Me pregunto
si la gente tiene una especie
de fé ciega sobre el destino,
un porvenir — futuro—
algo imperceptible,
que jamás va a acontecer,
o nunca llegará a suceder,
         [es decir que es irreal.
No nada más
original
y verdadero
que un recuerdo falso. Recuerdo a Isabel Sarli preguntar:
—¿Que pretende usted de mí?
Ahí es cuando
el recuerdo se congela.