Rᴀᴢᴏ́ɴ 01

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Sabe cocinar, limpia, lava y plancha.

Yo desde siempre he sido un vago, lo acepto. Cuando era pequeño y vivía con mis padres, ellos hacían el noventa y nueve por ciento de las cosas por mi, el uno por ciento comprendía mis asuntos mas personales y el estudio.

El día en que comencé la universidad en una ciudad totalmente nueva y desconocida, en un barrio que no era el mío y, por obvias razones, en una vivienda que tampoco me pertenecía, yo casi me muero.

Lloré, creo que incluso más que cualquier infante en su primer día de Kinder.

¡Mis hermanas menores se burlaron descaradamente de mi! Eso no se hace, me las van a pagar. Pero, como les decía; cuando me avisaron desde dirección que tendría un compañero de departamento tampoco fue el dia más feliz de mi vida que digamos. No me gusta compartir, y el tener que convivir en los mismos metros cuadrados con una persona de la que ni tenía idea el nombre me pareció horroroso. Sin embargo, no podía quejarme; la culpa la tenían mis padres al no leer la letra pequeña del contrato con el instituto y la inmobiliaria, pero estaban a miles de kilómetros como para reclamarles su imprudencia.

Taehyung, mi queridísimo y amado Taehyung, lucía como un niño puro y angelical cuando entró por la puerta. Y tal vez así fue, y fui yo quien lo corrompió con el pasar del tiempo. Pero más allá de eso, lo importante es que el intruso temeroso resultó ser un alma caritativa y rebosante en bondad que posiblemente dios había mandado para mi.

"—Hmm... ¿quieres que planche tu uniforme, Jungkook?

—Oh, no quisiera molestarte con eso..."

Recuerdo esa conversación como si ayer me hubiese contado que desde pequeño su padre le obligaba tener sus camisas dobladas y sin arrugas en el mueble para no recibir un castigo luego. Aún me arde el pecho por el sentimiento de una culpa que no es mía.

A Taehyung le gusta planchar mi ropa, la mantiene ordenada y con un aroma exquisito. Pero suele aburrirse o terminar rápido, y entonces, a mi por verle molesto y refunfuñando, por supuesto, me encanta crear desorden cada mañana.

De esa manera ahora tengo una excusa para besarlo hasta el cansancio.

Cuando hace la cena, en cambio, no puedo quejarme. Está siguiendo una carrera de chef internacional y me usa como su crítico personal. Si bien de vez en cuando alguna cosa puede salirle mal, es un gran cocinero.

Posdata: se le quema el arroz pero lo niega. ¿Evidencia? La marca en las ollas.

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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