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Muchas personas mantienen grandes amistades a distancia con otras personas de distintos lugares del mundo. Se hablan únicamente por teléfono, carta o mensajes de texto, se comunican sin poder sentirse, abrazarse, hablarse a la cara. De hecho, pocas ocasiones se han dado en las que esta clase de personas terminen por conocerse físicamente del todo. La mayoría de las veces la amistad termina por perderse después de un tiempo, y nunca llegan a verse, o a tocarse.

Pero en los pocos casos en los que la gente se llega conocer, la felicidad suele ser enorme, inmensa. Poder abrazar al amigo al que nunca antes tocaste es una sensación maravillosa, capaz de alegrar al ser más triste del planeta.

Eso sintió Eddo al ver a sus juguetes, todos en su sitio, colocaditos y limpios. Le pareció que llevaba toda una vida sin estar con ellos, y por eso se lanzó con los ojos humedecidos hacia la amplia estantería desde donde todos los muñecos la contemplaban con expresiones de alegría que, aunque a ella le parecieron corrientes en sus rostros de plástico y tela, significaban reales sonrisas de pura felicidad por ver de nuevo a la muchacha.

—Bueno, te dejo sola —suspiró su madre, arrastrando la pesada maleta por la habitación para dejarla junto a la cama—. Creo que querrás un poco de intimidad.

Una vez la mujer hubo abandonado el lugar, Eddo fue rápida a sacar a todos los juguetes de la estantería, y los abrazó con gran fuerza, recordando todos sus nombres, todos los buenos momentos que habían pasado juntos en su infancia más tierna.

—Miraos, pero si estáis iguales —sollozaba de alegría, contemplándolos a todos—. Y yo aquí, que me he hecho vieja.

Los dejó a todos apoyados contra una pared, deseando contarles muchas cosas.

—Mirad —dijo, señalando sus dientes—. Me pusieron brackets hace unos meses. ¡Son terriblemente molestos! Lo único que me gusta de ellos son las gomitas de colores que me ponen cada vez que voy al dentista. Siempre que me dan a elegir, escojo todos los colores para que mi boca parezca un arcoíris.

Entonces, se puso en pie, y sin vergüenza alguna, comenzó a mostrar las distintas partes de su cuerpo que había desarrollado en aquel tiempo.

—Lo que más detesto es el pelo que me sale por todas partes. Y el pecho, que me está creciendo y es muy desagradable, y los pies, que me huelen...

Pasó más de un cuarto de hora mostrando las distintas partes de su cuerpo que la incomodaban, hablando de sus nuevos amigos del pueblo y de las ganas que tenía de comenzar la secundaria.

Y cuando acabó, agotada, se sentó en el suelo y abrazó a sus juguetes.

—Os he echado mucho de menos.

Cerró los ojos unos instantes, disfrutando la sensación. Cuando se volvió a incorporar, un sucio color azul se coló por su rabillo del ojo, haciendo volver la cabeza.

Al ver el viejo baúl azul que seguía junto a la estantería, una pequeña y triste sonrisa se formó en su rostro, el cual había tomado una expresión de nostalgia.

—Oh... —susurró, acercándose a él.

Lo abrió. El interior de madera polvoriento y vacío hizo que varias lágrimas se agolparan en la comisura de sus ojos. Quedó ahí, quieta, observando aquel lugar en el que antes habían vivido sus mejores amigos, y entonces se abrazó al mueble, apretando los párpados.

—Y a vosotros aún os extraño... —murmuró, sintiendo que lloraría de un momento a otro.


***


Antes de cenar, Eddo deshizo su equipaje y organizó la habitación. Su madre le había llevado un ventilador para que no pasara calor, pero aun así, ella abrió la ventana, por la que se colaban los rayos anaranjados de la puesta de sol.

Cuando todo se hallaba por fin arreglado y colocado, la niña corrió al comedor, guiada por el olor a espaguetis con tomate que su madre había cocinado.

Y una vez la puerta de la habitación se cerró, jubilosos gritos de alegría se alzaron en el aire. Todos los juguetes se abrazaron entre sí, sollozando, felices de tener a su niña de vuelta.

—¡Eddo está en casa! —vociferaban, a coro.

Ni uno sólo de ellos no festejaba la ocasión. Llevaban muchísimo tiempo esperando a que la peliazul regresara, sin tener ni idea de si esto sucedería o no. Y ahí estaba ahora, casi igual a como era antes de marcharse.

—¡Es el mejor día de mi vida! —clamaba Springtrap, abrazado a una ruborizada Mangle.

—La chica volvió, carnal —celebraba Eak, pasando un brazo por el hombro de Towntrap.

—¡Bon! ¡Bon! —chillaba Joy, tomando las manos del muñeco de pelo azul— ¡Eddo ha vuelto!

—¡Eddo ha vuelto! —repetía él, con una gran sonrisa en su cara de tela.

—Menos mal. O sea, no aguantaba ni un día más en esta estantería —comentaba Toddy—. Por fin volveré a mi cómoda almohada.

El cuarto que tan triste y apagado había permanecido desde la ida de la niña ahora se encontraba lleno de vida y entusiasmo. Los juguetes ya planeaban cómo serían los próximos tres meses que pasarían con Eddo, con gran ilusión y emoción. Todo volvería a ser como antes...

Cuando Eddo regresó a la habitación para acostarse, todo seguía tal y como lo había dejado. Sin tener ni idea de la celebración recién acontecida en la estantería, tomó a Toddy, se puso el pijama y se tumbó en la cama con un libro entre las manos y los auriculares puestos.

El lugar permaneció en absoluto silencio (exceptuando el desagradable sonido que el ventilador hacía) durante una infinita hora. Sólo cuando Eddo comenzó a bostezar los muñecos casi quisieron suspirar de alivio, pues estaban agotados, querían dormir y no podían hacerlo hasta que ella cerrara los ojos.

Con una expresión cansada en sus ojos, Eddo apagó la lamparita que le proporcionada luz para leer, dejó el libro y el walkman en la mesita de noche y se abrazó a Toddy para dormir finalmente.

Todos los muñecos comenzaron a acurrucarse y a cerrar los ojos. En el exterior resonaba el cantar de múltiples grillos, transmitiendo una sensación de calma a todo ser viviente en la habitación.

Y, tras un par de horas, todos en la habitación de Eddo habían dormido.

Todos, menos una triste alma solitaria que observaba la luna casi llena desde la ventana del lugar, recordando viejos días en los que había sido feliz por primera y única vez. 



Buenas, queridos lectores.

Sí, lo sé, me he ausentado por muchísimo tiempo, y lo siento. Varios problemas personales, y además, me cambié de móvil y se me hacía imposible descargar Wattpad para poder contestar comentarios e informar de mi situación.

No diré que voy a intentar estar más activa porque no creo que sea capaz de cumplirlo. Sólo pido disculpas por mi comportamiento actual, y espero que podáis ser pacientes hasta que vuelva a publicar y a regresar a mi actividad anterior.

Supongo que también influye bastante mi vida social. Antes mis amistades se reducían a un par de personas, pero ahora tengo muchísimos amigos con los que desperdiciar mi tiempo y hasta una pareja desde hace dos meses. Me excuso por todo esto, y entenderé que estéis molestos.

Gracias por todo <3  

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