Capítulo 3.- Los tres mosqueteros.

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—¡Me voy! —le grito a mi madre, cuando ya estaba en la sala.

—¡Espera que te llevo tu merienda! —veo a mi madre salir corriendo prácticamente de la cocina—: Te lo pondré en tu mochila.

Me hace darme vuelta, giro mi cabeza un poco para ver toda la comida que estaba metiendo Ada a mi bolso.

—Para que no pases hambre —me dice ella para formar una sonrisa tierna en sus labios. Notó las arrugas en el fin de cada uno de sus ojos.

—Se nota —digo debido al peso que sentía en mi bolso.

Vi como puso un jugo, un emparedado, un yogurt, una galleta y un pequeño chocolate. Era casi siempre lo mismo. Ada le encantaba alimentarme después lo sucedido con mi evento fortuito que me había dejado delgada.

Si, antes Olly Dúges era una chica con sobrepeso normal pero después de aquel verano de hace un año atrás quede delgada.
Según los médicos se debían a una gastritis pero no solamente eso, lo acompañaba una bacteria que habitaba en la acidez que se comía mis alimentos.

Puaj.

Después de aquel evento, tuve que tomar una serie de medicamentos, una dieta alimenticia y una serie de exámenes. Que al final lograron terminar con la gastritis, eliminar a la bacteria y dejar una Olly delgada.

Pero en cambio Ada se había vuelto loca al ver los números en la balanza cuando me había subido en ella. De ahí me estuvo alimentando meses con una dieta balanceada para que subiera de peso, pero se volvió más loca cuando vio que estaba más delgada.
Durante semanas nos estreso a Taylor y a mi, de hecho hasta mi hermano adelgazó por la dieta. Según Ada, Tay tenía que apoyar a su hermana y la mejor manera era no comer basura.

Mi madre cierra la mochila y se pone frente de mí para darme un beso en la mejilla. Me pasa mi abrigo que estaba en sofá y me abraza.

—Cuídate —dice Ada mirándome con esa dulce sonrisa que había formado.

—Chao mamá —digo neutra para empezar a caminar fuera de sala.

—Que expresiva —dice ella mirándome y me detengo para mirarla.

Con mis labios formo una sonrisa tierna y la miro dulcemente antes de salir de la sala.

—Así me gusta Olly —me acaricia mi barbilla cuando se había acercado a mí.

En seguida tomó rumbo nuevamente para salir de la sala e irme al trabajo.

—Adiós cariño —es lo último que escucho de mi madre en la sala.

Para mi mala suerte cuando iba a camino a la puerta, se abre y aparece Tay con bolsas de supermercado. De tras de él, los gemelos.

—Hemos llegado —dice Tay anunciando su llegada.

Paso por el lado de ellos tranquilamente sin apresurarme. Debido a que no quería un yogurt reventando en mis cosas.

—Oh Tay tu hermana va para el trabajo —dice mi madre de pronto, en seguida acelero el paso y logro escuchar.

—¿Olly quieres que te lle...? —mi hermano no logra terminar la frase cuando yo ya estoy afuera de la casa.

Coloco mis audífonos para comenzar la caminata al asilo.

Se preguntaran si trabajo en un asilo, la verdad es que no. No trabajo en asilo, doy de mi tiempo libre para ir a cuidar abuelos y a entretenerlos. La verdad es que al principio no me gustó la idea para nada, pero con el tiempo comprendí las necesidades que carencias aquellos abuelos, que algunos eran dejados por sus familias por falta de tiempo y otros eran abuelos que el estado le pagaba el asilo, porque no tenían familiares.

Fue una idea de mi madre cuando entre en depresión, al igual que el trabajo de la veterinaria, que en ese si me pagan, pero en el caso del asilo, trato de que los abuelos sean felices, por lo menos algunas horas.

Conocía "El Ciprés" desde antes que mi madre me obligará a utilizarlo como terapia constructiva emocional. "El Ciprés" es el nombre del asilo de abuelos donde soy voluntaria, es perteneciente al SENAM (Servicio Nacional Adulto Mayor) pero también tiene una parte privada, debido a que es un buen servicio donde el sector privado ve una inversión para cuidar abuelos de la Élite.

Cuando llego al asilo, lo primero que veo es a la enferma quien me saluda, su nombre es Maybe y lleva años en este lugar. Ella me lleva donde estaban "Los tres mosqueteros".

—Están en la hora de tejer, pero le avise a Cooky que llegarías, así que te estará esperando para el baile —dice la enfermera—. Y Peter se quebró las manos y los brazos.

—¿Cómo se quebró los brazos y las manos? —pregunto entre una mezcla de preocupación e impresión.

—Cooky —responde la enfermera ante la culpable de la situación de Peter.

—Era de esperarse —digo mientras entrabamos al salón las dos juntas. La enfermera suelta una risilla.

—Esta vez, quisieron sacar los duraznos de los árboles de jardín trasero. Como es temporada de verano no querían perderse los frutos naturales. Cooky le pidió a Peter que sacará los melocotones de los árboles, algo falló en el intento y Peter se cayó del árbol —dice ella—. Ya no hay como pararlos.

—¿Cómo no los notaron? —preguntó mientras nos manteníamos quietas en la primera sala de entrada del asilo.

—Fue la hora de almuerzo Olly, sabes que Cooky se la ingenia como sea, acuérdate de la otra vez —dice Maybe—. La otra vez fue en la noche cuando se escaparon para ir a comprar.

Al mencionar aquello, recordé esa vez donde los tres se habían escapado del asilo para ir a comprar alcohol y tabaco al supermercado. Esa noche la enfermera me había enviado mensajes, obviamente lo vi al día siguiente. Había ido al asilo preocupada por ellos y había visto el regaño que se llevaron ellos, fue enorme por parte el equipo médico. Eso era una de sus tantas locuras y aventuras.

Entramos con la enfermera donde estaban los abuelos. Un salón central que ocupaban los abuelos para hacer actividades. Habían como veinte abuelos adentro, la mayoría tejiendo y los otro como Pepe, escuchando música sentado con su radio.

—¡Ha llegado Olly! —grita la enfermera.

De pronto algunos abuelos me ven y veo como Cooky estaba tejiendo, en seguida al escuchar eso, deja las cosas botadas para tomar las ruedas de su silla.

—¡Olly! —grita Cooky quien viene rápidamente en su silla de ruedas. En eso se levanta Peter para venir al lado de ella.

Cooky Coolet era una abuela casi de ochenta años, que estaba en silla de ruedas, debido a que sus piernas no funcionaban del todo, era lo único defectuoso que tenía ella, lo demás funcionaba bien. Su familia no tenía tiempo para cuidarla, por esa razón le pagaban a El Citrén para que cuidaran de ella. Debo destacar que familia de Cooke debe de tener dinero para las mensualidades.

También estaba Peter Leet, un abuelo de setenta años, que prácticamente pasaba quebrándose algunas parte de su cuerpo, ya sea por alguna caída o por alguna locura de Cooky. El estado le pagaba su cuidado en el asilo, porque Peter Leet no tenía familia.

Y finalmente esta Pepe Zenón; tenia setenta años, no tenía dientes y tenía un trastorno mental de todo la vida, así que era tierno verlo reír y sin dientes cuando escucha música en su radio. El estado al igual que Peter, pagaban su cuidado en El Ciprés. Pepe si tenía su familia pero no tenían la capacidad económica para sustentar su cuidado.

Yo los llamaba los tres mosqueteros, porque siempre hacían alguna locura los tres juntos.

La mente brillante de ahí Cooky.

—¡Sale de aquí bruja! —chilla Cooky a la enfermera.

La enfermera la miraba negando y me deja en la sala con ellos antes que la abuela la atacara. Cooky en seguida se acercó a mí.

—Hola Cooky —le digo mientras sacaba mi mochila de mis hombros—. Hola Peter

Peter se acercaba hacia mí.

—Hola Olly —me saluda él.

—Me contaron que anduvieron haciendo cosas por ahí —les digo cuando voy para mi locker que estaba en la sala. Guardo mi mochila mientras ellos me seguían.

—Ya te llevo el chisme la vieja esa —dice Cooky por la enferma.

—Creo que es evidente por Peter —les digo a ambos.

—No estábamos haciendo nada malo —dice Peter.

Me giro hacia a ellos y le hago una mueca con mis labios. Cooky tenía una mirada de molestia por el reproche a sus locuras y por otro la mirada que tenía Peter era una mirada de culpabilidad.

—Fue peligroso —digo viendo sus rostros.

—Ay, si ya nos vamos a morir —dice Cooky. Peter gira un poco su cabeza hacia ella.

—Tú, yo aún no quiero —dice Peter. Suelto una risilla por eso.

—Ya póngase en sus posiciones, pondré la música —les digo a ambos.

El salón era bastante grande, para que en una parte estuvieran tejiendo y en la otra hubiera baile entretenido. Cooky se puso en posición al igual que Peter. Los demás abuelos se estaban levantando para integrarse.

—Usaremos los brazos para esto Peter —le digo a él.

—No importa Olly, uso la cabeza —dice él.

Le formo una sonrisa. Tomo el control de la radio que se encontraba en el mueble donde estaba el televisor y me acerco a Pepe.

—Vamos a bailar Pepe —le digo para que apague su radio.

Él viene hacia donde estaba los demás pero con su radio. Nunca me hacía caso pero tampoco importaba, con respecto a su radio. Se me hacía gracioso.

Coloque la canción Hideaway de Kiesza, para empezar a calentar sus cuerpos por cinco minutos. De a poco los otros abuelos se iban uniendo.

Ya cuando comenzó la canción alzamos la manos para el lado derecho, mientras Peter movía la cabeza para el lado derecho, por un momento quise reírme pero me aguante mi risa. Después al lado izquierdo y Peter hizo lo mismo. Pepe en cambio solo movía su cuerpo mientras la radio se encontraba en su cuello por un colgante de cuero. Los otros abuelos si se podían mover.

Después empecé a mover mis caderas y ellos me seguían, sonreí ante eso. Después los brazos de nuevo y así seguidamente. Hasta que empezamos hacer poco movimientos de piernas difíciles porque la mayoría podían hacerlo. Menos Cooky.

Ya cuando llevamos casi cuarenta minutos, pocos abuelos quedaban. Cooky aún seguía animosa, pero Pepe y Peter ya estaban sentados. Algunos abuelos volvieron a tejer mientras los cinco que quedaban bailaban ahora se movían al ritmo de Cake By The Ocean de DNCE.

De pronto entra la enferma y veo al lado de ella a Elliot. El sexy veterinario se sorprende al verme aquí bailando. Él forma una sonrisa tierna al mismo tiempo que se quedaba quieto en la entrada del salón.
En seguida la enferma apaga la música. Agradecí eso internamente.

—¡Bruja! —le chilla Cooky indignada. Toma sus ruedas y se da media vuelta para irse donde Peter y Pepe.

Me quedo quieta para recuperar la respiración, casi un ahora haciendo los mismo ejercicios, igual me cansaba. Mire a Elliot para después volver mi mirada hacia Cooky quien estaba con Pepe y Peter.
Mis mejillas se sonrojaron levemente.

—¡Llego el veterinario para que vayan a buscar sus mascotas! —grita Maybe a todos los abuelos.

En seguida los abuelos empezaron a moverse en busca de sus mascotas.

—Cooky ayúdame atraer a mi hámster —le pide Peter.

—Si no fuera porque no tienes tus manos, no te traigo la rata esa —le dice ella a él. Me mordí los labios para aguantar mi risilla.

En seguida ellos se mueven. Elliot y yo nos quedamos mirando la escena, mientras la enfermera estaba ayudando a los abuelos con otra enfermera más vieja.

—Hola Olly —me saluda Elliot. Su voz es dulce como la miel.

Ese hombre me ponía los pelos de punta con la sensualidad que expandida.

—Hola —lo saludo tratando de que mis nervios no salgan flote.

—Pensé que nunca nos íbamos a topar como la última vez. ¿Todavía vienes cada semana? —pregunta.

—Sí, vengo por unas horas —le respondo a Elliot.

Elliot me sonríe dulcemente y siento mis mejillas sonrojarse nuevamente.

—Que tierno Olly de tu parte gastar el tiempo en ellos —Elliot se fija ahora en el salón—. Casi los jóvenes no hacen eso y dime ¿Taylor hace lo mismo?

Lo miro por segundos y le niego.

—Son polos opuestos dos juntos —dice Elliot.

Me quedo en silencio.

—Voy a ver los animales —dice Elliot para dejarme.

Le asiento y cuando él desaparece por uno de los pasillos, es cuando me dirigió al mueble grande donde estaba mis cosas. Saco mi mochila para sacar mi comida, me tome el yogurt mientras veía a los abuelos tener sus mascotas en los brazos, solamente habían gatos, hámsters y perros pequeños.

En seguida veo a Cooky con Peter salir de uno de los pasillos, traían la jaula del hámster en piernas de ella. Por otro lado mire a Pepe quien se estaba riendo con su música, estaba sentando en uno de los lugares para tejer.

Que tierno Pepe, pensé.

—¿Olly ya te iras para tu casa? —pregunta Cooky y niego al instante.

—No, me quedare unos minutos más —Cooky sonríe.

En eso sentimos un maullido y vimos un gato aparecer por el salón, la mascota estaba corriendo con una jeringa en las nalgas . Ahí veo a Elliot detrás del gato, en seguida mi jefe me mira.

—¿Le ayudo? —pregunto en seguida.

—No quiero molestarte Olly —me dice él.

Cooky nos mira a ambos y con una mano me empuja de mis pompis.

—Olly lo ayudara joven Elliot. Ella su asistente —le dice Cooky.

Miro a Cooky y sabía lo que estaba haciendo. Cooky sabía que me gustaba Elliot. Las pocas veces que nos encontrábamos Elliot y yo hacia todos para que los dos estuviéramos juntos.

—Lo ayudare —miro a Elliot y él me sonríe. Siento como mi estómago se aprieta.

Enfoco mi mirada en aquel gato con la jeringas en las nalgas. Elliot se mantuvo quieto mientras miraba aquel felino, mientras tanto yo me acercaba al animal. El gato no mucho opciones, debido a que los abuelitos del asilo también me ayudaron acorralarlo.

El gato me miro asustado y de un segundo a otro lo agarre de la espalda fuertemente y le quite la jeringa que tenía inyecta en una de sus nalgas. El gato me araño pero fue algo leve. La figura de Elliot apareció ante mí y no pude evitar mirarlo.

—Gracias Olly —su mirada cae en mí fijamente. Puedo apreciar sus ojos verdes encantadores. Notó sus perfectos hoyuelos cuando forma esa sonrisa sexy.

Él acaricia el animal algunos segundos mientras lo seguía mirando. Okey tenía que alejarme un poco y es así que lo hice. Me aleje de Elliot. Debido a que no quería delatar que me gustaba de tanto que lo observaba.

Mire a Cooky quien tenía una sonrisa maléfica y se reía en silencio. La mire por segundos detenidamente. Creo que Cooky le encantaba que yo estuviera al lado de Elliot.

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