•CAPÍTULO 8•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



━━━━.⋅ ꕥ ⋅.━━━━

•CAPÍTULO 8•

DESPEDIDAS

━━━━.⋅ ꕥ ⋅.━━━━




Elisa fue hasta la habitación de Alex y golpeó tres veces la puerta. Ninguna respuesta se escuchó por lo que insistió. Se estaba cansando de golpear sin obtener respuesta e hizo el ademán para entrar, pero una voz la frenó.

—Él se fue temprano, chica —Georgia dijo recargada en la puerta de enfrente.

—¿Se fue? ¿A dónde? —le preguntó.

Ella se encogió de hombros. Entre que no tenía idea y tampoco tenía ganas de contestar, fue lo único que pudo hacer.

—Creo que fue a entrenar o algo. Está en el bunker que hay —respondió.

—Gracias —respondió antes de salir a buscar al rubio.

Era bastante temprano como para que él estuviera practicando o siquiera levantado, pero últimamente todo era raro. Pero si lo pensaba bien la línea entre lo que es normal y lo que es raro es demasiado delgada, asimismo depende ciertamente de quién lo vea.

Su realidad es diferente a la de los demás como la de los demás siempre será diferente a la ella. Eso, a Elisa, le parece bastante fascinante y a la vez intrigaba bastante.

Ya podía ver a varias personas levantadas rondando por la mansión, lo peor de todo eso fue ver varias personas armando bolsos o abrazando a otros. Despidiéndose. Saber que aquellas personas, aquellos niños, tal y como Charles los llamó, irían a un campo de batalla con posibilidades bastante bajas de regresar con vida.

Queriendo no seguir viendo todo eso apresuró el paso. Salió de la mansión y se dispuso a caminar por el verde pasto húmedo observando a todos lados en busca de su rubio favorito.

Lo encontró sentado junto al chico pelirrojo del otro día, Sean, creo que así era. Ellos mantenían una conversación bastante triste, con ciertamente miradas decaídas.

—¡Alex! —lo llamó mientras corría los últimos metros hasta él.

—Hola Elisa —dijo notablemente decaído.

Su sonrisa ya no era la misma, al igual que la emoción en su voz. Así no es como él saludaba, al menos no a Elisa. Ella era alguien especial para él y su actitud había sido más que notoria.

—¿Pasa algo? —ella se alarmó de inmediato.

No quería creer que sería Alex el que se iría.

Sinceramente aquello le ponía mal y no estaba del todo segura si era por su amistad o porque en verdad le había tomado algo más que cariño fraternal.

Alex miró a su amigo antes de hablar.

—Sean se va —dijo bajando la cabeza.

—Oh —dijo tratando de ocultar el alivio al saber que no era él—. Como lo siento —dijo con sinceridad.

Aunque no le conociera tan bien como a otros aquí no quería que nadie se fuera. Todos eran parte de esta escuela y eran aún jóvenes para la guerra.

—Ah, está bien. Creo que alguien debe enseñarles a esos grandulones a salvar el mundo —dijo con una sonrisa.

Todos sonrieron un poco por como se estaba mostrando tan positivo ante una situación así. Aunque la cara de Elisa al instante cambió a una enfadada.

—No, no está bien que el gobierno los obligue a ir —dijo con visible molestia.

Ellos no deberían hacer eso, pero ¿quién le llevaría la contraria al gobierno?

Las decisiones que ellos tomaran eran "lo mejor" para todos, y aunque no siempre estaban de acuerdo, al fina y al cabo, era lo que la mayoría había votado. Así de triste era la política.

—¿Podrías darme un abrazo y palmaditas en la espalda? Eso me trae buenos recuerdos — Sean preguntó con un poco de vergüenza.

Asintió abriendo sus brazos dejando que el chico de rulos le abrazara. Le dio las palmaditas en la espalda que él buscaba y sonrieron. Tras unos segundos ella iba a separarse, pero él no la soltaba, sólo aumentaba su agarre.

—Sean, ya hablamos de esto —Alex le dijo con la mandíbula apretada.

—Lo lamento hombre, pero eso es lo más cerca que estaré de una mujer hasta que pueda volver —dijo con una sonrisa ahora si separándose de ella.

Alex se sintió bien cuando se separaron, le había dado celos verlos abrazados. Eso le hizo sentir bien y mal a la vez a Elisa. Sean estaba seguro de que volvería. Todo para probarles a los demás que la guerra no iba a detener todos los planes que tuviera.

Elisa miró confundida a los dos chicos no entendiendo lo que pasaba.

—Charles quiere hablar contigo —recordó cuando el silencio reinó entre ellos.

Alex sin decir nada asintió y se levantó de su lugar. Abrazo a Sean palmeando su espalda levemente antes de susurrarle algo por lo cual el otro rio. El rubio vino tras besar rápidamente la mejilla de la chica se alejó cabizbajo.

Debía ser difícil saber que su amigo se irá y que posiblemente no regresará. A nadie que no le haya pasado no sería capaz de entender del todo eso.

Ella tomó lugar junto a Sean y colocó la cabeza en su hombro.

—En serio lamento esto —volvió a decir—. Me gustaría poder hacer algo...

—No lo hagas, a menos que quieras darme un beso, pero Alex se enojaría—él rio.

Ella frunció el ceño e iba a preguntar algo, pero Sean fue más rápido en seguir hablando para cambiar el tema. No quería decir nada más sobre su amigo y ese tema.

—Sólo prométeme que cuidarás de Alex —dijo y ella lo miró dudosa si en verdad ella debería proteger a Alex y la cosa no sería al revés—. Sé que parece todo un tipo duro y malo, pero es más como un osito sensible, mucho más de lo que crees. Además, necesita a alguien que esté ahí para él —contó realmente preocupado de que alguien se encargara del rubio en su ausencia.

A él también le dolía dejar gente atrás y sabía que ahora, más que nunca, Alex necesitaría ayuda consigo mismo.

—Prometo que haré todo lo que esté a mi alcance —le prometió al chico con sinceridad absoluta.

Ella realmente se preocupaba de Alex y ahora si sabía que él necesitaría ayuda, aún más.

Él asintió. —Sé que lo harás.

Tras decir eso todo quedó en silencio, sólo se dedicaron a escuchar los sonidos que la naturaleza les regalaba. Pronto ese ruido fue interrumpido por el motor de un autobús. Los militares ya habían llegado a buscar a sus nuevos reclutas. El momento de la despedida estaba sucediendo.

Sean y Elisa caminaron por el corto pasto verde iluminados por el brillante sol que ya se hacía notar. La entrada de la mansión estaba llena de todos los estudiantes y profesores despidiéndose y otros simplemente tristes, hasta llorando.

Las despedidas siempre eran lo peor, nunca se sabe que decir.

¿Regresaré? ¿Nos vemos pronto?

Hasta que punto las palabras de despedida tenían sinceridad y posibilidades de suceder. En este caso Elisa creía que ninguna de las dos.

Sabía lo que era eso, una guerra. Ahí moría más gente de la que iba a pelear, eso ya decía mucho. Ambos volvieron a compartir un pequeño abrazo y enseguida Alex, quien recién había llegado, se sumó a Sean para abrazarse por última vez.

Pronto tanto Sean, como las demás personas, fueron llamados para subir al transporte. Ambos se despidieron con un movimiento de mano antes de que Sean subiera al autobús.

Elisa observó a Alex quien estaba serio mirando fijamente el gran vehículo. Decidió abrazarlo. Él paso su mano por su espalda baja y se dejó envolver por los brazos de la chica.

Aunque no conocía del todo a esas personas y recién conocía a Sean, Elisa no quería ver como el autobús se alejaba. Miró hacía la mansión, alzando la vista para mirar a Charles quien yacía serio detrás del vidrio que daba a su oficina, mirando cada movimiento, mirando las últimas señales de despedida de quienes ya se encontraban partiendo.

Las miradas de ellos dos se encontraron por un segundo, el celeste de sus ojos podía ser notado aún desde la distancia donde Elisa se encontraba. Ella no quería quitar los ojos de él, pero él rompió esa conexión de miradas dando la vuelta para volver a su despacho, como si nada estuviera sucediendo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro