Querida señora Luna:

Todas las noches te admiro desde lejos, deseando estar junto a ti, deseando ser tu señor Sol.

Quisiera ser la causante de tu deslumbrar. 

Aunque siempre cambies de forma para mí seguirás siendo perfecta.

Me gustaría estar ahí para decírtelo cuando te sientas insegura y por lo tanto; tu deslumbrar disminuye. 

Querida señora Luna, nunca estás sola, aunque el cielo esté despejado y no haya ninguna estrella a tu lado, nunca lo estarás; pues, hay millones de personas admirándote y entre esas millones y millones me encuentro yo ahí, cada noche, sin falta.