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—Con cuidado... Con cuidado... Con mucho cuidAAAAAAAAAA.

Las manos de Mangle resbalaron y se soltaron de la madera de la estantería, haciéndola caer hacia atrás.

— ¡¡Mangle!! —se escuchó gritar a Joy, que ya se encontraba abajo. Rápida, se colocó bajo su amiga con los brazos extendidos— ¡Y-yo te cojo!

La peliblanca cerró los ojos con fuerza y se cubrió el rostro, esperando el golpe.

Pero justo entonces, algo, o más bien alguien, la agarró fuertemente de la muñeca desde el estante de en medio de la estantería.

Sin pensarlo, se aferró con fuerza al brazo que ahora la sostenía y alzó la mirada, aún con el corazón a mil debido al susto.

—G-gracias... —comenzó a decir, mirando a su salvador. Pero, al fijarse bien en quien era, sus ojos se abrieron de par en par y se ruborizó hasta las orejas.

—Ten más cuidado, compañera —comentó Springtrap, tirando de ella y rodeando su cintura con el brazo libre para llevarla junto a él—. ¿Estás bien, pequeña?

Mangle asintió lentamente, con el cuerpo rígido por la impresión.

—A-aunque no era necesario que me rescataras... —gruñó, desviando la vista y cruzando los brazos— Joy ya iba a cogerme...

Springtrap esbozó una sonrisa y hundió las manos en los bolsillos de su sudadera.

— ¿Estás segura? —preguntó, señalando con el mentón a Joy, que yacía en el suelo desmayada.

Mangle chilló al verla en ese estado y, sin despedirse del chico, retomó la bajada por el mueble.

— ¡Ve con cuidado, muñeca! —exclamó desde lo alto Springtrap, girándose para volver a hacer lo que estuviera haciendo.

Al llegar junto a su amiga, Mangle la sacudió con fuerza.

— ¡Joy, Joy! ¿Estás bien? —gritó.

A los pocos segundos, la rubia reaccionó chillando fuertemente y poniéndose en pie de golpe.

— ¡Has sobrevivido! —dijo— ¡Cómo...!

Mangle suspiró aliviada y puso los ojos en blanco.

—Gracias a los dioses... —murmuró, y acto seguido señaló con el pulgar el estante en el que acababa de estar— Ese chico tan raro, Springtrap, me salvó...

—Ohh, ¿ese que te gusta tanto?

Mangle abrió repentinamente los ojos, a la vez que su rostro se ponía de distintos tonos de rojo.

— ¿¡Qué!? —gritó, gesticulando demasiado— ¿¡Cómo va a gustarme ese... idiota!?

—Se te oye desde aquí —dijo Springtrap en voz alta, sobresaltando a las chicas.

Mangle gruñó mientras se tiraba de los pelos y se fue caminando a paso ligero y torpe, con los puños cerrados por la vergüenza.

Justo en ese momento, Bon apareció junto a Joy.

—Buenos días —dijo éste, dándole una sonrisa a su mejor amiga.

—Holi —saludó ella, sacudiendo la mano.

— ¿Has dormido bien? —preguntó, casualmente, el peliceleste, por hablar de algo. Aunque en esos momentos, su mente se encontraba en sitios más importantes, como la ventana de la habitación durante la noche.

Joy, ante esta pregunta, sonrió levemente y miró fijamente a Bon.

—Y, ¿tú has dormido? —preguntó, ladeando la cabeza.

Él alzó una ceja, confundido por la pregunta.

— ¿A qué te refieres?

—Bueno, después de tres noches sin dormir, es complicado hacerlo una cuarta...

El corazón de Bon dio un vuelco. Abrió los ojos tanto que sus párpados parecieron desaparecer y tembló levemente.

— ¿A qué te refieres? —repitió, intentando no unir su mirada con la azul de Joy.

Ella rió y le dio un breve y tierno abrazo.

—Hey, tranquilo, no le diré nada a nadie. —Hizo el típico gesto de pasar dedos índice y pulgar por sus labios, como sellándolos—. Y no os volveré a espiar, lo juro. Pero a cambio, quiero que me digas algo...

El chico tragó saliva. No podía creerse que Joy lo hubiera visto con Bonnie. ¿Alguien más lo habría hecho?

—Dime —aceptó, con voz ronca.

—Quiero... saber... —Joy sonrió pícara— ¡si te gusta ese chico!

La cara de Bon tomo velozmente ese tono rojo al que se había terminado por acostumbrar. Sacudió la cabeza de izquierda a derecha bruscamente, moviendo a la vez las manos.

— ¡¡N-no!! ¡No soy GAY! —negó, queriendo que la tierra se lo tragara.

La chica sonrió con dulzura y compasión, tomándole las manos a su amigo.

— ¿Sabes que puedes contarme lo que sea? —dijo.

Bon llevó la mirada a la punta de sus zapatos, temblando.

—N-no... —Iba a decir "NO ME GUSTA BONNIE, MALDITA SEA", pero de alguna forma, creyó que eso no era lo que realmente prensaba— No estoy seguro...

Joy dio un saltito en el sitio, enseñándole los dientes en una amplia sonrisa.

— ¡¡¡Aaaa, es genial!!! —gritó— ¡Me alegro tanto, Bo...!

— Dije QUE NO ESTOY SEGURO... —le interrumpió el chico, frunciendo el ceño— Casi no le conozco, Joy...

Se soltaron las manos, y la mencionada sacó la lengua.

—Pues, cuando lo estés... —Con el dedo índice tocó la punta de la nariz de Bon— Promete que me lo harás saber.

Rendido, Bon suspiró y sonrió.

—Sí. Te lo diré de inmediato.

— ¡Genial! —Joy le dio un beso en la mejilla y se despidió con un gesto de mano— Hasta luego, iré a buscar a Mangle.

— ¡No le vayas a decir nada!

— ¡Tranquilo!

Y se marchó.

Bon suspiró de nuevo y miró de reojo la cama deshecha de Eddo. Bonnie ya no estaba en ella, se había reunido con su grupo frente al baúl.

Pero, la muñeca, Toddy, seguía allí.

Se giró a ella. Estaba de espaldas, dando la cara a la pared y algo encogida. Bon la observó por unos momentos, reflexionando, y tras unos instantes, cogió aire y comenzó a caminar hacia la cama.


***


— ¿Disculpa...? —dijo una voz tras Toddy, sobresaltándola. Rápida, se giró sobre sí misma, encontrándose con la mirada de un muñeco de tela de pelo azulado y ojos negros y brillantes.

Pos instinto, se incorporó y frunció el ceño.

— ¿Qué haces tú aquí? —dijo de manera borde, cruzando los brazos.

Ante esa respuesta, el chico pareció incomodarse.

—Oh... L-lo siento, no quería resultar una molestia... —tartamudeó, rascándose tras la nuca.

La chica rodó los ojos, sintiéndose algo mal.

— ¿Necesitas algo? —preguntó, dando unas palmaditas en la colcha junto a ella, invitando al peliazul a sentarse.

Él obedeció tímida y dubitativamente, quedando de rodillas a la derecha de Toddy.

—Sólo... me resulta extraño verte sola todos los días, y pasaba a saludar.

Ella no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en su rostro.

—Pues... hola —dijo, intentando mostrarse algo más serena. Aunque fue en vano, pues él le vio sonreír y pareció sentirse más cómodo, pues imitó la sonrisa.

—Creía que no eras capaz de sonreír, je —murmuró, jugueteando con las manos.

Ella borró la sonrisa, pero miró al chico de forma más blanda.

—Toddy, ¿no? —preguntó entonces el recién llegado, mirándola a los ojos.

Ella asintió, perdiéndose también en su mirada.

— ¿Y tú eres? —dijo, casi en un susurro.

—Bon —respondió, enseñando los dientes—. Es un placer.


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