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Bill se sentía en ánimos muy contrariados: Por un lado, se encontraban sus insufribles ganas de irse a su casa, con su perfecta ventilación, y dejar de asistir a trabajar en un kiosco cualquiera donde estaba supremamente aburrido el 90% del tiempo. Pero obviamente sabía que no podría irse de su puesto, aún le quedaba el resto del verano "pagando sus deudas".
Además, por el otro lado, aún quedaba ese 10% del tiempo...

- Buen día Bill

Al rubio su voz le tomó por sorpresa, sus ojos chocolate milka mirándole directamente. Dipper se había vuelto educado finalmente.

- Buen día bombón - respondió, esperando la típica queja que a su sorpresa, no llegó.
- ¿Puedo saber cuándo dejarás de llamarme con todos esos apodos? - dice el moreno, pero tiene una pequeña sonrisa en la boca mientras gira los ojos.
- El día que me muera- Soltó
- Bueno... Juzgando por el otro día, no estamos tan lejos entonces -Sonrío burlón, viendo si acaso se aproximaba lo que tanto esperaba.
- ¡Che! - Pretende hacerse el ofendido- Ambos fuimos a esa corrida y míranos, vivitos y coleando.
- No, no -niega repetidamente- Si estamos vivos es por pura suerte. ¡Casi morimos como dos veces!
- ¿Solo dos? Juraba que eran más. -Dice y Dipper ríe. El rubio no puede evitar pensar que es una muy linda risa.
- Estás en lo cierto, dos es un número muy bajo.

Una señora llega desde la esquina. Bill la reconoce como una vecina de la cuadra que usualmente compra chocolates y caramelos para sus sobrinos, aunque extrañamente, no los ve ese día junto a ella.
Ambos caen en silencio; la conversación parece haberse acabado mientras Bill atiende a la señora, pero no se siente el aire de incómodidad que solía estar antes. Ambos se quedan pensando en lo sucedido aquella noche, y reconocen que no es algo de lo que se debería hablar tan abiertamente en público.

Sin embargo, Dipper tenía más ganas de hablar que nunca.
Se sabrá siempre que los Pines eran una familia particular: si no te movías por tu propia impulsividad, te movías por tu curiosidad, y a veces, en algunos miembros de la familia, estas se mezclaban. Este era el caso de su Tío Ford, quién si bien era extremadamente inteligente y una figura que admiraba intelectualmente desde siempre, también era un aficionado a sentir la adrenalina en sus venas, y solía ser un corredor de moto.
Dipper, reconociéndose como una persona tal vez un poco miedosa y paranoica, jamás había pensado ser como Ford, pero si la corrida le había demostrado algo, es que era un verdadero Pines.

La señora agarra la bolsita de plastico con 4 chocolatitos arcor y un caramelo de menta y se despide tras pagar, y Bill se desparrama por el mostrador. El colectivo del morocho aún no llega.

- Entonces... ¿Día largo?
Bill le lanza una sonrisa, y apoya su cabeza en su brazo apoyado en el mostrador
- Acaba de empezar y YA te lo puedo garantizar - suelta un suspiro, y se toma la remera del cuello- ¡Y hacen como 32° grados! ¿Qué mierda le está pasando al planeta?
- El calentamiento global es algo que temer.
- ¿Sabes qué es lo que está siendo más afectado por el calentamiento global? - Pregunta Bill, y Dipper teme lo que se viene.
- ¿El polo norte? - Pregunta, como un iluso.
- Nah -Pausa, y rápidamente continúa- Mi hermoso ser cada vez que me miras bebé.

Abre los ojos, suelta una risa, y niega con la cabeza, como si eso negase su reacción.

- Y yo que creía que tus piropos no podían volverse peor -Remata, pero Bill no le cree.
- Entonces... - dice con una timidez nueva en él - ¿Te divertiste?
El morocho lo mirá, y suprime una sonrisa que es delatada por sus ojos chocolate.
- Un poquito
- ¿Entonces puedo seguir molestándote?
- No - le responde y ríe, mirando nuevamente para el otro lado, donde llegan los bondis.

A Bill le gusta su sonrisa, cree que debería reír más. Bill se tira completamente sobre el mostrador y responde con un fingido sonido de molestia. Silenciosamente lamenta la llegada de aquel colectivo número 24 en la distancia, pero sigue concentrándose en el morocho, porque realmente es divertido estar con él, y quiere disfrutar este 10% del día.

Pero el 24 pasa, y Dipper no hace amague para pararlo.

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