Miraba aburrido la calle inmaculada. El sol abrasaba con todo aquel que saliese, pero lamentablemente para Bill, él tenía que seguir ahí, en aquel aburrido kiosko violeta con un gran cartel de milka que le daba hambre y una vista pobre al tener un palo de colectivos en frente, con algunos números marcados en pequeños cubos blancos, y otros escritos con poca prolijidad directamente en la madera gastada y podrida por la lluvia.
Se pasaba una mano por la frente con insistencia, secandose con un pañuelito descartable, tratando de no perder la cabeza mientras una toalla se enfriaba en la heladera, para poder retirar la transpiración cayendo con insistencia. A su jefe no le importaba ni dos patacones* su salud, y no había instalado si quiera un ventilador en el local.

Un par de minutos en aquel turno se sintieron como una eternidad para aquel pobre niño mimado que extrañaba su cómoda casa, con aire acondicionado de última tecnología que era la envidia de todos en la zona sur de aquel sector urbano de Buenos Aires. En estos momentos, donaría una pierna por usar cualquiera de los 5 ventiladores que tenía en el quincho de su casa. Observó su blackberry con frustración cargada en su ceño fruncido, sintiendo la ironía de estar en un kiosko con carga de crédito pero no poder cargarlo. Le quedaba suficiente plata para poco o nada y tenía que guardarlo bien hasta que sus papás se cansaran y le devolvieran la tarjeta de crédito.

- Eh... Buen día. - escuchó de repente del otro lado, tratando de capturar su atención - Tienen carga, ¿verdad?
Se quedó mirando sus ojos chocolatosos, como aquel milka del cartel, y su cabello marrón revuelto como si tuviese un patrón único e irrepetible, y así perdido en todo eso, se quedo anonadado por un momento, con ojos bien abiertos y una leve sonrisa, asintiendo con la cabeza a aquel chico tan particular.
- Entonces cargame cincuenta pesos, el número es 1167680295 - dijo muy rápido para que el rubio siquiera reaccionase
- Okey, okey bonito. Más lento que me pierdo y no precisamente en tus ojos - dijo con una sonrisa que el calificaba como canchera y un guiño, sintiéndose muy realizado con aquel cumplido. - Mejor escribilo acá - añadió extendiendole un papelito y una lapicera azul
El otro sintió sus mejillas levemente rojas, el tono camuflándose con el calor que su cara ya tenía gracias a aquel día tan absurdamente caluroso.
- Claro - dijo sin darse cuenta de nada, escribiendo en letra cursiva directo en el papel. - Acá tenés. - terminó entregando el papel, apoyándolo en el pequeño mostrador de la ventana.
El rubio se apuró a introducir el monto y el número en la pobre maquinita, llevandose el papel al bolsillo, sacando su blackberry como escusa del tiempo del proceso. En cosa de nada ya había mandado un mensaje - Bueno, te tienen que llegar dos mensajes y la cosa está hecha.
- ¿Dos? -preguntó curioso mientras su celular temblaba.

Lo revisó; "¡Tu carga de monto $50 ha sido exitosa! Gracias por utilizar Mo..."
Se detuvo antes de leer la otra parte, viendo el otro mensaje

"Hola bb ;)"

Miró con confusión al rubio, viendo como este le dedicaba un guiño antes de decir su monólogo usual en un tono que no acostumbraba

- Muchas gracias - dijo apoyándose en el mostrador, dejando a un dipper confundido salir volando por la otra cuadra - ¡Que tengas un buen día!

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Hola, ¡Jazzy al habla!
Pues me presento como la autora de sta cosa, espero que a ti, personalmente a la persona que lee esto le guste, y ya desde un principio te agradesco por pasarte a ver.
Pronto traeré el primer capítulo, muchas gracias!

Later! 🙋💜

Jazzy editora hablando para brindar curiosos datos sobre Argentina en los 200
•Patacones eran una moneda creada debido a la crisis económica argentina del 2001 que uso el estado para pagar sueldos. La broma es que no valían nada y nadie los quería. Es el equivalente a un billete de $-12
•Bill tiene un Blackberry. Este era un celular muy popular en la época y estaba CARO. El pibe tiene guitaaaa
•Antes, en 2008, con $50 podías comprarte aprox. 18 botellas de agua. Era bastante plata eh.