•CAPÍTULO 9•

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•CAPÍTULO 9•

CAMBIOS

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Cuatro días habían pasado desde que Sean se había ido y Alex no podía estar más deprimido. Él sentía que su amigo ya no regresaría más y según lo que había contado ya había perdido a varios amigos en los incidentes de Cuba.

Elisa no sabía muy bien que debía hacer, él simplemente quería estar solo, así que eso hizo. Alex necesitaba su espacio y si estar solo es lo que quiere debería aceptarlo. Ella simplemente se preocupaba por él y no quería verlo mal.

Esa mañana Hank le había buscado pidiendo ayuda en algo que aún no decía pero que alimentaba la curiosidad de la chica a medida que pasaban los minutos.

Tenía el presentimiento que sería algo relacionado al profesor, él había estado actuando distante y perdido durante los últimos días. Quizá Hank le buscaba para ver si podían ayudarlo juntos.

Charles había estado también deprimido. Nunca había bebido tanto como en esta última semana. Él sabía que no era correcto, pero no podía evitarlo. Le hacía sentirse lleno.

Así funcionaban las adicciones. Llenaban un vacío, pero sólo por un rato. Luego volvían a experimentar aquella desagradable sensación de sentirse vacío, eso hacía que las personas terminaran volviendo a consumir aquello por lo que sentían adicción. Necesitaban saciarse. Era un círculo vicioso, uno que los llevaría a su propia destrucción.

Una chica había buscado a Elisa pidiendo que se reuniera con Hank en su laboratorio por lo que ahora ella se encontraba yendo hacía allí. Al llegar pudo ver a Georgia ahí también. Ella observó a Elisa y viceversa. Al final sólo se limitaron a compartir un pequeño saludo.

Eso hasta que Hank finalmente apareció. Nervioso y acomodando sus gafas sentía que iba a explotar en cualquier momento. Se encontraba cansado.

—¿Qué necesitas de nosotras Hank? —Elisa fue la primera en hablar, directo al punto.

Todos se sentaron en aquel laboratorio.

—Necesito que me ayuden con una intervención.

—¿Intervención de quién? —Georgia preguntó con el ceño fruncido.

—Charles —susurró soltando un suspiro.

El recurrir a las chicas era un acto desesperado por parte de Hank, pero ya no aguantaba lidiar con Charles él solo. Necesitaba ayuda y quizá ellas podían ayudar. Al menos eso era lo que él tenía en mente, esperaba a que funcionara.

—¿Qué sucede con él? —Elisa trató de disimular su preocupación, pero fue muy notoria.

Al parecer todos habían notado un cambio en el telépata.

—Está trabajando en un suero, cómo el que yo creé para normalizar mi aspecto —explicó.

—¿Para qué lo necesita él? —frunció el ceño extrañada ella.

Todo sonaba demasiado extraño, Elisa estaba dudando sobre lo que al parecer ellos estaban haciendo, por alguna razón aún desconocida.

—Eso es lo que no sé. Necesito que me ayuden a averiguarlo —pidió.

Ya estaba desesperado por ayuda, quería ver a su amigo bien.

—Sabes que si entro a su mente lo notará, ¿verdad? —Elisa dijo después de haber pensado en las posibles tácticas para ayudarle.

—No estoy buscando que entres en su mente, sólo hay que tratar por otros medios, hablen con él. Quizá hable con ustedes.

Estaba impaciente, ellas lo notaban. Hank jugaba con sus manos, haciendo tronar sus dedos.

—¿Crees que si no lo hizo contigo lo hará con nosotras? —Georgia habló con algo de molestia.

No le gustaba que le hiciesen perder el tiempo y parecía una de esas situaciones.

—¿Podrían al menos intentar? —casi rogó.

Vaya que él notaba que Charles no era quien solía ser y él lo conocía mejor que todos allí.

—Trataré de hacer lo que pueda —Elisa murmuró—. No me gusta verlo a Charles así.

Ella miró a Georgia quien tras rodar los ojos asintió también. Después de todo ella también le debía mucho a Charles. Al igual que todos los mutantes que estaban en esa escuela y todos los que estarían en un futuro.

—Gracias— Hank susurró con una sonrisa.

Ellas no hacían esto por Hank, sino por Charles. Él lo necesitaba.

[...]

Elisa había estado buscando a Charles todo el día, pero el profesor parecía ignorarle diciendo que estaba muy ocupado. Probablemente él sepa que Hank habló con ellas acerca de él.

Georgia se había dado por vencida tras unos cuantos intentos alegando que Charles era lo suficientemente inteligente como para no cometer estupideces. La otra chica, por su parte, aún seguía preocupada.

¿Para que estará desarrollando Charles un suero?

En estos momentos, ya sin clases, se encontraba leyendo un libro sentada en su habitación hasta que golpearon la puerta.

Se levantó teniendo que pausar su lectura para volver a ver a Hank en su puerta.

—No he podido hablar con él si a eso vienes Hank —le dijo mientras me hacía a un lado para dejarle pasar.

—Ven —tomó la mano de ella guiándola escaleras abajo.

Ella sin chistar le siguió, ambos se dirigían al despacho del profesor. Apenas fue acercarnos ahí que los ruidos de cosas rompiéndose se sintieron.

—No deja entrar a nadie, creo que puedes ser la única que logré entrar allí —él le dijo a Elisa—. No sabía a quien más recurrir.

Asintió entendiendo que debía entrar a su mente para logar saber que le sucedía. Hank vio como colocaba dos dedos en sus sienes tratando desde ahí penetrar a la mente del telépata.

Lo sorprendente fue que ella logró hacerlo con facilidad, lo que le sorprendió. Charles, en el fondo, quería que le ayudara.

—Abre la puerta, Charles —ella le habló en su mente y a los segundos se escuchó como el cerrojo cedió.

Le hizo una seña a Hank para que aguardara aquí, él pareció comprenderlo y asintió. Respirando hondo ella se adentró en el despacho de Xavier. No sabía que cosas le aguardarían detrás de la puerta.

Como la vez pasada encontró varios cristales rotos en el suelo y está vez desorden cómo si hubiese habido una pelea o algo.

—¡Charles! —ella gritó.

Charles se desplomó de su silla de ruedas, quedando en el frío suelo.

—¡No! —él gritó lo que la hizo detenerse en su lugar—. Yo puedo —susurró tratando de con esfuerzo sentarse en la silla nuevamente, aunque eso no era lo que él quería.

Lentamente Elisa vio cómo se puso de pie, caminó hasta quedar frente a él. Observándolo asombrada por aquella hazaña casi imposible.

—Espero sea la última vez que entres en mi mente, controlándome —susurró serio con un tono de voz frío que la hizo estremecer.

Charles encontró tedioso que ella hiciera aquello, no era quien para invadir así su privacidad.

—Estábamos preocupados —ella le respondió.

—No necesito su preocupación —dijo utilizando el mismo tono que antes.


Parecía que este no era el Charles que había conocido al principio, del que todos hablan de lo maravillosa y cálida persona que es. Este era físicamente como el Charles del principio, pero no parecía ser la misma persona. Carecía de emoción en su voz, de tacto para hablar con las personas, él estaba cambiando.

—¿Cómo esto es posible? ¿Qué estás haciendo Charles? —preguntó con preocupación tratando que no se notara la decepción que tenía al haberlo escuchado hablarle de tal manera.

—No es asunto tuyo, ni de Hank, ni de nadie — trató de moverse, pero cayó sosteniéndose del escritorio, pareciendo que se desmayaría en cualquier momento.

—¡Hank! —llamó al científico para que ayudase a sostener a Charles.

Ella trató de sostenerlo, pero él era mucho más grande y pesado de lo que podía sostener. El profesor cerraba los ojos, lentamente hasta que se dejó caer. Hank irrumpió en la habitación para ver como Charles caía desmayado sobre el frío suelo.

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