37: Pruebas.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

No olvides que votar y comentar es una forma de dar a conocer mi trabajo y de hacerme muy feliz. Espero que el capítulo os encante 🥰.

***

—Esa prenda no me convence como está posicionada en su cuerpo —la voz de Paulo me despierta de mi estado de ensoñación.

Estaba con mi libreta en la mano, apuntando unas cuantas anotaciones. Miro al modelo, para observar aquello que Paulo me está indicado. Efectivamente, no sé qué le pasa a la prenda que no termina de cuadrar bien. Es como que le hace bolsa en lugares que no debería hacerlo para nada. No entiendo eso, es un error común que se podía haber solucionado fácilmente.

—Creo que es de la cinturilla, le falta algo que le deje caer menos —exclamo, mirando al modelo, para pedirle permiso, mientras me levanto de la silla que me han dispuesto aquí. Estoy embarazada y el estar de pie me mata.

Sé que esto de pedir permiso, en la moda, prácticamente nadie lo hace. Pero yo tengo esa manía, aunque sepa que los y las modelos vienen mentalizados con que van a arreglar las prendas sobre su cuerpo.

Cuando asiente, levanto un poco la camiseta y le hago un pequeño pliegue, para que más o menos mi jefe vea a lo que me refiero. Él lo observa, alejándose un poco y fijándose en aquello que le digo.

—Sí, tienes razón. ¡Flor! —la mencionada acude a Paulo casi al segundo. La pobre va un poco atareada, pero tiene unos nervios de hierro que la hacen ver profesional siempre. Yo no sé cómo lleva tantas cosas a la vez y memorizadas, imagino que es la práctica.

—Gracias —sonrío al modelo, quien me devuelve el gesto y se queda con Paulo.

Mientras, yo camino hacia Luca, quien está echando una mano en aquello que se le necesita. Mi nuevo secretario es un chico algo más joven que yo, que está enamorado de la moda pero estudió administración y dirección de empresas. Me gusta que haya optado por entrar en una firma tan nueva como Nettie, creo que nos da muchas ideas nuevas.

—¿Qué, cómo va tu tercer día? —le cuestiono.

Ahora estamos en el ensayo de Paulo. Mañana me toca a mí y estoy algo impaciente. No sé, es como que estoy intentando ver todo a mi alrededor para que mañana no me sucedan los mismos pequeños errores. Que no es nada, pero por lo menos te deja mucho más tranquila al no cometerlos.

—Bueno, algo estresantes y con demasiada información, pero bien —sonríe. Luca es muy elegante, a la vez que siempre lleva algo en su look que llama la atención. Su pelo castaño está muy bien acomodado, dándole un aire interesante— ¿Y tú, aguantarás tantas horas de pie?

—Uy, no me subestimes. Puedo cargar con un bebé y con veinte —bromeo, acariciándome el vientre. Me alegra que tengamos una relación tan buena, aunque en realidad él trabaje para mí. En este instante, mi teléfono comienza a sonar en el bolsillo de mi chaqueta de traje. Primero que todo, miro quien es. Cuando leo que es el nombre de Ada el que ocupa la pantalla, no dudo ni un segundo en cogerlo. Es mi hermana y ahora puedo atenderla— Un momento, Luca —musito, separándome un poco para que mi conversación sea privada—. Hola, hermanita. ¿Qué pasa? —cuestiono.

—¡¡¡Que me han cogido para un anuncio de maquillaje!!! —su grito es tan sumamente agudo que tengo que separar el teléfono de mi oreja porque si no me deja sorda por completo.

—¿Qué marca? —cuestiono, sonriendo.

—¡¡Naturally Cosmetics!! —mi boca se abre completamente.

—¡Pero Ada, esa marca es enorme!

—¡¡Lo sé!! ¡¡Ahhhhhhh!! —su grito causa que vuelva a separar el teléfono de mí. Ahora mismo mis tímpanos están llorando— Saldré en el anuncio, que se emitirá en la televisión y en redes sociales. Es muy fuerte, Jeannette, cuando me lo ha comunicado la agencia estaba temblando. Hay que mirar las condiciones del contrato, claramente. ¡Pero mi mánager dice que son maravillosas! —asiento, como si acaso pudiera verme, intentando comprender toda la información que me dice— Esto puede abrirme muchísimas puertas en el mundo del modelaje de fotografía.

—Pues sí, Ada. ¿Cuándo firmas?

—Mañana por la tarde. ¿Me acompañarás? —cuestiona.

—Claro que sí, iré contigo y miraremos bien todo. No olvides que debemos pasarle el contrato a la abogada, Ada. Ahora que somos tan mediáticas hay que tener cuidado con lo que firmamos —como hermana mayor, ejerzo mi papel, teniendo cuidado. Sé que Ada es mayor de edad, pero es un instinto que me surge solo—. ¿Te lo han enviado para que lo leas primero?

—Sí. Ahora mismo se lo envío a la abogada —asume—. Estoy muy feliz. Es que va a ser enorme y, ¡buf!

—Si es que eres muy guapa, normal que te hayan cogido. Encima con la piel que tienes y lo profesional que eres... normal —divago en voz alta, mientras escucho la risa de mi hermana.

—Y tú, ¿qué haces? —cuestiona.

—Estoy en el escenario, acompañando a Paulo en su prueba —cuando dejan de tocar y se estabilizan las luces, mientras Paulo viene a mi lado, sé que esto va a empezar su ensayo. Así que intento cortar la llamada con mi hermana, pues me parecería una gran falta de respeto no atender a esto—. Te tengo que dejar, Ada. Te quiero —musito, sonriendo.

—¡Y yo también! —exclama, antes de colgar la llamada.

Con una sensación más que agradable en el cuerpo, me dispongo a ver la pasarela de ensayo que estamos realizando. Por suerte no surge ningún problema más y comprobamos que esto tiene demasiada buena pinta. Solo hace falta pulir unos pequeños detalles y será la gran bomba de la que todo el mundo hablará.

Y yo, aquí, me siento algo pequeñita cuando pienso que mañana le toca a mis prendas empezar a caminar, cosa que me hará darme cuenta de que la cosa es más que real y va en serio. No puedo ser consciente de todo lo que ha cambiado mi vida de aquí a hace un año. Dentro de mí tengo una mezcla de excitación y ganas de vomitar. Pista: las ganas de vomitar ya no son causadas por mi embarazo.

***

Cuando llego al bar donde habíamos quedado, un terrible olor a croquetas de jamón llega a mi nariz. No me malinterpretéis, no es horrible. Pero con el embarazo mi sentido del olfato a veces me traiciona. Odio el olor a fritanga.

Por suerte, cuando accedo a la mesa donde veo a mis amigos sentados, descubro que ese olor no llega. Doy gracias, porque no hubiera aguantado demasiado tiempo con ello. Me he vuelto demasiado tiquismiquis.

—Hola, gente —musito al llegar. Steve se gira hacia mí, mientras deja la jarra de cerveza en la mesa. Maggie me sonríe y Rody se levanta. Sí, Rody. Ha venido para ir puliendo los detalles de la boda y de su mudanza a esta ciudad.

—Jeannette, qué gusto verte —musita, dándome dos besos. Al separarnos le sonrío, gesto que me devuelve encantado. De verdad, este chico es un cielo—. Ya me contó la noticia de tu embarazo y wow, la verdad es que ya se nota y todo —menciona, mirando mi vientre. Se me escapa una risa algo sonora.

—Bonita forma de decirme que me estoy poniendo enorme —bromeo, poniéndome seria para que se crea que estoy algo disgustada. Es una pequeña mentirijilla.

—¡No, por Dios! Solo que la tripilla ya se nota —trata de excusarse, hasta que descubre que le estoy tomando el pelo y acaba riéndose junto a mí.

Camino hasta llegar a mi amiga, quien también ríe.

—Si es que eres mala, eh —musita, mientras yo me agacho para darle dos besos.

—Más que un dolor —musito, antes de dirigirme hacia Steve. Él me sonríe y se levanta para abrir sus manos, en señal de que quiere darme un abrazo.

Yo me alegro, porque solo con ese gesto me ha hecho saber que estamos bien. O sea, hablamos y todo lo anterior, pero siempre ha sido sabido que un gesto dice más que mil palabras.

—Hola, oso guarroso —exclamo, yendo hacia él y abrazándole. Su cuerpo me rodea, por lo que me siento bien, para ser sincera. Esta amistad me hace feliz, no quería perderle.

—Hola, osita —musita, separándose de mí. Mi ceño se frunce, porque lo noto tenso y serio. Aun así, prefiero no decir nada porque no quiero incomodarlo.

—Bueno, ¿y Jade? ¿Llega más tarde que yo? —cuestiono, algo confundida, mientras tomo asiento al lado de Steve y de mi amiga.

—Efectivamente —musita Maggie.

—Estará ocupada —musita Rody, inocente.

—Sí, con Ángelo —le contesta Maggie, mirándome y riéndose mientras alza las cejas. Oh sí, las dos sabemos que los principios de una relación son bastante... candentes.

—Piedad, por favor, que es mi hermana —bromea Steve, cogiendo su cerveza y llevándola a sus labios. Ay, sí, como si mi mejor amigo fuese un santito.

—Habló el que me dijo a mí lo que hizo con Molly —bromeo, recordándoselo. Steve comienza a reírse conmigo, porque ese momento sí que fue de tierra trágame. A mala hora pregunté, en serio—. Jade y yo le pillamos con una chica después de pasar un buen rato juntos —le cuento a Maggie y Rody, mientras mi amigo me da un pequeño empujoncito, para que me calle.

—¡Pero no lo cuentes! —musita, riendo.

—Ah, no, no, que no lo pillé, perdón —levanto las manos en señal de paz, mientras sigo riéndome. El pobre de Rody mira de un lado a otro, sin entender nada de lo que decimos, pero sonríe, más asustado que otra cosa. Imagino que quiere acoplarse bien a nosotros, antes de que se mude de forma definitiva y comience a conocer a gente.

—¡¡Hola, putones máximos!! —la voz de Jade nos hace girar a todos. La muy cabrona está muy guapa, con un vestido negro de manga larga que le queda a las mil maravillas. Además, se le nota en la misma cara que está rebosando de felicidad.

—Mira quien llega, la desaparecida —musito yo, yendo a levantarme. Ella me hace una señal para que no lo haga, cosa que doy gracias porque esto me cuesta siglos.

—Estaba ocupada —conforme esas dos palabras salen de su boca, todos los presentes en la mesa reímos. Vaya, qué casualidad.

—Ya, ya... bueno, ¡siéntate y cuéntanos! —musita Maggie, señalándole la silla.

Efectivamente, lo hace en el mismo momento en el que vienen a tomarnos nota. La veo bien, pero noto que está algo nerviosa. Jade comprueba cinco veces su móvil y lleva su pelo de un lado a otro otras cinco. Además, hace una cosa que demuestra mi teoría: morderse las uñas.

—¿Cómo te va con la pasarela, Jeannette? —cuestiona mi amigo, Steve.

—Bien. Mañana tengo el ensayo y estoy algo nerviosa, la verdad... Rody, ¿tú estarás? —cuestiono, para enterarme y guardarle un lugar junto a Maggie.

—¿Para cuándo es? —cuestiona.

—El diecisiete de junio —le contesto.

—No estaré... qué lástima —musita, agachando la cabeza.

—Es que se quedará solo hasta el cuatro de junio —completa Maggie, dándole la mano.

—Volveré a Kayatura para arreglar todo lo que nos quede. La boda sucederá dentro de poco y estamos muy atareados —musita, con su típico acento. Veo como observa a mi amiga y ellos dos sonríen. Yo hago un puchero, en serio que son demasiado monos.

Nos traen las bebidas, mientras la charla cambia por completo sobre la boda que se realizará dentro de poco. La verdad, tengo ganas de que sea ya. Es cierto que, si llegan a retrasarla un poco más, yo no habría podido ir por el embarazo y lo que es relacionarlo con subirme a un avión. Pero me pilla bien, así que puedo estar tranquila.

—Bueno, yo voy a ir al servicio un momento, chicos. Ahora vuelvo —musito, levantándome de la mesa.

—Espera, que voy contigo —exclama Jade, alzándose conmigo y caminando a mi lado para ir al baño.

Entro al servicio y hago pis, mientras que Jade no entra ni siquiera. Se queda en la parte del lavabo, cosa que me extraña. Cuando salgo y voy a lavarme las manos la encuentro, mirándome fijamente con una cara algo asustada. Me giro hacia ella y la observo bien, fijamente.

—Jade, ¿qué pasa? Tienes la cara más blanca que una muerta —exclamo, agarrando un papel y secándome las manos.

—Qué va, no me pasa nada —musita, intentando sonreír. Veo que cambia de postura, incómoda—. Solo... bueno, así, por curiosidad —ella se va acercando más a mí, mientras baja el tono de su voz— ¿Cuáles son los síntomas del embarazo que te has notado más? —cuando escucho eso me separo de golpe, abriendo mis ojos.

—No me jodas, Jade, ¡¿estás embarazada?! —cuestiono.

—¡¡No!! —suelta, para después negar con su cabeza— ¡¡Bueno, no lo sé!! Ese es el problema, Jeannette, ¡que no lo sé! —lleva una de sus manos a su frente, mientras la escucho coger aire de forma sonora.

—A ver, Jade, tranquilízate. Cuéntame qué pasa —musito, intentando calmar las cosas. Ella levanta la vista hacia mí, algo contrariada. Puedo ver que tiene un nudo enorme en la garganta, que no le gusta hablar del tema y mucho menos pensar que está embarazada.

—Hace dos semanas que no me baja, Jeannette. Y sí, es cierto que no he notado nada raro más allá de dolor de tripa, pero estoy asustada —veo como sacude sus manos, para liberar la tensión. Es algo que solo hace cuando está realmente nerviosa.

—A ver, ¿tú has tenido precauciones? —esta es la primera pregunta.

—Sí. Ángelo usa preservativo y yo tomo la píldora. Con el único que solo usaba la píldora era con Daniel porque... Yo creía que solo estaba yo en su vida sexual. Nada más dejarlo con él fui a mi ginecólogo porque temía que me hubiera pegado algo, pero todo es normal —me cuenta—. Así que, si estoy embarazada, que Dios quiera que no, ese bebé sería de Daniel. La píldora a veces falla y... joder, Jeannette, ¡no quiero! —exclama, cubriendo su cara con las palmas de sus manos.

Ahora soy yo la que da un paso al frente, para abrazarla. La entiendo, además sé que Jade se cuida muchísimo esos aspectos. Sé que no quiere quedarse en cinta, más aún de una persona tan ruin como Daniel. Ese chico ha sido el mayor capullo con ella, comprendo a la perfección que no quiera tener nada que ver con él. Vamos, yo, si fuera ella, tampoco lo desearía.

—Tranquila, Jade. Seguro que es un susto —intento amainar sus nervios, frotando mi mano en su espalda. Cuando me separo de ella, escuchamos que alguien entra por la puerta. Es Maggie, quien nos mira extrañada.

—Estáis tardando un montón, ¿pasa algo? —cuestiona. Jade la mira, tragando saliva.

—Hace dos semanas que no me baja la regla —suelta, siendo concisa—. Y, en el caso de que yo esté embarazada, sería del ser más imbécil de este planeta: Daniel —nuestra amiga castaña abre la boca completamente, para entrar y cerrar la puerta—. Soy una irresponsable.

—¿Pero usaste protección?

—Tomaba la píldora —musito, mientras Jade se tira a abrazarme.

—Entonces seguro que es un susto, tranquila, Jade —Maggie abraza a la rubia, quien se separa de mí y va a sus brazos—. Bueno, hay una forma rápida de salir de dudas —exclama, mirándome y ladeando su boca.

—Sí, una prueba de embarazo —concluyo, encogiéndome de hombros.

***

Salgo de la farmacia y me meto en mi coche, donde Jade me espera. Maggie ha tenido que irse con Rody, ya que el pobre no sabía ni cómo volver a su casa. Además, tampoco quería dejarlo solo. Aun así, está mensajeándonos cada dos por tres.

—¿Ya los tienes? —cuestiona la rubia, con el móvil en sus manos. Asiento, viendo como ella respira hondo.

—Tendrías que ver la cara de la farmacéutica. Poco más y me llama gilipollas. Con la tripa que tengo y pidiendo unas pruebas de embarazo —musito, arrancando el coche. Puedo escuchar una leve risa de Jade, porque la verdad es que la situación ha sido bastante atípica—. Venga, vamos a mi casa. Allí podrás estar tranquila, porque Steve se ha ido a vuestro piso —musito, a lo que la rubia asiente.

Sí, he comprado dos pruebas de embarazo, para que salga completamente de dudas. Como bien me ha dicho, puede haber un falso negativo, pero no un falso positivo. Puedo saber que por su mente están pasando muchísimas cosas. Comienzo a conducir, mientras veo por el rabillo como Jade saca la cajita con los test de la bolsa y los mira.

—Relájate, Jade, que no pasa nada. Ya verás que salen negativo —susurro, intentando que se calme.

—Yo no sé cómo van estos cacharros, Jeannette. Es que me parece surrealista verme en esta situación —se gira hacia mí—. ¿Te imaginas que dan positivo? ¿Qué narices hago, Jeannette? No quiero un hijo ahora mismo, lo siento mucho. Yo abortaría y... sé que no es un proceso agradable —musita.

—Harás lo que desees, Jade, tranquila —exclamo—. Esos son de los que van con rayas. Es fácil, haces pis en un vasito y metes la parte blanquita dentro. Después a esperar tres minutos. Una raya es negativo, dos es positivo —retransmito todo lo que la farmacéutica me ha dicho, para que no se me olvide después.

—Pues ale, a la aventura —suelta, mientras siento como su voz se apaga de golpe.

Por suerte, tras un rato llegamos a casa. Ada aparece en la cocina, mientras el olor a comida inunda mi sentido del olfato de golpe. Mi hermana ha cocinado, para que cuando yo llegara pudiéramos comer juntas. Sus cejas se juntan cuando ve a Jade a mi lado, con una lagrimita cruzándole la mejilla.

—¿Qué pasa? —cuestiona, asustada.

—Voy a hacerme un test porque creo que estoy embarazada. Encima, si lo estoy, ese bebé sería de Daniel —mi amiga lo suelta de golpe, casi sin respirar. Ada me mira, sin saber qué decir, a lo que yo me encojo de hombros mientras rodeo a Jade con un brazo.

—Tomaba la píldora, pero a veces fallan —adjunto, a lo que Ada asiente.

—Pues no esperéis más y a hacerlo, Jade. Seguro que sale negativo —exclama, yendo hacia mi mejor amiga y abrazándola.

—Sí, por favor, ¿tenéis un vasito de plástico? —musita.

Soy yo la que camina hacia los estantes de la cocina, para sacar uno de allí. Después, las tres, como pequeñas hormiguitas, caminamos hacia el baño de la planta baja. Allí, Jade hace pis. Ada y yo nos quedamos esperando en la puerta, hasta que Jade sale con las pruebas en la mano.

—Solo queda esperar, chicas —musita, dejando los aparatitos encima del lavabo y lavándose las manos. Yo espero en el marco de la puerta, dándole al inicio del temporizador de tres minutos que he puesto en el móvil—. Voy a salir de aquí porque me agobio, que como lo vea antes me da un ataque al corazón —exclama, caminando hacia donde estamos todas.

—Ya verás que salen negativo, Jade, no te preocupes. A mí también se me retrasa un montón la regla —suelta Ada, mientras mi amiga respira hondo—. Aunque mejor que Jean, no te lo va a contar nadie.

—A ver, yo me quedé embarazada porque Jensen y yo es cierto que hubo veces donde no tomamos precauciones. Fue culpa nuestra, la verdad —musito, siendo sincera—. Y me di cuenta de que estaba en estado porque me lo dijo el médico al tener una amenaza de aborto —Jade asiente, recordando la escena. Las sensaciones que viví en aquel momento fueron demasiado fuertes.

—Es verdad, me lo contaste —musita, haciendo algo de memoria.

—Yo creo que tuve síntomas, porque sí que es verdad que vomité antes de saberlo y pasé días algo malos. Pero, con todo lo que pasaba en mi mente, no cabía la posibilidad de estar embarazada —narro.

—Pues yo espero no estarlo. No quiero tener nada que ver con Daniel. Además, ahora que estoy con Ángelo la situación no sería agradable —concluye—. Es cierto que es algo que puede pasar, pero desde luego que no lo deseo.

—Normal. Pero bueno... ¿cómo van los predictor? —cuestiona, cogiendo las instrucciones del lavabo. Allí comienza a leerlas.

—Una raya es negativo, dos es positivo —musito.

—¿Quién los ha comprado? —cuestiona Ada, sonriendo. Sabe que Jade no lo ha hecho, así que cuando levanto mi mano comienza a reírse— ¿No te ha dicho nada?

—Que seguro que me sale positivo —digo, haciéndoles reír—. Menos mal que le he dicho que era para otra persona, porque vamos. Al principio me ha mirado con una cara de tonta de cuidado. Yo creo que se pensaba que estaba loca o algo por el estilo —escucho como sus risas se intensifican, hasta que me las contagian a mí.

—Es que me daba cosa, no sé el porqué. Llega a ser para otra persona y me da igual. Pero me ha dado miedo, chica, llámame tonta —se excusa mi mejor amiga.

—Qué va, es normal. A mí también me la daría. Bueno, aunque yo no tengo ese problema —Ada hace el símbolo de la victoria, a lo que yo ruedo los ojos con una sonrisa.

—Oye, ¿cuánto tiempo ha pasado? Se me va a parar el corazón si sigo con esta maldita tensión. Tengo unas ganas de tirarme un pedo, que lo tengo ahí atravesado —esta vez somos yo y mi hermana las que reímos. Miro el temporizador, el que marca los dos minutos y avanzando.

—Dos minutos —en este momento es cuando el teléfono de Jade comienza a sonar. Temblando lo coge, para respirar cuando ve que es Maggie.

—¿Cómo va la cosa? —es lo primero que se escucha por el altavoz cuando descuelga.

—Bueno... queda un minuto. Te juro que me va a dar un paro cardíaco aquí mismo —musita Jade, contestando a mi otra amiga.

—Venga, va, que eso no es nada. ¿Son de rayitas o como el de pantalla digital? —pregunta.

—De rayas. Si salen dos, estoy embarazada —le contesta—. Es que no me imagino teniendo un bebé. ¿Cómo voy a cuidar yo de una persona, si tengo casi treinta años y a veces tiro cuando pone "empujar" en las puertas? ¡¡Es que no me cabe en la cabeza!! —yo no sé si son los nervios o qué, pero tanto Jade como nosotras comenzamos a reírnos y entramos en un bucle. En serio que esta chica, cuando está nerviosa, tiene las ocurrencias más extrañas que he podido contemplar a lo largo de mi vida—. No, en serio, no es de risa. Es que soy lerda. Y una irresponsable como yo no puede ser capaz de cuidar de una mini-persona. No, ni de coña, vamos. Menos ahora, que estoy echando currículums porque no encuentro trabajo. ¿Te imaginas la reacción de Steve? ¡Ese sale corriendo! Ay, señor, y Dani también. Yo creo que me deja sola en esto. Bueno, creo no, ¡estoy segura! Con ese tipo de cabrones una nunca está prevenida. Seguro que Ángelo también fliparía, aunque bueno, tendría que entenderlo. Son cosas que pasan, pero vamos, que si no pasan mucho mejor. Me traería problemas, sí, demasiados. Vamos que no. —A veces me sorprende la cantidad de frases que es capaz de decir Jade, así de golpe y seguidas, sin tomar aire a penas un solo segundo. Yo soy ella y después del pedazo discurso que ha hecho necesito tres botellas de oxígeno.

—Tranquilízate, Jade, que ya verás que no es nada —le contesta Ada, intentando amainar los nervios de mi mejor amiga—. Te vas a quedar sin aire de tanto hablar.

—Es que es lo único que me relaja ahora mismo, charrar como una cacatúa de todo aquello que se me pase por la cabeza. Esta situación es tan bizarra, ¡no debería estar pasándome esto a mí! Soy una irresponsable. Puta píldora de mierda, a partir de ahora voy a poner una barrera arquitectónica entre los dos, ¡te lo prometo! —Jade sigue en sus divagues, mientras Ada y yo nos miramos. Maggie suelta alguna que otra risilla que se escucha por el auricular del teléfono. La entiendo, la verdad. Pero es que yo ya estoy acostumbrada a Jade.

En este preciso momento, mi teléfono suena anunciando el final del temporizador. Jade prácticamente agarra su móvil entre las manos y comienza a decir <por favor, por favor, por favor> seguidos.

—¿Ya ha pasado el minuto? —cuestiona Maggie.

—Sí —le contesta mi hermana.

—¡¡Pues miradlo ya, leches!! —su grito es el que nos hace reaccionar.

—Jean, míralos tú, por favor. Que me da algo, en serio, que me da —respiro hondo ante las palabras de Jade. Asiento.

Con el corazón en la boca, soy yo la que da un paso al frente para entrar en el baño. Mis manos temblorosas son las que agarran los predictor, que están boca abajo. Respiro hondo antes de mirarlos. Si yo estoy así de nerviosa, no me quiero imaginar a Jade.

Temblando observo el resultado y me giro hacia mi hermana y Jade, mientras escucho la respiración de Maggie por altavoz. Ahora sí, musito:

—Una raya, negativo.

***

¿Qué? ¿Os he dado un pequeño infarto 🤣?

Espero que sí, porque esa era mi intención. 

Bueno, amores, estoy algo nostálgica y tengo algo de miedo de que esto se acabe. Pero yo no voy a parar de escribir, os traeré nuevas novelas que espero que adoréis y apoyéis, porque sin vosotras yo no sería nada ❤️.

Otra cosa, mariposa: He subido un nuevo vídeo a mi canal de Youtube. Lo tenéis arriba, enlazado, aunque también os lo dejo aquí:

https://youtu.be/v4K68mGGmv8

Espero que os paséis a verlo, así como que me digáis qué tipo de vídeo os gustaría ver en mi canal. 

OS AMO CON TODA LA PATATITA ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro