Capítulo IV

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Para Felix por fin todo estaba volviendo a ser como antes, lo que había pasado hace unos días había sido solo un parche en el camino de su matrimonio. Todo estaba mejor y le hacía muy feliz.

Se levantó de la cama. Era viernes y HyunJin prometió que hoy saldrían a comer y el domingo irían al parque de diversiones como la familia que eran. Se bañó, cumplió su rutina de siempre, dejó a Niki en la escuela y camino de vuelta a su hogar logró ver a un camión de mudanza al otro lado de la calle. Estaba estacionado en una casa que había estado vacía desde hace unos tres meses.

La curiosidad le había ganado y se acercó para ver quién era el nuevo vecino. Su sorpresa fue grande al ver a un hombre joven de unos treinta años, casi de la misma edad de HyunJin. Su nuevo vecino en cuanto lo vio sonrió para luego acercarse.

—Hola, soy Seo ChangBin, tu nuevo vecino —Se presentó cordialmente.

—Mucho gusto, soy Hwang Felix, pero si deseas me puedes decir Lix.

—Un hermoso nombre, Felix.

—Gracias, cualquier cosa que necesites, puedes decirme. Vivo en aquella casa junto a mi esposo Hwang HyunJin y mi hijo Niki —Señaló el lugar donde vivía.

—Está bien, gracias, Lix.

—¿Vives solo?

—Algo así. Este lugar queda cerca de mi empresa.

—¿Tienes una empresa?

—Tengo dos, en realidad. Una corresponde a una cadena de restaurantes y la otra es de diseño textil.

—Espero algún día comer en uno de tus restaurantes.

—Sería un placer tener a un hombre tan guapo comiendo en uno de mis restaurantes.

—Jajaja, me tengo que ir, ChangBin. Ya sabes, cualquier cosa me avisas.

—Un placer conocerte, hasta luego.

Regresó a su casa y comenzó a limpiar el desorden que había en la sala. La noche anterior HyunJin y Niki habían jugado hasta el cansancio, y cuando él hablaba de cansancio se refería a quedar dormidos a la mitad de la sala con todos los juguetes. Luego de terminar de arreglar el lugar preparó el almuerzo, quería dejar todo listo antes de salir.

Subió a su habitación a descansar un poco y, mientras su mirada recorría la habitación, se encontró con una caja al fondo del enorme armario. Extrañado y curioso se levantó de la cama y caminó hacia ella, la caja estaba llena de polvo y se notaba que había el estado allí bastante tiempo. No recordaba haberla visto antes o qué es lo que llevaba dentro. La observó y vio que en uno de los lados del cartón, en letras negras y cursivas, decía "Lee Felix".

Se sentó en el piso con la caja a su lado, la abrió con cuidado dejando escapar una horrible nube de polvo. Después de toser un buen rato logró divisar su interior, había un oso que en algún momento de su vida debió haber sido blanco, pero que ahora por el polvo acumulado se había vuelto de color gris. El peluche llevaba una nota que decía "te amo" e instantáneamente recordó de dónde había salido, Hyunjin se lo había regalado cuando habían cumplido su primer año de novios. Sonrió al verlo y lo dejó a un lado.

Felix continuó revisando los objetos de la caja, pero cuando se disponía un sacar otra pequeña caja qué había más adentro, vio en el fondo un pequeño cuaderno y otro más grande. Con curiosidad los sacó, apartó la caja y se sentó en la cama con los dos cuadernos en sus manos.

Escogió primero el más pequeño, la portada era color lila y tenía escrito "History of love". No lo podía creer, ¡era su diario de la adolescencia! asombrado lo abrió con mucha emoción. La primera página no decía nada interesante, cosas que parecían sin sentido, en la segunda se veía el nombre de HyunJin, le dio risa cuando se dio cuenta que ese no era su diario, era su historia con HyunJin. La mayoría de lo que escribía ahí era referente a él. Emociones y recuerdos lo invadieron al leer todo lo que se encentraba escrito allí, desde emoción hasta tristeza.

Duró dos horas leyendo lo que habían sido casi 10 años de su vida. La última vez que había escrito fue antes de que se casara, el último párrafo decía: "Lo amo, no importa las veces que este matrimonio decaiga o las veces que nos peleemos, este amor es más fuerte que cualquier desgracia, que cualquier dolor, que cualquier cosa. Seré feliz, y no habrá nadie que lo impida" Sí, normalmente escribía cosas inspiradoras, no siempre hechos, más bien sentimientos.

Cerró los ojos con lágrimas, se rio de sí mismo al verse tan tonto llorando por recuerdos. Ahora decidió centrar su atención en el cuaderno más grande, era su cuaderno de dibujos. Desde pequeño había sido un excelente dibujante, un pequeño don que había heredado de su madre, no recordaba por qué lo dejó, pero se arrepentía de haberlo hecho.

Lo abrió con delicadeza, en las primeras hojas había dibujos de su mamá, siempre había admirado su belleza. En otra página había un par de niños jugando en un jardín, no recordaba haber hecho ese dibujo y la verdad era que él no lo había hecho, en la parte inferior de la hoja estaba la firma de su madre y la palabra "Amor".

Sonrió al pensar que su mamá había sospechado desde un principio. Pasó la hoja, en esa estaba el boceto de un pequeño perro, la siguiente era una sonrisa, una inconfundible sonrisa, la sonrisa de HyunJin.

De ahí en adelante todos los dibujos eran él, sus ojos, su cara, su cuerpo, sus labios, siempre había amado dibujar a HyunJin, aunque obviamente él no lo sabía. Dejó los dos cuadernos en su mesita de la noche, uno sobre el otro y los observó con detenimiento.

No entendía por qué los había dejado, amaba tanto aquellas cosas, habían sido en algún momento lo más valioso que tenía, ellos eran su escape, su inspiración. Los observó por un rato más, extrañaba esta forma de desahogo, de liberación.

Sí, definitivamente lo volvería a retomar, volvería a escribir en su diario y a dibujar, esto era parte de él, no podía dejarlo y, bueno, ¿por qué no empezar ahora?

Tomó su diario y solo escribió unas frases: "La vida te lleva por varios caminos, algunos más difíciles que otros, pero cuando luchas por tu meta no importa cuantos impedimentos y problemas hayan en el camino, la meta es una y allí llegarás".

Miró la hora, ¡mierda! Era demasiado tarde. Felix guardó todo, dejó sus cuadernos en la mesa de noche y la caja a un lado de la cama, se colocó un abrigo y salió directo a recoger a Niki. Por suerte llegó a tiempo y, como era de costumbre, su hijo le contó lo que había hecho en su escuela mientras caminaban juntos de vuelta a casa.

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