Lentitud

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Draco Malfoy realmente no era una mala persona.
Tuve... Una fuerte caída mientras teníamos un partido de quidditch, obviamente Malfoy no lanzó encantamiento para detener mi caída como lo hizo Hermione, ni fue el primero, o si quieres corrió hacia mí par asegurarse de mi estado, tampoco intentó llevarme a la enfermería después de que un hecho reparador saliera mal.

Pero estuvo presente en los días que tuve que estar en cama, en los primeros cuando me dieron sedantes para dormir y así dejar actuar la pocion y el hechizo que la enfermera preparó, esos días mientras Hermione y Ron estuvieron ocupados investigando lo que pudo haber pasado para que cayera, él estuvo aquí, llegó cautelosamente y nunca soltó la varita de su mano, pensé... Que me mataría mientras dormía, pero... Él solo tomó asiento al lado de la cama y abrió un libro, hubo otra ocasión, la primer vez que entró, cuando se paró al lado de mí con su horrible cara de engreído diciéndome lo idiota que puedo llegar a ser, y aún así su mano recorrió mi frente peinando mi cabello con una dulzura que me relajó, me acarició la mejilla y acunó mi cara en su palma después unir nuestras frentes.

No quise hablar de eso con nadie, en algún punto hasta pensé que solo había sido una alucinación porque... Fuera de aquella habitación de hospital Malfoy volvió a ser el de siempre, a insultarme y burlarse de mí, así que le pregunté a la enfermera si acaso lo que me había dado para recuperarme había causado alucinaciones antes, ella dijo que no, en mi locura acudí al espejo Oesed que seguía en la vieja aula abandonada, pero el reflejo no había cambiado, por suerte. Es decir ¿Por qué otra razón soñaría con Malfoy siendo... Cálido?

—Harry... Harry... —sacude mi hombro duramente — ¡Harry! Tenemos que ir a la siguiente clase.

Puedo escuchar su risa y la de su grupo —A si... —y mi mirada lo sigue ignorando las palabras de mis amigos.

— ¿Qué es exactamente lo que sucede contigo? —expone al cerrarme el paso —Desde el incidente de Quidditch has estado actuando muy raro, de pronto ya te encuentran en una nube ignorando a todos y todo lo que realmente se encuentra a tu alrededor.

—Tal vez solo sigue sorprendido —interviene Ron colgándose de mi hombro para guiarme a seguir —Fue un susto bastante grande, y aunque ya hemos tenido de esos sustos por bastante tiempo, en ocasiones algunos sorprenden más que otros, yo tuve pesadilla debido a la araña gigante del bosque.

—Eso es porque te dan miedo las arañas Ron.

Pero Draco no me gusta. Cómo sea, en otra ocasión lo observé devolver un lapicero a una chica de los hufflepluff sin utilizar una jugarreta o una broma en medio de hacerlo, pensé que quizá ella le gustaba, pero tiempo después los vi encontrarse en el pasillo y aunque ella lo saludo de una forma un tanto efusiva aún cuando solo fue el levantar de su mano, Draco solo elevó la barbilla como respuesta. Y... Han existido otras ocasiones de este tipo, normalmente Draco hace... Buenas acciones intentando que no lo descubran, pero últimamente mis ojos no dejan de seguirlo así que... Lo he descubierto.

—Chicos, no me siento muy bien, creo que iré a la enfermería..

— ¿Quieres que vayamos contigo? —cuestiona Hermione.

— ¡No, no! Vayan a clase, puedo llegar por mi cuenta, además es un dolor de estómago y solo eso.

—Si eso sientes amigo. Aunque no me molestaría faltar a la clase de...

—Basta Ron —lo toma por el cuello de su camisa deteniendo su huida —vamonos.

Apenas se marchan por el pasillo me dirijo hacia el patio, he creído ver la melena rubia de Draco por un esquina, pero Draco es como los gatos... Si lo sorprendes podría hacer dos cosas, huir o matarte. Así que soy cuidadoso al espiarlo, pero el alma se me cae a los pies cuando lo veo con una ligera sonrisa en labios, de cuclillas contra la pared acariciando un gato negro con su mano izquierda mientras descansa su rostro en la derecha, de pronto toma al felino entre ambas palmas y parece decirle cosas, hace caras graciosas y más que reírme quisiera observarlo para siempre, Draco siendo lindo... No es nada usual.

Apenas deja al gato en el césped, el felino se aleja con un elegante andar y Draco se levanta despidiéndose de él con el agitar de su mano, lo veo estirar los brazos en mitad de un gran bostezo y en ese instante, mientras sus ojos se encuentran cerrados, me animo a salir de mi escondite para simplemente pararme y mirarlo directamente, él me observa y se encamina a mi lado con su habitual sonrisa arrogante.

— ¿Qué sucede Potter? ¿Te has escapado de clases?

—De hecho... Me sentía un poco mal, iba de camino a la enfermería.

—Por aquí no se llega a la enfermería.

—Quería un poco de aire fresco.

Su mirada me analiza y de pronto se acerca aferrando mi cadera — ¿Te sientes mareado? Te llevaré hasta allá.

Me quedo en silencio porque sé que si digo algo él huirá. Y mientras subimos las escaleras me atrevo a fingir un leve desvanecimiento, Draco me sostiene en un jadeo sorpresivo, me toca la cara como anteriormente lo hizo en la enfermería, y cuando nuestras miradas se encuentra mientras estoy en sus brazos, Draco enrojece de todo el rostro.

—Gracias por atraparme.

—Muevete. Estamos cerca.

Su mirada se aparta de la mía, y aún me sujeta del codo pero su otra mano se encarga de tratar de calmar su  vergüenza. Le gustó a Draco Malfoy.

—Bien, llegamos, puedes entrar por tú cuenta.

—Gracias Draco.

Su estremecimiento de sorpresa ni siquiera me sorprende tanto como el mío, le he llamado por su nombre. Él me observa con esos ojos grises como la neblina en un día de tormenta, niega quitando importancia y se marcha un tanto dubitativo de su propio andar. Yo me adentro a la enfermería y le digo que me siento mareado, la enfermera me toca la frente y parece sorprendida.

—Podrías tener un poco de fiebre, descansa, ahora voy.

Al caer en la cama no puedo evitar recordarlo ante la mención de su nombre. Cubro mi boca con ambas manos. La forma en que sus orejas blancas se tornaron rojizas al igual que sus mejillas, y sus ojos, abiertos en sorpresa.

Hermione viene a la hora del almuerzo, toma asiento alisando la falda para no doblarla contra la silla, y me mira.

— ¿Realmente estás enfermo?

—La enfermera dijo que podría tener un poco de fiebre.

—Ron... —tiende la mano tratando de buscar las palabras mientras evita mirarme, luego su mirada vuelve directa a mis ojos —me dijo que has actuado raro desde el incidente con el Quidditch. Y sabes que él no es muy bueno para hablar así que me ha enviado a charlar contigo. ¿Ocurre algo?

Observo directamente sus ojos, Hermione siempre ha sido nuestro pilar de apoyo, la que nos aconseja aún siendo que tenemos la misma edad, la que sabe todos nuestros secretos.

—No.

Pero decirle que siento cierto interés por uno de nuestros mayores rivales, el chico al cual le reventó la nariz de un puñetazo y al cual más odia por su despectiva forma de dirigirse a ella... No puedo hacerle esto.

—Bien. —palmea mi mano con delicadeza —Levanta tú trasero de esta cama y vayamos al comedor.

—Muy bien —rio.

Salgo antes del toque de queda, me escabulló de Ron y me llevó la capa de invisibilidad por si es que acaso decido quedarme más tiempo afuera. Voldemort no se ha mostrado activo durante un tiempo, no ha habido ataques ni fugas de la prisión, pero igual la protección de Hogwarts se encuentra arriba así que no hay porque temer. Me dirijo directamente al sitio donde pude verlo con el gato negro, y tomó asiento del mismo modo en que él se encontraba ese día, el sonido de las hojas removiendose atrae mi mirada, pero solo es el pequeño gato que estaba con él.

—Hola —ladea el rostro ante mi presencia —No soy él, pero no soy malo.

Su pequeño maullido se eleva con dulzura mientras se acerca hasta permitirme tocarle el pelaje, mi mano inicia a darle caricias largas y el pequeño bribón se acurruca contra mí ronroneando, pero de pronto se detiene, y me muerde. El gato sale corriendo mientras me levanto dolido sujetando la mordida, pero una risa casi estruendosa me hace volver la mirada, Draco sale de la oscuridad para dejarse bañar con la luna, me señala la mano.

—Hasta los gatos te odian.

—Los gatos son seres de odio. Un momento felices y al otro mordiendo la mano que le da de comer.

—Solo admite que no todos te aman.

Draco detiene su andar a unos pasos de mí y nos quedamos quietos, totalmente quietos. Él es unos cuantos centímetros más alto que yo, le llegó a su engreída nariz blanca. Pero... Su mirada engreída por esta vez luce tranquila. Siento una opresión en mi pecho y estoy completamente seguro de que no se trata de un hechizo.

—Necesito que vengas conmigo a un lugar.

— ¿A un lugar? —comenta con gracia —dame algunas explicaciones extra Potter.

—Solo... —sujeto su muñeca —sigueme.

—Bien, detente un segundo a pensar. Nos van a atrapar. ¿Sabes emplear el encantamiento desilusionador? Ya sabes, para que...

— ¡Ya sé para lo que sirve! —expongo con cierto enfado —Pero no lo necesitamos... —observo su rostro antes de sacar la prenda que había doblado al revés para ocultarla —es algo que dejó mi padre... Utilicemos esto.

—Es algo pequeña...

—Nos puede cubrir. Solo debemos ser cuidadoso.

—Entonces... —señala la capa que hago rodear mis hombros — ¿Estás diciendo que los dos nos vamos a meter en esa cosa?

—Ya lo he hecho antes.

Me observa con la duda clara en el rostro y segundos después da un asentimiento, le entrego el extremo de la capa y ambos nos cubrimos con ella. Enciendo el brillo de mi varita y lo observó bajo la capa, su rostro tan cercano al mío, lo veo traga grueso y como sus ojos descienden a mis labios para luego observar adelante.

—Hagamos esto rápido Potter.

Tomó su mano para evitar que se retrasé o se detenga en el camino, y él no se queja o me aparta, simplemente aprieta los labios contrayendo sus mejillas y sigue mi andar. Al llegar a la sala del espejo me quitó la capa y el hace lo mismo observando toda la habitación sin intentar soltar mi mano, de hecho, me sostiene.

— ¿Dónde se supone que estamos? —me observa y observa la unión de la cual soy consciente —Oh, lo olvide.

Retrocedo hasta la sábana que cubre el espejo —No creo que lo conozcas, este de aquí es el espejo de Oesed. Lo descubrí hace algún tiempo y se supone que refleja lo que más deseas, pero solo tú puedes verlo.

—Bien. ¿Y a qué me has traído exactamente?

—Necesito que te veas en él y me digas lo que ves.

— ¿Y porque haría eso?

Me quedo sin palabras y únicamente lo observó hasta que finalmente decido caminar frente al espejo y observar la imagen en él, mi mayor deseo, mi mayor anhelo, mi familia viva y completa. Le cuento lo que hay frente a mí y puedo ver en el reflejo como se acerca hasta poder mirarse.

—Si no quieres decirme... No, no, lo siento, quiero que me lo digas. ¿Que ves Draco?

Su mirada desciende con decepción y enojo, aparta el rostro y luego de un rato se encuentra con mi mirada.

—Una maldita familia normal y no en la que he nacido. ¿Qué era con exactitud lo que querías obtener de esto? Porque si esperabas hacerme enojar, te juro que lo has hecho.

—No quería hacerte enojar.

— ¿Entonces? ¿De que sirve que me muestres esto? Felicidades Potter, aunque mis padres se encuentre vivos toda mi familia es una porquería... Y toda tu familia...

—Estan muertos.

Lo veo congelarse, culpable, aparta la mirada en su nerviosismo y de pronto avanza hacia el espejo leyendo la inscripción de la madera, veo las ganas que tiene de destruirlo y como la furia también le tiñe las orejas en un tono rojo. Pero me acerco más decidido de lo que nunca lo he estado, y al notar mi movimiento él vuelve la mirada siendo mi presa contra el espejo, le tomo del cuello de su pijama y en segundos me encuentro contra sus labios en un beso que al principio nos hace chocar los dientes, pero que mejora. Abro los ojos por un segundo y puedo ver a Draco cerrar los suyos, sus manos me aferran por la cintura y en segundos él guía nuestra unión llevándome contra una pared de la habitación, jadeo al sentirme chocar contra la pared, pero al ver sus ojos grises y esa maldita mirada de engreído, solo pero volver sobre él.

Mis manos le acarician el cuello viajando hacia su nuca y sobre su mejilla, y más temprano que tarde me encuentro aferrado a su cabello y él me ha cogido de los muslos sosteniendo mi cuerpo contra la pared y su cuerpo. Jadeamos ante el otro y nos miramos con la respiración igual de desesperada, él se acerca de una manera más suave y dulce, me besa lentamente y vuelve a mirarme. No necesito palabras, sé que le gustó. Sé porque se presentó a la enfermería y cuidó de mí.

Acaricio su mejilla con toda mi palma causando que cierre sus ojos, y es entonces cuando vuelvo a acercarme a sus labios. Nos besamos más lentamente, más profundamente, más... Más claramente. De pronto me baja y sus manos que antes acariciaban mis piernas ahora se aferran a mí cintura mientras Draco Malfoy exhala un suspiro con la plenitud de haber liberado una enorme carga de consciencia, su frente acaba en mi hombro y ante su clara necesidad de afecto lo rodeo en un abrazo.

— ¿Y ahora qué Potter? —ríe elevando su barbilla hasta dejarla descansar sobre mi hombro — ¿Seguiremos siendo enemigos jurados?

—Yo jamás quise ser tú enemigo... Aunque esto es nuevo, este... Este sentimiento.

Su abrazo se vuelve fuerte —No puedo decepcionar a mi padre... No puedo ir contra lo que soy.

—Tu apellido no es lo eres Draco.

—Lo dice el tipo que debe defender todo el mundo mágico porque su nombre ha sido escrito en piedra.

—No ha sido así...

Y se aparta, molesto y frustrado, me mirada llevándose las manos hacia su cabello que cae liso y sin control.

—Sabes que es verdad Potter.

— ¿Y por eso nunca podremos vivir con normalidad?

—Eso tendrás que decírmelo tú si alguna vez logras derrotar al señor tenebroso. —expone con frialdad muy dispuesto a marcharse.

— ¡Draco!

— ¡Deja de llamarme por mi nombre!

Los pasos veloces del pasillo nos hacen sorprender, Draco saca la varita de entre su pijama, pero el nerviosismo lo hace perderla así que me apresuró a tomar la capa y lo jalo por el brazo pegándolo a la pared, nos cubro elevando ambas manos y mirándolo con severidad, él se calla y sostiene la capa por mí mientras me rodea con su brazo. La puerta se abre y la luz de la lámpara recorre toda la habitación.

—Qué extraño, creí haber escuchado algo.

Se marcha dando una queja y apenas la puerta se cierra me atrevo a suspira contra el hombro de Draco, su cuerpo también deja de tensarse.

—Besarte... Se sintió bien.—confieso —Nunca antes había pensado en hacer algo así con otro hombre, pero... Draco —siento como se estremece —lo he pensado los últimos días y contigo... Contigo la idea no me incómoda nada.

Draco baja la capa y me suelta, se marcha sin decirme nada. Sin su varita. Y yo me quedo helado, perdido, brutalmente aturdido por lo que he hecho y su reacción.

La semana siguiente Draco es mucho más brusco que en anteriores ocasiones, sus bromas ya no solo me hacen hervir la sangre, me duelen. Hermione es demasiado lista como para no percatarse de que mi molestia con respecto a las bromas de Draco son completamente diferentes. Él y yo... Nunca va a a suceder. Es hora de darse por vencido.



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