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Bill se mantenía aburrido, tirado en el mostrador con la toalla en la frente.
Miraba la hora de reojo impaciente, tratando de consentrarse, en un jueguito de una vibora en su celular.

Pronto se hacían las dos de la tarde, la hora en la que menos gente llegaba, la hora en la que más quería salir corriendo e internarse en su fresco hogar con mas de cinco potentes ventiladores apuntando directamente a su cara, o tirarse a la pileta llena de 400 cubos de hielo. Sin embargo estaba allí, con una emoción palpable en cada gesto nervioso que apenas demostraba, porque bien sabía que a esta misma hora, cuando la calle se volvía un vivo infierno, aquel chico de ojos chocolatosos había hecho su primera aparición el día anterior para irónicamente, derretirlo a el.

Se quitó la toalla de la frente y prendió un pequeño ventilador traído directamente de su casa, disponiéndose a secar el agua fria que había escurrido de la toalla con un trapo viejo, cuando en su tarea, muy concentrado en vivir, sintió alguien cerca del kiosko. Específicamente en frente, junto a aquel detestable palo.
Realmente no podía saber quien era, y no encontraba otra manera de confirmalo mas que tratar de ver su cara, cosa que le era imposible con aquella persona dandole insistentementa la espalda.

Sin embargo aquel rubio teñido tenía una corazonada, y solo Dios sabía como estas jamás le jugaron en contra.
Le miró el culo por pura convicción propia, confirmando aún más su corazonada, y así, en un acto que cualquiera con orgullo y sentido común llamaría "Cosas de pelotudos" habló en voz alta, en tono arrogante y condenadamente alegre.

- Hola bonito - dijo viendo como aquel chico se tensaba, captando claramente como daba un leve respringo - Me alegra verte, ¿Tanto me extrañaste para volver?
- Hola - respondió por pura cortesía. Sin darse vuelta.
- Sabes bombón, es de mala educación no ver a una persona a los ojos cuando le hablas - dijo con cierta confianza y arrogancia en sus palabras, rogando para que se diese vuelta.

Y sorprendentemente, así lo hizo aquel chico: se dió media vuelta, y lo miró directamente a los ojos a modo de reto. Se le notaba una molestia profunda, y tenía una mano en su cabeza, tratando de no morir de calor por el sol en su nuca.

- Hola - dijo mientras continuaba mirandolo a los ojos
- ¿No vas a decir nada mas? - preguntó haciendo un puchero.

Un bondi se acercaba a la distancia. El chico se volvió a dar la vuelta, ansioso y apurado, mirando con cuidado el número del colectivo. El rubio largó un suspiro, dandose cuenta que ese debia ser su bondi. Estúpido 24 y sus llegadas tempranas.

- No contestaste el mensaje, - dijo con rastros del anterior puchero - ¿Tomo eso como que querías verme en persona?
- Pensé que ignorarte era un mensaje claro - dijo cruzandose de brazos, arrepintiéndose al sentir el calor de hacerlo. - no soy ese tipo de chicos
- ¿Qué tipo de chicos? - preguntò con un tono extrañamente sugestivo
- Los que se flechan con galanes como vos y sus chamuyos sin verguenza. - dijo ignorandolo, dandose vuelta tras finalizar, llamando al autobus.

Y Bill juraba que a partir de ese instante, podría morir feliz. ¿El chico había dicho que era un galán?

- Che - dijo llamando su atención.
El otro se dió la vuelta, mirandolo con curiosidad, Bill salió del kiosko por la ventana en un acto se estupidez pura.
- Estoy siendo brusco pero... ¿Cuál es tu nombre? - preguntó con un genuino brillo en su mirada, una sonrisa ladeada y una curiosidad que se reflejaba en el insistente agarre en la muñeca del contrario.

El 24 paró en frente.

El de cabello café alborotado solo se soltó del agarre del rubio teñido con nerviosismo y entró en el autobus.

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