes, la idea le parecería tonta a la omega, pero ahora, dichas palabras le sacaron una gran sonrisa de emoción. Lisa también se quitó el cinturón, y sin importarle si la podían ver a través de la ventanilla, abrazó a Jennie. Su omega ronroneó en gusto cuando el fuerte aroma la envolvió y sintió los labios de la alfa posándose en su glándula de feromonas.

A Lisa le gustaba el aroma de Jennie. Era un dulce olor a naranjas y bosque, hacía que su omega se revolviera y quisiera estar a su lado todo el día.

Jennie se alejó de su cuello, pero ahora le dio un beso en los labios. Lisa sonrió en el beso.

—Te quiero. —le dijo Jennie, cariñosa.

—Yo también te quiero, Unnie. —contestó Lisa, feliz.

Se dieron un último beso antes de que la omega decidiera que debía bajar. Agarró su mochila, se despidió de Jennie y salió del auto. La alfa le dijo que pasaría a buscarla más tarde y que le enviara un mensaje o llamara en caso de cualquier urgencia. Lisa le prometió que así lo haría.

Sonriendo, fue hacia las puertas del colegio. Esa era la entrada para omegas, y por eso mismo, se sorprendió cuando vio a NaYeon y JiHyo allí de pie, con los brazos cruzados.

—¿Unnies? —preguntó, desconcertada—. ¿Qué hacen aquí?

El día anterior, Lisa les aseguró a sus amigas que no debían preocuparse, que se encontraba bien y que el día lunes les explicaría todo. Pero esperaba que eso fuera en la tarde, no a primera hora de la mañana.

—¿Qué que hacemos aquí? —farfulló JiHyo—. ¿Quién era esa idiota con la que te estabas besuqueando en el auto?

Lisa abrió la boca, poniéndose colorada.

—Es mi novia —dijo, avergonzada—, es Jennie.

—¡¿Tu novia?! —exclamó NaYeon—. ¡Pero no me pediste permiso a mi ni a Mina para tener novia!

—¡NaYeon Unnie!

No quería imaginarse cuando les dijera que tenía dos novias. Ay, no. Lisa estaba metida en problemas. 

ahora se vienen capítulos bien fluffys antes de que regrese el angst ashdbsdhfs

¡Gracias por leer!

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