Oh My Alpha // 6

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

-N. O.-

Samuel despertó aquel día tan temprano como acostumbraba, listo para empezar con su rutina de siempre. Como modelo que era, tenía que seguir una estricta rutina del llamado "skincare", usaba diversas mascarillas y cremas que ayudaban a su piel a verse tan perfecta y suave como lucía y no podía permitir que un solo grano saliera, de eso dependía su trabajo después de todo.
Tomaba un par de horas terminar todo ese procedimiento, y aunque a veces le parecía algo tedioso sabía que no tenía más opción ya que prácticamente siempre su agenda de proyectos estaba llena, por ende, tenía que cuidar su piel y su físico. Iba al gimnasio de su empresa cada mañana al llegar, hacía ejercicio aproximadamente durante un par de horas dependiendo de qué tanto tiempo libre tenía. También tenía que seguir una dieta personalizada por un nutriólogo que le asignó la empresa y pocas veces tenía tiempo para dedicar a algún hobby. De Luque, además de modelar, sabía también tocar un par de instrumentos como el piano o la guitarra, y también le gustaba la pintura y el arte en general.

Su familia estaba formada casi completamente por omegas, y es por eso que él, al ser el único Alfa de entre sus dos hermanos, y además dominante, había recibido una educación un poco más estricta. Mientras sus hermanos omegas asistían a una escuela, él recibía clases particulares en casa, y además de las materias básicas, estaba obligado a practicar piano, de ahí venía su talento para tocarlo, aunque a él, al igual que su abuelo, le gustaba mucho la guitarra clásica, y es por eso que se había propuesto aprender por su cuenta a tocarla.

Samuel había vivido una infancia algo complicada. Si bien tenía todas las comodidades que cualquier persona podría desear, y vivía bajo el techo de una mansión en donde el dinero sobraba, no era tan agradable si de todas formas no tenías la libertad de usar todo el dinero que quisieras y divertirte como cualquier niño a esa edad. Había crecido en un ambiente en el que las apariencias lo eran todo, e importaba más la perfección que el disfrutar la vida.

En ocasiones, mientras sus dos hermanos jugaban felices en el gran patio de su hogar, Samuel estaba retenido en aquellas cuatro paredes de su habitación, obligado a terminar su práctica de piano a la perfección sin ningún tipo de descanso para acompañar a sus hermanos ni siquiera por un par de minutos.

Quizá fue aquella la razón por la que nunca pudo congeniar del todo con ellos aún cuando eran familia. Conforme fueron creciendo se iban alejando cada vez más, se veían pocas veces en la actualidad, y de hecho Samuel podría jurar que no eran nada más que extraños con los mismos apellidos. Ni siquiera estaba seguro de que ellos le tuvieran algún aprecio. Pese a ser el menor, siempre sintió una gran presión encima, su madre le había implantado la idea de que debía ser perfecto y superar a sus hermanos en todo, porque claro, era un Alfa, y un buen Alfa no puede permitirse quedar por debajo de un Omega. Cada cosa que hacían sus hermanos él tenía que hacerlo mejor, y a veces era difícil seguir esas reglas, porque no le gustaba ver a sus hermanos llorar cuando sus padres lo felicitaban a él y hacían menos los esfuerzos de los mayores.

Cuando entraron a la escuela secundaria fue todo mucho más caótico.

Es una de las etapas que Samuel más detesta, el simple hecho de recordarlo le hace sentir un mal hermano y le duele saber que rompió muchos de los sueños de los mayores.

Primero estaba el más grande, un Omega cuya meta era ser el presidente de la escuela, era un chico bastante inteligente y solía hacer amigos a donde quiera que fuese, amable y responsable. Sin embargo, cuando le contó a su madre que pretendía convertirse en el Presidente, le cuestionó el por qué, y comenzó a decir que él no era adecuado para ese puesto, que quién debía estar ahí era Samuel, porque era un Alfa dominante. Cuando éste le dijo que no estaba realmente interesado en eso, la mujer le recriminó al instante, obligándolo a meterse en la cabeza la idea de que él tenía que tomar el puesto de presidente porque le pertenecía. Entonces Samuel, en contra de sus deseos, se vio obligado a apuntarse como voluntario para ello, y no queriendo decepcionar a sus padres se esforzó para ganar el puesto. Su hermano se molestó con él y lloró durante un par de días, no hablaron mucho después de eso y el Alfa tuvo que vivir con la culpa de quitarle a su hermano mayor la oportunidad de cumplir uno de sus sueños durante esos años.

Por otra parte, estaba su segundo hermano, quien al contrario del mayor no estaba muy interesado en nada que tuviera que ver con los estudios. Para él era más divertida la música, por lo que al inicio fue fácil para Samuel entablar algunas conversaciones con él, ya que el instrumento favorito del mayor era también la guitarra.
El Alfa le enseñaba muchas de las canciones que practicaba por su cuenta, y cuando estaban solos en casa se la pasaban horas componiendo sus propias melodías. Era divertido y uno de los momentos que Samuel más disfrutó durante su adolescencia. Incluso el mayor, quien tenía más experiencia, le había mostrado a Samuel la forma correcta de tocarla, pues al estar obligado a aprender piano, no tenía mucho tiempo de practicar, al contrario del Omega que estaba en el club de música de su escuela.
Eran buenos recuerdos hasta que llegaba a ese día en el que se anunció un concurso de música bastante popular. El ganador, además de obtener una recompensa monetaria, sería becado para ingresar a un campamento de música bastante prestigioso y con un cupo limitado. Samuel, aunque disfrutaba la música, no estaba para nada interesado en irse por meses a un campamento, él prefería practicar en casa tal como lo había hecho siempre, para el alfa era más cómodo así. Aunque por supuesto su madre pensaba lo contrario.

El día del concurso, cuando él pensaba que sólo se había arreglado para ver a su hermano en su audición, se sorprendió cuando su madre lo llevó a lo que sería el “Backstage”, y su sorpresa fue mayor cuando le dijeron que él también participaría. Samuel había tomado clases de piano por años, por ende, aunque aún no era un experto, era bastante bueno, así que sabía que si cometía un error su madre se enojaría bastante con él. No tuvo tiempo de hablar con el mayor ni de explicarle nada, de un momento a otro ya se encontraba sentado frente al piano ante toda la audiencia.

Una gran parte de él no quería hacer eso, quería huir y dejarle la oportunidad a su hermano, porque sabía que él la aprovecharía más, sin embargo, había otra parte que lo obligaba a hacerlo, porque sus padres estaban ahí, muchos de los amigos de sus padres también estaban ahí, sus profesores también estaban en la audiencia y pudo ver entre todos a su madre, quien lo miraba fijamente. Esos ojos demandantes siempre lo hacían sentir pequeño. Aunque ella era una Omega, tenía una actitud fuerte y, cada vez que le dedicaba esa mirada lo hacía temblar, porque sabía que si la decepcionaba le iría mal... Y aunque amaba a su hermano no quería tener que pasar nuevamente por la tortura de las palabras hirientes, la humillación y las agresiones de la mujer al regañarlo y golpearle por fallar en algo.

Tuvo miedo al pensar en equivocarse, así que con pesar realizó esa audición perfectamente. No fue sorpresa cuando anunciaron que Samuel había sido el ganador, dejando al mayor en segundo puesto. Después de aquello, aunque sus padres lo felicitaron y le dijeron lo orgullosos que estaban de él, su hermano jamás volvió a dirigirle la palabra.

Tiempo después, cuando tuvo que decidir a qué dedicarse, en realidad no tenía muchas opciones, pues su madre le habia limitado tan sólo unas cuantas carreras universitarias. Para empezar, cualquier cosa que tuviera que ver con el arte estaba prohibida. Sus únicas opciones fueron abogacía y medicina. Teniendo tan sólo dos caminos, eligió medicina.
Su padre, quién era un Alfa al igual que él, había tenido poco que ver con su educación, más que nada porque pasaba poco tiempo en casa debido a su trabajo. No era un mal padre, al contrario, siempre que estaba en casa trataba de pasar tiempo con ellos y Samuel disfrutaba los momentos que estaban juntos, porque era el único con el que tenía una buena relación. Su madre no estaba interesada en nada más que no tuviera que ver con competencias o clases, y sus hermanos ni siquiera querían hablarle, por lo que el alfa mayor era la única persona con la que podía sonreír genuinamente en aquella casa.

El adulto, que no estaba enterado de la mala relación que tenía con sus hermanos mayores, una vez le preguntó el por qué no estaba con ellos, quienes se encontraban jugando videojuegos en la sala, en lugar de estar ahí con él, simplemente en silencio y observando cómo escribía constantemente en su laptop cosas que Samuel no entendía.

El alfa menor sonrió y sólo le dijo que a ellos no les gustaba jugar con él, así que en lugar de molestarlos, prefería estar en silencio tratando de entender lo que él hacía.

El adulto, si bien tenía curiosidad de saber por qué algo tan simple como jugar videojuegos podría molestar a sus hijos mayores, no cuestionó más al ver la sonrisa y actitud tranquila del alfa menor, así que decidió dejar el tema, y aunque Samuel esperaba que su padre simplemente siguiera en lo suyo, le sorprendió cuando le pidió que se acercara y comenzó a explicarle lo que estaba haciendo.

Desde entonces, se volvió un hábito para ellos pasar las horas de trabajo del alfa mayor juntos, mientras le explicaba a Samuel algunas de las cosas que hacía, incluso en ocasiones le ayudaba en tareas sencillas.

Sin saberlo, Samuel había creado otra razón para que sus hermanos mayores sintieran cierto desagrado por él, y es que la cercanía que tenía con el alfa mayor no la tenían los omegas, quienes estaban más interesados ahora en lo superficial, justo como su madre.

Además de ahora ayudarlo en su trabajo, también practicaban guitarra juntos, pues Samuel le había pedido que le enseñara justo como su abuelo había hecho con el adulto, quien aceptó sin pensarlo mucho, pues veía la emoción de su hijo cuando hablaban acerca del tema.

De Luque había terminado su carrera en medicina, incluso había estado ejerciendo durante unos años, pero luego, cuando su padre enfermó, decidió tomarse un tiempo para cuidar de él, pues su madre se excusaba con que tenía eventos, trabajo, citas con sus amigas, y nunca tenía tiempo para dedicarle al alfa mayor. Sus hermanos, por su parte, tampoco se hicieron responsables, el mayor de todos había decidido mudarse a Inglaterra, y el Omega menor simplemente dijo estar demasiado ocupado en su trabajo como para cuidar de su padre, por lo que aunque Samuel intentó seguir trabajando y estar al pendiente del alfa, era demasiado estrés y casi no tenía tiempo de descansar, además tampoco quería dejar a su padre a cuidado de otras personas todo el tiempo.

El alfa mayor le había hecho sentirse menos solo y no sería él quien se alejara del adulto ahora.

Así que durante un tiempo, Samuel no se dedicó a otra cosa que no fuera cuidar de su padre enfermo.

Cuando el adulto se recuperó, le insistió a Samuel que volviera a trabajar, pero el castaño se negaba a dejarlo y volver a esa rutina tan cansada que tenía antes. Estuvo un tiempo sin trabajar, simplemente ayudando en casa y trabajando para su padre como asistente, hasta ese día en el que conoció a David.

Resulta que “Karma Star”, una empresa que llevaba poco de ser abierta, había contratado a su padre, quien era abogado, para llevar a cabo una demanda por difamación.
Una de las reuniones se haría en su casa y fue ahí que vio por primera vez a quien en la actualidad era de sus mejores amigos.

David, en el instante en el que vio a Samuel, dejó de lado el tema de la demanda y se acercó al castaño ofreciéndole trabajo en su empresa. Al inicio De Luque se quedó sin nada para decir, pues la actitud tan despreocupada del contrario y la situación en la que estaba sucediendo todo le parecían completamente absurdas.

David le dejó su número de contacto y una vez terminaron finalmente de hablar acerca de la demanda, la cual era la razón principal por la que estaba ahí, les explicó a ambos acerca del contrato que tenía para Samuel.

Durante unos días padre e hijo estuvieron discutiendo el tema, Samuel sintiendo que no era lo suyo, y el mayor tratando de que lo intentara, o que volviera a su empleo como médico, o incluso que intentara incursionar en el mundo de la música, ya que le gustaba tanto. Después de todo y pasando tantos años, Samuel finalmente se sinceró con el adulto y le contó lo que pasaba por su cabeza.

Para empezar, estaba cansado de la medicina. Sí, lo había disfrutado en su momento, pero entonces llegó un punto en el que dejó de disfrutarlo y luchaba consigo mismo por levantarse de la cama cada mañana. No quería volver a eso.

También le contó acerca de los problemas con sus hermanos, y le dijo que no quería tener nada más que ver con la música, al menos no de forma profesional porque entonces sentiría que había tomado el sueño de su hermano, y lo hacía sentir aún más culpable.

El Alfa mayor se lamentó no haber visto todos esos problemas, sugirió también hablar con sus hermanos, pero Samuel prefirió dejar las cosas así, pues dudaba que los omegas quisieran si quiera verlo.

Es importante mencionar que la madre de Samuel simplemente había decidido vivir en otro lugar ya que dijo no estar preparada para cuidar de un alfa enfermo, refiriéndose a su padre en aquella época en la que él solo se hizo cargo del adulto, su hermano mayor yéndose a vivir con ella al no querer ver si quiera a Samuel.

Su relación no había mejorado en lo absoluto después de todo.

Una vez el alfa mayor estuvo al tanto de toda la situación, le preguntó a Samuel el por qué no se lo había dicho, y el castaño simplemente respondió que lo había ocultado porque no quería provocar más problemas.

Al final, el adulto convenció a su hijo de intentar algo nuevo, algo que los omegas no habían hecho y en lo que ni siquiera se habían visto interesados, así quiza podría disfrutarlo sin sentir que estaba robandoles oportunidades. Después de hablarlo un poco y contactar a David, acordaron que si Samuel no se sentía cómodo podía simplemente dejarlo.

La primera vez que modeló para una revista, se sintió importante. La gente era amable y solían alabarlo por lo bien que hacía su trabajo pese a ser un principiante, y David nunca llegó a presionarlo en nada. Siempre hablaba con él antes de aceptar algún trabajo, a diferencia de su madre que solía inscribirlo en todo tipo de clases y concursos, David siempre consultaba todo con él, por más mínimo que fuera.

Quizá fue eso lo que lo hizo sentirse cómodo en aquel lugar.

Cuando la revista salió a la venta, su padre le envío una foto avisándole que la había comprado, y le llamó para decirle que se la había mostrado a todos sus amigos, además de comprar otros más para dejarlas en casa de los vecinos, haciendo reír al castaño. Le remarcó además en medio de la llamada que estaba orgulloso de él. Samuel no pudo evitar sonreír, y por primera vez en su vida se sintió pleno.

David además le hizo una pequeña fiesta de celebración por su primer trabajo, lo felicitó y le hizo saber que estaba bastante agradecido por haberle dado aquella oportunidad. Samuel, por primera vez en mucho tiempo, se sintió orgulloso de sí mismo por haber obtenido un logro sin haber sido obligado a hacerlo.

Así fue como comenzó su carrera, y conforme pasaba el tiempo iba ganando más fama y obteniendo más contratos. Cada revista que salía a la venta, era una revista más que su padre compraba y luego le enviaba una foto a Samuel para avisarle que ya la tenía, lo cuál hacía que el alfa se sintiera feliz y orgulloso de sí mismo.

Cuando salía en algún anuncio de televisión, su padre le llamaba emocionado diciéndole que lo había visto, y en ocasiones David le permitía ir a casa con el alfa mayor para que lo vieran juntos.

Si se trataba de una valla publicitaria, también conocida como espectacular, de esos que se colocan en partes específicas de la ciudad para ser expuestas ante todo aquél que pase por ahí, su padre le pedía que lo acompañara para tomar una fotografía con aquella cámara profesional que Samuel le había regalado hace un tiempo atrás en uno de sus cumpleaños, y el castaño no podía negarse, así que le pedía permiso a David y juntos iban hasta el lugar para tomar unas cuantas fotografías.

David también los acompañaba en ocasiones, y Samuel agradecía que fuese tan permisivo cuando se trataba de su padre, porque no se imaginaba negándose a acompañar al adulto cuando se le escuchaba tan emocionado y orgulloso de lo que había logrado.

Actualmente Samuel era feliz, y disfrutaba bastante su trabajo. No sólo le agradaba su jefe y sus compañeros, si no que el saber que su padre se sentía orgulloso de él, y que había logrado todo aquello por decisión propia, le generaban una sensación bastante agradable dentro de sí. Samuel de Luque era ahora alguien conocido mundialmente, y estaba feliz de que no había sido por la música, o por ser el jefe de alguien más, si no simplemente por ser él. Así que aún cuando a veces le parecía tedioso tener que cuidar tanto su piel y su físico, no lo detestaba, porque le gustaba lo que hacía y lo difrutaba día con día.

Se mira al espejo una vez que termina de alistarse y sonríe, sintiéndose animado para comenzar con su día de trabajo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro