Un nuevo ayudante en el reino.

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Dos toque fueron dados en la puerta y tras una leve contestación de entrada, el sirviendo se deja ver, Zuko cierra su bata real para observar al hombre que nervioso arregla su voz.

—Señor del fuego Zuko, tiene... Un invitado.

— ¿Un invitado? ¿Quién podría ser? —se levanta curioso.

—De la tribu del agua del sur —se aparta dejando la entrada libre —Sokka el guerrero.

El hombre se muestra en la puerta con una sonrisa confiada y Zuko avanza con prisa abrazándolo animado.

— ¡Sokka! Pero que gusto verte —lo sujeta por los hombros alejandose — ¿Que te trae por aquí? Vamos, entra, toma asiento, gracias por el anuncio mensajero.

Al salir el hombre, Sokka comienza a reír más confiado mientras el señor del fuego toma asiento y él lo sigue.

—Pero dime ¿Que te trae por aqui?

—Debo decirte algo no muy grato de oír —suspira entre pasar sus manos por su cabello —Hay problemas en la capital, Aang a estado luchando con un grupo problemático...

— ¿Sucedió algo malo? ¿Está herido? —cuestiona con seriedad.

—Salio un poco herido en su última batalla, lo emboscaron.

—Dios... Eso significa que necesita mi ayuda ¿Cierto?

—Mas bien... Yo necesito tu ayuda.

Por lo bajo Sokka saca un folleto de entre sus ropas y se lo entrega a Zuko, el señor del fuego observa atentamente aquel afiche con el rostro de Sokka impreso entre el "Se busca" su mirada sube dudosa.

—Sokka ¿Que es ésto?

—La misión que Aang y Toph decidieron encomendarme.

— ¿¡Poner tu rostro en un cartel de se busca por tanto dinero!? —se levanta preocupado — ¡Todos los mercenarios de la zona debes estar buscándote!

—Si, si, tienes razón —se levanta sujetando los hombros contrarios —Pero espera un segundo, cálmate y escúchame.

Aunque dudoso y alterado, el señor del fuego asiente y toma asiento al lado de aquel hombre que sujeta su mano.

—Muy bien, déjame contarte... Un grupo muy fuerte a intentado diversos ataques contra Aang, es un grupo grande con gente de diversas tribus... Es un caos, como estratega de Toph decidimos infiltrar a alguien en la organización, ellos decidieron que yo sería la mejor opción —sonrie orgulloso —obviamente porque soy muy confiable.

— ¡Eso no es algo por lo que estar orgulloso! —muestra el folleto — ¡Porqué ahora mismo tu rostro está entre los más buscados!

—Zuko, relajate un poco —descasa su brazo al rededor del contrario —mira... El plan era pasar desapercibido, contábamos con que habría pruebas hacia los novatos —se señala con calma —pero no contábamos con que las pruebas fueran tan... Complicadas —exhala un suspiro —manejar armas es fácil, tengo tú práctica con la espalda, la lucha a cuerpo limpio, se de las técnicas de los maestros, como esquivarlas, como sentirlas... Y pase todo con facilidad —sonrie orgulloso —parecian aceptarme por completo, pero... Hubo dos últimas misiones para asegurarse de mí, debía robar a un par de personas objetos valiosos para el grupo... Eran ratas grandes, ellos eran poderosos, salí victorioso, pero... Se percataron de mí.

— ¿Ellos te siguen? —cuestiona preocupado.

—Si —asiente —ellos colgaron el primer afiche, y el grupo entero lo festejo halabandome como al mejor, pero Aang y Toph decidieron que sería mejor abortar la misión, el grupo no lo tomo mal, me encargaron misiones extras y todo... No pienso abandonar la misión Zuko.

— ¿Qué? ¿¡Estás loco!? ¡Tu vida está en riesgo!

—La de Aang por igual.

— ¡No, Sokka! Comprende, no digo que seas menos poderoso —lo sujeta por los hombros con seriedad —pero Aang es el avatar, puede arrebatar los poderes de quién sea y tiene a Toph como mano izquierda que lo cubre lo más posible... Tú eres su mano derecha, el cerebro detrás de sus triunfos... Eres mucho más importante como para morir por esa cantidad de dinero.

Ante aquellas palabras el hombre de cabello castaño veía con atención aquel rostro lleno de temor, de duda; tragando grueso Sokka deslizo su mano por la mejilla semiquemada del azabache y se acercó con el entrecejo fruncido para mirar de cerca aquella sorpresa y miedo en el rostro contrario. Y sonreír.

— ¿Tanto así te importo?

Tragando grueso el señor del fuego se levantó cubriendo sus labios y dándole la espalda a aquel hombre que sonriente lo seguía hasta posarse detrás suyo y sujetar su cintura con delicadeza, acercándose sobre su hombro. Zuko lo miraba dudoso, e inquieto.

— ¿Por qué veniste aquí?

—Te mentiría si dijera que solo por protección —suspiraba sobre aquel cuello blanco —la muerte me persigue... —inhalaba el olor de aquel hombre —el miedo me llenaba cuando los primeros asesinos llegaron... Y mientras luchaba contra ellos —sujeta con firmeza aquellas caderas llevando sus labios hasta los oídos del azabache —lo primero que me vino a la mente al pensar en mi muerte... Fuiste tú, te recordé —musita cerrando los ojos —recorde todas las veces que estuvimos juntos como amigos, tus risas —se frotaba contra aquella piel —tus vergüenzas, tus molestias... —sus labios rozan aquellos hombros —y me sentí tan bien recordandoló que pensé que me había vuelto loco.

—Sokka —mencionaba con vergüenza desviando la mirada.

—Zuko... Sientes lo mismo que yo, ¿No es así? —avanza tomado sus manos para mirarlo de frente —durante los años que compartimos juntos tú sentías lo mismo que yo... Lo sé... Por tú mirada.

—Sokka, eso no está bien... Ambos somos hombres.

— ¿Y que más da? —busca su mirada —mi pecho se ha sentido de este modo antes, por diferentes personas, de diferentes naciones, de diferentes rasgos... Y ahora, de diferente género.

Buscando la mentira en aquellos ojos negros, Zuko se veía sorprendido por la calma de aquel hombre y tragando grueso solo bajaba la mirada.

—Deja de jugar.

—Sabes que no estoy jugando Zuko.

Ante aquella seriedad el señor del fuego se mantenía sobre aquella mirada sincera y solo podía sujetarlo por las mejillas acercándose a su rostro. Lentamente los labios de ambos personajes se entre abrían dandole paso a los labios contrarios de deslizarse entre los suyo, con respiraciones profundas sentían fuertemente al contrario encima suyo, poniendo fuerza y deseo al beso. Sokka se aferraba a la cintura del azabache mientras éste se relajaba posando las manos y luego los brazos sobre los hombros del contrario mientras acariciaba aquel cabello con profundidad acercando a su pareja sobre él.

—Mmm... —limpiaba los restos del beso —Sokka.

— ¿Si? —sonreia más tranquilo.

— ¿Podemos seguir hablar de quienes te persigue?

El castaño asiente y tranquilamente avanza junto a Zuko hasta el sofá del lugar donde toman asiento mirándose de frente.

—No hay forma de que ellos olviden su rencor así mí, y si Aang o tú, o cualquier otro líder de nación intenta meter sus manos por mí... Él o ella terminará en problemas con esas personas... Estaré saliendo cada tanto a buscar las cosas de las misiones que me encomendaron, voy a cubrir mis huellas a la perfección, y volveré aquí con un perfil bajo... Ellos están tramando algo grande, algo que podría herir a Aang, necesito saber cuándo es... Y que es.

—Esta bien —suspira ante la decisión de la mirada ajena —nuy bien Sokka, pero... Debes pasar como un sirviente más, vamos a cambiar tus ropas, serás... Cómo mi ayudante personal, me peinaras, leerás para mí, te encargarás de alistar mis ropas y baño... Todo lo que se trate de estar aquí dentro, a salvó.

Con una leve sonrisa Sokka asiente y se acerca de sobre manera sorprendiendo al señor del fuego que vencido ante aquel hombre moreno lo deja acercarse a sus labios. Sokka sonríe ante aquel cuerpo sujetando la nuca blanquecina del azabache profundiza más el beso.

—Zuko —suspira contra sus labios uniendo sus frentes —hice algo para tí, ¿Puedo dártelo?

Curioso asiente y observa a Sokka sonreír con confianza y sacar de entre su ropa algo que mantiene oculto en su palma, su mirada sube al rostro contrario.

— ¿Que es?

—Primero quítate la bata y levanta tu cabello.

— ¿Un collar? —cuestiona pensativo — ¿Es eso?

—Anda —se levanta jalando la capa —quitate ésto y haz lo que digo.

Riendo asiente —pero que atrevimiento el de un sirviente hacia su señor.

Entre una leve risa de ambos hombres, Zuko se quita la bata real y deja que Sokka se pose detrás suyo mientras le deja el paso libre a su cuello.

—Este es... —sonrie colgando el collar —un collar de matrimonio en mi tribu, tal vez recuerdes el que Katara tenía.

Asientiendo el azabache miraba aquel collar con una sonrisa.

—Son muy especiales ya que todos son distintos, son grabados por el esposo para su mujer... En este caso... Grabe... Mi Boomerang y tus espadas, guiados por las corrientes... Del agua y fuego —toma asiento a su lado.

Con una sonrisa el azabache observa aquella piedra con las marcas dichas y las aprecia en su totalidad.

—Tambien... Es como... El regalo de los pingüinos, ya que... Bueno —rie nervioso —no estoy seguro de que podamos casarnos, jamás se ha visto algo así... Pero... La piedra, la escogí de entre un montón de piedras que podrían ser iguales, pero al verla... Sentí que era especial, que la merecías... Los pingüinos regalan piedras al amor de su vida, la persona que siempre estará ahí para ellos.

Su mirada subía con sorpresa hacia aquellos ojos sinceros y abrazándose a aquel cuerpo suspiraba con algo de pesar ante la idea de poder perder alguna vez a aquel hombre. Pero daba igual, no iba a pasar pronto, y mucho menos bajo su cuidado.

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