「Úɴɪᴄᴏ」

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Kim Taehyung.

» Min Yoongi quedó grabado en mis pensamientos desde el primer momento en que lo vi. Acababa de escapar de las garras de mi novia cuando nos conocimos; fue en una fiesta en un lugar lujoso, en la que me colé un viernes por la noche.

Él llevaba el cabello alborotado y los labios manchados por labial rosa. Quedé confundido mientras él reía como si realmente disfrutara de la vida.

Llegó a la barra pidiendo un trago de nombre extraño y se sentó a mi lado.

Sonreía como bobo viendo a la gente bailar borracha, y evité pensar en que su sonrisa era linda.

Comenzamos a hablar porque pedí una simple cerveza y se giró para reírse de mí. El barman me dijo que no servían cosas así y él pidió lo mismo de él para mí.

Desde ese momento nos hicimos una especie de amigos.

Hablamos casi toda la noche, y reímos a más no poder. Estábamos indudablemente borrachos, tanto que nunca supe en qué momento comenzamos a hablar de mi pareja.

—¿Estás insinuando de que te cae mal tu novia?

—No tanto así. Solo es un poco... estresante a veces.

—¿Estresante? No creo que debas hablar así de ella, ¿sabes?

—Lo sé. No creas que lo hago para llamar la atención.

—Sé que no lo haces por eso, pero mira, si fuese mi novia y ya la habría dejado, por la paz.

—Lo sé, pero... me mira y no puedo decirle que no...

—Eso suena a manipulación, amigo.

—Y eso que todavía no la conoces. Ha llegado al punto de revisarme hasta los calzoncillos para verificar que no haya hecho nada "indebido".

—Bueno, por las dudas, será mejor que no hagas nada indebido hoy —Me guiñó un ojo y sonrió—. Mala suerte —murmuró para luego beber de su vaso.

En ese momento creí que había estado coqueteando conmigo, pero lo descarté de inmediato porque los dos éramos hombres.

En un impulso le pedí su número de teléfono. Me recalcó el hecho de que no lo traía consigo porque podría perderlo, así que le pasé mi celular para que lo anotara, guardé la distancia en todo momento. Por alguna razón sentía que estaría mal si me acercaba de más.

—Yoon, listo. Cualquier cosa, llama o escribe. Estaré ahí en cinco —dijo mordiendo levemente su labio.

Le di demasiada importancia a esa expresión. La forma en que lo hacía me atrapó rápidamente.

Luego de eso pedimos un taxi, tuve que ayudarlo a llegar, pero fue divertido. Pasamos primero por su casa y luego el conductor me llevó a la mía.

Mantuvimos el contacto por varios días, organizamos salidas y nos dimos cuenta de que teníamos varias cosas en común. El gusto por el vodka, por ejemplo.

Ese año terminé con mi novia. Yoongi me invitó a su casa ese mismo día y yo fingí estar devastado solo para que me abrazara durante toda la noche. Mis sentimientos no eran más que interés en su persona para ese momento. 

Su forma grave y lenta de hablar, me tenía cautivado, y la forma de pasar los dedos por sus labios sin intención de hacerlo realmente, guiaba mi atención a él en todo momento.

Cada vez que lo veía tenía ganas de besarlo, ganas que nunca desarrollé con Jennie, mi ex.

Llegué al punto de no estar tranquilo si no escuchaba su voz durante el día, así que las llamadas telefónicas se convirtieron en un ritual diario.

Hablábamos de cualquier cosa: De series, películas, sobre el trabajo o sobre música, lo primero que se nos viniera a la mente.

Con el tiempo, una chica empezó a coquetear conmigo en el trabajo y comenzamos a salir casi de inmediato. Pero ella no toleraba a Yoongi, así que terminamos un par de meses después.

Así pasaron los días; días en los que nuestra relación pasó de ser amigos a mejores amigos.

Hablábamos de todo y de nada a la vez. Le contaba sobre las relaciones de una sola noche para ver su reacción, él parecía ignorarme en esos momentos. Nunca lo culpé, a veces hablaba demasiado.

Un año después de relaciones sin duración, regresé con Jennie, él no estuvo de acuerdo al principio, pero terminó aceptándola. Y Yo no pude sentirme más que traicionado.

Él era mi mejor amigo, se suponía que se opondría rotundamente a ella. Pero Yoongi solo sonreía y se alejaba. Y eso me molestaba.

Con el pasar de los meses, me di cuenta de que pensaba en Yoongi cuando estaba con mi novia, cuando la besaba o cuando las cosas subían de tono. Siempre me preguntaba cómo se sentirían los labios de Yoongi, su piel, cómo besaba o siquiera cómo se comportaba en esas situaciones, pero ese fue solo el comienzo.

Traté de sacarlo de mi cabeza, pero parecía presentirlo porque me llegaba un mensaje de texto cada que trataba de no pensar en él.

«Te quiero»

Y yo no sabía cómo interpretarlo. ¿Me quería como amigo? ¿Me quería con él? ¿Me quería ver? Y mi mente se volvía un lío.

Intenté no pensarlo por días, evadí sus llamadas, no contesté sus mensajes, le pedía al portero que dijera que no me había visto. Y solo terminé necesitándolo.

Entonces llamaba a Jennie en su lugar. Hablaba con ella, la visitaba constantemente, la invitaba a salir. Porque tenía miedo de aceptar mis sentimientos.

Yoongi me gustaba, y no como mejor amigo. Odiaba la palabra "amigo" cuando se trataba de él.

Un día, cuando regresé a casa luego del trabajo, Yoongi estaba recostado contra la puerta de mi departamento. Traté de regresar, pero él me vio antes de que me moviera del ascensor. Entonces se levantó y corrió a abrazarme. Su preocupación me hizo sentir un persona horrible.

—Creí que te había pasado algo malo.

Fue entonces que sentí la humedad de sus lágrimas en mi hombro. Su respiración era pesada; sus lamentos, suaves. Nadie sabría que estaba llorando a menos de que lo vieran de cerca. Y es que Yoongi lloraba silenciosamente.

—No te hubieras preocupado... —dije, aunque mi pecho se calentó al saber que yo le importaba—... Tuve demasiado trabajo, eso es todo —mentí.

Al sentirle aferrado a mí, tuve la oportunidad de rodear su cintura con mis brazos. No era tan pequeña como la de Jennie, pero se sentía igual de delicada.

Ese día, Yoongi durmió en mi cama. Me dediqué a verlo, tal y como hacía cuando yo iba a dormir a la suya.

Noches que llamábamos "de chicos" y veíamos películas hasta entrado el amanecer, momento en el que el sueño se había apoderado de él y yo sólo podía ver su respiración acompasada y sus labios entreabiertos. En esos momentos me preguntaba: ¿Cómo sería despertar con Yoongi todos los días?

Pero eso no pasaría, porque él tendría que ser más que mi mejor amigo y el miedo se apoderaba de mí.

¿Me rechazaría? ¿Dejaríamos de hablar si le decía lo que sentía?

Entonces, desechaba la idea de compartir mis sentimientos con él.

En el cumpleaños de Jennie, él fue a petición mía. Inconscientemente quería ver algún tipo de reacción en su rostro que me dijera que me quería de la forma en que yo lo quería a él; que le dieran celos verme besarla o que se sintiera incómodo al verme abrazarla. Pero él me ignoraba o sonreía alegremente mientras conversaba con los demás invitados. Y yo odiaba que no se diera cuenta de que hacía todo eso por él.

—Jennie es linda —había dicho un día.

—¿Eso crees?

—Sí, ella es todo lo que un hombre querría.

Él la vio sonriendo, ya que ella hablaba a lo lejos con una de sus amigas.

Ese día creí que a él le podría gustar Jennie.

—Ella te... ¿gusta? —pregunté casi a la defensiva.

—¿Qué? Claro que no. Es tu novia, nunca te haría eso —negó rápidamente—. Me refería a que es buena para ti, nada más.

—¿Ah, sí...?

—Sí... —Le vi suspirar y levantarse rápidamente—... Bueno, debo irme, te amo. Adiós.

Ese día fue la primera vez que me dijo "te amo", pero no lo dijo de la manera romántica que quería, o tal vez sí y yo no me di cuenta en ese momento. Por eso pasé días enteros tratando de descifrar el matiz de su voz al decirlo, pero fue en vano. Nada parecía dar indicios de que era el mismo sentimiento.

Pero Yoongi no había tenido ningún tipo de relación desde que nos habíamos conocido. Y eso generó dudas en mi cabeza. ¿Por qué él no tenía novia? Llevábamos bastante tiempo de conocernos y no le había visto coquetear con nadie en absoluto.

Después de eso, pasamos de las llamadas constantes a los mensajes de texto, todo porque a Jennie le fastidiaba que Yoongi tuviera más atención que ella y a mí me fastidiaba no poder hablar con él por ella.

Los mensajes no eran lo mismo. Podría pasar horas así y no me molestaría en absoluto, era cierto, pero no podía escuchar su voz por el auricular, momentos en los que podía reconocer la diversión en su voz, o por lo contrario su enojo.

En cambio, me confundía con sus mensajes.

«Desearía que estuvieras aquí»

¿Como amigos; como amantes? No lo entendía o, tal vez, solo me confundía a mí mismo.

Y eso solo aumentaba la tensión cuando nos veíamos. Algo siempre impedía el abalanzarme contra él, una llamada, una notificación, Jennie, cualquier cosa.

Tenía tanta curiosidad por sus labios, por la textura de su piel contra la mía, por los sonidos que podrían salir de sus labios, por sus reacciones. Y es que, podría perderme en ese tipo de pensamientos por horas.

Harto de esa situación, terminé con Jennie, deseando que no volviera a acercarse a mí de nuevo. Porque odiaba que Yoongi creyera que ella era perfecta para mí y odiaba que Jennie creyera que podría alejarme de Yoongi en cualquier momento que ella quisiera.

Le dije que estaba cansado que me llamara a cada rato, que interrumpiera mis salidas con amigos cuando yo no lo hacía con ella, que odiaba sus celos irracionales y que no quería verla de nuevo.

Ella se fue llorando y yo fui al bar más cercano. Y no porque lamentara haberlo dicho, sino porque me sentía malditamente feliz por haberlo hecho.

Me emborraché a más no poder y levemente consiente llamé a la única persona que quería ver en ese y cualquier momento.

—¿Tae...? Son las dos de la mañana, ¿qué pasó?

—Quiero verte.

—¿Estás borracho? ¿Dónde estás?

—Te amo.

—Yo... —un silencio—... ¿Dónde estás?

—En el bar de siempre...

Él no tardó en llegar, me regañó por beber ese día, y porque por la mañana los dos teníamos que trabajar. Me llevó a casa y cuidó de mi durante horas.

—Yoon —susurré. Veía borroso y estaba indudablemente sincero—, me gustas.

Él sólo rió y me acarició el cabello.

—Estás borracho, no sabes lo que dices, Tae.

—No miento. Me gustas mucho.

—Tú también me gustas —sonrió—. Me gusta tu manera de pensar y que siempre tengas tiempo para mí... Eres... un buen mejor amigo.

—Pero yo no quiero ser solo tu amigo —susurré a duras penas, ya que el sueño terminó por llevarme con él.

El siguiente día, a pesar del dolor de cabeza, me di cuenta de que Yoongi se había ido. Había una nota junto a mi celular.

«Llamé a tu trabajo, le dije al gerente que estabas enfermo. Me dijo que llamaría más tarde para saber de ti. Él es una buena persona. ^^
—Yoon.»

Sonreí, porque, aunque era una nota, pude oír en mi subconsciente su voz, pude imaginar su rostro sonriente al escribirla.

Tomé mi celular y le escribí casi de inmediato. Había mensajes de Jennie que no iba a responder, sólo los ignoré. Ella no se merecía lo que le hacía, era cierto, pero no podía seguir en una relación que no iría a ningún lado, todo porque mi cabeza estaba en otra parte, con otra persona.

«¿Noche de chicos? Mañana es domingo :b»

Pero él no respondió, así que estuve esperando hasta casi dos horas después.

«No puedo. Alguien me invitó a salir»

No supe qué responder. Las palabras giraron en mi cabeza como tornados, destruyendo toda clase de palabra coherente que podría salir de mis labios o convertirse en un mensaje de texto.

Me sentí destrozado y un idiota en partes iguales, así que metí mi celular al bolsillo y regresé a casa.

Estaba tan enojado conmigo que pensé seriamente en darme contra toda superficie plana en mi departamento. Había esperado demasiado para decírselo, ¿pero de qué había servido? Él ya tenía a alguien. Tuve tanto tiempo para decirle lo que sentía que lo había desperdiciado como un idiota.

Esa era la consecuencia de mi silencio.

No pude evitar pensar que sus sonrisas serían para alguien más, que llamaría a alguien más para contarle sus problemas, que pelearía con alguien más, que a ese alguien sí lo besaría, que saldrían abrazados o agarrados de las manos, que podría ver el rostro de Yoongi al despertar cada día, que recibiría sus "te amo" románticos, que yo quedaría de lado, únicamente como su mejor amigo.

Él me contaría con una sonrisa de sus citas, de sus momentos melosos, me contaría de ese alguien... y eso me enfurecía.

Regresé a su departamento entrada la noche, a la hora que sabía que él estaría ahí, así que toqué con insistencia su puerta.

Él salió confundido y al verme apartó la mirada. Yo me sentía traicionado, pero no estaba furioso con él, menos cuando vi que sus ojos no podían permanecer en mi rostro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó a media voz.

—Te amo... —susurré, él solo suspiró.

—Taehyung, es mejor que te vayas.

—¿Por qué? ¿No me amas de vuelta?

—Taehyung, tienes novia. No es apropiado que...

—Ya no —él me miró solo un segundo y apartó la mirada—. Terminé con Jennie, quien me gusta realmente eres tú.

—No sabes lo que dices. Vete.

—Sé lo que digo. No estoy borracho o drogado; no estoy delirando ni nada. Me gustas, como novio, no como amigo.

—Taehyung, ¡tú no eres gay! Te van las chicas. Lo has dejado más que claro. No eres gay, ¿entiendes? No. Te. Van. Los. Chicos.

—Tienes razón, no soy gay...

—¿Ves?

—... porque el único chico que me gusta eres tú.

Y en ese momento vi que había lagrimas formándose en sus ojos. Cuando intenté tocar su rostro, una lágrima cayó en mi palma. Él se abrazó a mí con fuerza, como si fuera la última vez que lo haría y yo solo lo abracé de vuelta.

—No debiste terminar con Jennie —murmuró tiempo después, cuando lo llevé hasta el sofá.

Me hizo sentarme frente a él, su mirada se volvió oscura, como cuando estaba a punto de regañarme. Yo no dije ni una sola palabra, no me dejó hacerlo.

—Eres un buen tipo ¿sabes? Necesitas a una buena chica que se enamore perdidamente de ti. Lo mereces —dijo, traté de interrumpir, pero su mano se levantó de inmediato—. No te voy a mentir; no te puedo mentir. Desearía decirte todos los días que te amo con el alma, pero no puedo. Tampoco puedo despertar contigo por las mañanas, ni llamarte y decirte que te extraño. No puedo besarte o caminar por la calle agarrados de las manos, ¿sabes por qué? Porque soy un chico, porque somos chicos, y este no es un puto cuento de Disney. He sido discriminado hasta por mi forma de pensar, y no quiero eso para ti.

—¿Me... me amas?

—¿De todo lo que te dije, fue lo único que escuchaste?

—De todo lo que dijiste... es lo único que me importa.

—Tae...

—Gi, quiero ser más que tu amigo. Quiero que tus te amo sean sinceros, que los digas porque los sientes y no porque los quiero oír. Quiero que tus sonrisas sean por mí y para mí. No quiero una historia de amor unilateral en la que estás atado a mí; tampoco quiero que mientas para mantenerme feliz. Quiero que los dos seamos felices, juntos.

—Yo... no mentiré. Nunca —asintió, limpiando sus mejillas—. Bueno... —susurró—. Odio a Jennie —suspiró y yo reí.

—¿No que era buena chica?

—Lo es, pero... joder. Ella si podía besarte y yo no.

—¿Puedo besarte? —pregunté ensimismado, perdido en la forma que mordía su labio. Él lentamente asintió, mirándome de una forma diferente. Me miraba con cariño explosivo, no retenido.

No dudé al acercarme a su rostro. Varias veces habíamos estado así de cerca, pero nunca había podido pasar de una distancia de diez centímetros a sus labios. Yoongi usaba labial rosa, inconscientemente lo supe desde que lo conocí, era imposible que fueran de esa tonalidad en específico.

Él acortó distancias y sus labios atraparon los míos de una forma que nunca olvidaría. Me sentía tan nervioso como si fuera mi primer beso, mis mejillas se sintieron calientes y sentía que no podía respirar. Fui un desastre completo y cuando él se dio cuenta, no hizo más que reírse de mí. Sus mejillas estaban como tomates y su cabello estaba tan revuelto como de costumbre.

Fue mi mejor primer beso.

—No fue tu primer beso.

—Yoongi, déjame contar la historia a mí.

—Deja de mentirle a Chaeyeon. No fue tu primer beso, tonto.

—¿Ves eso? Me maltrata psicológicamente.

—Y lo haré físicamente si no terminas ya.

—Bueno —sonreí.

» Comenzamos a salir ese día. Me sudaban las manos a pesar de que lo veía a diario antes de eso, pero la diferencia era que él ya era mi novio. No sabía qué decir o cómo actuar, todo se sentía diferente a cuando salía con chicas, y no porque él fuera un chico, sino porque Yoongi en realidad me gustaba.

—Si no dejas de actuar como un tonto, me iré a casa —me sonrió, y era una sonrisa que me decía que ya estaba harto de mi actitud, pero que también le divertía verme así. No podía culparme, me sentía como un puberto a su lado.

—No puedo, te veo y me siento como gelatina.

—No actúas, eres tonto —renegó, pero el rosa de sus mejillas detallaba la vergüenza que él también sentía.

Los dos estábamos enamorados del otro, los dos parecíamos tontos.

Ese mismo año le pedí matrimonio, recuerdo que casi me lanza un tenedor al ver el anillo. Él alegaba que no podríamos hacerlo, pero varios países habían legalizado el matrimonio para amantes como nosotros, así que no me rendí hasta que aceptó. Él estaba igual de emocionado, aunque demostrara lo contrario. Y después de altos y bajos, nuestra relación se afirmó aún más.

Nos casamos un año después de eso. Él llevó mi apellido, aun cuando yo quería llevar el suyo. Vivíamos juntos y hacíamos la mayoría de cosas de la misma forma ya que yo no sabía ni cocinar un huevo.

Adoptamos una mascota luego de un par de meses. Holly dio varios problemas cuando era pequeña, rompía todo a su alcance y nos tenía corriendo tras ella la mayoría del tiempo, ya que agujereaba mis calcetines y escondía las camisas de Yoonie.

Yoongi, cuando aún éramos amigos, había dicho que su sueño era ser padre algún día, pero que había cosas que le impediría ese deseo.

Entonces, luego de hablarlo, buscamos métodos de adopción para parejas como nosotros. No hubo buenos resultados el primer año, pero aprovechábamos el hecho de que él no podría embarazarse al máximo.

—¡Tae!

—¿Qué?

—No digas eso frente a la niña.

—Pero ella no entiende...

—¿Qué es embarazarse?

—¿Recuerdas a la señora panzona del piso de abajo?

—¿La que papi Gi dijo que tiene un bebé adentro?

—Ajá, ella está embarazada.

—¿Papi Gi no puede embarazarse?

—No cariño, no puedo.

—¿Por qué no puede?

—Emm... ¿No quieres oír el final de la historia?

—¡Si quiero! Papi Tae. ¡Quiero oír el final, porfis!

—A la orden, princesa.

» El siguiente año, la cigüeña tocó la puerta de nuestra casa, y traía una linda bebita de año y medio con ella. Tuvimos que firmar varios papeles, pero la bebita por fin llevó nuestro apellido.

Decidimos llamarla Kim Chaeyeon. A día de hoy, esa bebita cumplirá seis años y yo estoy más que feliz con ella y con su papi. ¿Sabes por qué? Porque tuve la valentía de ser más que el amigo del amor de mi vida.

Y no me arrepiento de nada.

—¿Cómo se llama ella? —preguntó Chae.

—Kim Chaeyeon.

Ella abrió los ojos como si se diera cuenta de algo importante.

—¿Cómo yo?

—No, ella no se llama como tú, cariño —susurró Yoon—. Ella eres tú.

—¿¡Soy yo!? ¿Entonces papi Gi es Yoon?

—Sí, princesa. Papi Gi es Yoonie.

—¡Me gusta, papi Tae! Me gusta la historia. ¡Yo quiero una igual cuando sea grande!

—Tal vez no sea igual a la nuestra, mi bonita. Pero espero que tú también tengas tu propia historia de amor. —Yoongi sonrió, besándole la frente.

—Hora de dormir, cariño. Te amo —susurré. Él besó la mejilla de nuestra hija con cariño y acomodó la cobija sobre su cuerpo.

—Buenas noches, bonita.

—Buenas noches papi Gi, buenas noches papi Tae.

—Buenas noches, princesa —respondí.

Salimos de la habitación apagando la luz y cerrando la puerta con suavidad.

—Más que un amigo, ¿eh?

—Sí —susurré sonriendo—. Más que un amigo, ahora mi esposo y el padre de mi hija —besé suavemente sus labios.

—Te amo, tonto —sonrió, mordiendo levemente mi labio en el proceso.

Y Dios, él realmente me tenía cautivado de pies a cabeza. 

Fin.

Nota: Diálogos en itálica desde el principio, ya que están siendo narrados como recuerdos. Así se lograba diferenciar mejor los diálogos en el "presente" y los de "la narración". ^^

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