Una loca como tú

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Si era sincero consigo mismo, sabía que todos lo veían como el mayor lunático de aquella institución y hasta el mismo pensaba que lo era, posiblemente creerían que como pareja ambos estarían mejor encerrados en un psiquiátrico, pero... Cualquiera con medio cerebro sabía que no se le podía decir que NO a aquella chica.

Sokka no comprendía el interés que Azula había tomado hacia él, Zuko mismo le había dicho que a veces su hermana simplemente perdía la cabeza y lo alentaba diciendo que más temprano que tarde aquella chica superaría tal... ¿Romance? La verdad es que no comprendía lo que ella sentía por él, quizá solo era un interés por algún aspecto de Sokka, es decir, siendo nada habia logrado todo lo que se proponía a pesar de las críticas y el acoso. Eran capitán del equipo de fútbol americano, el As principal de Natación y no se manejaba nada mal en atletismo, esgrima y baloncesto además de haber ganado varios concursos estatales contra otras escuela, quizá no era el más inteligente, pero era poderoso, y no había nada que le encantará tanto a Azula como el poder.

—Oye novio.

Sus ojos se cierran en una plegaria a los espíritus mientras toma aire y se prepara para cerrar su casillero y verla tras la puertilla de metal. Y ahí estaba, con sus cejas tan delgadas y definidas como un par de cuchillas, sus ojos marrones tan feroces como seductores, sus labios carnosos y mortiferos manchados de un tono escarlata profundo. Azula.

—Hola. Hoy tengo práctica de natación ¿Te importa si las alcanzó luego?

Azula parece pensarlo llevándose el índice sobre los labios para volver la mirada sobre sus dos compañeras, aquellas amigas que siempre estaban a su lado, a veces más obligadas que nada.

—No me importa que no vengas con nosotras, pero espero vayas a recogerme en el centro comercial después de terminar nuestras compras. Llevaré la moto, de ahí nos vamos a mi casa.

—Uh... —expone con cierta incomodidad —si, está bien.

Azula separa el cuerpo de las casillas dando dos pasos firmes y decididos hasta quedar de frente a aquel chico, luego da dos golpecillos lentos sobre su mejilla con sus largas y filosas uñas, Sokka trata de mantener su sonrisa y finalmente se inclina para besarla.

—Te ves hermosa hoy Azula.

—Gracias. Lo sé. —toma las solapas de la campera roja y naranja con los colores de la escuela —Tú también. Hasta más tarde, novio.

Y así como así se marcha con el delicado andar de sus botas, sus amigas le siguen dedicando una sutil mirada de pena y desagrado sobre el joven moreno. Al verlas virar en el pasillo Sokka exhala un suspiro frotandose la nuca y descansando contra los casilleros. Lo habían acorralado. Inhalando profundamente gira en dirección contraria dirigiéndose al exterior del edificio para salir cuánto antes en dirección a sus clases de natación.

Había sido una tarde normal luego de sus clases de esgrima, la mayoría de sus clases extras las tomaba al lado de sus amigos, por ejemplo, el baloncesto lo jugaba al lado de "Pies ligeros" como le había nombrado Toph, el fútbol americano lo compartía con Zuko y las clases de Gimnasia con su hermana, además de que en los últimos días se había tomado el tiempo para enseñarle a Toph a nadar para superar un miedo pasado, pero esgrima era la única clase que siempre tomaba solo... Ahí fue cuando lo acorraló.

— ¿Hoy no viene la reina del dolor contigo?

— ¿No le queda mejor Sádica lunática?

—Histerica fogosa —bromea.

— ¡Eso suena más a mujer en sitio de citas! —ríe.

Ante las risas Sokka pasa directamente a su casilla comenzando a quitarse la ropa para acomodarse el bañador, las burlas y sobrenombres siguen detrás suyo.

— ¡Se llama... Azula! Y no... —observa a todos —hoy no ha podido venir.

Todos guardan silencio ante sus palabras e incómodamente comienzan a cambiarse para salir de los vestidores. Azula llegó al lado de sus compinches que tomaron guardia fuera de los vestidores mientras ella se presentaba ante él y le decía que no era una sugerencia ni un pedimento, que Sokka sería su novio sin ninguna otra alternativa, Sokka pensó que sería una broma o solo un intento de molestarlo que duraría menos que nada, pero en cambio Azula se presentó dia tras día llamándole novio, pidiéndole que la besará y esperando palabras de elogio, tomándole la mano y haciéndole abrazarla en algunas ocasiones, pidiéndole o más bien ordenándole que fuese por ella a cierto lugar o que simplemente tomarán el almuerzo juntos.

— ¡Hoy habrá práctica libre chicos, trabajaré individualmente con ustedes! ¡Empiecen a nadar!

En sus citas las charlas eran muy cortas, más que nada ella le hablaba de aquellas personas que la sacaban de quicio durante el día y otras tantas a las que había hecho morder el polvo en diferentes formas, en otras ocasiones se detenía un segundo para admirar el panorama como si se encontrará desinteresada y totalmente conforme con aquel silencio, pero de pronto lo veía fijamente y le preguntaba sobre su día, sobre si algún idiota había decidido molestarlo...

— ¡Sokka, no estás concentrado!

Luego llegaban las horas a solas en su casa, no era un secreto, teniendo a Zuko como amigo que siempre que podía charlaba sobre el ambiente tan tóxico y pesado que se respiraba en su casa, lo normal era que Azula se moviera dentro de aquella casa mientras él permanecía "Protegido" en las cuatro paredes de su habitación evitando las apariciones sorpresa del padre de Azula o su abuelo, con el tío no había problema pues era un hombre muy tranquilo y hablantin, aunque parecía darle vergüenza a Azula; luego... Las verdaderas horas a solas con ella, normalmente ella le ayudaba con las materias explicándole desde hasta tres enfoques diferentes hasta llegar a su límite desde el cual, aunque normalmente estallaba, se levantaba en silencio con los puños cerrados sobre los costados y se marchaba en pisadas recias, en esos momentos Sokka se sentía verdaderamente estúpido y algo culpable, sabía que ella estaba intentando ayudarle en ese aspecto.

— ¿Por qué te detienes? —cuestiona un compañero a su lado quitándose las gafas de buceo —El profesor ya te ha llamado la atención, no puedes seguir perdiendo el foco.

—Yo... Solo es que me siento un tanto mareado... Aturdido.

— ¿Y por qué has venido? —sujeta su hombro —vamos, vamos, salgamos de aquí. Si vomitas en la piscina serás realmente sancionado.

El profesor le ayudo a salir y lo mando a cambiarse además de preguntarle si debía llamar a su número de emergencia, y sugerirle que llamará a alguien para que lo ayudase a volver a casa. Tomó asiento en las bancas quitándose la gorra plástica y lentes acuáticos del cuello para mirar directamente a su casilla en donde tenía su maleta con ropa seca y sus productos de baño; se levantó y abriendo la casilla observaba directamente su bolso, corrió el cierre y su celular se vislumbro por la esquina de entre las ropas, seco sus manos con la toalla y al tomarlo en mano y encenderlo... Se encontró con la foto que Azula les había tomado y le había obligado a usar de fondo de pantalla.

Ahí estaba Azula, con lentes de sol color rojo y marco negro, con un vestido negro de corte a cuadro sobre el busto, Sokka tenía la camisa blanca que promocionaba la tienda de té que el tío de Azula había abierto y en su cara había una sonrisa casi forzada, pero... Recordaba lo que había ocurrido luego de esa foto, recordaba que ella había comenzando a reír al ver a un mono bailar para conseguir monedas, que se veía hermosa riendo sinceramente y... Que no pudo evitar querer hacerla reír más así que comenzó a contarle una historia que había vivido con uno de esos monos bailarines, y ella lo veía con ojos radiantes riendo en una contención aunque sus mejillas estaban rojas de risa. Marcó el segundo número de su agenda.

*— ¿Hola?

—Azula, me siento un poco mal. ¿Crees que podrías venir por mí?

*— ¿Qué?... Uh... ¿Que tienes?

Su sonrisa calmada le surco el rostro porque podía escuchar claramente como ella caminaba rápidamente después de haberse apartado de su asiento con brusquedad.

—Solo... Me siento un poco mareado, tuve un poco de náuseas pero creo que ya se me han pasado...

*— ¿Sigues en los vestidores? Iré enseguida, espera ahí por mí.

—Voy a darme una ducha rápida así que... Si no estoy cuando llegues solo espera un poco.

*—Esta bien. Ten cuidado, voy enseguida.

—Gracias.

Al salir de la ducha se cambió con cierta ilusión en su cara y espero pacientemente hasta que escuchó sus pasos recios y casi frenéticos, ella abrió la puerta mostrando una respiración agitada y un par de ojos bien abierto en algo que parecía preocupación y enfado. Él le sonrío.

— ¿Estás... Estás bien?

Ella se mantuvo en la entrada con ambas palmas flexionadas en tensión a la altura de su vientre, y Sokka se levantó tomando su mochila en mano, pero en segundos ella ya habia cruzado el espacio que los separaba para quitarle el bolso y cruzarlo sobre su hombro. Sokka ni siquiera lo pensó, la inclinación de su rostro hacia los labios de ella fue tan sorpresivo para él como para ella, pero Sokka sonrió casi enseguida tomándole la mejilla para volver a besarla, y luego la miró ahí, atónita y sonrojada.

—Si me... Si me enfermo te golpearé.

—O podrías devolverme la enfermedad.

Ella palidecio estremecida por la idea y solo golpeó el vientre de su pareja —Te llevaré a mi casa, ahí tenemos medicina y varios botiquines.

— ¿Por qué necesitarían varios botiquines?

—Bueno... —siente el brazo de su pareja rodearle los hombros —padre le quemó la cara a Zuko una vez. Podría pasar algo así otra vez.

Ella hablaba enserio, y Sokka quería tratarlo como un tema de lo mas normal, pero la verdad era que la familia de ella le daba bastante miedo; aún así sonrió en su dirección y le beso la frente blanca y descubierta para andar a su lado. Con la mochila al frente Azula palmeó el sitio libre detrás de ella y Sokka subió sujetándose por primera vez de la cintura de su novia y recostandose en el hombro de ella.

—La verdad es que estás un poco caliente del rostro. Procura agarrarte bien. —toca la palma sobre su vientre sintiendo el asentir de su pareja —Llegaremos enseguida.

Todos decían que Azula estaba mal de la cabeza, que era una loca desquiciada que disfrutaba ver el dolor ajeno, y era verdad, era una chica brutal; pero en la soledad de su habitación había ocasiones en las cuales le pedía a Sokka que se acostaran en la cama y simplemente la abrazara, siempre pidiendo contacto físico, en ocasiones sintiéndose mal después de hacer o decir algo y demostrarlo con un rostro malhumorado y la huida, Sokka no sabía lo que la había hecho ser así, pero esa chica... Esa hermosa chica... Podía ser cálida y normal... Delante de él.

Al llegar a su casa la fiebre ya estaba tan elevada que Sokka apenas y podía sostenerse, sentía un frío extraño recorrerle los huesos y bastante debilidad; Azula había recurrido a toda su fuerza para llevarlo al tercer piso y tenderlo en su cama, le quitó los zapatos y fue corriendo por un botiquín a su cuarto de baño del cual también había sacado toallas pequeñas y una tina con agua, se tendió en una silla a su lado y remojó una toalla para ponerla en la frente de su pareja, luego buscó un termómetro y se lo colocó en los labios mientras buscaba con demasiada prisa unas pastillas.

—Debo ir a traer agua.

—Oye... —toma la muñeca ajena — ¿Puedes acostarte conmigo después?

— ¿Qué? ... Sí.

Luego de tomar la medicina y sentirla meterse en la cama simplemente se abrazo a su cadera escondiendo su rostro tras la espalda de ella, y se quedó profundamente dormido.

Despertó alrededor de las ocho de la noche cuando la sintió levantarse de la cama, pero volvió a dormirse cuando sintió una nueva toalla fría sobre su frente, luego despertó a las diez cuando tocaron la puerta avisando de la comida, pero se sentía demasiado débil y volvio dormir luego de pronunciar su nombre y obtener una respuesta rápida. Despertó a la una de la mañana cuando ella le quitaba la ropa para ponerle una nueva muda de ropa, una pijama.

— ¿Cómo te sientes Sokka?

—Creo que... Un poco mejor... ¿Me puedes dar agua?

Ella le tendió rápidamente un vaso de agua y sujetándole la nuca le ayudo a beber; sus ojos pesaban y aún se sentía un tanto mareado y con bastante frío al mismo tiempo que calor, pero ahí seguía ella, despierta y atendiendolo. Le colocó el termómetro y en un rostro apareció el alivio.

—Ha bajado. Yo ya... He contactado a tu hermana para decirle dónde estás y lo que ha pasado, como no me creyó le dije que podía llamar a tu entrenador y preguntarle... ¿Estuvo bien?

—Sí. —exclama con voz ronca tomándole la mano —Gracias. Pero no creo poder irme, me siento demasiado...

—No te he pedido que te vayas Sokka, podemos dormir los dos aquí, a papá no le molesta y evita meterse en mis asuntos la mayoría de tiempo. Además estaría preocupada aunque te vaya a dejar a la puerta de tu apartamento. Prefiero que te quedes aquí.

— ¿Ya te has duchado?

— ¿He? Sí... ¿Qué pasa?

Sus ojos buscaban mucho más en su rostro, buscaban todo aquello que la gente no se esforzaba por ver, buscaba lo que realmente era ella, lo que ocultaba de todos. Ella era... Una loca, claro, pero... También una niña herida que buscaba refugio. Su mano se elevó hacia la mejilla de ella.

— ¿Por qué quisiste que fuese tu novio? Antes me odiabas.

—Porque... Descubrí lo atractivo que puedes ser, obviamente.

Él sonrío, quería creerle, quizá y esa fuese la verdad, con Azula nunca se sabía realmente.

— ¿Duermes conmigo?

—Bueno, no pensaba dormir en el sofá.

Su risa se le contagió a ella y un segundo después ambos estaban en la cama mirándose mutuamente, tocándose tan solo las manos, juntos.

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