Capitulo 9 Trayectoria Fallida

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Los próximos días fuero aun más devastadores, iba construyendo una fuerte Delis, rechazo tras rechazo menguaba mi esperanzas de encontrar trabajo en esa esfera pero no mi carácter aunque todavía tenía dos intentos más. Ahora discuto con Rush en la puerta de mi cuarto quiero dormir, comer helado, ver tele y olvidar lo que ha pasado, pero el muy pesado no me deja.

–Rush, acabo de decidir que no vamos a ir a ninguna empresa. Pensaremos en otros trabajos, no sé, de camarera en tu cafetería.—No sería mala idea para empezar.

–¡NO! nena no te puedes dar por vencida cuando puedes volver a intentarlo.—Claro porque no eres tú el que falla.

–No tengo ganas de volver a ser rechazada, cada persona tiene un límite y el mío es este.—En serio no quería creerlo pero lo mejor es empezar de cero.

–Te vistes, que si no lo logras hoy, pues otro día será, pero debes intentarlo. Estoy a tu lado. Mi mejor consejo es que no hay peor cosa que la que no se hace.—Jala de mí hacia el cuarto.

Me visto con la peor gana del mundo sin perder el glamour. Nunca he sido de esas chicas excéntricas que se visten a la mona sin embargo me gusta lucir bien así que me pongo mi traje celeste conformado por cachaqueta y saya, mis tacones negros de la suerte. Salgo con mi amigo, entrando al garaje de la empresa número catorce, no siento miedo; en mis entrevistas pasadas, lo he dejado todo: mi dolor, la rabia, la tristeza hasta la timidez. Rush se queda en el garaje.

Es un edificio casi tan grande con los demás, la recepcionista nos manda al duodécimo piso, allí nos atiende la secretaria del jefe. En esta soy la primera en entrevistar.

La oficina a la cual entro es el doble de mi casa en mi país natal, cuadros esplendorosos y costosos, muebles que comparados con los míos son gigantes, las paredes y la decoración en gris y blanca dan un aire sofisticado, un poco triste y masculino.

–Buenos días ¿Usted es Deli Días?—Me dice un trigueño, inmenso, con un cuerpazo de dioses ¿Cómo puede ponerse esa camisa en esa espalda? Él aire se vuelve eléctrico y pesado costandome respirar, o mejor dicho ya no respiro, jadeo.

Este se acerca a mí, cada paso retumba en mi corazón, hace una parada frente a mí y me besa. Jadeo en busca de aire.

–Delis Días ¿Es usted?—Repite esa voz que había escuchado. Estaba atrapada en un hermoso sueño, mis bragas se humedecieron y eso que solo fueron mis pensamientos; mi imaginación no tiene piedad, pero mi subconsciente siempre le gana así que salgo de mi ensueño, debo responder, al hablar ni me reconozco.

–Así es. Buenos días, lo primero que quiero decirle es que soy caribeña y toda mi experiencia radica en mi país, por si ustedes también son racistas.— ¿Qué rápido se me bajo el calentón? Ahora soy una fiera.

–Lo sé, ante de entrevistarla leí su currículo.—Bueno el primero que lo hace ¿Eso quería decir que será mi jefe? No me imagino poder trabajar aquí, pensando cada minuto en desvestirlo.–No contrato gente sin saber de dónde proviene.

–Ahh...ok.—No me esperaba una voz tan autoritaria.

–Le daré trabajo.—¿Cómo?

–¡En serio...!—No entiendo que pasa, esto es un juego.

–El puesto de secretaria en el laboratorio de informática está vacante.—Todo no puede ser bueno pero ser secretaria no está en mí.

–¿Qué? me es... ta... jodiendo, verdad.—Pregunto puede ser que sea una broma. Me mira con sus castallos y penetrantes ojos, no creo que juegue, estoy frente a una persona que es un enigma para mí, no puedo leer su expresión corporal.

–No y mejore su lenguaje en el horario de trabajo.—Venga y ahora quién se cree, mi padre.

–No vine a pedir el puesto de papelera.—Sé que es un trabajo digno pero él que se conforma con tan poco en una de estas grandes empresas nunca subirá de rango.

–No le estoy dando un trabajo de papelera sino de secretaria.—Ah vale, no entiende o se lo hago dibujitos.

–Ahh... Con que existe un puesto de papelera...—Esa no me la sabía.—Cree que estudie tanto para ser solo la persona encargada de su agenda.—Tengo que relajarme estoy sacando mi mala lengua.

–No existe ese puesto, trate de seguirle la broma... y bueno, eso es lo único que tengo para darle.—Pensé que me podía ofrecer otras cosas.

–Entonces dígame, si no está en contra de mis estudios y mis raíces ¿Por qué no me da el trabajo? Acaso cree que no estoy capacitada.—Debo saber ¿por qué?

–Solo creo que ese trabajo que estudio no es para una mujer.—Puto machista.

–Al fin si era racista pero con el sexo de una persona, o mejor dicho es un ma...chis... ta...

–Respete.—Que le respete su abuela.

–Respetarlo pero si es usted quien no me respeta, y lo dice tan natural....no es trabajo para una muj...—Me interrumpe.

–Si no acepta lo que le ofrezco se va.—La salida se dónde queda. A punto de contestarle tocan a la puerta. Mala suerte la mía quería hacerlo sufrir un poquito más.

–Director, disculpe que lo moleste tenemos una emergencia.—Entra un moreno bajito, con espejuelos el típico rostro de un programador. Me mira el señor machista, creo que piensa si debe contestar y luego de un momento habla con tono duro, de mando.

–Dígame.—La conversación no es conmigo. Comienzo a levantarme y a caminar hacia la tan ansiada salida, me llevo algo bueno del sitio: el jefe. No puedo dudar de que está bueno. Dios ¿Cómo me hace falta conocer lo que es sexo en compañía? ¿Por qué no creerán que soy una mojigata.?

–Michael, no puede disminuir la cantidad de megas para el nuevo juego de celular que va a salir al mercado mañana.—Ohm huelo a problemas, mejor me voy. Al fin y al cabo no me darán mi oportunidad.

–¿Cómo que no puede?—Su voz suena derrotada, por tirano. Lo siento soy un poquitín rencorosa.

–Si puede, pero dice que para mañana no va a estar listo.—Y piensa que su personal es de los mejores, estoy llegando a la puerta cuando escucho.

–La fecha fue corrida una vez, así las personas no querrán comprarlo ¿No hay alguien más que pueda ayudarlo?—Venga, dios te dio la oportunidad de demostrarle ¿quién eres? De dejarlo en el barro por sus acciones.

–Todos están ocupados, dígame que hacemos.—Pienso un poco antes de responder. Pero para que cojones pienso.

–Yo puedo ayudarlo, lo puedo hacer para mañana.—Me mira desafiandome, no tengo miedo.

–¿En serio? Crees poder.—El muy hijo de su madre me sigue subestimando, lo haré tragar tierra.

–Si pero con una condición.—Nada en este mundo es gratis. Veo que cambia su semblante

–¿Cuál?—Eso lo adivina hasta Aladino.

–Me dará el trabajo.—Venga que te importa más tu orgullo o tu empresa.

Se lo piensa mucho, me cansé de que piense tanto así que di mi mejor media vuelta balanceando mis caderas con aire de superioridad y casi salgo de la oficina hasta que responde.

–Está bien.—Yes, Jefe: cero, delis: uno.

–Ok, trato, necesito el juego, una computadora.—Manos a la obra, extrañaba eso.

–Tienes que hacerlo aquí no está permitido que se lo lleve a casa ya que no es una empleada, es para evitar que lo filtre .Además de firmar un contrato de confidencialidad.—Dice mirándome, le hace una señal al empleado de que se vaya y le contesto.

–Aparte de machista, mandón...—No me puedo quedar con la boca cerrada así soy yo.

–Respeta si piensa trabajar aquí, eso es lo primero.—Volvemos a lo mismo, parece una maquina repetidora.

–Ok, entendí res...pe...to...Dígame ¿dónde puedo trabajar? Está corriendo el tiempo.—Creo que mi tiempo puede llegar a ser divertido.

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