Izan

— ¡John! —lo abrazó con tal desesperación que parecía que el menor se quedaría sin aire.

—Hey viejo verde, deja que respire. Porque yo no soy médico, ya sabes... —me di la vuelta y escuche a refunfuños y pestes para mí, como yo también desaparecía de su campo de vista con carcajadas.

Éste par, aunque tuvieron muchos conflictos, sabía que de algún modo, lo arreglarían.

¿Ya he dicho, lo que le hace uno el amor?

Pues eso. Lo que le hace uno el amor.

Kenneth

Cuando abrí aquella puerta y encontré a James, todo sudado, con las sabanas entre sus piernas, enredado. Aunque fuera un señor mayor que yo, seguía teniendo una gran complexión de su cuerpo.

Supongo que la vejez no le pasó factura en su cuerpo pero si en su pelo y aun así, estaba bien sex... Cálmate Kenneth es tu amigo y tu jefe.

Pero al escuchar mi nombre de entre sus labios... Toqué su frente y estaba bien, pero entonces fue que sostuvo mi mano con la fuerza de un toro, tumbándome en la cama y él poniéndose arriba mío.

1 hora antes.

— ¡Kenneth, papá quiere que vayas a casa y si no lo encuentras, debe estar en su habitación tomando la siesta en lo que tú vas llegando!

— ¿Te dijo para qué?

—No. Pero mencionó que es importante.

No lo dudé mucho. Eran hijos de mi amigo, así que aquí estaba, tumbado en su cama pero con el problema de que él estaba encima de mí.

¿Esto era un sueño? Porque si es así, ¡mataré al que me despierte!

— ¿James? ¿Q—que haces?

—Hoy serás mío —y ahí fue cuando me quede petrificado y nada de lo que me dijeran después, me decía que esto no era un sueño.

— ¡¿James?! ¡Soy yo, tú amigo! —pero fue inútil, porque atacó mis labios. Y yo solo pude retorcerme bajo suyo queriendo zafarme, aunque, no ponía tanta resistencia.