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Dipper se mantenía inquieto, jugando con el zipper de su mochila.
Se preguntaba a si mismo una y otra vez ¿Qué se suponía que estaba haciendo?
Por lo que él sabia ese rubio supuestamente llamado Bill tenía cierto interes en el, aún no sabía si de una extraña forma de amistad o si una romántica. En los últimos tiempos no era tan extraño que un chico le tirara onda a otro... ¿Pero hacerlo en medio de la calle? El hecho era, que toda la situación seguía siendo rara. sin embargo, más allá de cualquier prejuicio, por lo poco que él sabía, el kioskero podía ser una especie de ladrón; un secuestrador, un trabajador del mercado negro que solo lo conduciría a una muerte segura donde venderían sus órganos a quien sabe que persona o canibal que haya comprado su hígado, riñones, apéndice o clavícula, o inclusive podía ser un demente con ganas de iniciar una nueva racha de asesinatos y el sería el primer, u otro nombre en la lista.
Cosas totalmente normales que podrían suceder.

Pero ahí estaba, caminando por la calle, a tan solo dos míseras cuadras de su destino, rogando porque su destino no sea como el de un gato que moriría por la curiosidad.
De igual forma Dipper era inteligente; y sabía que cualquier persona de su edad que no estuviese guiado por el amor o no estuviese en sus casillas, no andaría por ahí hablando con cualquier persona que se le cruza por la calle. No sabía si eso era respecto al rubio, o respecto a él.
En resumen, pensaba que, "No hables con extraños" no era algo que se decía por pura formalidad.

Aún así, ahora faltaba una sola cuadra, y él seguía caminando.
Ahora faltaba media, y por una extraña razón seguía caminando. Era como si sus pies se movieran por sí solos, avanzando a lo que podría ser una muerte segura.
De un momento a otro había parado. Estaba apunto de llegar al final de la cuadra, en lo que él creía, era un punto donde aquel loco no lo vería.

Pensó en dejar la curiosidad atrás. Pensó que su vida valía más que eso.

Se dió la vuelta para escapar, como el buen cobarde que era
- Soldado que huye sirve para otra batalla. - se consoló hasta que chocó con alguien.
Para ser más específicos, hasta que chocó con nada más ni menos que Bill.

El rubio lo detuvo por los hombros, mostrándole una sonrisa cuando lo vio
- ¿A donde ibas? - preguntó, manteniendo la sonrisa.
- ¿A donde acordamos? -respondió entonces, nervioso
El rostro del contrario se iluminó, y una sonrisa más sincera le salió de entre los labios
- ¡Perfecto entonces! - dijo tomandolo suavemente del brazo - vamos, que voy a mostrarte algo.

Dipper estaba hecho una bola de tensión "Este es mi fin" pensó una y otra vez, siendo extrañamente incapaz de soltarse del agarre del contrario. Estaban llegando justo a la vuelta de la esquina, cuando el rubio tapó los ojos del moreno con ambas manos.
El menor se quedo en un breve shock; su mente viajando en todas aquellas mil y un posibilidades donde lo secuestraban.
"¡HOY NO!" Pensó, como si lo exclamase en alto

De pronto pisó el pie del que se encontraba detrás, seguido de una patada no tan intensa pero certera en aquella zona milenaria.
Bill no pudo seguir tapando los ojos de dipper. En vez de eso, estaba ocupado tirado en el piso, sintiendo profundo dolor y traición por parte del moreno

Entonces cuando dipper estaba decidido a huir  y llamar a la policía, vio al frente para encontrarse con algo que lo sorprendió de sobremanera

- Bill... - dijo en un susurro sin sacar la vista del frente - ¿De quién es este ferrari? - pregunto viendo un flamante ferrari rojo frente a su nariz.
- mío - logró decir con la voz algo cortada, aun sin poder levantarse.
- ¡¿Te compraste un maldito ferrari?! - dijo sorprendido, tratando de procesar todo
- Sí - afirmó manteniendo la compostura - ¿Sabes manejar? - pregunto
- ¿Si? - cuestionó el otro
- Llevame al hospital.

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