Sacerdote

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Esta es... Mi carta de perdón a dios.

Hace cinco meses me ordenaron acudir a una pequeña ciudad del sur dónde un joven chico de mi edad parecía estar bajo los efectos malignos de un ser obscuro. Mi trabajo era asistir a aquel lugar y deshacerme de aquel ser maligno que atormentaba la vida de aquel estudiante.

Itadori Yuuji parecía... Normal. Pero la normalidad acababa llegada la noche; aquel día llegué al orfanato Oru dónde fui buen recibido por la monja principal y el joven Itadori, el chico es muy carismático y no dudó ni un segundo en recibirme con una sonrisa y guiarme por los pasillos del orfanato en busca de presentarme el lugar, hablamos durante toda la tarde y llegado el atardecer la madre superiora llegó a nosotros justo a tiempo para cuando terminamos de cenar, ella me miró y su dura mirada se terminó por dirigir a Itadori mientras le decía que era el momento.

Yo no comprendía nada, la madre superiora del convento no me había explicado absolutamente nada, y aunque el ambiente en la estancia era algo pesada, Itadori Yuuji volvió la mirada mostrando una amplia sonrisa y simplemente me dijo que podía seguirlos, qué pronto yo podría comprender lo que ocurría. Así que lo hice de ese modo...

Encerrado en la torre más alta, Itadori Yuuji fue encadenado de piernas, manos y cuello mientras el chico me dirigía una mirada sorprendentemente tranquilizadora, me retuve de cuestionar cualquier cosa y simplemente permití que prosiguieran con aquella situación; al terminar de encadenar a Itadori Yuuji, la hermana dio media vuelta hacia mí y dijo lo siguiente.

«El demonio que atormenta a esta chico... no tiene clasificación. Lo normal para una persona poseída es actuar de manera frenética y agresiva, pero... el demonio que posee Itadori es diferente, parece tener una conciencia clara y actua... actúa sorpresivamente... de forma cortés, es formal, es... engañoso, pero diferente al Itadori que te permití conocer este día.»

Terminó su explicación dejando en claro que debía intentar descubrir la clasificación del demonio en base a la experiencia de mi familia en estos temas, por eso fui llamado, pero... Fue difícil, por dos razones.

[La noche en cuestión]

La puerta rechina y apenas se escucha el chocar de la madera con la madera, decido elevar mi mirada hacia Itadori quién parece apenado y agacha la mirada.

—Él es capaz de hacer muchas cosas. —declara sin mirarme —A veces sale durante del día, pero parece preferir la noche...

— ¿Cómo que sale?

—Mi piel se estira y se abre en donde él decida que aparecerá su boca para hablarme, —eleva la mirada —a veces se materializa su imagen en el reflejo del espejo y desde ahí me dice que nada... Nada tiene sentido en este mundo, qué él sería capaz de hacerlo más divertido.

— ¿Divertido? —niego —Su imagen ¿Acaso no es igual a ti? ¿Puedes ver un rostro distinto al tuyo?

—Él es igual que yo, su rostro es similar al mío, pero su mirada... Su forma de actuar... Cuando lo veo en el reflejo del espejo soy capaz de desconocer mi propio rostro.

El silencio llena la habitación y mi mirada se desliza por las cadenas que lo sostiene, un acero fuerte se cierra sobre sus extremidades mientras su cuerpo descansa en un colchón algo... Sucio y viejo.

—Él tiene nombre.

—Oirlo de verdad me serviría mucho.

Tragando grueso me mira entre su asentir —Se llama... Suku... ¡Na!

El cuerpo de Itadori se contrae hacia atrás mientras su pecho sale al frente y sus palmas se abren acalambradas de dolor, puedo ver las venas de su cuello y brazos resaltar ante la fuerza que su cuerpo experimenta, su cabeza se mantiene atrás mientras las cadenas resuenan en los jalones de su cuerpo, es entonces... Cuando una sonrisa se expande en su rostro... Y una leve risa llena la habitación, su rostro posee marcas negras sobre la mejilla, nariz y frente.

—Sukuna. —baja la mirada con calma —Un gusto conocerlo... ¿Padre?

—Algo así... —ladeo la cabeza inseguro de todo — ¿Itadori desaparece por completo o que sucede con él mientras usted sale al exterior?

—Es como... Un sueño —sonríe —él duerme en el interior de su cabeza. Y yo salgo para ver a la humanidad matarse entre sí.

[Presente]

Las charlas con Sukuna normalmente iban sobre su felicidad al ver las guerras de los pasados años, era... Un demonio único. Al volver a mi habitación lo primero que hice fue enviar una carta a mi residencia para pedir un envío rápido del diario de mi familia; Sukuna era único con solo mirarlo, su vista del mundo era la de un demonio claramente, pero... Tenía momentos, momentos en los cuales su mirada podía llegar a sorprenderme, aún ahora no tengo claro si me ha estado engañando todo esté tiempo y solo ha fingido ser... Un poco humano, pero... No pude evitar alargar mi visita a su lado, quería saber lo que realmente era él.

Las investigaciones duraron cinco meses y durante todo ese tiempo Sukuna se mostraba claramente ante mis ojos, saliendo de día y charlado con Itadori Yuuji y conmigo mientras Itadori continuaba despierto y consciente. Nuestras charlas con Itadori no eran nada relevante, hablábamos de banalidades y finalmente Sukuna desaparecía cuando se cansaba de escucharnos. Al llegar la noche la situación era la misma, llevar a Itadori a la habitación segura y ponerle las cadenas, algo que a mi parecer era inútil pues estaba más que claro que Sukuna era capaz de emergir de Itadori cuando le pareciera.

Cuando le pregunté la razón para fingir ser un demonio débil, él sonrió de sobre manera como era su costumbre, y simplemente meneó su mano diciendo que... No había nada en el planeta que le importará tanto como para emergir y volverse loco. Supe desde ese momento que era altamente peligroso.

[Noche en cuestión]

— ¿Te he asustado? —ríe cubriendo levemente sus labios —Tienes razón al sentir miedo, ciertamente soy poderoso... Entonces... ¿Qué harás conmigo?

—Sinceramente... No creo que haya algo que yo pueda hacer sobre ti Sukuna, a mi parecer eres un demonio único... Al menos el único que he visto de tu clase.

—Si... Los de mi clase no están muy interesados en salir a la superficie, es mejor quedarse... En la obscuridad.

— ¿Obscuridad?

—Infierno o como quieras llamarle. Es mejor quedarse allá recibiendo comida gratis, los débiles nos acercan las almas por miedo a que los destruyamos en un segundo —aprieta el puño con entusiasmo —nos temen. —ríe recargando su cuerpo de la pared —Me sorprende, pensé que al menos tendrías un poco de miedo de mí, pero... Actuas tan calmado que es un poco molesto.

— ¿Prefieres que me muestre temeroso de ti?

—No. —cierra los ojos meneando la mano que cuelga de su pierna —Simplemente eres sorprendente. ¿Cuándo me dirás tú nombre?

—No creo que necesite decírtelo, es claro que puedes emergir de Itadori sin que él se percate de ello, además de que he escuchado que apareces ante él en el reflejo del espejo. Ya debes conocer mi nombre por boca de él.

—Lo sé. Pero no es lo mismo si no me lo dices, yo te dije mi nombre con mi propia boca.

—Megumi.

—Megumi... —sonríe extensamente sobre su mejilla izquierda —Es un lindo nombre.

—Gracias.

[Presente]

Pero aún ante el peligro que podría suponer, creo haber encontrado una forma de mantenerlo bajo raya, por eso les pido que no traten de atacarlo pues creo que eso solo empeorará el asunto. Repito, es sumamente peligroso y debemos tener sumo cuidado sobre sus ganas de emerger fuera del cuerpo de Itadori Yuuji.

Se preguntarán la forma que conseguí para mantenerlo bajo control, pues... He hecho un trato con mi alma en juego, a partir de ahora me veo obligado a viajar con él, pero adjunto en esta carta nombres de los demonios más poderosos a los que nos podemos enfrentar en un futuro, he conseguido algo bueno de está... Maldición, y aún así eso no evita el profundo sentimiento de culpabilidad que invade mi cuerpo al pensar que he traicionado las enseñanzas de nuestro señor.

Durante todo mi crecimiento detrás de las paredes del convento, durante toda mi vida trayendo sobre mis hombros el nombre y legado de mi familia... Yo jamás tuve el minimo pensamiento de abandonar mi alma para calmar el deseo de un demonio, jamás quise que esto ocurriera.

—Oye Megumi. —sonríe en el marco de la puerta — ¿Terminaste de escribir esa sarta de mentiras?

Mi cuerpo gira en su dirección y él sonríe de forma un poco más normal para separarse del cedro en la puerta y avanzar a mí, su mano descansa sobre el descanso del asiento mientras su garra del dedo índice eleva mi mentón... Mi cuerpo se estremece al ver la altivez en su mirada, sus labios se acercan y como si succionara mi alma con cada una de sus acciones. Me entrego a su beso. Poso mi mano sobre mis labios dejando mostrar la vergüenza sobre mis mejillas, él me despeina con suavidad.

—Ya casi es hora de que salga el tren, debemos irnos.

—Solo me falta un poco Sukuna, en un momento voy. —estiro el cuello para ver mis maletas —Mis cosas están listas.

—Bien, llevaré las maletas al carruaje así que... No tardes demasiado.

—Voy enseguida.

Al escuchar el cerrar de la puerta vuelvo la mirada sobre el papel admirando las mentiras sumergidas en apenas un poco de realidad. Las cosas no fueron como las pinté en este papel. Las noticias vuelan en un abrir y cerrar de ojos y para cuando mi carta llegué a las manos de los párrocos quizá ni siquiera crean en las palabras escritas aquí, solo sabrán una verdad, mi alma fue vendida a un demonio y realmente voy a escapar con él.

—Esta... Acabado.

Cerrando la carta pongo el sello en el sobre, sujetó mi bufanda y rodeo mi cuello con ella además de ponerme mi gorro, usaremos el tren con el privilegio que da mi nombre una última vez... En la siguiente ciudad cambiaré mi ropa y nos marcharemos para siempre.

— ¿Ya está todo? —cuestiona con tranquilidad.

—Ya. Solo me falta dejar esto en... —deslizo la carta —el correo.

—Pues vamos —tiende su mano a mi.

—Si.

Mi mano se entrega a la suya y puedo sentir el fuerte apretón de su mano contra la mía. La mayoría de cosas que escribí en aquella carta fueron una mentira, la primera vez que llegue a conocerlo estaba encadenando en un sótano fortificado, la madre superiora tenía mucho miedo como para si quiera entrar a la habitación, intenté varias veces regresarlo al lugar de dónde vino sin tener éxito alguno...

—Sube al carruaje Megumi. Creo que olvide algo dentro de la habitación.

—Claro. Espero por ti.

—Como siempre.

Sukuna es algo fuera de lo normal, poderoso a más no poder... Los cánticos y las oraciones no hacían nada sobre su cuerpo, los hechizos más poderosos no lograban ni despeinarlo. Al primer mes me rendí, comencé a tratar de comprender lo que lo llevaba a intentar dominar el mundo... Él dijo que era por mera diversión. Trate por todos los medios de buscar una solución sin encontrar nada. Un día...

[El día en cuestión]

—No buscas más que destruir el mundo, yo no veo solución a esto, y... Ahora lo único que quiero saber es si Itadori Yuuji sigue con vida.

Su sonrisa crece. El demonio delante de mí no es... Fácil de tratar. Antes de mi asistieron varios sacerdotes que lograron retenerlo con cadenas atestadas de magia y hechizos, las puertas de acero en este zotano continen hechizos de contención por igual. El inicio de este viaje fue un pedido de ayuda desde la voz más alta en la iglesia, fuimos su última opción cuando vieron que no había forma de apasiguar a este demonio... Mi familia es la más poderosa en estos temas y hemos tratado con demonios de calibres elevados, tenemos mucha información, pero... Este demonio...

—Él está con vida.

— ¿Puedes permitirme verlo? Solo para comprobar.

Su sonrisa disminuye y simplemente desvía la mirada dando un suave asentamiento. Itadori Yuuji perdió la consciencia de su cuerpo hace muchísimo tiempo, mucho antes de que yo llegará; la madre superiora me entregó los documentos de los anteriores sacerdotes que vinieron a cubrir el caso y lo único claro era que el chico había comenzado a perderse desde su noveno cumpleaños, desde ese año comenzaron a acudir los sacardotes ya que el pequeño deambulaba por los alrededores matando animales, fue para su décimo cumpleaños cuando decidieron apresarlo y encadenar su cuerpo, pues había intentando arrebatarle la vida a un niño.

—Yo...

Su mirada se aleva con duda, observa de norte a sur y analiza sus manos atadas y con algunas graves heridas de corte por el acero. Me mirá completamente perdido.

— ¿Dónde... Quién?

—Tranquilo. Mi nombre es Megumi Fushiguro y soy un sacerdote enviado desde la iglesia central para ayudarte con tu problema.

Avanza de golpe entre su sorpresa viéndose retenido por las cadenas, yo no me muevo de mi lugar y simplemente le pido calma elevando la palma de la mano.

—Pe... Pero... Su... Sukuna... Él... Él aún... —baja la mirada sobre su cuerpo tocando su torso con miedo —Él aún...

—El demonio llamado Sukuna sigue en tu interior, ha pasado mucho tiempo desde que te poseyó y muchos sacardotes han venido para tratar de ayudarte... Lamentablemente nada ha funcionado.

— ¿Y... Y qué harás?

—En este punto creo que no hay nada que yo pueda hacer, quizá me sirva un poco saber el como fue que él se apoderó de tu cuerpo. Si recuerdas algo en lo más mínimo extraño que te haya llevado a...

—Dile...

El susurro nos sorprende a ambos, sus ojos marrones de un claro color se llenan de miedo mientras su respiración se acelera y trata de buscar el lugar del cual proviene esa voz, delante de mis ojos puedo verlo con claridad... En la mejilla de Itadori Yuuji se ha abierto una boca que sonríe con amplitud.

—Dile que alguien te maldijo... Que te molestaban... Que te odiaban...

—Ayu... Dame... —solloza lleno de temor —por favor....

La risa de Sukuna llena todo el lugar mientras las lágrimas de Itadori caen sobre el colchón sucio en el suelo haciéndome sentir impotente de la situación.

[Presente]

Tenía algo claro, el chico había sido acosado en la iglesia y ante el odio y rencor que tomo por aquellos que lo molestaban la maldición se arraigo en su interior dejando que Sukuna tomará el control sin problemas. Sukuna me confesó tiempo después qué él solo estaba esperando el momento exacto para surgir al mundo de nosotros, y la maldición enviada a Itadori fue un ascensor a la superficie.

— ¡Lo lamento! —sube al carruaje con una sonrisa en cara —Me tarde un poco, no podía encontrarlo... —muestra el reloj en su mano —pero no podía dejarlo. Bueno, como sea —guarda el artefacto en su saco —A la estación del tren por favor.

—Claro señor.

El tercer mes llegó y Sukuna había detenido su actuación errática que intentaba ahuyentar a la gente y asustarla, descubrí qué él podía liberarse en cualquier momento de aquellas cadenas y la barrera de la puerta... Los hechizos eran muy débiles a comparación de los hechizos que yo había enviado para erradicarlo, era más que obvio que él... Podía hacer lo que quisiera y solo estaba esperando el momento justo para hacerlo, aunque jamás supe que era lo que esperaba.

—Debemos pasar al orfanato de la siguiente ciudad para dejar mi ropa en la donación. —informo con calma —Luego de eso podemos seguir adelante.

—Bien. —entrelaza su mano con la mia —Te gustará el lugar que he elegido, es uno de mis favoritos.

Sonrió —Es gracioso. Suena a qué has viajado mucho.

—He viajado bastante.

Pero... A pesar de todo, de todo... Yo...
Mi mirada vuelve al frente mientras nuestras manos continúan aferradas entre sí. El tercer mes hablé mucho con él y lo descubrí escuchando cada palabra de las historias que me pedía, me cuestionó muchas cosas, yo no tenían nada que perder al confesarle mi vida y mis seres allegados pues para ese entonces mis padres ya habían muerto en manos de... Un accidente. Conoció todo de mí y me cuestionó hasta el último detalle, por su parte me contó un poco de él, de su nacimiento y el nombre de los que debían ser como sus padres, los lugares que visitó y los deastres que causó a su paso.

—Oye... —inclina su rostro sobre mi oreja —pasemos un rato a un motel.

—Quemaste un orfanato entero y terminaste con la vida de cientos de personas Sukuna —explico en un susurro volviendo mi vista a él —pronto acudirán algunos emisarios de la iglesia, mi propia familia asistirá para confiar si he muerto o no... —acaricio su mejilla —asi que lo lamento, pero no creo que debamos detenernos por ahora.

En un suspiro se deja caer en el asiento y simplemente me permite ganar esta vez. Él... De alguna manera se interesó en mi persona, en mi vida, en mi alma y mi ser... Parece ser que hay algo en mi interior que le interesa mucho, un poder que "Pocos humanos poseen" me dijo antes de que firmaramos el trato.

[El día en cuestión]

—Esa es la razón por la que te propongo ésto, y tú deberías aceptar si verdaderamente estás preocupado por este niño... Sabes que puedo matarlo en cualquier instante.

—Darte mi alma... —bajo la mirada —sinceramente suena a locura, no importa la ropa que lleve encima, todos los humanos tenemos defectos y la avaricia, orgullo... Los siete pecados capitales reciden dentro de todos. —elevo la mirada a sus ojos —El egoísmo me dice que abandonar mi vida por un niño al cuál ni siquiera conozco es...

—No solo por él. —sonríe levemente —Sabes muy bien que una vez que yo tomé por completo este cuerpo, todo el mundo que Itadori Yuuji conoció alguna vez se verá destruido delante de sus ojos...

Su risa crece y de repente uno de sus ojos toma más claridad, el lado derecho del cuerpo se estremece buscando respuestas mientras el izquierdo permanece calmado. Ante mí, Sukuna e Itadori compartiendo el mismo cuerpo.

— ¡Sa... Sacerdote! No puedo... No puedo ver del lado izquierdo, mi cuerpo no responde...

—Es porque te permito solo salir del lado derecho para darle una lección al sacerdote.

El tronido de un hueso hace que la voz de Yuuji se vuelva un chillido y de pronto un grito desgarrador, el chico llorá y jadea contrayendo levemente el cuerpo mientras Sukuna ríe... Avanzó tratando de comprender lo que ocurre y un segundo fuerte tronido se hace escuchar. Los dedos de Itadori continúan rompiéndose poco a poco, su mano se se contrae y sangra... La piel se le desgarra y él solloza al punto del desmayo mientras pide clemencia con la vista perdida en la nada.

— ¡Lo haré! —expreso en un grito.

—Bien.

Sukuna toma posesión del cuerpo de Itadori por completo y poco a poco las heridas se curan mientras él me admira con superioridad. Su mano se estira hacia mí y no tengo más opcion que avanzar siguiendo su pedido... Él sonríe entre un estremecimiento que me aterra, su mano se cierra contra la mía y me atrae frente a él a lo que cierro mis ojos dejándolo hacer lo que le plazca.

—Si... —susurra con una voz más gruesa de lo normal, su respiración descansa sobre mi mejilla deslizándose a mi oído —Obediente... Así me gusta...

Puedo sentir su sonrisa tocar mi piel mientras su garra se desliza desde mi mentón pasando por mi clavícula hasta cotar de a poco mi ropa... La tela se desgarra y su uña fluye hasta tocar la tela de mi pantalón. Él se detiene jadeante. Y al abrir mis ojos puedo ver el éxtasis de su mirada que recorre mi cuerpo.

— ¿Me vas a devorar?

—Solo sellare nuestro trato.

Unos colmillos emergen de sus dientes y los encaja sobre sus labios dejando fluir la sangre sobre mi torso mientras mantiene la vista directa a mis ojos, sus labios se acercan y cuando tocan la piel de los míos simplemente cierro los ojos permitiendo, contra todo, que bese mis labios... La sangre, extrañamente dulce, se adentra en mi boca pasando por mi garganta mientras su garra dibuja algo en mi pecho... Al separar nuestros labios una sensación caliente me invade, en mi pecho estan escritas algunas runas incomprensibles para mí... Él sonríe y posando su palma contra mi piel puedo sentir un ardor fluir desde dentro hacia afuera. Contengo mi grito mirando el gozo de su mirada.

—Trato firmado.

—Bi... Bien. ¿Ahora qué?

—Quiero tu cuerpo.

— ¿Dejarás a Itadori?

— ¿Qué? —ríe pasando la mano por su cabello —No, el cuerpo de este chico permanecerá bajo mi control, simplemente le permitiré salir de vez en cuando para explorar su propio mundo.

— ¿Entonces...?

—Ahora sí planeo devorar tu cuerpo.

Tragando grueso me preparo para el dolor inminente de los dientes que pronto se van a ceñir contra mí carne viva, pero... En todo lo contrario puedo sentir el destrozar de mi pantalón que cae al suelo... La sorpresa me llena cuándo él de arroja al colchón y comienza a sacarse la ropa.

— ¿Qué?...

—Bueno... —encoge los hombros — ¿Que esperabas? —cae sobre mí —de verdad pienso devorarte.

Sus labios aterrizan sobre mi cuello y sus manos descienden por mi cuerpo, una palpa mi pecho con la palma abierta mientras la otra desciende sobre mi pelvis abriéndose paso sobre mi muslo para separar mis piernas. Todo me queda claro.

— ¿¡E... Estás loco!?

Él sonríe separando su rostro de mi piel —No te preocupes Megumi, puedo hacer que no te duela nada.

[Presente]

La devastación que sentí aquel día fue opacado por el increíble placer que el cuerpo de un demonio era capaz de ofrecer, mi cuerpo se sentía envuelto en llamas y era sorpresivamente placentero... Para cuando me di cuenta mis caderas se movían para complacerlo. Aunque la mañana siguiente desperté profundamente arrepentido y sintiéndome un completo asco...

Los meses restantes él siguió haciendo conmigo lo que le complació, mi mente comenzó a ver todo borroso y la realidad de un momento a otro término distorsionada, caí... En alguna clase de hechizo. Por él.

Su mano fluye por mi muslo y mis ojos se abren para volver sobre él, su sonrisa es grande.

—Luego de irnos a nuestro próximo destino podemos hacerlo cuánto queramos.

—Si. —sonrío posando mi mano sobre la suya —Estoy impaciente.

Vendí mi alma, mi vida y mi cuerpo a un demonio, pero el trato está cerrado, Sukuna ahora es tan mío como yo soy tan suyo. No destruirá el mundo que conocemos y dejará que Itadori salga de vez en cuando a la superficie; la última vez que vi al chico lo vi algo traumatizado, pero en el próximo tiempo intentaré hacerlo entrar en calma.

—Ya hemos llegado señores.

—Gracias. —entrega el pago —Nosotros nos haremos cargo de las maletas.

Al bajar tomamos nuestras maletas y nos ponemos en marcha hacia el andén del tren.

— ¿El dinero desaparecerá?

—Si, solamente es una ilusión.

—Bueno... —expreso sin importancia —eso significa que tendré que trabajar mientras duermes.

—El mocoso podrá ayudarte con los gastos.

—Bien.

Su mano toma la mía y seguimos nuestro camino hacia el vagón que nos corresponde. La vida que me espera una vez este tren salga de la estación es... Complicada, ilusoria y conflictiva; la iglesia nos perseguirá y tendremos que estar en movimiento constante hasta salir del país, mientras tanto... Tendré que cuidar de un chico de mi edad que se encuentra aterrorizado y me entregaré sin restricciones a un demonio que me desea con la intensidad de una bomba a punto de destrozar un continente entero. Yo soy... Lo único que lo mantiene tranquilo.

—Disculpe sacerdote, su boleto para sellarlo.

Despertando de mi transe doy un asentamiento —Claro, disculpe. Aquí.

—Bien, en menos de media hora vamos a partir. Si desean cualquier cosa no duden en llamarnos.

—Gracias —interviene tomando el asiento a mi lado y entregando su boleto.

—Disfruten su viaje.

Apenas se marcha Sukuna se inclina a mi rostro y admirando el vagón se retiene de besarme con algo de cansancio por la situación que nos envuelve.

—Hablé con el chico antes de salir de casa, le expliqué la situación desde mi propia voz. He visto que te causa incomodidad verlo tan aterrado —sonríe acariciando mi palma —él dijo que se comportará bien.

—No lo asustes más por favor.

—No lo hice. —ríe con dulzura —Confía en mi Megumi. —besa mis nudillos —seremos felices lejos de aquí. Yo ya lo soy porque te tengo.

Mi sonrisa fingida fluye sobre mi rostro, sinceramente... Todo en mi mente comienza nublarse, a este paso, la sonrisa que suelo fingir comenzará a volverse verdadera... Debo buscar una forma de impedir que siga jugando con mi mente.

Fin... Por ahora.

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