Un mágico atardecer.

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Un auto rojo convertible último modelo se detenía en la playa dejando ver a tres jóvenes adolescentes, la que conducía era una rubia que subía sus gafas para mirar el alrededor, de un brinco su copiloto bajaba, era un chico castaño que con un suspiro avanzaba por las maletas.

—Bueno —suspiraba abriendo la cajuela —el hotel está cerca, pero es una época del año con mucha gente, debe estar lleno el estacionamiento, llevaré las maletas...

—Oye Kankuro —apunta a la playa —Hermano, no se ve para nada lleno.

—Temari tiene razón —sale del auto mirando el lugar —el lugar está vacío hermano, quizá no deberías de cargar eso, el hotel no debe de tener gente.

Con algo de molestia la mayor bajaba del auto cerrando el capó y miraba a su hermano entre el cruzar de sus brazos.

—Te dije que debiste revisar el sitio web, mete las cosas de nuevo Kankuro —gruñia enfadada —Oye Gaara —sonreia avanzando a él —vi unos vestidores por la derecha —sonrie —toma tu bañador y llévate mi bolso para que guardes tu ropa normal, pasea por algún lado mientras Kankuro y yo vamos a dejar todo al hotel.

—Si, no suena a una mala idea —sonrie entregando la maleta —aquí está tu valija, saca tu bañador y ve a pasear un poco, pronto te vamos a alcanzar.

Algo dudoso, Gaara miraba la valija y solo asentía abriéndola y buscando su ropa mientras su hermana sacaba algunas cosas de su bolso y le tendía el bolso para que guardará sus ropas.

—Bien —suspira con desanimo —voy a esperarlos... ¿Creen que vayan a tardar mucho?

—Oye —lo abraza sonriente —no estés tan decaído, se que normalmente es Temari la que te da consuelo y todo eso...

—Justo es por esta razón —suspira divertida — ¿Ahora viene el consejo o...?

—Callaté —la reta con la mirada —pero bueno —vuelve a su voz tranquila —lo que trato de decir es que... Bueno, se que es difícil, que no te apasiona está tradición y mucho menos venir aquí... Al último lugar donde ella vino con nosotros, pero... Sabes que ella estaría feliz de vernos aquí, juntos, pensando en ella.

—Muy bien —declara la rubia —lo admito, han Sido buenas palabras.

— ¡Temari, rompes el ambiente aquí! —se queja molesto.

Con una leve risa el menor solo asiente y entre un asentimiento sigue su camino por el camino de madera mientras se despide con la mano de sus hermanos.

— ¡Si por lo que sea nos tardamos, ten tu celular a la mano! ¡Voy a marcar cuánto antes! —grita la rubia.

El menor no contesta nada y solo sigue su camino borrando de a poco su sonrisa. Con un suspiro Kankuro sube al auto y desde ahí ambos hermanos observan al menor marcharse, ella suspira extendiendo las manos sobre el volante, y él suspira al aire.

— ¿Por qué le seguimos haciendo ésto Temari? —gira la mirada a ella —ambos somos conscientes de que ésto no le agrada, no le gusta recordarla junto a nosotros.

—Dias como estos... Es mejor no pasarlos solos, es duro para todos, aún para mí, y para tí... Pensar en pasarlo solo es... Triste y agotador... No deseo verlo solo y triste, deprimido en su habitación.

—Aunque... La verdad me gusta un poco este día, el final... Estar sentados en la orilla de la playa, abrazados —sonrie entre un suspiro —sentirlo confiar en nosotros.

—El primer mes fue difícil.

El chico le da la razón, y encendiendo el coche parten rumbo al hotel. Con algo de desgane el pelirojo salía de los vestidores agradeciendo al hombre que cuidaba el lugar.

—Ha... Disculpe —se acerca al mostrador —mis hermanos llegarán en un rato, pero no estoy seguro de cuánto tiempo tardarán —posa el bolso en el mostrador — ¿Puedo encargarle el bolso?

— ¡Claro pequeño joven, aunque no hay mucha gente por aquí hoy! —rie animado guardando el bolso — ¡Ve a pasear si te place, yo estaré vigilando aquí todo el día! ¡Disfruta tu juventud!

Algo extrañado el joven agradecía alejándose y mirando como aquel hombre tomaba una escoba y parecía entrenar con ella mientras limpiaba el lugar. Aquel hombre era muy... Enérgico, y hablaba demasiado fuerte como para que el joven pelirojo se encontrará tranquilo teniéndolo a su lado. Los tres hermanos habían viajado todo el día, ahora la tarde comenzaba a llegar y sintiendo la arena fluir bajo sus pies, el agua chocar con sus tobillos, Gaara suspiraba mirando el océano, escuchando el choque de las olas y mirando la espuma... Recordando.

—Hola —se inclinaba levemente —Siento la molestia, mi nombre es Lee —da una leve reverencia.

—Hola —asentia —Dime que ocurre.

—Ha... Bueno —sujeta su nuca —soy el salvavidas de la playa —sonrie ampliamente —normalmente no molesto a la gente, pero... Te Vi tan solo y pensativo... Triste —sujeta su mano.

Aunque dudoso, Gaara observa atentamente al joven que lo mira con una sonrisa, sus cejas grandes, su torso trabajado descubierto, sus cabello cortado como un hongo de color carbón, y esa sonrisa... Una inmensa sonrisa que le transmitía de alguna manera confianza.

—Mi nombre es Gaara.

—Es un placer Gaara —tiende sus manos al camino — ¿Damos un paseo por la orilla? Podemos hablar de lo que quieras... O simplemente, puedo ir a tu lado en el mayor silencio que pueda soportar.

Una leve risa sale del pelirojo que asientiendo avanza a su lado mirándolo sonreír.

— ¿Eres familiar del hombre que cuida los baños y la pequeña tienda?

— ¿Guy sensei? ¡Si, si lo soy! O algo así... —dirige la mirada a él — ¿Quieres que te cuente?

—Me apetecería mucho la verdad —sonrie con sinceridad.

—Bueno... Guy sensei, me ayudó en momentos difíciles, ha sido como un padre para mí... Mi padre se enlisto en la guerra hace tiempo, mi madre murió a una corta edad...

— ¿Cuántos años... —dudoso bajaba la mirada sosteniendo su sudadera —cuantos años tenías?

—Tres años, si... Tres años.

— ¿Y con tu padre?

—cinco.

—Ellos se fueron muy pronto, ¿Él sigue con...

—Si, él vive aún, pero... Se apasionó al salvar a la gente, decidió permanecer dentro del ejército, y sirvió de mucho que Guy sensei cuidara de mí, nos conocimos por casualidad a mis cuatro años... Iba... —rie avergonzado —iba saliendo de la escuela, unos chicos me jugaron una broma y robaron mi ropa, corría desnudo por la calle ¡Solo con mi ropa interior! —rie animado.

El pelirojo comienza a reír con aquella charla que sigue y sigue hasta que llegan al final de la playa, dónde las rocas cierran el paso, ellos toman asiento en la arena y tranquilamente observan al sol ponerse.

—Es hermoso ¿No lo crees?

—Si —se abraza a sus piernas —es muy hermoso.

—Pero dime, pase como tres horas hablando sobre toda mi vida —rie, posando sus manos en la arena — ¿Que hay de tí? ¿Por qué estás aquí Gaara? ¿Porqué hablas con un extraño en la playa?

Divertido el pelirojo lo empuja levemente y se sienta de costado, mirándolo de frente.

— ¿Puedes... Responderme una última pregunta antes?

—Si —asiente tranquilo —dime.

—Que sean dos —muestra sus dedos con algo de vergüenza.

Riendo el azabache asiente y cruzandose de piernas mira directo al joven pelirojo.

—Dime Lee, ¿Vives aquí? Hablo de esta bahía.

—No, no soy de aquí, ahora mismo estamos en vacaciones, en vacaciones las playas se llenan de basura y junto a Guy sensei recorremos la playa levantando la basura de los turistas, es como... Un entrenamiento y ayuda al planeta.

Él asiente — ¿Dejarías que un extraño... Te besará?

— ¿He? —sus mejillas se tiñen de rojo — ¿Qué es... —avergonzado ríe —qué es esa pregunta?

— ¿Lo harías? —baja la mirada apenado — ¿Dejarías que un extraño te besará?

Aunque aquellos ojos carbón dudaban sobre los ojos cian del pelirojo, de pronto Lee solo asintió algo nervioso.

—Si eso... Te hace sentir mejor... Te dejaría hacerlo.

Un sonrojo ardiente se hacía de todo el rostro del pelirojo, pero Gaara no planeaba dudar más y poniéndose de rodillas frente a aquel azabache, trago grueso, una vez las manos de Lee se posaron en sus caderas apretó los labios e inclinandose unio sus labios a los de aquel joven. Ambos se encontraban avergonzados y dudosos, pero... De alguna forma les gustaba la compañía del otro, y sin pensarlo más avanzaron más suavemente deslizando sus labios entre los contrarios con cariño y deseo de no alejarse de más, ambos suspiraron sobre los labios contrarios y mirándose tragaron grueso. Entonces sonrieron cubriendo sus bocas entre su vergüenza.

—Yo... He tardado más de lo normal, mis hermanos deben estar esperando por mi.

Se levantaba sujetando su chamarra blanca y mirando a aquel joven levantarse a su lado.

—Entonces vayamos, yo te acompañaré de regreso.

—Por cierto Lee, ¿Por qué razón no había gente en la playa o el estacionamiento?

—Dijiste que venías siempre en esta época ¿Verdad?

—Si, es... Una tradición, para recordar a nuestra madre —confesaba más tranquilo.

—Bueno... Está vez hay un concierto en la ciudad, así que la playa se vacío por ello, se juntaron muchas atracciones de hecho, dicen que ocurrió un error con el contrato de la banda y vinieron mucho antes, la feria del pueblo por otro lado...

Y la plática siguió y siguió entre su caminar por la arena con el sol a punto de ocultarse, las pequeñas farolas del camino se encendían y entre ellas, dos jóvenes sonrientes y divertidos avanzaban con tranquilidad. Al llegar ambos pudieron ver cómo eran buscados con desespero por ambos hermanos y el sensei de Lee, despidiéndose con las manos cada quien partió a su lugar, Gaara veía a aquel chico alejarse mientras su hermana le daba un sermón sobre la hora y diversas cosas.

— ¡Gaara, Gaara, Gaara! —tronaba los dedos con desespero — ¡Por dios! —decia enfadada — ¡Oye! vamos a poner las velas y hablar con madre antes de que se haga más tarde.

—Ya será algo difícil encender las velas sin que se apaguen —menciona entre un suspiro —Pero dime, ¿Que estuviste haciendo toda la tarde? —apunta hacia la salida de la playa — ¿Y quién era ese chico?

—Se llama Lee —responde sonriente —nos la pasamos hablando de cosas al azar, de su vida y la mía...

— ¿Como una cita? —cuestiona interesado.

—Pues... —avergonzado ayuda a su hermana —lo bese.

— ¿¡Qué!? —cuestionan con sorpresa.

Entre una leve risa y seguir con los arreglos, Gaara comienza a contarles a ellos y su madre todo lo que había aprendido sobre Lee en esa tarde. Al apagar las velas y recoger todo, los hermanos se dirigieron al hotel, pero al salir de la playa notaron una silueta familiar en una banca, sorprendidos, solo sonrieron y sujetaron el hombro de su hermano deseándole suerte, él joven sonrío asientiendo y al llegar cerca de aquel joven levanto la mano.

— ¡Lee! —decia nervioso.

—Hola —sonreia poniéndose de pie —No quiero entretenerte mucho, quería... —le tiende un papel —darte mi número, para que hablemos, durante tu estadía aquí y... Quizá luego —frota su nuca nervioso —me gusto pasar la tarde contigo, hablar contigo...

—A mi también —observa animado aquel número —Nos quedaremos por una semana, ¿Crees estar libre para llevarme a la feria de la ciudad... Quizá mañana?

— ¡Claro! —aprieta los labios —entonces... Es un cita —sonrie tragando grueso.

—Es una cita —sonrie animado.

—Oye... ¿Puedo...? Se que es atrevido pero ¿Puedo besarte antes de la cita?

Riendo es Gaara quien avanza y poniendose de puntillas besa a aquel chico, para solo alejarse con los ánimos al máximo y notar las sonrisas cómplices de sus hermanos que lo esperaban en la lejanía, sujetandolo por los hombros los mayores comenzaban a felicitarlo mientras él regresaba levemente la mirada atrás mirando como aquel chico pasaba de tocar sus labios a brincar totalmente animado.

— ¿Y entonces? ¿Ya te gusta esta tradición?

—Creo que si Temari... Hoy fue... Un buen día, casi fue... Mágico el atardecer.

—Oh... Perdimos a nuestro hermanito —lo abraza por los hombros despeinandolo —el pequeño solo vendrá para ver a ese chico tonto en vacaciones.

— ¡Claro que no! —lo empuja entre su risa —tambien para contarle a mamá sobre él... Y sobre todo... Quiero que ella lo sepa.

— ¿Ese chico te dijo algo para que cambiarás de actitud sobre este día? —cuestiona la rubia.

—Es solo... Que me habló de su madre, y la forma tan feliz en la que lo hacía... Me hizo sentir... No lo sé, más calmado sobre la perdida.

—Bueno, al menos no es una mala influencia.

— ¡Pero te dije que tuvieras el celular todo el tiempo! ¿Cómo pudiste dejarlo? Por suerte ese hombre contesto y nos explico lo pasado.

—De verdad estábamos preocupados Gaara.

—Lo siento hermanos, no volverá a pasar.

—Ahora tienes novio, dudo que cumplas esa promesa —bromea kankuro.

— ¡Basta! —rie avergozado.

Entre su tranquila plática los hermanos siguen riendo con cada nuevo paso, haciendo sonrojar al menor que les contaba sobre su maravillosa tarde.

   

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