Capítulo 27

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Con el corazón embargado por la felicidad de saber que Jimin había puesto en su lugar a ese hombre, y con el orgullo de escuchar de la propia boca de su novio, toda la confianza y amor que había de su parte para él, Jungkook continuó en su escondite, protegido por la oscuridad. Había escuchado los pasos del escritor alejarse cada vez más acelerados, dándole a entender que había comenzado a correr.

Podía comprender perfectamente el hecho de que Jimin, luego de liberar tanta adrenalina, fuera consciente del peligro que podía correr si se quedaba demasiado tiempo. Jungkook no conocía a Jaewo, pero las historias que había escuchado sobre él eran suficientes como para saber de lo que podía llegar a ser capaz. Justo por eso no se había movido de su sitio, para encararlo de ser preciso y proteger a Jimin de todas las maneras posibles. Pocos segundos bastaron para darse cuenta de que su decisión había sido la correcta.

—Esto no se ha acabado, Jimin —susurró, relamiéndose los labios con anticipación—. Nadie me humilla de esta forma. ¡Nadie!

Esas palabras fueron el detonante de Jaewo, que salió de su sorpresa, dispuesto a perseguir a Jimin. Sin embargo, esto constituyó también para el actor, el incentivo que necesitaba para hacer lo que más deseaba desde su llegada con ese hombre.

Jeon tomó impulso, desde su posición de cuclillas, y se alzó, acelerando con todo su peso, hasta golpear a Jaewo con un fuerte lariat que lo lanzó al suelo de inmediato, tosiendo con fuerzas y sosteniendo su tráquea.

—¡¿A donde crees que vas, bastardo?! —espetó, con todo el odio que llevaba demasiado tiempo guardando.

—Qué mier... —Silencio. Jaewo no pudo pronunciar palabra cuando reconoció a quién tenía delante—. Vaya, vaya —trató de hablar con claridad, pero su voz se escuchaba ronca. Solo podía disimular su falta de aire y el dolor—. Miren a quién tenemos aquí: Jeon Jungkook, en persona. Tal parece que sí te importa, tan siquiera un poco, la pequeña putita que tienes por novio.

Jaewo no pudo ver el puñetazo llegar, solo sintió el estallido de dolor en su rostro, y su cuerpo perdió el equilibrio.

—¡Cállate, infeliz! No mereces tener a Jimin, ni siquiera en tus asquerosos pensamientos.

—¿Mis pensamientos? —resopló, aclarando su garganta—. Lo he tenido en mi cama, que es mucho mejor, gimiendo mi nombre y rogando por mi polla.

Jungkook dio un paso veloz al frente, listo para golpearlo de nuevo. Logró conectar un segundo puñetazo antes de que su contrincante se alejara, tambaleándose nuevamente.

—Por suerte para ustedes, de momento, solo yo tengo la evidencia de lo sucedido entre nosotros. Los profesores arruinaron la diversión en el pasado, y se deshicieron de todo. —Se limpió la sangre de la comisura de sus labios—. Jimin no estuvo dispuesto a ceder, a pesar de que pondrá en riesgo tu reputación. ¿En serio ese chico vale tanto?

—¡Lo vale! —respondió Jeon, sin dudar—. Mi reputación no es tan frágil. Además, sin importar las consecuencias, estoy listo para asumirlas con él. Jimin no tiene que preocuparse por mí.

—Tal vez tengas razón. Pero, ¿no deberías tú preocuparte por él? ¿Qué hay de su reputación, de todo el odio que recibirá en tu lugar? ¿Acaso quieres que vuelva a ser el centro de burlas y prejuicios, pero esta vez a gran escala? Quizás esta vez no logre sobreponerse. ¿Y si se suicida? —El rostro de Jungkook se puso tenso. Jaewo rio—. Puedes solucionar todo ese problema hoy. Aquí y ahora. Dame lo que quiero y me callaré. —Sonrió con malicia.

—¿Darte lo que quieres? ¿Para qué? ¿Para que te sigas aprovechando de él y lo sigas haciendo sufrir? Él confía en mí y yo en él. El depositó su fe en que permaneceré a su lado y enfrentaremos todo junto. Lo menos que puedo hacer, es pensar que él está dispuesto a fortalecerse y crecerse ante las dificultades. Métete tus ofertas donde mejor te quepan, no hay nada que puedas hacer en nuestra contra.

—¡Mierda! ¡¿Por qué tienen que ser tan idiotas?! ¡¿Qué ganan con esa estúpida prueba de amor verdadero?! —Hizo comillas con sus dedos—. ¿Vale la pena?

Jungkook tomó aire para calmarse y respondió, con una nueva interrogante:

—Dime tú, si vale la pena estar extorsionando a personas inocentes, en lugar de hacer algo útil con tu vida. ¿Diversión? No me hagas reír. No sé si es obsesión ese sentimiento retorcido que tienes por Jimin, pero ha llegado la hora de cortar los males de raíz.

»Esto va más allá de una simple broma de adolescentes, que se castiga con suspensiones o traslados a escuelas correccionales. A pesar de que tu mente parece haberse estancado en un pozo de inmadurez e idiotez, eres un adulto, uno que puede ser juzgado por la ley con todo su peso. En nuestras manos tenemos las pruebas para hundirte lo suficiente como para que no puedas ver la luz otra vez, sin que haya barrotes de por medio.

—¡No me amenaces! —La voz de Jaewo tembló, como si recién se diera cuenta de todos sus errores de principiante.

—¿Asustado de convertirte en presa, cazador? —contraatacó Jungkook—. ¿Acaso creíste que podrías amenazarme y salir ileso? ¿Por un momento pensaste que quedarías impune después de meterte con mi chico? —Se acercó hasta que pocos centímetros separaron sus rostros—. Jimin parece haber terminado contigo, pero, para tu desgracia, yo no. Te reto. Sube siquiera una foto que lo comprometa, por no mencionar el estúpido video. Haz algo que perjudique a Jimin de nuevo, y ten por seguro que te arrepentirás de haber nacido.

Jaewo trastabilló hasta caer sobre su trasero, observando a Jungkook desde el suelo, con expresión resignada y derrotada. Sus planes se habían volteado en su contra y multiplicados por diez. ¿Era esto a lo que llamaban karma? Jeon le dio una última mirada de repudio, mezclada con un deje de condescendencia, y se alejó, sabiéndose con su cometido cumplido.

Los minutos pasaron y el peso de la realidad se hacía cada vez más inminente para el hombre miserable y golpeado sobre el asfalto. Nunca se le habían dado bien las peleas, no era fuerte, se dedicaba a aprovecharse de los demás para obtener una reafirmación de su hombría y demostrar su masculinidad, usando su riqueza y el nombre de su familia para lograrlo. Las personas a su alrededor, a las que alguna vez llamó amigos, solo se le acercaban por el dinero de sus padres. Ahora que hasta sus progenitores le habían dado la espalda, ¿qué le quedaba? No había calculado lo suficiente respecto a Jeon, y ese hombre había resultado ser un gran problema en sus planes. Lo habían puesto contra la pared.

¿Cómo escapar? Su deuda con Hoseok, que no había hecho más que agrandarse por los intereses, era ya una soga en su cuello y no un grillete en su tobillo. Y Jack, como conocían todos en el bajo mundo a Jung Hoseok, no dejaba deudas sin cobrar, ni siquiera a sus mejores amigos; aunque él había perdido el derecho de ser llamado así, según le había dejado claro Onew, cuando vino a amenazarlo. No tenía a quién recurrir. Si bien su orgullo estaba herido por las advertencias de Jeon, ciertamente no podía retarlo y ponerlo a prueba subiendo la evidencia como venganza. Por otro lado, venderlas a una revista de chismes no daría ganancia suficiente.

«Tengo que huir. Voy a morir si no lo hago a tiempo», pensó.

Todavía tenía cerca de veinticuatro horas para que se cumpliera el plazo. Si no recordaba mal, en la charla decepcionada con sus padres, estos le habían dicho que si decidía volver a sentar cabeza alguna vez, lo pondrían a prueba y le darían una segunda oportunidad. No quería volver, sabía que su vida de despilfarro y comodidades no regresaría, pero era la mejor de sus opciones.

Con manos temblorosas, sacó su celular y marcó el número de teléfono del secretario de su padre. En estos momentos, en Estados Unidos era de día, y su progenitor debía estar en alguna reunión. Si quería garantizar ser atendido y escuchado, el señor Mitchell era su mejor opción, el hombre siempre había tenido un sentimiento paternalista con él, seguro le garantizaría un vuelo para encontrarse con su padre, lo antes posible.

—Johan, soy yo —dijo, inmediatamente después de que se conectara la llamada—. Sí, sé que aquí es de madrugada, pero no puedo esperar más. Quiero volver a casa. Necesito un vuelo para primera hora de la mañana de hoy. ¿Puedes encargarte? —Una pequeña sonrisa de alivio apareció en su rostro, ante la respuesta afirmativa—. Perfecto, iré a empacar. Espero tu respuesta.

Se puso de pie con toda la velocidad que pudo, sintiendo el dolor en su rostro. Maldito Jeon, tenía un buen derechazo. Pero ese era el menor de sus problemas ahora, debía irse cuanto antes.

—Jack tenía razón —dijo una voz, escalofriantemente conocida para Jaewo, desde la oscuridad del callejón por el cual él mismo había llegado—. Debíamos mantener un ojo en ti.

—Onew... —Pasó saliva, sonoramente, al saberse espiado y, quizás, acorralado.

—¿Acaso planeabas huir? ¿En serio creíste que te dejaríamos hacerlo? Tú tienes un culo propio que proteger, y lo entiendo. Pero, ¿adivina qué? La reputación de Jack es más valiosa que tu jodido culo, imbécil.

—N-no, no voy a... huir. Iría a pedir el dinero a mis padres, para así poder pagarle —mintió, sorprendido por siquiera poder pronunciar palabra a través del nudo en su garganta—. Mi otro método para obtenerlo falló, así qué...

—¿Por método, te refieres a amenazar a chicos inocentes? —interrumpió—. Eso fue demasiado bajo, incluso para ti.

—No lo entiendes, no tenía otra opción... —contestó asustado.

—Chiquillo mimado. Siempre hay opciones, Jaewo. Siempre. —Caminó hasta quedar a un paso de distancia, luego comenzó a andar en círculos alrededor de él—. Pudiste hasta trabajar para nosotros. Aunque, pensándolo bien, Jack no necesita a un hombre que no cumple su palabra, que se hace llamar su amigo, pide préstamos y no paga, y que trata de huir, en lugar de enfrentar sus errores. —Se quedó de pie a su espalda—. ¿Sabes? Muchos creen que la mafia se trata de un grupo de criminales actuando a sus anchas —le susurró al oído, con voz amenazadora—. Pero, ni siquiera la policía tiene cimientos como los nuestros. Tú solo debías cumplir la más básica de nuestras reglas: pagar lo que se debe. Si no cumpliste, te queda afrontar las consecuencias.

No hubo tiempo de forcejear o replicar. Jaewo sintió un fuerte agarre en su cuello y algo cubrir sus vías respiratorias, con un olor característico que reconocía: formaldehído. Su visión de volvió oscura y su cuerpo de sintió pesado. No supo nada más.

─━━━⊱✿⊰━━━─

Jimin abrió la puerta del departamento de Jungkook lo más silenciosamente que pudo, con la esperanza de que su novio siguiera durmiendo. Si tomaba como certeza no haber recibido ninguna llamada o mensaje, podría pensar que su ausencia no había sido notada. Se había alejado de aquel callejón, lo más rápido que sus piernas le permitieron. No quiso estar ni otro segundo cerca de Jaewo, no quería que el miedo en su expresión fuese visto, ni que sus piernas flaquearan hasta el punto de no poder sostener su peso. Una vez estuvo a una distancia prudencial, se permitió mirar hacia atrás y soltar un suspiro de alivio al no ver a alguien tras él.

Se sentía orgulloso de sí mismo, a pesar de todo. No se sintió desprotegido en ningún momento, ni se tambaleó su certeza de que todo estaría bien y no estaría solo. Quería, cuanto antes, volver a la calidez de los brazos de Jungkook y aspirar su tranquilizador aroma entre las sábanas.

—Oh, Dios mío. —Su expresión palideció al encontrar la cama vacía, cuando abrió la puerta de la habitación.

Revisó de nuevo su historial de llamadas y mensajes, se asomó al baño y la cocina, también al estudio. Jungkook no estaba en ningún sitio. ¿Dónde estaba? ¿Estaría preocupado? Buscó el número en sus contactos y marcó, a los pocos segundos, pudo escuchar el tono de llamada de su novio, proviniendo desde la entrada principal. A pasos veloces, se dirigió al sitio del que provenía el sonido, encontrando al actor, ya en la sala, colgando su sudadera en el respaldo del sofa.

—Jungkook, yo...

Ante de que pudiera pronunciar palabra para justificarse, el cuerpo de Jeon lo envolvió en un cálido abrazo. El cuerpo de Jungkook temblaba y apretaba a Jimin cada vez más fuerte entre sus brazos.

—Lo siento —dijo Jimin, correspondiendo a la muestra de afecto al deslizar sus manos por la amplia espalda de Jungkook, en movimientos tranquilizadores.

—Tuve tanto miedo, Jimin. Si ese hombre llegaba a hacerte algo, yo...

—¿Lo sabías? —cuestionó el escritor, sorprendido por la revelación. Trató de poner distancia, pero Jeon no le permitió romper el abrazo—. ¿Me seguiste? ¿Estuviste allí?

—Sin querer me desperté al no sentir tu calor en la cama. Escuché, por error, tu conversación telefónica. No me habías dicho nada de ese ultimátum, ni de tu encuentro programado con él. —Puso algo de distancia entre ambos y le agarró las mejillas con ambas manos—. No podía quedarme tranquilo, sabiendo de lo que ese hombre puede ser capaz.

—Perdóname, no fue mi intención ocultártelo. Simplemente, se trataba de una deuda pendiente con mi yo del pasado, que quería saldar. Necesitaba demostrarme a mí mismo que estoy bien, que soy valiente y superé mi pasado.

—Lo eres. —Lo besó—. Eres mi chico valiente. —Otro beso—. Y estoy tan, tan orgulloso de ti.

—Jungkook... —Esta vez, fue felicidad lo que se anudó en la garganta de Jimin.

Volvieron a besarse, esta vez más profundo, mientras sus pasos los guiaban tanteando a la habitación. Las manos de ambos exploraban sus cuerpos y se acariciaban mutuamente. Ya frente a la cama, cuando sus piernas chocaron con el borde del colchón, Jungkook guió a Jimin con suavidad hasta dejarlo sobre la mullida superficie, con su cuerpo cubriéndolo, pero sin dejar caer su peso.

—Quiero darle una deliciosa recompensa a mi chico valiente. —Con una caricia, le apartó el pelo a Jimin de la frente, para dejar un casto beso.

Las mejillas de Jimin comenzaron a encenderse en anticipación. Sin embargo, se sorprendió un poco al ver el mismo efecto en las de Jungkook, algo raro de parte de quien había propuesto la idea. A no ser que él estuviera haciéndose una idea equivocada. Sus mejillas se colorearon más, esta vez por la vergüenza de estar equivocado.

—¿Q-qué pasa? —Fue difícil para Jimin evitar mayor tartamudeo. ¿Qué pasaba por la mente de Jungkook?

—Es solo que... es la primera vez que voy a estar con otro chico. Me preocupa no lograr que sea bueno para ti. ¿Me enseñarías... cómo darte placer? —preguntó, con el carmín extendiéndose a todos los lugares visibles.

Los ojos de Jimin se achicaron en una sonrisa enternecida. Seguramente, Jungkook tenía mucha más experiencia sexual que él, y aún así, se ponía así de nervioso, por la sola idea de no poder complacerlo. ¿Cómo podía verse tan lindo con esa expresión inocente? ¿Cómo podía este hombre ser tan perfecto?

—Jungkook, contigo todo es bueno. Ya lo habíamos dicho antes, ¿no? Se trata de conocernos y aprender el uno del otro. —Se volvió a sonrojar—. También quiero darte placer. Enseñémonos. Aprendamos. Alcancemos la felicidad siendo nosotros.

—Te amo tanto...

—También te amo.

¡Holiwis! Pasada la media noche y con mi alma de pollo a medio morir, volví con actualización. Después de tanto tiempo actualizando más lento que las babosas, puede parecer raro, pero planeo ser algo más constante. 💜

Planeaba actualizar incluso antes, pero tuve unos inconvenientes. Les cuento que estuve de certificado médico por un problema en mi mandíbula, pero ya estoy bastante mejor y mañana (por desgracia) comienzo a trabajar. También tuve a mi abuelo ingresado en el hospital hasta hace un par de días por un infarto cerebral, pero tuvo una recuperación rápida y satisfactoria. En fin, días ocupados con happy ending.

Espero el capítulo les haya gustado, estamos a un par del final. Ojalá pueda subir otro pronto.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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