•CAPÍTULO 10•

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•CAPÍTULO 10•

COSAS INESPERADAS

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—Hank, ¡ayúdame! —le dijo Elisa sosteniendo la cabeza de Charles.

Él fue de inmediato, con una mirada aterrada en sus ojos.

—¿Qué pasó? —preguntó asustado.

Ella lo miro. —Él estaba de pie.

Hank le miro extrañada. No podía creer que Charles hubiera estado de pie. Ni él ni nadie lo creería, a la misma Elisa le había costado asimilarlo. Pero ella tuvo la suerte de verlo.

—No tengo idea cómo pasó —explicó.

Él tomó en sus brazos a Charles y lo llevó hasta el sofá que se extendía por el despacho del profesor. Hank comenzó a moverlo tratando así que Xavier despertara, fallando inútilmente en el intento.

Ella se acercó a ellos sin saber muy bien que hacer. Hank se levantó a buscar agua con la cual despertar al hombre que aún yacía desmayado mientras ella discutía mentalmente si debía utilizar el mejor método que se le ocurría.

Al final optó por usarlo y suspiró antes de abofetear lo más fuerte que pudo a Charles. Eso hizo que Charles despertara y que Elisa tuviera un gran dolor en la palma de su mano. Se sobresaltó un poco al encontrarse recostado en aquel sofá. Miró hacía todos lados bastante desorientado hasta que su vista se posó en Hank y Elisa.

Sus ojos se conectaron con los de Elisa, pero ella no pudo evitar recordar las palabras que él uso antes.

"No necesito su preocupación", "No es asunto tuyo, Ni de Hank, ni de nadie..."

—¿Qué sucedió? —preguntó volviendo a recostarse en aquel feo sofá.

—Podríamos preguntarte lo mismo —Hank le dijo preocupado acercándose a él.

El recuerdo de las palabras de Charles fue a la mente de Elisa haciendo que su preocupación se esfumara, el enojo comenzó a cubrir su cuerpo.

—¿Sabes qué? A mí ya no me importa, espero esté bien solo, profesor —dijo y sin esperar respuesta por parte de los hombres allí presentes salió dando un portazo.

¿Qué diablos le estaba sucediendo a Charles?

Claro que Elisa no debía irrumpir en su cabeza, eso lo entendía perfectamente, pero el hecho que se enojase por estar preocupados por él la desconcertaba un poco.

Caminó enfadada por los pasillos de la escuela tratando de evitar a todo el que se le acercase. No tenía humor para soportar nada. Salió de la mansión no soportando lidiar con las clases en esos momentos. Lo bueno fue ver a Andrew a lo lejos, tal vez hablar con él sea lo que necesite en estos momentos.

—Hey —saludó sentándose frente a él.

Suspiró tratando de calmar su enojo, no valía la pena seguir así cuando Charles ya no estaba cerca, eso sólo haría que se desquitase con alguien más y no quería eso. Menos aún con el tan dulce Andrew.

—¿Qué tal Elisa? —preguntó con una sonrisa.

—Oh ya sabes, no mucho que contar. Estoy adaptándome aquí de a poco, a las personas, a la escuela —explicó.

Él le miró, estudiaba su rostro, por más que no pudiera leer sus pensamientos Andrew sabía que algo sucedía. Lo leía en su lenguaje corporal.

—¿Por qué estás fuera de clases entonces? —preguntó con una ceja levantada—. ¿Tienes clases con Hank? Porque yo también y él está retrasado.

—Oh, sí. Tengo clase con Hank —respondió, aunque no sabía si era aquello verdad—. Pues él está atendiendo unos asuntos.

Andrew asintió volviendo a la lectura de su libro mientras Elisa se perdía en sus propios pensamientos.

¿Por qué le importaba tanto el hecho que Charles quería alejarnos de él?

Eso era algo que no comprendía, ellos solo buscaban ayudarlo, pero él se empeña en dejarles claro que no necesita o, mejor dicho, que no quiere nuestra ayuda. Maldito profesor con ojos encantadores. Ella no podía sacar de su cabeza la forma en la que los ojos de Charles la miraban cuando sus miradas se encontraban.

Nunca había visto unos ojos de ese color, tan celestes, tan oceánicos.

Suspiró tratando de apartar aquellos pensamientos, debía concentrarse en las personas que le importasen. Como si por arte de magia se tratase, uno de los chicos del cual debía preocuparse se acercaba a ellos.

—Hola Alex —le saludó.

—Andrew, Elisa —los miró a ambos con una sonrisa nerviosa.

Él se inclinó y susurró algo en el oído de Andrew, tras esto el chico se levantó. Ya habían pasado algunas horas y la tarde comenzaba a caer. Alex se había ocupado de encontrar a alguien para tener entretenido a Andrew.

—Gracias Alex, nos vemos, Elisa tendré muchas cosas para contarte —susurró con una risita y comenzó a caminar.

Elisa miró algo estrada aquello para luego mirar al rubio.

—Hay un chico que lo busca —señaló hacia donde estaba Andrew con otro chico—. Ya sabes que él es...

—Si Alex —rio entiendo que quería decir gay, aunque no se animaba—. ¿Cómo has estado? — le preguntó, un suspiro salió de sus labios.

—Podría decirse que bien, aunque creo que ya no me afecta tanto el hecho que Sean se haya ido. Tengo nuevas preocupaciones ahora —susurró mirándola de reojo.

Alex se había enamorado.

Él no le llamaría "enamorarse", pero cualquiera que le escuchara hablar podría darse cuenta de que en aquella mansión había hallado el amor.

—¿Cuáles son esas nuevas preocupaciones Summers? —ella se burló un poco.

—Tal vez una chica bella —la miró con una sonrisa también burlona en su rostro.

Antes de que ella pudiera responder algo él le interrumpió besándola.


Sus labios eran dulces y posesivos, moviéndose sobre los de ella.

¿De dónde había salido aquello?

Ninguno de los dos lo sabía con exactitud, pero tampoco se preocuparon en hallar una respuesta para eso, sólo se dejaron llevar por los labios del otro. Ella fue la primera en separarse y abrir los ojos, Alex le sonrió con simpatía y ahora mucho más tranquilo.

—Por fin Summers —la voz de Georgia hizo que se alejara levemente de Alex quien rodó los ojos ante lo comentado.

—Calla Georgia —respondió.

—Oh dulzura deberías haber visto como el rubio aquí —señaló a Alex—, hablaba todo el tiempo de ti. Vaya que era molesto —rio haciendo que Alex apartara la mirada sonrojado—. Como sea, niña bonita necesito tu ayuda, si no es mucho pedir.

—Claro, lo siento Alex. Luego seguimos charlando —ella se excuso y levantó enseguida.

Georgia debía estar desesperada si necesitaba su ayuda y había tenido que dejar su orgullo por lo que Elisa simplemente aceptó sin decir más nada.

—Charlando, si como no —Georgia dijo sarcástica y comenzó a caminar.

Alex sacudió su mano en forma de saludo mientras Elisa se dispuso de seguir a Georgia.

—¿Qué es lo que exactamente necesitas de mí? —preguntó confundida.

—Que entres en la mente de alguien que encontré —respondió ella señalando el pequeño bosque a lo lejos.

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