Pensamiento Número 54

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Me gustaría escribir una carta de amor, pero me he desilusionado tanto que ahora no escribo, sino que borro mis palabras.

¿Para qué mandar mis plegarias si nunca obtendré una respuesta? O, tal vez, ¿el problema radica en esperarla?. Si estamos exasperados por una respuesta inmediata, entonces podrías arrepentirnos de lo mal cocido que resultaría la relación.

El amor puede ser una carta, pero las cartas no son Gmails de comunicación inmediata; son papeles de lento transporte, pero que se escriben al paso, con tranquilidad, y que se leen al compás de un loto floreciendo.

Al mismo tiempo, ¿Es la espera signo de desesperación?¿De creer que merecemos una respuesta?¿Una confirmación merecida?¿O no vemos que esperar eternamente cualquier respuesta no es factible?¿Y qué, a su vez, no obtenerla no es el fin? Es un principio, una nueva puerta para conocer otra persona. La vida consume tiempo y pretender jugar un juego del amor mucho tiempo solo nos agota. Y más aún cuando no solo juegas, sino que molestas o resultas ser impertinente; o peor es que tú seas el molestado.

Por otra parte, seguir con ello puede consumir muestros conceptos de lo que es el amor. Los tiramos a fosos y nos enterramos en el dolor; la soledad es tomada como escudo del contacto peligroso o cualquier cosa vista como tontería. Nos volvemos soldados sin juicio que disparamos a lo que atraviese el perímetro. No dejamos la puerta abierta para volver a amar, sino que bajamos la cortina. La carta ya no se escribe, la estamos quemando; y, a la vez, se agota la tinta. Cada vez menos palabras producidas por nuestros cuentos; por la insatisfacción de los deseos. Usamos demasiado nuestro espíritu en historias perfectas que, al toparnos con los errores, nos sentimos decepcionados o engañados por lo que inventamos.

No intentemos solo enamorarnos; probemos a relacionarnos. Con "relacionarnos" quiero aclarar una amistad, algunas charlas, y largas platicas. Ya en ello, el sentimiento crecerá para convertirse en amor. Y amara aquel que, en las charlas, escuche de verdad. Quien ame los valores del otro y perdone sus errores. Quien ame las tonterías del otro y entienda que, realmente, es un tonto.

Aún así, si un amor fracasa, no tientes tu alma; no destruyas la carta que le dedicaste, sino que conservala como testamento. Que se vuelva un recordatorio de lo que sentiste, no algo que se deba borrar. Porque, a lo mejor esa persona ya no te ama o tú no la amas, pero debes conservar lo auténtico que tuviste. Porque rechazar tu primer amor es rechazar al segundo; complicas la siguiente carta al destruir el papel. Así que no borres tus palabras por la desilusión; no esperes que el amor responda de inmediato ni seas inmortal en su espera. Entiende:"No es que haya un momento ideal para ti, sino que debes comprobar, y demostrar, que una persona es ideal para ti y tú para ella en todo momento".

Esa persona no seguirá tus gustos estéticos necesariamente; sino que el contacto más puro del amor irá más allá de toda figura. Se basará en si lees su carta y si esa persona lee la tuya también. Dicho apropiadamente: en que se logren amar con la pureza de una hoja y se entrelazquen con la elegancia de unas oraciones

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