Pensamiento Número 26

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La hipocresía cristiana entre ellos mismos cuando no hallan un "enemigo" resulta preocupante.

O, más correctamente hablando, cuando los abrahamicos no hallan un enemigo entre sus distintas ramas religiosas, cada una se ataca a sí misma buscando "purgar" los que difieren en ciertos puntos de su misma doctrina. Los católicos contra los protestantes. Los chiitas contra los sunitas. O los judíos ortodoxos contra ultraortodoxos (aunque, por la cantidad de judíos existentes, su impacto es menos elevado, pero presente).

Cosa que, no es que otras tendencias religiosas NO hallan tenido conflictos, pero lo cierto es que NUNCA han surgido conflictos religiosos tan sangrientos ni tan extensos en su repercusión como las de las religiones abrahamicas (o, al menos, con la misma concurrencia). Tan solo hace falta recordar como los egipcios, los hindúes, los griegos, los romanos, los asirios, los cartaginenses, los babilonios o los Incas de América (por citar algunos ejemplos) NO desplazaban ni destruían las creencias espirituales de ningún territorio. Como mucho, podían proclamar la supremacía de sus dioses o el de actuar en su nombre o con su apoyo sin llegar a eliminar a los de la tierra oprimida de forma activa, manteniendo a las deidades originales íntimamente como ayudadores o protectores de sus pobladores (eso, o sus pobladores voluntariamente preferían su culto).

El afán de tener una única verdad siempre me ha parecido egocéntrico. Es una pretensión totalitaria que, aunque aguante un tiempo, siempre termina despertando en odio. No entiendo en lo absoluto quién pudo maquinar tal cosa, o que ser humano tuvo la amargura de molestar a todos los demás.

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