Marcos

Era fácil culpar el hecho y no a uno mismo por ser cobarde.

Yo mismo he renunciado a lo que más quería, a lo que más amaba por ser testigo de ese alguien maldito y que me perdone Dios, pero ojalá a estas alturas aquel mal, esté muerto revolviéndose en su tumba.

— ¿Has estado mucho tiempo con él?

—Desde que fuimos un crío —su mirada me esquiva. El tono incómodo y la falta de conversación aunque fuéramos solo hombres son evidentes para mí; sabía razón de sobra su comportamiento. Pero como viejo que soy, no pude evitar verle el trasero. Sí señor, era dotado. No me extrañaría mucho si... mmm... mejor no pensar en cosas indecorosas.

—No te comeré solo por tener otros gustos —

—En realidad, lo conduje en la azotea no por mí, sino por él —señala enfrente mío, mientras sigo avanzando hasta quedarme de piedra en mi lugar. O como bien otros dicen, me dará algo si es lo que pienso que veo.

John

Sé que lo dañé, sé que nos dañamos, también sé que no estuve para él e hizo lo que hizo por mí porque no lo entendía.

Traté, traté de todas las formas olvidarlo. Traté de que su recuerdo no opacara a mis parejas en su momento. Pero ninguna funcionaba como con él.

Era sentirse extraño en mi propia piel estando con otras mujeres que me asqueaban para complacer a mi hermano y odiaba a mis amantes hombres porque no eran como él.

Con él, era conocerlo, conocerme... conocernos en cuerpo y alma. Algo que no podía con alguien más. Sí, he tratado, he fallado. Y si me he caído, no me recompuse del todo. Sí, he sufrido por su abandono pero yo soy el culpable de que no me lo explicara en su momento.

¡Y después de tantos años de infelicidad!, lo estoy por volver a ver. Y siento esas cosas de nenazas que siempre me quejaba: las mariposas salvajes en mi estómago. Y verlo junto con mi sobrino, la versión de mi hermano, era quedarse corto con las palabras, pero en ese momento, aquellos ojos claros color miel, me miraban como yo mirándolo a él.

—Marcos...