XII • MORALIDAD INTACHABLE

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En la camilla de la sala de emergencia escuchaba como caminaban de un lado a otro personas, mientras que Fede continuaba a mi lado sin soltar mi mano. Tenía los ojos muy irritados y la cabeza ya había dejado de dolerme con el hielo que me había puesto para que no se me formara un chichón, estábamos esperando a que el médico viniera a verme. Lo que pasó en la discoteca fue que un hombre loco vino y me tiró a la cara un vaso de whisky y gasolina con la que pensaba tirarme un encendedor a la cara para que me queme. Federico logró frenar a ese loco, luego bajaron Jos y Amelie quien fue la que me tomó del brazo haciendo que me caiga porque no estaba viendo nada y me di la cabeza contra el duro suelo de la pista. Luego de eso me desmayé y no me acuerdo de nada, desperté de camino al hospital con la vista muy irritada y un fuerte dolor en la cabeza.

—¿Cómo sigues del golpe en la cabeza? —Una doctora algo bajita llegó hasta donde estábamos y con una linterna revisó mis ojos que estaban irritados me quitó la bolsa con hielos y se la entregó a una enfermera que estaba junto a ella.

—Ya no me duele, pero sigo con los ojos sensibles a la luz —hablo viendo a la mujer de bata blanca que anotó algo en su carpeta y volvió a revisarme los ojos con mucha atención.

—Las resonancias que te hicimos nos arrojaron que el golpe no afectó nada en tu cabeza, te voy a dar un pase con el oftalmólogo, tienes los ojos muy irritados. Te dejaré ir con este pase y que hagas reposo al menos por veinticuatro horas si tienes náuseas o te duele mucho la cabeza regresa al hospital de inmediato. Tengan una buena noche y recupérate pronto Andrómeda —comenta la doctora entregándome el pase para ver al oftalmólogo, me puse mi abrigo con ayuda de Fede y salimos juntos a la recepción para firmar mi alta. En la sala de espera estaban Amelie y Joshua que en cuanto me vieron corrieron hacia mí, Federico los detuvo antes de que comenzaran a llenarme de preguntas.

—Estaré bien, tengo pase para el oftalmólogo y el golpe en la cabeza no fue tan grave Amelie tranquila, gracias por preocuparse chicos —comentó para ambos jóvenes que respiraron de alivio antes de abrazarme con fuerza, la situación fue estresante para todos y ya quería que acabara de una vez.

—Te aseguro que es la primera vez que algo como esto pasa por parte de uno de los empleados, nunca antes nadie agredió a un cliente, en verdad me siento muy apenada Andrómeda. Ya hablé con mi padre y ese hombre va a ser denunciado y despedido del local, con esa clase de comportamientos no puede continuar trabajando en nuestro establecimiento —balbuceo alterada la castaña mirándome con sus grandes ojos verde azulado, estaba muy alterada por toda esta situación y me sentía mal por verla de aquella manera por mi causa.

—Amelie estoy bien, no fue tu culpa y mañana temprano voy a denunciar lo ocurrido. Tranquila que voy a estar bien, te voy a dar mi número para que estemos en contacto por WhatsApp. Cualquier cosa me mandas un mensaje o puedes ir a verme a la granja, sabes donde vivo ¿verdad? —aclaro sacando mi celular para darle mi número a Amelie que de inmediato lo apunta y me envía un mensaje para que la agendara.

—Lo lamento mucho, cualquier cosa que necesites me llamas no importa la hora —comentó ella dándome un abrazo que le devuelvo con fuerza, sentía que al menos buenas personas no me odiaban y eso hacía que me sintiera menos desplazada. Nos despedimos de Joshua y salimos del hospital caminando hacia la camioneta de Federico, subiendo cierro la puerta abrumada por toda esta situación.

—¿Quieres ir a tu casa? —pregunta Fede cerrando la puerta detrás de él, la sola idea de que mi madre me vea con los ojos hinchados y toda desalineada solo hará que se vuelva aún más paranoica. Sé que ella tiene sus motivos que ahora mismo estaba comprobando en carne por eso mismo no quería alterarla más.

—No, no quiero alterar a mi madre, ¿puedo dormir en tu casa esta noche? —interrogó mirando al vaquero que asintió de inmediato, pasando su brazo por mis hombros me acerco a su lado y yo lo abrace por la cintura.

—Mi casa siempre está abierta para cuando la necesites —dejo un beso sobre mi frente, caminamos juntos fuera del hospital, pasando por el estacionamiento llegando a su camioneta donde nos subimos y Fede puso algo de música en un volumen bajo.

No podía mantener los ojos abiertos por mucho tiempo, aún tenía una fuerte irritación y como me aconsejó la doctora no me frote los ojos por más que quisiera hacerlo me forcé a mantener alejadas las manos de mis ojos. El viaje fue corto, la casa de Fede estaba cerca del pueblo y en menos de lo que esperaba ya me estaba bajando de la camioneta con ayuda del vaquero. Caminamos tomados de la mano rodeando la casa de sus padres hasta que llegamos a su remolque, con su ayuda me quité la ropa y me puse una de las remeras que me ofreció Fede para dormir más cómoda. Nos metimos en la cama y nos abrazamos, en ese instante sentí que en brazos de mi vaquero nada malo podría pasarme, que las malas vibras de aquel pueblo ya no perseguían.

El atrapa sueños sigue en mi bolso.

Recordar que no le había entregado aquel artilugio que me dio mi madre a Fede me hizo salir de la cama, entre la oscuridad logre llegar hasta donde estaba mi cartera y con la ayuda de mi celular busque aquella cosa. Lo que encontré fue el atrapasueños partido a la mitad, no entendía cómo eso pudo pasar si en mi bolso estaba más que seguro.

—¿Qué pasa? ¿Está todo bien? —detrás de mí aparece Federico que me miraba preocupado, se agachó a mi altura y tomó el atrapa sueños que tenía en las manos.

—Se rompió, mi madre me pidió que te lo entregara para que lo pongas en tu auto y lo olvide. No sé si se pueda reparar —intenté tocar de nuevo aquel artilugio, pero Fede lo alejó de mis manos, algo que me pareció extraño.

—Estos amuletos que ahuyentan las malas energías cuando se rompen tienes que desecharlo, según los lugareños estas cosas mantienen a las malas personas alejadas —acercando de nuevo el artilugio hacia mí lo dejó sobre la mesilla que tenía del desayuno —Las personas en Santo paraíso son muy creyentes de estas cosas, yo no creo en esto, pero estoy seguro de que tu mamá querrá que desechemos esto. Ahora volvamos a la cama y mañana hablaré con ella, es mejor que descanses preciosa —se agachó tomándome de las rodillas y la cintura cargándome en el aire hasta llevarme a la cama donde me acostó de manera delicada.

Desperté por el leve ardor en mis ojos, al abrirlos la luz del sol me irritó mucho, pero a medida que los cerraba y abría logre adaptar mi mirada a la luz. Estaba aún envuelta entres los brazos de Fede que dormía tan pacífico en la cama que no quise moverme para despertarlo, acaricie su cabello con mi mano, me sentía a gusto con su compañía. Cerré mis ojos un segundo para retener en mi memoria este momento, quería recordar esto con mis cinco sentidos, desde su aroma a colonia masculina, pasando por sus ojos azul verdoso, siguiendo por el gusto de sus labios, su voz ronca y el tacto de sus manos por mi piel. Federico se estaba volviendo en más que una simple aventura, se estaba haciendo un lugar en mi vida y no me incomodaba en lo absoluto.

Abriendo mis ojos me encuentro con su mirada, una sonrisa marcando unos hoyuelos en la comisura de sus labios, esos rosados y carnosos labios que me encantaba devorar. Me acercó rozando mi nariz con la suya, una de sus manos se desliza por mi pierna izquierda y la sube por encima de su cadera, sin dejar de vernos a los ojos puedo sentir como su aliento caliente se disipa sobre mis labios. Sin mediar palabras él me besa, nuestras lenguas juegan, sus manos aprietan mis nalgas y las mías se entierran en su cabello tirando de él hacia atrás. En un parpadeo me encuentro debajo de Federico, sus pupilas están dilatadas y me miran con un deseo que rápidamente me contagia. Una de sus manos comienza a dar pequeñas caricias sobre mis piernas, mi respiración se acelera sintiendo el tacto caliente de sus manos sobre mis piernas, pero no llega más allá. Con aquel juego que me parece más una tortura noto como uno de sus dedos se engancha en el elástico de mi tanga y tira de este bajándola un poco. Deja un beso sobre mi cuello y hace la misma acción con el otro lado de la tanga, deja otro beso sobre el otro lado de mi garganta y mueve nuevamente la prenda. Cerré los ojos cuando vi que comenzaba a bajar, estaba por quitarme la tanga cuando un sonido hace que nos detengamos. Sobre la mesita del desayuno se estaba moviendo mi celular a la par que no dejaba de sonar, saliendo de la cama acomodé mi ropa interior y atendí a la llamada.

—¿Hola? —interrogué al ver que no tenía el número agendado entre mis contactos.

—Hola, Andrómeda. Soy Mónica, me enteré de que anoche te atacó un hombre en la discoteca de Troya ¿estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Quieres que te acompañe a denunciar? —balbuceó tan rápido que me costó entender lo que me dijo en un primer momento, me senté en la silla llevando una mano a mi frente, si Mónica se enteró lo más seguro es que ya lo sepa medio pueblo, incluso mi madre.

—Mónica primero que nada explícame ¿Cómo es que tú sabes lo que pasó en Troya? —interrogo con el ceño fruncido, la cabeza me estaba por explotar con tantas posibilidades y sabía que mi madre debe estar volviéndose loca en estos momentos.

—No te enfades por favor, me enteré de lo que te paso porque mi novio es enfermero en el hospital del pueblo y te vio cuando ingresaste al hospital. Me lo contó cuando llegó esta mañana luego de su guardia nocturna, perdón por inmiscuirme en tu vida, pero me preocupa que te haya pasado algo malo. En estas épocas las cosas en Santo paraíso se ponen turbias por no decir que se vuelve un infierno y es por eso que te llame. Le pedí tu número a tu madre espero no te moleste, no le dije nada de lo que pasó le inventé que necesitaba hablar contigo para invitarte a conocer el pueblo y la casa de nuestros abuelos —confesó ella con un tono de voz preocupado, estaba aterrada de que yo le diga que estuvo mal, pero lo cierto era que me llenaba de alivio que mi madre no sepa lo que ocurrió y que ella no le haya dicho nada.

—Tranquila no me molesta, estoy bien la doctora me derivó al oftalmólogo para descartar cualquier lesión en la vista y mañana iré a denunciar, hoy tengo que hablar con mi madre. Debo contarle lo que pasó y puede que no se lo tome muy bien, gracias por preocuparte y no haberle dicho nada a mi madre —aclare pasando una mano por mi cabello, llevándolo hacia atrás al tiempo que respiraba con normalidad.

—Las hermanas se preocupan, mañana si me dejas puedo acompañarte a hacer la denuncia y si quieres podemos ir por un café para charlar —dijo en un tono amable que logro que cediera, ella se estaba esforzando por incluirme en su vida y en formar parte de la mía.

—Me agrada la idea, nos vemos mañana Mónica.

—Oh maravilloso, nos vemos mañana Andrómeda —colgando la llamada miro a Fede que me veía recostado desde la cama donde parecía un auténtico Adonis con la sábana cubriendo su entrepierna. No hizo falta que hablara porque con tan solo una mirada comprendió que era hora de que me lleve de regreso a casa, tengo una charla pendiente con mi madre.

No perdimos mucho tiempo en alistarnos, ni siquiera quise desayunar por lo preocupada que estaba por la charla con mi madre y sé que soy una adulta, pero ustedes no conocen a mi madre cuando ve que alguien daño a su bebé. En palabras cortas mi madre se vuelve como una leona intentando proteger a su cachorra, aunque ya sea una adulta mi madre seguía defendiendo como si fuera una niña. Todo el viaje a mi casa fue tenso, ni siquiera las caricias de Fede sobre mi pierna lograron que dejara de estar tan nerviosa, era algo que me supera. Cuando la camioneta se estacionó frente a mi casa respiré hondo un par de veces antes de tener los ovarios para bajar y enfrentar a mi madre. Me despedí de Fede con un pico y casi que a cámara lenta caminé por la entrada de la casa, se veía mucho mejor que la primera vez que vinimos aquí. Las ventanas estaban limpias, la pintura le había devuelto la vitalidad y el jardín estaba rebosando de vida y colores. Justo en la entrada de la puerta se veía uno de los atrapasueños que había hecho mi madre, recordé el que anoche se rompió. Sin dar más rodeos entré en mi casa, tiré las llaves en la mesita de la entrada y caminé hasta la cocina donde se escuchaba el sonido de ollas.

—Buenos días, cariño, me llamo tu hermana para pedirme tu número se lo di espero no te importe Mónica quiere acercarse a ti... —guardó silencio cuando me vio, nadie me conocía mejor como la mujer que me trajo al mundo, por más que intentara fingir que nada pasó ella sabía cuando mentía—. ¿Qué fue lo que pasó? —empleando un tono dulce mi madre se acercó a mí acunando mi rostro entre sus manos maternales, me miró a los ojos y las lágrimas se acumularon.

—Anoche un hombre me agredió en la discoteca, me tiró una mezcla de whisky y gasolina a los ojos, intentó prenderme fuego y si no fuera por Fede no sabría que hubiera pasado mamá. Perdón por no haberte dicho anoche, no quería preocuparte —sollocé mientras lágrimas comenzaron a caer, lo que había retenido desde anoche, la sensación de miedo, impotencia y dolor comenzaba a emerger. Mi madre gimió de dolor antes de abrazarme con fuerza, sus lágrimas amargas se deslizaban por su mejilla a la par que sus disculpas inentendibles.

—Hija todo esto es mi culpa —lloriqueo sin dejar de abrazarme —Denunciaremos esto, ese hijo de puta no puede quedarse impune, nadie me garantiza que vuelva a hacerte daño a ti o a otra chica —exclamó ella con la voz quebrada, sus brazos me brindaron protección y entendimiento.

—Mamá ya deja de culparte —exijo zafándome de su abrazo, la miré a los ojos, algo borrosos por las lágrimas y la señalé —Este pueblo de mierda con su moralidad intachable son los que están mal, son los que tienen la culpa de que hayas pasado tantos años lejos de tus propios padres. Ellos nos juzgan a ambas por algo que es insignificante al lado de las atrocidades que dejan pasar cada año en el festival de la primavera. Deja de culparte maldita sea, no tienes la culpa de nada y yo mucho menos. Pero ni crean que me intimidaran con sus miradas de odio, yo me iré de aquí cuando todo esto de la granja esté solucionado, se van a tener que tragar su odio y me importa una mierda que me consideren una bastarda —declaró con los puños apretados, me tenían hasta la coronilla con su actitud de mierda y esto de la discoteca me hizo entender que debo poner un freno a todo esto ya.

Hola, criaturas. Andrómeda fue herida pero vemos que eso no la intimida. ¿Que les parece hasta ahora la historia? Comienza el descenso a las cosas malas.

Canción: People I don't like - Upsahl

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