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—Eh... Hola —murmuró Bon, levantando su mano de tela para estrecharla con la de madera de Puppet.

—Hum... Eres bastante mono~ —dijo ésta acercándose más a su rostro, a lo que él se ruborizó.

—G-gracias, creo...

Marionette rió y alzó los dedos índice y corazón.

—Es súper adorable. ¡Será mejor que le hagamos un par de advertencias, hermanita!

—A... ¿Advertencias? —El de tela la observó con ambas cejas alzadas.

—Juju, sí, cielo... ¿Ves eso de ahí? —Puppet señaló el baúl de madera que se encontraba junto a la estantería— Ese es el baúl maldito.

— ¿Maldito? —Bon tragó en seco, incorporándose para ver bien el mueble de madera.

—Ahí están los juguetes máaas viejos de todos. Ten cuidado con ellos~. —Marionette guiñó un ojo, haciendo que Bon dudara de si lo decía en broma o en serio.

—Agh, ¡dejad ya esas mentiras!

Bon se incorporó aún más. Junto a las marionetas, al final del estante, el peluche de un león, una figura de acción de un hombre con alas de águila y un pequeño muñeco de esos que se ganan en las pizzerías al pedir un menú infantil que representaba un niño vestido de rayas azules y rojas que sostenía tres globos en su mano derecha lo observaban.

—Al final el chico se las creerá... —El hombre-águila habló con la misma voz anterior, y miró a Bon— Hey, ¿qué onda? Me llamo Eak. No les hagas caso a esas locas, los de ese baúl son juguetes normales y corrientes.

Bon suspiró de alivio, aunque las marionetas no parecieron tan contentas.

— ¡Vamos, Eak, no lo estropees! Ya lo teníamos en el bote... —se quejó Marionette.

—Bah... Ya da igual hermanita —respondió Puppet cruzándose de brazos y de piernas.

—Yo soy Towntrap, un placer —dijo con una sonrisa el león, cuya melena rojiza estaba recogida en varios mechones diferentes torpemente (obra probablemente de Eddo).

—Ll-llámamo Loon —respondió el chico de los globos tímidamente.

—Yo soy Bon —se presentó Bon, sonriendo.

—No te asustes —dijo Towntrap señalando con la cabeza al baúl—. Esos muñecos están ahí porque Eddo les tiene mucho cariño, y al estar tan viejos se pueden romper fácilmente. Por eso los tiene que tener bien guardados.

Bon asintió, dándole a entender que lo había entendido. ¿Serían esos muñecos de los que hablaban Eddo y su madre en el coche?

Quiso preguntar, pero Eak le interrumpió:

—Suele jugar con ellos cuando estrena juguetes. Los conocerás en un rato, son buena gente.

—Menos cuando se comen tu alma... —susurró Puppet en el oído de Bon. Un escalofrío recorrió su cuerpo de tela y serrín.

— ¡Bon! —Una voz, esta vez conocida para el nombrado, sonó sobre sus cabezas.

Los seis se asomaron al estante de arriba, desde donde Mangle los miraba sonriente.

— ¿Qué tal por ahí? —preguntó— ¡Aquí los chicos son muy simpáticos! ¡Sube!

Bon asintió y se despidió con la mano de sus nuevos amigos. Con cuidado, se agarró al estante de arriba con un saltito y subió usando toda la fuerza que tenía en sus pequeños brazos.

El estante de arriba estaba ocupado también por seis personajes incluyendo a las amigas de Bon. El muñeco los fue observando a todos de derecha a izquierda. El más cercano a la esquina del estante era un muñeco también de tela vestido de capucha con orejas de conejo algo estropeadas. Junto a él, estaba sentada con una sonrisa en el rostro una conejita azul de orejas largas que imitaban coletas, de ojos almendrados y mejillas rosadas, y a su lado se encontraba lo que parecía ser una manzana de peluche con bigote y gafas y un perro mecánico con pinta de vagabundo, de esos que ladran y se mueven.

—Eh... ¡Hola! —Saludó el chico, sonriendo tímidamente.

—Buenas, amigo —respondió el muñeco de la capucha. Guiñando un ojo, dijo—: Soy Springtrap. Bienvenido.

—Gracias...

La conejita se acercó levemente a él y olisqueó el aire a su alrededor.

—BonBon —se presentó, dejando de oler—. Es un placer.

—Igualmente.

—La manzana de ahí es Don Toño... O por lo menos así le llama todo el mundo. No habla mucho —dijo BonBon señalando con el hocico al nombrado—. Y el perro a su lado, es la mascota de Springtrap: Bestia.

Bestia ladró con entusiasmo, sacándole una sonrisa a Bon.

—Parecen agradables... —murmuró, acercándose a Mangle y yo.

— ¡Lo son! —respondió esta primera, brillante.

—Hey, amigo, no quiero arruinar el momento pero... —Sprinftrap señaló la puerta de la habitación— No creo que a la niña le quede mucho para volver. Y sería raro que no estuvieras en tu sitio.

Bon cayó en que tenía razón y asintió.

—Sí, mejor me voy. —Se despidió de sus amigas con la mano, quienes le devolvieron el gesto, y bajó cuidadosamente por donde había subido.

De vuelta al estante, recuperó el sitio junto a Puppet, algo incómodo al ver cómo le miraba ésta, pero sin decir nada.

En el cuarto se hizo el silencio, algo a lo que Bon no estaba muy acostumbrado. En la juguetería siempre se escuchaba a gente entrar y salir de la tienda, hablando con el empleado o incluso con los juguetes. Y por la noche, en el escaparate todos se ponían a hablar, a moverse por la tienda, intentando sentirse libres.

Ahora que había sido adoptado, todo sería diferente. ¿Hablarían por las noches? ¿O sería muy arriesgado, por si Edd00 les oía?

—Hey, cielo, no te preocupes~ —le susurró Puppet a Bon al oído, como leyéndole la mente— Cuando la niña va al colegio todos podemos hacer lo que queramos.

— ¿Y por las noches? —recordó Bon.

—La niña duerme. Y nosotros también. Ya verás cómo, tras estar el día entero jugando, estarás deseando que llegue la noche para cerrar los ojos y descansar.

Bon ya había dormido varias veces desde que había sido fabricado, pero siempre había preferido quedarse en el escaparate viendo la luna sobre los edificios de la ciudad. Así que le costaría adaptarse a esa costumbre.

— ¿Todos dormís?

—Todos.

Iba a preguntar algo más, cuando la puerta se abrió de golpe y quedó inmóvil, muerto de miedo. Casi creyó notar a la marioneta reírse junto a él.

— ¡He vuelto! —exclamó Eddo, cerrando la puerta bruscamente y corriendo hacia la estantería— Hoy jugaré con... —Tomó a Bon, y se puso de puntillas para coger a Joy y a Mangle— ¡Vosotros tres!

Se agachó, dejándoles en el suelo suavemente.

—Esperad un momento...

Rápida, se giró. Bon vio con curiosidad cómo la niña se arrodilló frente al baúl, tapando este con su espalda y haciéndole imposible ver cómo lo abría.

—Hey, chicos... ¡Hoy jugaremos con juguetes nuevos! —Le dijo a lo que quiera que había sacado.


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