Pensamiento Número 36

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Tras trabajar en una misión arqueológica en España, concretamente en la Alcudia de Elche, me quedo con un pensamiento: el patrimonio histórico está desperdiciado. En España, como en otros países, la cantidad de patrimonio de famosas civilizaciones ha sido desprestigiado, arrojado a una fosa y cubierta de tierra sin ningún propósito; muchas piezas ocultas en el lodo, donde solo necesitaríamos unas pocas herramientas para extraerlas.

No, incluso extrayéndolas, las piezas son olvidadas en los almacenes del museo, cubiertas por el polvo y plásticos que estaban pensados, al principio, para corto tiempo, pero que se terminan condenando a ser solo eso: piezas en almacenes, números de listados, ideas sin acabar y años perdidos en la oscuridad de quienes se jactan de "rememorar el pasado". Es absurdo, pero así es como resulta. Desperdicios de cerámica que podrían ser perfectamente expuestas con total orgullo en las presentaciones del museo.

¿Por qué no se hace? Por la pésima administración, por la falta de inversión o porque directamente no tienen las ganas. Se nota cuando un lugar arqueológico tiene la capacidad de viajar en el tiempo y, en vez del viaje, te ofrecen un panfleto. Entras al museo del que hablé y a duras penas ves lo interesante. Hay pocas explicaciones y son absolutamente nulos los expositores  del tema en cuestión. Es transitar una villa de fantasmas. No es entretenido: es deprimente.

Y no es que no puedan ganar bastante. Cuando pasas al museo, un lugar con tan poca publicidad que ni sabía que existía antes de mi práctica en él, la relajación del ambiente, el trasfondo del descubrimiento y las edificaciones de la época romana son de total orgullo. Pero permanecen como solo ruinas sin voz; sin personas ayudando a dar largas y tendidas explicaciones de qué era lo que sucedía en aquella zona. El lugar es solo silencio en un espacio infinito, inhóspito y prácticamente resultando en un total insulto. Desenterrados físicamente, enterrados en espíritu.

Cuando visité un museo diferente en la ciudad de Cartago, las cosas resultaron distintas. Había realmente presentadores que introducían tu cabeza al mundo romano y sentías que caminabas junto a otros ciudadanos por sus carreteras. El pavimento estaba fresco, vidriado por unas decenas de centímetros de espesor que protegían esa espectacular piedra leonada, de la que aún escuchas sus rugidos. Unos rugidos de los que nunca pensaste querer escuchar hasta que viste ese pavimento, esa estatua o ese teatro semi-destruido. ¿Y sabes qué es lo mejor? que no solo despertó a los turistas, sino a su ciudad. Me contaron la historia al llegar y fui consciente de ese atractivo poder romano. El atractivo poder del pasado, que con sus lanzas y sus llamas, nos sigue llamando. Fue en esas en las que me comunicaron como Cartago, una ciudad olvidada por siglos, revivió por encontrar por mero accidente una simple carretera. Una ambarina calle que supuso el camino a un mundo nuevo, enterrado, oxidado, pero que latía con fuerzas a los pies de cada cartaginés. Los trabajos se hicieron, las tierras se removieron, y así unas estructuras supuestamente inútiles: revivieron Cartago Nova.

Por eso odio como desperdician todo ruina antigua. Imagínate lo bien que iría para un país latino reconstruir su pasado. Hallar una ciudad milenaria a sus pies en una sola ciudad actual. No solo un bien para el país sino para el planeta entero. Es decepcionante, por eso, la pésima administración española en estos asuntos, que pocas veces hace museos destacables como el romano. ¿Y luego se dice que no podemos hacer nada para mejorar la economía? Sí, pamplinas, lo que no se puede hacer es deshacerse de los ineptos en el poder, los idiotas de carácter socialista que hacen "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". 

Con esto dicho, me pregunto, ¿mi pensamiento también será enterrado? seguramente, puede que se haga cenizas. Pero eso es el futuro, estas líneas son mi presente, un eterno presente para cada lector que se plazca de leer. Como ya he remarcado con otros planteamientos respecto al arte, todo depende del interés.

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