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— ¿Y por qué siempre estás aquí? —preguntó Bon, posando las palmas de las manos sobre el colchón para apoyar el peso de su cuerpo en ellas.

Toddy se encogió de hombros y se abrazó las piernas.

—No le suelo dar buena impresión al resto de juguetes —respondió con indiferencia—. Dicen que parezco borde y antipática, así que prefieren que no me acerque a ellos.

—Pareces borde y antipática.

—Cállate.

Los dos estallaron en una leve carcajada. Toddy bajó la mirada, intentando no mirar a Bon, notando su corazón latir después de muchísimo tiempo. ¿Cuánto hacía que no charlaba con alguien sin necesidad de intimidar o insultar al contrario? No lo sabía, probablemente eso nunca había llegado a suceder.

—Voy a suponer que eres uno de los nuevos —dedujo ella, enjugándose las lágrimas ocasionadas por la risa.

—Sí —respondió Bon—. No llevo ni una semana aquí.

—He oído un par de veces que, debido a vuestra llegada, Eddo se tendrá que deshacer de los juguetes viejos.

Ante este comentario, el peliazul frunció levemente el ceño.

—Sí... —repitió— Y no hay segundo en el que deje de sentirme mal por ello.

Toddy se volvió a encoger de hombros y se puso en pie, pasando el peso de su cuerpo a la pierna izquierda y llevando una de sus manos a la cadera.

—No te sientas mal... No es culpa vuestra, sino de su madre.

Bon alzó una de sus cejas y se levantó también.

— ¿A qué te refieres?

Ella ladeó la cabeza y se tumbó bocabajo, con la cabeza apoyada en la almohada de aspecto cómodo en la que solía pasar días y noches.

—Vuelve mañana y seguiremos hablando —dijo, y señaló la estantería, a la que ya comenzaban a regresar los muñecos—. Eddo volverá enseguida.


***


—Era sólo yo quien te podía ver~... —canturreaba la niña de pelo azul, sentada ante el escritorio mientras rellenaba su libreta de problemas de matemáticas— ... en tu ayer y futuro cruel~...

Puppet y Marionette la seguían por lo bajo, tomadas de la mano y con los ojos cerrados, moviendo las cabezas al ritmo de la música. Bon las observaba con curiosidad, con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro.

—Es una canción bonita —susurró, haciendo a las hermanas separar los párpados y sonreír.

—Cuando nos adquirió, la cantaba toooodos los días —comentó la de pelo largo, rosando los ojos al alargar la palabra "todos".

—Es maravillosa —afirmó Puppet, rodeando con un brazo los hombros de Bon, que se ruborizó levemente por la vergüenza— Canta con nosotros, muñequito.

—Eh... No, mejor seguid vosotras —dijo Bon, deshaciéndose del agarre de la marioneta con delicadeza.

Ellas obedecieron y retomaron su canturreo, apoyándose la una en la otra para cerrar los ojos.

Bon suspiró y también se apoyó en la madera del estante.

Aquella fue una tarde muy larga.

A los ejercicios de matemáticas los siguieron los de lengua, y a ellos estudiar para inglés. Y cuando acabó, cogió un taco de folios y se dedicó a dibujar y colorear mientras tarareaba otras canciones, hasta que llegó la hora de cenar.

Cuando Eddo regresó, fue directa a su escritorio y tomó todos los folios que se había dedicado a garabatear.

— ¡Mirad! —gritó, mientras corría hacia la estantería, mostrando los dibujos a todos los juguetes— ¡Sois todos vosotros!

Bon sonrió inconscientemente mientras la niña iba pasando las hojas, dejando a cada muñeco verse junto a otro u otros. Todos estaban bastante bien hechos y dibujados, pensó.

—Aquí están Irene y Princesa... —murmuró, enseñando el dibujo a Joy y Mangle—. Y aquí... ¡Azulito y Moradito!

Casi fue como si le pegaran un puñetazo en la cara a Bon. ¡¿Por qué los había dibujado juntos?! ¡No tenía ni sentido!

Eddo le mostró el dibujo, poniéndoselo frente al rostro. Aparecían Bonnie y él, muy sonrientes, tomándose las manos y con ropas diferentes a las que solían utilizar. Además, el más viejo de los dos llevaba el cabello morado recogido con una goma verde.

—Los dos os parecéis mucho. ¡Podríais ser muy amigos! ¡Mañana le enseñaré el dibujo a Moradito! —exclamó Eddo, muy entusiasmada.

Bon se ruborizó, y en cuanto Eddo se dio la vuelta, cerró los ojos con fuerza. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Otra vez esa sensación?

—M-maldición... —murmuró, llevándose una mano al pecho para notar a su corazón martillearle con fuerza.

Tras aquello, la niña se colocó el pijama, y dándole las buenas noches a todos, se acostó y durmió en menos de una hora.

Bon, mientras tanto, seguía igual de nervioso. No podía dejar de darle vueltas a muchas cosas sin importancia.

Como, aquel dibujo.

¿Por qué le había afectado tanto? No lo sabía, no tenía ni idea. Bonnie. Bonnie era lo único que coincidía en todos sus pensamientos en esos momentos. ÉL era lo que le afectaba tanto. ÉL era lo que le ponía tan nervioso.

En esos momentos, sentía un revoltijo de emociones retorcerse en su pecho y estómago, como un enjambre de abejas. ¿Cómo podía un muñeco como Bonnie hacerle sentirse tan mal... y tan bien a la vez?

"¿Por qué? ¿Por qué vuelvo a sentirme así? ¿Por qué...?"

Cerró con fuerza los ojos. Puppet y Marionette también habían caído rendidas, así que no se preocupó de que nadie pudiera ver cómo tapaba su rostro con las manos, por las que comenzaron a resbalar gruesas lágrimas.

"Maldita sea..."

"¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mí?"

"¿No era sólo admiración? ¿Amistad?"

"¿Acaso estoy...?"

Abrió de golpe los ojos. El baúl se había abierto, y Bonnie lo observaba desde abajo con rostro preocupado.

— ¿Bon? —susurró— ¿Por qué lloras?

El mencionado se limpió el rostro velozmente con la manga azul de su brazo derecho.

—N-no es nada... Ahora bajo.

Bonnie, entonces, le miró con el ceño fruncido.

—Ya subo —dijo.

Fue rápidamente hacia la estantería, y ante la confusa mirada de su amigo, comenzó a escalar esta, con bastante rapidez.

—B-Bonnie, ya voy yo, sólo espera abajo... —pidió Bon, poniéndose en pie. Pero era tarde, pues Bonnie ya había alcanzado el estante y estaba subiendo a este.

¿A qué venía aquel comportamiento por parte del chico? Bon no entendía nada. Y si encima supiera que su llanto había sido causado por su culpa...

Cuando se encontraron los dos de pie, de frente, a tan pocos centímetros, Bonnie se tiró sobre Bon y lo fundió en un cálido abrazo.

Este último abrió con sorpresa los ojos, que al instante derramaron otro par de lágrimas. Pero, tras unos instantes, apretó los párpados y correspondió tímidamente el abrazo, sollozando en el hombro de Bonnie.

No podía evitarlo...

— ¿Te encuentras mejor? —preguntó el pelimorado, apretándose más a él.

—Sí...

... Se había enamorado.




Hagamos esto de nuevo. (?

¿De quién quieres conocer más?

-Toddy

-Nightmares

-Los juguetes viejos



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