Capítulo 12.

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Planeamos nuestra venganza durante dos días, asegurándonos que nada quedara en el aire. Ya todo estaba en su lugar. Mis manos temblaban de la ansiedad al igual que Abigail que no paraba de moverse de un lado a otro en el estacionamiento. Entre todas nos habíamos dividido en varios lugares para asegurarnos que las cosas salieran de acuerdo con el plan. Un pequeño grupo se encontraba en los vestidores de chicos, otro en los pasillos y, por último, el grupo que esperaba en el estacionamiento donde finalizaría todo.

Para: Erika.

¿Cómo va todo por allá?

Unos minutos más tardes Erika responde.

De: Erika.

Ya se ha dado cuenta... el grito que ha soltado xD. Está tratando de sacar ropa de otros casilleros, pero no puede.

Entonces todo salía bien. Nos habíamos asegurado de cerrar cada casillero, esconder su ropa, obtener sus llaves y celular. Todo lo que le dejamos fue un nuevo color de cabello y una toalla que en bordado rojo tenía la palabra: Mujeriego.

De: Erika.

Salió al pasillo con la toalla.

Salgo de mi escondite detrás de los arbustos para reunirme con las chicas que se encontraban cerca del auto de Raphael.

—Empieza la acción —anuncio y todas sacan sus celulares. La brillante sonrisa en la cara de Abigail era un alivio, la chica lo llevaba muy bien hasta ahora.

Las puertas de las escuelas se abren con fuerza revelando la figura de un chico con su largo cabello de color rosado y solo vistiendo una toalla. Se puede escuchar la risa de todos en el pasillo y la de mi grupo cuando lo ve correr hasta a su auto apresurado y asustado.
Intenta abrir las puertas del auto y suelta una maldición cuando se da cuenta de que no tiene llaves y es ahí cuando entra Abigail en escena.

—¿Buscabas estas? —Sacude las llaves con una mano en su cintura.

A la hora de planear su venganza nos pusimos de acuerdo en recopilar los puntos débiles de Raphael y usarlos en su contra. Encontramos que su primera debilidad era su largo y lacio cabello rubio, y también, su reputación de chico indiferente en la escuela.

Raphael da la vuelta a ver a su exnovia, su cara parece entender todo cuando nos ve al grupo completo.

—Abigail —suplica.

—Te las voy a dar, solo quiero que poses un poco con tu nuevo estilo. —Señala al cabello de Raphael que cae hasta sus hombros como una cascada rosada.

—No puedo creer que te prestaras a hacer esto. —El enojo es claro en su voz.

—Yo nunca esperaba que me engañaras con tu vecina, pero supongo que la vida está llena de sorpresas. —Lanza las llaves de vuelta a él y estas caen al suelo—. Espero que tu nuevo estilo sea un recordatorio por la cual debes ser fiel.

Raphael se agacha a recoger sus llaves dejando a la vista su trasero, algo que los demás chicos del estacionamiento fotografían y ríen de ello. Con enojo logra abrir las puertas de su auto y alejarse lo más pronto posible del establecimiento.

—¿Te hace sentir mejor? —pregunto a Abigail.

—Muchísimo mejor.

Las chicas y yo disfrutamos de esta venganza por el resto de la tarde enviándonos videos y chistes por medio del blog. La verdad es que no logramos disfrutar mucho porque a la primera hora del siguiente día somos todas llamadas a la dirección. Resulta que Raphael le contó todo a sus padres y a ninguno le agrado el chiste, alegaron que fue una agresión. Y sí tal vez lo que hicimos no estuvo bien, pero tampoco era algo que ameritaba hacer un gran drama de ello.

Soy la primera en ser llamada por el director por ser la "líder y quien dio la idea". Cuando la secretaria del director me llama a la oficina, este no quiere creer que realmente me está llamando para una reprimenda. En los cuatro años que tenía en esta secundaria nunca había pisado la oficina del director, al menos no por algo malo. La última vez que estuve aquí fue para pedir permiso para usar el auditorio para nuestras reuniones y ni siquiera tuve que hablar con el director sino con la coordinadora. Creo que tal vez ni siquiera sabía que yo existía.

—Señorita Crawford, he estado chequeando su historial en esta escuela y la verdad no puedo creer que usted haya sido la que ideó aquella broma. Dígame, ¿acaso fue presionada por sus compañeras?

¿Había sido presionada? Se podría decir que sí, todas esas miradas de expectación en sus caras en parte me llevaron a esto. La otra parte de mí se sintió responsable por la necesidad de vengarse de Abigail. Era lo suficiente mayor para no sucumbir a la presión social, así que al final tuve la opción para negarme en realizar la broma y no lo hice. Además, no iba a dejar mal a mis otras compañeras.

—Asumo toda la responsabilidad por lo sucedido —confieso con toda la tranquilidad del mundo.

—En ese caso...

De pronto la puerta se abre dejando ver a mi madre y a la psicóloga escolar. La primera me dedica su mirada de: ¨Hablaremos seriamente de esto¨. Y yo escondo mi rostro ante esa mirada porque no me puse a pensar en lo enojada que se pondría. Lo primero que me dijo es que apoyaba esto sino afectaba mi educación. Y aquí estábamos por primera vez en la oficina del director.

La verdad es que no sabía que causaría tanto revuelo, otras personas hacían cosas peores y se salían con la suya. ¿Por qué no me podía pasar igual que a ellos?

—Discúlpeme la tardanza —dice mi madre tomando asiento a mi lado. Mientras que la psicóloga, la señora Wislow, se ubica en una esquina cerca del director—. ¿Qué me perdí?

—Le decía a su hija que no puedo creer que haya sido parte de tal cosa. Teñir el cabello de un estudiante, tomar sus cosas y hacerlo caminar por los pasillos en una toalla.

—Espere, yo no lo obligué a hacer lo último. Eso lo hizo solito.

Si bien era parte del plan que desfilara por el colegio en toalla con su nuevo cabello, por la manera en que lo hacían ver es como si lo hubiera amenazado con un arma. No es mi culpa que Raphael no fuera lo suficientemente inteligente para esperar que todos se fueran o que alguien fuera en su búsqueda. Pero ni madre ni el director lo veían de esa manera.

—Entiendo el caso —dice mi madre calmada, aunque estoy segura de que es todo lo contrario por dentro—. Pero me interesa saber es qué ha decidido como castigo.

—Suspensión por tres semanas y una disculpa pública a su compañero.

—¡¿Suspensión?! —Exclamamos mi madre y yo juntas. Ser suspendida era demasiado por una tonta broma—. ¿Por qué van a suspenderme por una pequeña broma? En esta escuela hay estudiantes con un peor historial que el mío y lo que se ganan son detenciones, quedarse limpiando la biblioteca o la cafetería. ¿Por qué me toca la suspensión?

—¿Está diciendo que soy injusto?

—Sí, eso es exactamente lo que...

—Lo que mi hija quiere decir —interrumpe mi madre apretando mi mano con sus uñas para que me calle—. Es que nunca en su vida ha sido castigada por nada en esta escuela. Y yo puedo dar crédito de que Aphrodite nunca, ni siquiera en el jardín de niños, dio problemas. Y, encontramos que es un poco exagerado suspenderla durante tres semanas por esto y más en su último año.

El director juntando sus manos gira a ver a la psicóloga, me parece que ella tiene la última palabra en esto. Solo espero que esté a mi favor.

—¿Qué piensa usted?

—Concuerdo con ellas. La señorita Crawford siempre sabe cómo comportarse tanto dentro como fuera del aula. Creo que esto ha sido un pequeño desliz.

El director suspira.

—En ese caso, el grupo completo deberá dar una disculpa pública a su compañero y asistirán a detención todos los días durante las siguientes tres semanas.

¿Todos los días? ¡Mi entrenamiento con el equipo! Nos atrasaríamos y no podríamos concursar para la competencia de este año.

—Señor, ¿es necesario que sea todos los días después de clases? —pregunto con una sonrisa amistosa en mi rostro.

—¿Algún problema con eso? —Alza su ceja.

—Aphrodite...

Ignoro la advertencia de mi madre. Para al final de esto no solo estaré castigada en la escuela sino también en la casa.

—No puedo perderme los entrenamientos con el equipo de animación —explico, pero ese hecho parece tener sin cuidado al director. Por eso agrego: —. Soy una de sus voladoras principales y este año iremos a una gran competencia en la cual pondremos en alto el nombre de esta escuela.

Lo último sí parece llamar la atención del director que ajustando sus lentes cede con un:

—Ayudarás durante el receso en la biblioteca los días de entrenamiento, lo mismo que todo el equipo que participó.

—Muchas gracias.

Para mí la reunión podía darse por terminada con eso, pero al parecer el director tenía otros planes:

—Ahora, otro punto que quiero tratar, son sus reuniones en el auditorio con sus compañeras —dice y yo solo puedo pensar: Oh-oh—. Reconozco que sus intenciones con sus compañeras son buenas, pero me temo que estas reuniones tendrán su fin. No puedo permitir un grupo de chicas armando planes contra los chicos de esta escuela.

Asiento comprensiva. Me dolía decir adiós a nuestras reuniones durante el receso. Aunque podíamos hacerlas fuera de clases, pero no sería lo mismo.

—Entiendo sus razones.

Estoy lista para abandonar la oficina para recibir la reprimenda de mi madre cuando la señora Wislow nos detiene.

—Un momento —pide deteniéndonos a mí y a mi madre justo en la puerta—. Señor director, supervisé la primera reunión de estas chicas y la verdad lo que hacen y hablan es algo hermoso de presenciar. Un grupo de chicas para dar su hombro como apoyo de cada una. Sería terrible acabar con eso, por lo que sugiero que tal vez estas reuniones podrían realizarse con supervisión del docente para evitar este tipo problemas.

El director observa a la psicóloga por un largo lapso como si tratara de leer su mente. En mi mente grito: "Por favor acepta" una y otra vez.

—¿Se ofrece usted para realizar esta labor?

Una sonrisa se forma en los labios de la señora Wislow.

—Como psicóloga, encantada lo haría.

Quería besar y abrazar a la señora Wislow ahora mismo.

—Pues así será.

—Muchas gracias —murmuro realmente agradecida—. Prometo no decepcionarlos.

Afuera me encuentro con un gran grupo de chicas esperando por mí. Los nervios de cada una son evidentes así que cuando se dan cuenta de que he sido liberada todas se levantan de su asiento para saber qué ha pasado. Erika es la primera en avanzar y abrazarme.

—¿Qué ha pasado?

Miro de reojo a mi madre que acaba de recibir una llamada seguramente de su trabajo:

—Te espero en el auto —sentencia y sé que ni siquiera esperará a que termine la escuela para darme el reproche de mi vida.

Suspiro una vez que se aleja.

—Todo está bien, no se preocupen. Planeaban suspendernos, pero entre mi madre y yo lo convencimos de que no era necesario ser tan extremistas. En cambio, tendremos detención después de clases durante las siguientes tres semanas.

Algunas jadean mientras que otras suspiran aliviadas.

—¿Qué hay las practicas del equipo? —pregunta Grace.

—Nosotras trabajaremos durante el receso en biblioteca los días de entrenamiento.
—Parece justo —comenta Beck.

—También quería cancelar nuestras reuniones en el colegio —agrego—. Pero gracias a la psicóloga Wislow podemos seguirlas haciendo, claro bajo su supervisión.

—Creo que amo a la señora Wislow —comenta Erika.

Abigail se acerca y agarra mi mano apretándola, me da una mirada a mí para luego pasar sus ojos por el resto del grupo.

—Siento tanto que mi sed de venganza nos metiera a todas en esto. En serio, lo siento.

—Oh, tranquila, esto no ha sido nada. —Erika se encoge de hombros restando importancia.

—Cierto —apoyo—. Además, para eso están las amigas.

—Una para todas y todas para una —cita Grace—. Y tenemos que admitir que hacer esto fue muy divertido.


—Creo que es lo más divertido que ha pasado en esta escuela desde la broma del año pasado —dice una Abigail con una sonrisa en su rostro.

La secretaria nos envía a cada una hacia nuestras aulas porque ya hemos perdido la primera hora. Tomamos diferentes rumbos porque mientras ellas se dirigen aliviadas hacia su siguiente clase yo todavía tengo que enfrentar el enojo de mi madre.

Encuentro su auto en la primera línea del estacionamiento, cuando entro en el se encuentra arreglando su maquillaje.

—¿Qué tan castigada estoy en una escala del uno al diez? —pregunto con una mirada expectante.

—No te voy a castigar porque, así como ellos van a darte otra oportunidad, como madre yo también lo haré. —Suspiro aliviada y ella levanta mi barbilla para que la mire directamente a los ojos. Mirada severa es todo lo que veo. Mi madre podía ser lo más dulce y genial en el mundo, pero a la mujer le tocaba hacer ambos trabajos de madre y padre con dos hijos sobre sus hombros así que entendía cuando ella debía ser dura—. Escucha, te dije que te apoyaba sino interfería con tu comportamiento en la escuela, y es lo primero que haces. No quiero saber por qué romperías esa promesa, solo quiero estar segura de que no volverá a pasar.

—Lo siento, prometo que no volverá a pasar.

Ella suspira y besa mi mejilla.

—Bien, porque si vuelve a pasar yo misma le pediré al director que te expulse y podrías olvidarte de la escuela. Te tocará trabajar en las calles y en casa, ¿entendido?

—Entendido.


Parecía que al realizar la broma para Raphael me había devuelto a par de días antes cuando Sydney acababa de revelar la identidad de Erinia. Tal vez un poco peor, pues resulta que al parecer a los chicos les pareció justo jugarnos bromas a mí y a sus exparejas.

Las chicas no querían quedarse de brazos cruzados así que en tan solo días nuestra escuela se convierte en una guerra de bromas entre chicos y chicas. Yo en cambio decido quedarme al margen de todo para evitar problemas con mi madre y el director, aunque eso no lo mejora. La escuela era un caos con las miradas centradas en mí y en otras chicas y las bromas que nos encontrábamos a cada rato. Nos trataban como si fuéramos nazis. Ahora los únicos chicos que se dirigían a mí eran solo los del equipo de animación porque incluso Sébastien estaba evitándome.

Y la verdad no sé qué me sorprendió más, el que me evitara o que me importara tanto el hecho de que lo hiciera.

—¿Tú también estás enojado conmigo? —pregunto cuando consigo sorprenderlo luego de su práctica.

—¿Por qué debería estar enojado contigo? —Por la manera en que cuadra sus hombros y sus labios siguen siendo en una línea recta sé que la historia es diferente dentro de su cabeza.

—Es lo que me estoy preguntando.

Sébastien toma una respiración antes de girar a verme y colocar sus manos sobre mis hombros. El usual color marrón en sus ojos fue sustituido por un color ámbar que casi combinaba su camisa.

—No estoy enojado contigo... Creo que la palabra que usaría sería decepcionado.

—¿Decepcionado? —Río con todas las fuerzas que tengo, aunque en realidad no me cause gracia—. ¿Por qué estarías decepcionado?

—Porque estás demostrando ser justamente lo que ellos dicen.

Espanto sus manos de mis hombros, alejándolo de mí enojada. No podía creer que él también los apoyara.

—No tengo nada que ver con lo que está sucediendo en esta escuela. No estoy influenciando en la mente de esos chicos o de esas chicas.

—¡Pero tú les diste la idea! Como Erinia les enseñaste que estaba bien pagar fuego con más fuego. Y me decepciona el hecho de que no hagas nada al respecto. La gente está hablando...

—¡¿Crees que me importa lo que estén diciendo de mí?! ¡No lo hace! —interrumpo señalándolo—. Tú me decepcionas al creer lo que están diciendo.

Algo en su mirada cambia, sus ojos vuelven a mirarme de manera dulce.

—No es lo que estoy diciendo...

—Ni siquiera sé lo que esperas que haga —me quejo.

—Pruébales que están equivocados —pide sacudiendo mis hombros levemente.

—¡No tengo que demostrarle nada a ninguno de ustedes! ¡No se lo debo a nadie! —exclamo frustrada.

Estabacansada que todos me culparan por lo que estaba ocurriendo. Sí, tal vez no diel mejor ejemplo y que mi comportamiento provocó de cierta forma lo queestaba ocurriendo, pero al final no era como si le susurraba al oído a laspersonas lo que debían de hacer. Cada uno tomaba su decisión y asumía susconsecuencias.

—Tal vez no a ninguno de nosotros, pero sí a ti misma —replica—. Pruébate deque eres mejor de lo que ellos dicen. Pruébate de que sí puedes marcar ladiferencia. Hazlo por ti y luego hazlo por ellas.
Algose quiebra dentro de mí porque Sébastien tiene razón. Porque, aunque no quieraadmitirlo soy la causa de esta guerra de bromas. He dejado que las cosas sesalieran de mi control y he actuado ignorante al respecto. Las cosas iban amarchar bien si no hubiera aceptado a realizar aquella broma a Raphael. Pero esque todo resulta tan abrumador para mi, nada es tan sencillo como lo imaginé.

Sébastien exhala trayéndome devuelta a la realidad.

Déesse, no quise ofenderte, soloquiero que aceptes la verdad.

Suspiro.

—Lo sé, solo estoy odiando como de alguna manera siempre tienes la razón.

Su rostro se ilumina con una de esas brillantes sonrisas que tiene para atraparmeen un abrazo.

—¿Qué puedo decir? —susurra en mi oído—. Es un don.

—Un don que empiezo a odiar.

En mi bolsillo trasero mi celular vibra con un mensaje. Al principio creo quees de Erika, pero me sorprendo cuando veo el contacto de Grace.

De: Grace.

Te necesitamos en el auditorio.

—Tengo que ir a solucionar esto —le explico a Sébastien guardando mi celulardevuelta a mi bolsillo.

—Buena suerte, Déesse.

Todasestas reuniones improvisadas hicieron que me aprendiera el camino hacia elauditorio desde cualquier parte del instituto con los ojos cerrados. Esta vezel grupo es reducido, solo puedo reconocer a cuatro chicas del equipo deanimación, otras cinco de tercer año y Erika todas cubiertas de pintura.

—¿Qué pasó? —pregunto tratando de no reír.

—Nos emboscaron —gruñe Erika muy enojada.

—Eso puedo ver... ¿Qué pinto en esto? —bromeo haciendo referencia al líquido ensus cuerpos.

—Pues, que se nos acabaron las ideas y necesitamos ayuda de la maestra de lavenganza —responde Beck.

Una mueca se forma en mis labios mientras niego mi cabeza.

—De ninguna manera.

—¡¿Por qué no?! —reclama Mónica—. ¿Qué pasó con la promesa de estar ahí paraayudarnos en lo que sea?

—Prometí ayudarlas en lo que sea, eso es cierto, pero esto no las ayudará. Meequivoqué mucho en aceptar ayudar a Abigail a vengarse de Raphael. Les dijedesde el primer día que me equivoqué en crear a Erinia para hacer a los chicossufrir. Ya no se trata de ellos, sino de nosotras.

—Entonces... ¿Quieres que nos quedemos de brazos cruzados? —pregunta Claryescéptica.

—Sugiero que lo hagan. Dejen a esos chicos tranquilos, que la dirección seencargue de ellos o sino el universo. ¡Lo que sea! Volvamos al inicio,enfoquémonos en nuestra vida sin tener que hacer daño en la de otros. ¿Estamosbien?

Todasasintieron de acuerdo y siento como se alivia la tensión en mis hombros. Nosdesviamos de nuestro camino durante estos días, pero eso no significaba que nopodríamos hacer cosas maravillosas juntas. Supongo que hay que perderse un pocoantes de encontrarse y todavía quedaba mucho camino por delante.

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