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Cuando te conocí
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— ¡Cómo que las has mandado al distrito rojo! —Exclamó ella, con enfadó.

— Me estarán informando sobre la situación, si les pasa alguna cosa iremos ahí —Contestó el albino, restándole importancia, mientras ella evitaba mirarlo por el enojo—. Creí que no te agradaban...

—... Nunca dije eso —Bajo la mirada, mientras sentía su cabello rubio caer—. Sólo... Soy muy celosa, estoy segura que podría empatizar con ellas —Murmuró avergonzada.

Uzui sonrió, acercándose a la cama donde aún reposaba su esposa y sentándose a su lado.

— Entonces intentalo cuando vuelvan —Alentó el varón, abrazandola por los hombros.

— Sí, pero hay algo que me molesta aún más... —Dijo, todavía sin verlo.

— ¿El qué? —Intrigado, levanto el rostro de la mujer alzando su mentón, para acto seguido quitar el pelo de su rostro.

Calló unos segundos, mientras él veía la impotencia a través de sus ojos ámbar, se hacia una idea de lo que le estaba molestando a la femenina.

— Yo quería ir y ser de ayuda... Pero sólo estoy acostada a una cama —De nuevo desvío la mirada llena de insuficiencia—... No me siento útil, sólo soy una carga... —Susurró apenada de si misma, con tristeza y desánimo.

— Sabía que esto pasaría... —Lo escucho decir, sintiendo como éste acercaba su cuerpo al suyo, en un suave abrazo que hizo a su corazón palpitar con más velocidas— No digas eso... Eres de las mejores cosas que me habrá pasado.

La rubia sonrió, recargando su cabeza en el pecho de él.

— ¿Aún recuerdas cuando nos conocimos? —Preguntó en voz baja, acariciando su cabeza y recargándose sobre la pared para estar más cómodo.

— Tenía cerca de catorce u quince años... Tú ya eras un viejo  —Contestó, sintiéndose nostálgica de tan sólo recordar aquella época.

— Sólo tenia dieciocho —Murmuró observándola con el entrecejo fruncido, que rápidamente cambio a una divertida—. Fue en aquel tiempo cuando me quede sólo —Una mueca de disgusto se formo en su rostro—. Y tú al igual que yo, querías alguien que te acompañara...

— Sí... Fue entonces que te conocí, entre la lluvia... Se burlaban de mi por mis ojos, sin embargo, a pesar de que los ignoraba, te acercarse a mí y me tomaste del mentón, creí que eras un violador —Ella río tras el comentario.

— Me diste una cachetada —Recordó sin gracia, observándola con seriedad.

Dio una carcajada, burlándose de él.

— ¿Qué querías que hiciera? —Preguntó con curiosidad, alzando la mirada para observarlo.

— Te fuiste tras darme el golpe, y ni oportunidad me diste para observarte —Mando sus ojos magenta con culpa, reprochándole con la mirada.

Se encongio de hombros.

— De cualquier forma, ya estoy aquí, puedes observarme y deleitarte con mi belleza —Se halago a sí misma, con el ego hasta arriba.

— Tienes razón —Y la beso.

Perdón, me e demorado un montón. Pero verdaderamente no se me ocurría que demonios escribí, y me lo fui inventando casi todo.

Según yo, eran más de mil palabras, me siento timada :'v, apenas llegue a las quinientas.