02 |Tomioka Giyuu|

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

02
Recuerdos
• ────── |♠| ────── •

Corrió sin parar, atravesando los arboles que se atravesaban y las grandes piedras en el camino. Sintió como el cansancio comenzaba a apoderarse de ella aún cuando cuando solo había salido del pueblo.

El rápido tintineo de su corazón se escuchaba en sus oídos, y sus pulmones pedían que parará para obtener un poco de oxígeno. Trago saliva haciendo un fuerte sonido, y con su mano derecha limpio el sudor que caía por su gente.

Le estaba pisando los talones, y si paraba moriría, debía sí o sí llegar refugiarse en alguna parte, ¿pero dónde en un bosque? Un leve ardor se hizo presente en su mano, que por primera vez pudo notar la sangrante herida ahí, un chillido de horro salió de sus labios mientras observaba la cortada con temor.

Aguanto las lágrimas que amenazaban por salir, y continuó corriendo cuando sus piernas pedían un descanso, cuando su garganta seca quería tan sólo un poco de agua, cuando sus pulmones pedían aire.

Cayó al suelo de boca, pegándose en la mandíbula y dando un grito de dolor. Se retorció en el suelo, llorando con fuerza y gimoteando ahí mismo. Temblaba, sintiendo el miedo y el temor al estar sola.

Su cabeza roto con lentitud, recordando el porque huía y olvidando levemente el dolor en su boca. Sin que las lágrimas pararán el pánico se apoderó de ella, quien como pudo retrocedió hasta chocar con un tronco.

Un demonio salió por un par de arbustos, mostrando un deformando y extraño cuerpo de tono grisáceo y mucho cabello negro. Sonrió, mostrando aquellos dientes colmilludos que le causó tanto temor desde la primera vez que lo vio.

— Eres la última —Su voz ronca le calo hasta los huesos a Amelie, quien negó desesperada llorando sin poder hacer un sólo ruido— Deberías agradecerme niña, te irás con todos aquellos a los que querías.

La niña de frágil cuerpo amago a levantarse, cayéndose ante el peso que sus piernas tenían por el maratón anterior.

Aterrorizada, vio a a otro lado, un punto en específico del bosque donde una silueta se encontraba posada, sus ojos brillaron de esperanza y alzo su mano en busca de alcanzarlo.

— Quiero sobrevivir… — Balbuceó con la voz rota, aún con su pequeña mano levantada.

El demonio río con burla, acercándose a ella con país lentos.

— ¿Sobrevivir? —Se mofó— ¿Acaso ya vez la luz blanca?

Cuando no soporto más su peso, bajo la mano y miro al frente, aguantando el temor se puso de pie a duras penas, sintiendo como sus extremidades temblaban justo como lo haría un flan.

— Viviré, lo haré —Murmuro, y una sonrisa muy forzada aprecio en su rostro, con un terrible dolor al decirlo.

— ¿Qué vivirás? ¿Cómo? —Uno solo de sus pasos basto para que su cabeza terminara rodando por el suelos, volviéndose cenizas y desapareciendo al poco tiempo.

Se trataba de un hombre con mascara roja con una exagerada y larga nariz en ella. Acompañado de un haori azul cielo con nubes blancas.

— Para acabar con los demonios necesitas más que determinación, no puedes vencer a nadie si eres así de débil. Deberás hacerte fuerte —Honesto, la observo quejarse por el dolor en su mandíbula— Soy Sakonji Urokodaki, un cosechador de cazadores. Si realmente quieres vivir, sigueme —Declaró y rápidamente pego vuelta.

A pesar de estar completamente a dolorida, siguió sus pasos, que poco a poco iban aumentando de ritmo. Y aunque corrieron solo por quince minutos a el vivir cerca de la montaña, para ella fue una verdadera tortura.

— Hay dos niños más de tú edad —Dijo el hombre, una vez llegaron a la cabaña.

Amelie se dejo caer sobre sus rodillas, respirando agitada mente y dando bocanadas de aire.

— Maestro, bienvenido —Un infante de cabello azabache y puntas azules apareció y éste dijo su vista en la niña que lo acompañaba— ¿Quién es ella?

— Giyuu, el pueblo del oeste esta perdido, solo ella sobrevivió, entrenara con ustedes.

— Entiendo —Una nueva voz habló, recargado sobre un árbol un joven de su misma edad estaba, con un cabello color salmón y ojos cielo degradados.

La albina lo vio sorprendida, no lo había antes ¿cuánto llevaba ahí?

— Ellos son Giyuu y Sabito, dos más de mis aprendices —Explicó.

— Amelie —Logro formular aguantando el dolor que tuvo al hacerlo, por esa misma razón no había preguntado ni dicho nada durante todo el camino.

— Ayudenme a llevarla dentro, le acomodarse la mandíbula —Dijo, y el azabache que parecía el más serio, se acerco a ella, agachándose colocando su brazo a través de su cuello. Urokodaki entro en la cabaña.

— Iré a buscar a mi hermana —El otro se fue de igual modo, caminando con cierta lentitud y desapareciendo ante el espesor de los bosques.

Ahogo un grito, cuando accidentalmente ella misma golpeó si brazo herido. Tomioka, sin saber que hacer, sonrió para intentar calmarla.

— El maestro es muy bueno… —Calló pensando mejor en  sus palabras— A veces… —Termino por decir con nerviosismo.

Con ella cojeando y recargando su peso en el joven, lograron entrar en la casa, con el mayor de ellos esperándolos con un par de gasas y alcohol. El Tomioka dejo sentarse a la nueva, para que acto seguido el expilar de agua tomara entre sus brazos su cabeza.

Trago saliva con dolor, sabiendo que sentiría el infierno y así fue. Un crujido al ser puestos bien los huesos le hizo dar un leve gritó.

Sintió el mismo sabor a sangre ennsu boca a que cuando se había caído. Posteriormente, bajo la manga del kimono de ella para poder sanr la herida que no paraba de sangrar. Tomioka observó lo profunda que era, y pensó en el terrible dolor que debió haber sentido ante la cortada y la mandíbula.

— Mañana hará la prueba —Decidio el de respiración de agua, apretando las ventas.

— Espero puedas pasarla —De nuevo el niño azabache sonrió, animándola.

— Yo también —Fue una nueva voz aquella, dulce y cálida, y aunque le doliera, por curiosidad ladeó la cabeza ahciabla puerta, encontrándose con una niña menor que ella, de cabello negro y ojos azules, la probable hermana del otro.

Y aunque las dudas la carcomían totalmente, no pudo decir nada por obvias razones, quedándose sin información durante el resto del día.

— Ya veras que podrás y te harás fuerte —Ánimo el varón de cicatriz en el rostro— ¿Verdad Giyuu?

Un leve sonrojo se poso en el nombrado, quien aún mantenía aquella tímida sonrisa.

— Claro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro