La Costosa Rehabilitación Improbable en Puerto Real

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Yago se encontraba plantado en medio de una planicie, completamente solo, sin nada más que el sonido del correr del viento azotándole suavemente en el cuerpo. Iba vestido con su camisa roja favorita, así como la chaqueta de cuero negro que su padre le hubo regalado años atrás.

No tenía constancia de lo que estaba haciendo allí, pues no había nada en el horizonte, y el apacible mecer de la hierba a su alrededor no lograba calmar su inquietud.

Dejó de mirar lo que le rodeaba, y empezó a inspeccionarse a sí mismo. Para su sorpresa, ahí estaban sus cinco pokéballs, y notaba como sus cinco amigos estaban dentro de ellas, sintiendo la inquietud que invadía a su entrenador.

En vista de su soledad absoluta, lo único que se le ocurrió fue sacarlos a todos de sus pokéballs. Allí aparecieron los 5 amigos que le habían acompañado desde que hubo iniciado su viaje. Quedose allí ensimismado recordando los momentos que había compartido con ellos, cuando una carcajada sonora resonó en sus oídos, llamando su total atención.

Un hombre había surgido, bien podría suponer que de la nada, y se estaba acercando a él con total confianza. Se trataba de la gran figura corpulenta, peluda, bien vestida y de ojos grises.

-Hijo mío, que bien te queda la chupa que te regalé - expresó abriendo los brazos con la intención de abrazarle.

El joven sintió dentro de sí la duda de si aceptarlo o no, pues desconocía su situación actual, pero la cálida visión de su padre calmó sus inquietudes un poco al menos.

Santiago Betran III le abrazó con toda la fuerza que pudo, apoyada en el amor que sentía por él. Su hijo terminó por devolvérselo sin mayor opción, mas no podría decirse que con la misma intención.

El aragonés cincuentón le soltó casi de sopetón para poder admirarle mejor de cerca, orgulloso de lo que tenía delante. Acto seguido dirigió una mirada hacia su equipo, cautivado de lo que había logrado en tan poco tiempo. Sin embargo, solo se dirigió a uno de ellos.

Se puso en cuclillas, quedando aun por encima de la cabeza de Sneasel. La negra comadreja de hielo le recibió con felicidad, pues había sido él quien le hubo entregado a su hijo años atrás.

-Sneasel está increíble, has hecho un gran trabajo entrenándolo.

-Pues no has visto nada todavía - le dijo con un tono soberbio impropio de él -. He entrenado su velocidad hasta el punto de que puede correr por el agua si se lo propone, aunque no por demasiada distancia ni demasiado tiempo.

-Sí, algo he oído - respondió con una sonrisa como si aquello no le impresionase, aunque no era extraño considerando todo lo que debía haber visto en su vida -. Pero no ha evolucionado todavía, y veo que no es el único. Cuando estuve en tu situación, yo ya tenía mi equipo completo y solo uno faltaba por alcanzar su máxima etapa, y tú no tienes nada de eso.

Semejante desplante repentino hizo que la ira brotase con celeridad dentro de él, pero tuvo la suficiente sangre fría para no estallar con todo lo que se guardaba sobre su persona.

-Que te jodan, no se puede decir que me hayas ayudado mucho para conseguirlo.

-Es cierto, ese fue mi trabajo - irrumpió otra voz a sus espaldas, en esta ocasión, era un hombre mucho más menudo en comparación con su padre, de pelo completamente gris y corto, y la piel malamente bronceada, vistiendo un gi de karate -. Esperaba haberlo hecho lo mejor posible...

-Y así lo hiciste tito, no habría llegado tan lejos de no ser por ti - reconoció aguantando la emoción que le invadió que su sensei apareciese allí también.

Seguía sin entender qué sucedía, pero que su principal figura paterna volviese a su lado le llenó de ilusión. Sin embargo, la inigualable expresión de dureza en su cara venía acompañada de una decepción que pocas veces había reflejado. Entonces su sobrino entendió que no venía a decirle palabras agradables o reconfortantes llenas de orgullo precisamente, como bien hubiera deseado en sus sueños.

-Te enseñé mucho, pero no lo suficiente, o al menos había cosas que no estaba en mi mano enseñarte - señaló a Riolu entonces -. Si así lo hubiera hecho, ese pequeño que te regalé ya no sería tan pequeño.

-¡Le enseñé a manejar el Ki, tal y como tú me enseñaste a mí! - explotó por la presión que empezaba a sentir en su corazón, aunque no tardó en doblarse por el arrepentimiento de haberle alzado la voz a su padrino, lo cual era una falta de respeto que aprendió por las malas a no volver a cometer -. Creía... creía que esa era tu última lección - dijo con un tono contenido.

-No, está claro que no lo era, todavía hay mucho que no te he enseñado aunque te cueste creerlo.

En menos de un pestañeo, su tío se abalanzó sobre él con una técnica que había aprendido dolorosamente a defender: los shutō. En esencia, era un golpe que empleaba el canto de la mano opuesto al pulgar, pero su tío lo aplicaba con la ayuda del Ki, haciendo que pareciese tan peligroso como el filo de una espada.

Yago no estaba en condiciones para defenderse de aquello pese a sus dotes como artista marcial, y recibió dos golpes rápidos y certeros, uno en las costillas flotantes y otro en la articulación de la mandíbula con el cráneo, afectándole fuertemente también a la oreja y haciendo que casi cayera al suelo por impacto.

-También pensé que te había enseñado a defenderte de eso. Era la condición para darte aquel regalo que tanto deseabas, pero aún no te veía listo.

El joven entrenador se irguió adolorido y con el orgullo herido, consciente de sus errores, pero no eran todos.

-Te refieres a que...

No pudo terminar la frase, pues antes de decir su última palabra, sintió impotente como una hoja de metal afilada recorría en un destello toda su espalda.

-"No le des la espalda a tus enemigos" - dijo una voz horriblemente familiar a sus espaldas.

La hoja que le había rasgado la camisa silbó en el aire por mano de su dueño, dejando en su espalda una herida que no llegaba a ser profunda, pero no por ello menos dolorosa, lo suficiente como para que Yago sucumbiera a la aflicción y cayera nuevamente al suelo.

-No me digas, ¿querías una como esta? Lástima que tu tío el duro no te la regalase. Si vinieras conmigo podría darte la que quisieras, tengo más y mejores.

-¡Vete a la mierda! - completamente humillado e inmóvil, tiritando de dolor en el suelo, insultarle era lo único que pudo hacer.

-Esa lengua. Tu padre tiene razón, deberías tener tu equipo completo, y ya hay algunos de tus compañeros que lo tienen así - señaló a sus cinco compañeros, que permanecían inmóviles presos de la impotencia de ver a su entrenador en dicha situación -. Me pregunto si tu tío es el responsable de que aún estés tan por debajo de lo que deberías.

Como muestra de la diferencia que había entre ambos, Octavio sacó una pokéball y la abrió a su lado. Garchomp apareció delante de él, imponente, amenazante y con un aire asesino que cortaba la respiración. Pareciera que fuera a atacarle, y el brillo de sus ojos indicaba que estaba a punto de hacerlo.

En aquel momento, Gyarados saltó al fin en defensa de su entrenador. Le embistió con todo su cuerpo y le hendió sus enormes colmillos cubiertos de hielo en el cuello haciendo acopio de toda la fuerza de su mandíbula. Sin embargo, aquel dragón no se estremeció, no mostró dolor ni mucho menos se doblegó. Garchomp le mandó a volar con un simple pero arrollador movimiento de su brazos, y le remató en el aire con el golpe definitivo de una de sus garras.

Sus demás compañeros habían quedado abrumados por semejante fuerza barbárica, y la determinación que siempre mostraban a la hora de combatir junto a Yago parecía un recuerdo lejano. Charmeleon y Electabuzz dieron un paso al frente con la poca voluntad que les quedaba, pero al igual que Gyarados, los dos fueron derrotados en un abrir y cerrar de ojos, esta vez aplastados por una avalancha que Garchomp había generado con su poder.

Yago estaba completamente a merced de su enemigo, debido al poder que aquel dragón asesino hacía gala. Sin embargo, en lo más profundo de sí, deseaba contar con un poder similar, y Octavio lo sabía.

-Si quieres uno como él, ve a por él - Octavio pareció ver en lo más profundo de su ser, y le dijo lo que quería oír, por mucho que se negase a aceptarle -. Si buscas, sabrás encontrar, aunque ya te digo yo que no será gratis, nada en esta vida lo es - le planteó su premisa antes que su oferta -. Por eso debes dejarte guiar por aquellos que saben más que tú; y esa es la razón por la que no coincidirás con mis ideales, pues sino estás a mi nivel, es porque aún no has tomado el camino correcto - razonó de forma acertada el por qué eran tan diferentes en las acciones que realizaban -. Como bien pudiste experimentar, mi camino es el más adecuado para alguien como tú; y aunque te cueste aceptarlo, "eres como yo"...

Le escuchaba sin remedio, y a cada palabra que salía de su boca, más odio se apoderaba de él y más hacía el agónico esfuerzo de volver a ponerse en pie, aunque nada pudiera hacer en contra de su formidable enemigo. Tenía la espalda cubierta de sangre, y cuanto más trataba de erguirse, más le escocía y más notaba como la sangre brotaba con más intensidad y le cubría completamente hasta los pies.

-No soy como tú... - fue capaz de decir en un susurro terminal - Nunca... - la voz le temblaba por el dolor - nunca aceptaré la ayuda de alguien como tú.

-Por ahora - concluyó dándole la espalda finalmente, guardando la espada en su funda con forma de bastón, acompañado por su temible Garchomp.

Yago apretó los dientes y los párpados lleno de rabia, y soltó un último grito cargado con todas las emociones negativas que le habían invadido desde el inicio de la experiencia.

-¡Jamás!

Cuando se quiso dar cuenta, ya no estaba en aquel lugar al borde de la muerte, sino sentado en una cama de hospital tratando de recuperar el aliento por la experiencia vivida en su cabeza.

-Cuidado, o te saltarán los puntos - le dijo una voz tranquila a su lado.

-¿Los puntos? - preguntó arqueando las cejas. Intuitivamente, llevó una mano a la espalda para comprobar su sospecha.

<<Es verdad, Octavio me rajó la espalda con su espada... justo como en mi sueño>> dedujo por el dolor que le invadía, el cual sabía que era verdadero a diferencia de lo que acababa de experimentar <<Pero era tan real...>> seguía pensando hasta que fue consciente completamente de dónde se encontraba.

Era la habitación de un Hospital, no sabía cuál, pero la luz entraba con intensidad por la ventana. Estaba metido en una cama de sabanas blancas, y había otra junto a la suya, la cual estaba ocupada por su amigo, Sebastián.

Estaba apoyado sobre el respaldo de su cama, con los brazos por detrás de la nuca, y con una expresión de desánimo angustiante. Tenía el pelo rubio oscuro bastante desarreglado, su piel morena parecía más pálida de lo normal, y sus ojos verdes estaban enrojecidos.

-¿Cómo estás tío? - le preguntó llevado por la preocupación por su amigo.

-He estado mejor, pero no tan mal como otros... - se torció en una mueca de rabia al visualizar las imágenes de algunos de sus amigos.

Yago recordó entonces la última visión que tuvo de todos sus amigos antes de caer derrotado. Habían sido eliminados del combate uno a uno, y le dio la impresión en aquel momento que no habían quedado bien parados, como la sangre que le corría por la cabeza Álvaro y a su prima Paula después de recibir un duro golpe por parte de Tiziano.

-Paula... ¿cómo está? - su primer pensamiento fue por su prima, a la cual quería con locura y cuya imagen junto a la de Sebas fue la última que vio.

-Está bien... - Sebas decía la verdad, pero no parecía muy satisfecho de ello. Entonces, como si algo horrible pesara sobre su alma, se derrumbó sobre su amigo tomando su mano con fuerza -. Fue culpa mía - dijo roto de dolor - si hubiera sido capaz de pensar algo, si supiera defenderme como vosotros... Paula no habría quedado así, ni tú tampoco. Jamás habría esperado que Marco y los otros...

La imagen del Sebas tranquilo y seguro de sí mismo parecía un recuerdo lejano al lado de aquel despojo malherido que inspiraba una lástima acongojante. Yago sentía un mal similar no obstante, aunque más generalizado. Si bien Sebas mostraba su dolor por no haberle ayudado más a él y a su prima, Yago se culpaba por no haber liderado mejor a todos sus amigos, así que hizo la derrota responsabilidad suya en su conciencia. La ira que le invadía era absoluta, pero silenciosa, y no iba a mostrársela al amigo que estaba dejando escapar todas sus emociones frente a él.

-No fue culpa tuya - le dijo con firmeza impertérrita, tomándole por los hombros -, fue mía por no haber sido un líder a la altura.

-Yago, esos cabrones estaban a otro nivel, si nosotros mismos junto con Paula no pudimos con Octavio y Marco, nada podrías haber hecho para que los demás lo hicieran mejor tampoco - reflexionó fríamente algo más recompuesto, apoyándose sobre el respaldo de su cama -. Abraham por ejemplo, se la jugó mucho atravesando el fuego con el que le habían rodeado armado solo con un palo... ahora está con quemaduras de segundo grado y acaba de superar la intoxicación por el humo, igual que Jesús y su amiga pelirroja.

La mención de aquellos compañeros le hizo recordar la situación de los demás y preocuparse por su estado actual.

-¿Estás al tanto de todos? - no quería hacerle sentir como un tonto en caso de preguntarle algo que no supiera.

-Más o menos, pero si quieres comprobarlo, todos siguen aquí todavía después de todo este tiempo.

-Espera... - cayó en la cuenta de algo en lo que no había reparado hasta que vio detenidamente la luz del sol atravesar su ventana -. ¿Cuánto llevo inconsciente?

-Hoy hará 3 días, es 20 de Octubre - le dijo casi sereno del todo.

Sus ojos se abrieron como platos, y salió de la cama casi sin pensar, llevado por la idea de que había perdido demasiado tiempo.

-Yago cuidado, la herida se te abrirá - le volvió a avisar, esta vez más alterado.

Hizo oídos sordos a la advertencia y salió de la habitación, topándose con que estaba al final de un largo pasillo, iluminado por la luz de la ventana en el otro extremo del mismo.

A sus espaldas, le pareció oír puertas abriéndose, seguidas de las voces de enfermeras rogándole que tuviera cuidado, y que volviera a la cama.

-Déjenle, por favor - les dijo Sebas para que no interfirieran -. Lo mejor para él es que se ponga al día.

Caminó con presteza sin ningún objetivo claro en la cabeza; bajó por las escaleras y se guio por las señales de las esquinas que le llevaban hasta la salida. Con lo que no contaba, es que llegaría antes a una sala de estar llena de gente conocida.

Al primero que vio fue a Álvaro sentado sobre una mesa, apoyando la cabeza sobre su puño, con la particularidad de una venda que le cubría la zona superior del cráneo. Sus penetrantes ojos azules se posaron sobre Yago cuando le vio a aparecer, llamando así su atención y dando un largo sorbo a una lata de Monster que estaba bebiendo.

Después se fijó en que, sentados en una mesa, hablando de forma convencional, estaban Sancho y Cris, quienes no repararon en su llegada. No fue así el caso de Jesús, que en cuanto le vio en la sala se dirigió hacia él, acompañado de la amiga pelirroja de ojos violetas que había hecho la noche anterior, Ana.

Yago fue a recibirle con la intención de darle la mano y saber cómo estaba, y a punto estuvo de darle un abrazo por inercia, sino fuera porque su atención se fijó de nuevo en otra persona, a la cual no dudó en abrazar con todas su fuerzas en cuanto la vio sonriéndole.

Esta vez, como era habitual entre ellos, Paula le dio una sorpresa apareciendo detrás de él sin hacer ruido, y fue de las mejores que podía haber esperado desde que abrió los ojos.

-Por fin estás despierto - le dijo con cariño y alivio -. ¿Estás bien?

Conociendo su gran capacidad empática, ya debía saber la respuesta, pero igualmente prefirió no preocuparla en exceso.

-Sí, lo estoy - le dijo con un suspiro para camuflar su mentira -. Estoy vivo, y vosotros también.

No pareció convencerla del todo, pero Jesús aprovechó el breve silencio para intervenir.

-Me alegro tío, nosotros despertamos anoche... y nos estamos poniendo al día con todos - dijo el bético con mejor humor.

Eso le hizo pensar en que también debería hacerlo, y le recordó que no sabía nada de muchos de sus amigos.

-¿Alguna novedad? ¿Dónde está Adri? - preguntó inmediatamente, preocupado por uno de sus mejores amigos.

-Adri está en coma, y no han podido encontrar la forma de ayudarle... porque su problema parece tener un origen psicológico, no físico - explicó apenado por el estado de su amigo.

-Mi hermana está con él, tratando de despertarle de alguna manera - añadió Ana como consuelo.

Yago sintió un gran pesar dentro de sí, además de culpabilidad, pues fue él quien le dijo en plena batalla que le hiciera frente como pudiera a la desgraciada que le había dejado así. Y a su lado, pudo ver de reojo que Paula notaba dicho sentimiento dentro de sí.

-¿Y Estela...? - se temía otra noticia nefasta, esta vez, referente a la hermana de Jesús, y su mejor amiga.

-Creo... - balbuceó sin saber qué decir al inicio -. Creo que deberías hablar con ella. Necesita ayuda, y a mí no me ha querido hacer caso... - reconoció Jesús amargamente.

Paula señaló vagamente con el pulgar hacia el sofá que tenía cerca, sobre cuyo respaldo estaba Estela dormitando, con auriculares puestos, y dibujando a duras penas, con una expresión melancólica. Al ver a su amiga en aquel estado, a Yago se le encogió el corazón, pero lo peor fue que no se veía capaz de ayudarla como bien había hecho desde que la conoció.

Sin embargo, su prima le incitó con su mirada a hacerlo, pues conocía a su primo, y confiaba que el poder ayudar a su amiga a sacarle una sonrisa también podría ayudarle a él mismo en medio de tantas malas noticias.

-¿Te parece que tengo pinta de animar a alguien? No estoy animado ni para tomarme un Nesquik - quiso bromear como haría Adri para tapar su impotencia y poca predisposición para ayudar a su mejor amiga, a lo que Paula le miró decepcionada, persuadiéndole de cambiar de opinión -. Tranquila, obviamente voy a hacer lo que pueda - aceptó igualmente sin demasiadas esperanzas, alejándose de su prima.

Antes de sentarse a su lado sin que se diera cuenta, se encogió brevemente del susto que le dio el encontrarse a Abraham durmiendo en el sofá de al lado, apoyando su nuca sobre el respaldo del mismo, dejando las piernas sobresaliendo por encima.

<<Un momento, Sebas dijo que tenía quemaduras de segundo grado, ¿Dónde están entonces?>> le llamó más la atención que en algunas zonas de su cuerpo que quedaban visibles, la piel fuese algo más morena, lo cual era remarcable dado que su piel era muy pálida.

-Hola... - le dijo débilmente una voz femenina a su lado.

Estela se había dado cuenta de que estaba allí mismo, así que soltó el lápiz que tenía en la mano y se quitó los cascos que tenía puestos para escuchar música.

-Hola, ¿Cómo estás? - fue lo primero que se le ocurrió.

Pudo ver como su mirada se iluminaba al verle allí, aparentemente recuperado. Aunque su alegría no tardó en apagarse junto con su mirada.

-Bueno... aquí estoy - le dijo bastante desanimada.

-Ya te veo. ¿Qué estás dibujando?

Una imagen vale más que mil palabras, y Estela le mostró la imagen que estaba trazando en su cuaderno. Se trataba de un paisaje oscuro, lleno de árboles marchitos y ensuciados por unas manchas que asoció con la lluvia.

-Muy bonito - era cierto, pero sabía que no estaba bien igualmente -. Al menos no estás tirada en la cama sin hacer nada, ¿Has hecho algo más?

-Ayer por la noche fui a pasear mi Rockruff junto al de Rubén, pero después se tuvo que ir con Lorena y una tía suya que había venido a verles.

Su mente se desvió al instante hacia otra persona que en muy poco tiempo se había ganado su corazón, y en la que no había pensado desde que se había despertado. Sin embargo, en aquel momento primaba su amistad con Estela, y debía ayudarla todo lo posible antes de preguntar por su "novia".

-Bueno, hicisteis algo que os gustaba... ¿Pero cómo habéis quedado? - refiriéndose a Rubén.

-Creo que igual que la última vez, pero no me siento bien para seguir intentándolo.

-Te entiendo... - dejó escapar con sinceridad -. Yo tampoco sé en qué situación he quedado con Lorena finalmente. Si te sirve de consuelo, no sé si aún podemos considerarnos "pareja".

-¿Y por qué me iba a consolar que no estuvieras bien? - le reprochó su comentario como si le hubiera dicho un disparate.

-Bueno... porque no eres la única que no está bien. Y porque cometí muchos errores aquel día... - <<y el anterior>> pensó sintiéndose culpable en lo que hizo con Lorena para que ahora su relación estuviese en tela de juicio.

-Yo nunca me voy a alegrar porque te equivoques - le dejó en claro -. Pero sí por ser capaz de ayudarte...

<<Bueno, esa era mi idea al venir a hablar contigo; aunque se supone que yo debía ser quien te ayudase a ti>> pensó ante la disposición de su mejor amiga por ser ella quien le ayudase a él.

-No creo que puedas hacer nada. Rubén la cagó contigo, pero habéis tenido un momento para hablar un poco al menos antes de que se fuera. Yo la cagué con Lorena, y he despertado tarde para tratar de arreglarlo... Ojalá pudiera decirle lo mucho que lo siento - expresó en voz alta, sin ninguna vergüenza de mostrar su dolor frente a su amiga.

Estela, quien hasta hacía unos minutos se sentía hundida en su propio dolor, sintió una gran empatía por su mejor amigo, quien estaba en una situación, efectivamente, similar. En vista de su estado, en lugar de hundirse todavía más, sintió la necesidad de encontrar la manera de ayudarle con su problema con Lorena, y la tenía muy a mano.

-Se lo dirás, y arreglaréis las cosas - le dijo sacando a relucir su optimismo y esperanza, pero guardándose la forma en la que lo lograría.

Los ojos plateados de Yago se iluminaron al ver que su amiga se había propuesto ayudarle, y que en el proceso, le había ayudado a borrarle aquella expresión de desgracia personal.

<<Al final sí que me ha ayudado un poco hablar con ella... gracias prima>> pensó en que Paula quizá lo hubiera planeado todo, guiándose por los sentimientos y lazos que les unían.

-Y tú también las arreglarás con Rubén; y si él no quiere hacerlo, pues que le den, porque no te merece - le respondió con igual emoción.

Inesperadamente, entender los problemas del otro había ayudado a que levantaran algo la cabeza, aunque su dolor por la humillación recibida seguía presente; razón por la cual ninguno sacó aquel tema.

-¿Sabes? No esperaba haber despertado antes que tú - reconoció Estela algo más animada.

-Y yo pensaba ser el último en despertarse - interrumpió otra voz conocida con un bostezo.

Abraham se había despertado de su incómoda siesta y se incorporó crujiéndose el cuello.

<<¿Habrá estado escuchando todo el rato sin abrir la boca?>> se preguntó Yago algo molesto.

-Oye, ¿desde cuándo te has ido a tomar el sol? - le preguntó señalando sus marcas sobre los pómulos y las muñecas.

-Desde que me hicieron un injerto de piel exprés para que dejase de escocer... - la típica pasividad de su voz se vio algo alterada por el dolor que debía haber sufrido en sus carnes.

-¿Exprés? Creía que los injertos de piel solían tardar como... 3 semanas, pero tú en 3 días estás de puta madre - le cuestionó asombrado de su recuperación.

-Ah, eso. La tía de vuestras parejas vino por petición suya, y se encargó de tratarnos como si le fuera la vida en ello. Ahora estoy en deuda con ella, y con Rubén y Lorena.

<<Lorena... ¿Dónde está ahora?>> su mente se desvió de la conversación brevemente.

-¿La tía de Lorena y Rubén? ¿Y qué clase de genio es...? - le seguía pareciendo increíble que alguien fuese capaz de hacer algo del estilo, incluso siendo familia de ellos.

-La doctora Claudia López Belaustegui, uno de los mayores genios científicos del país - respondió una voz gélida tras él, llamando inquietantemente su atención.

A su espalda y a cierta distancia, una chica de su edad, de aspecto fríamente majestuoso, de cabello rubio platino con las puntas celestes, y ojos de un color violeta oscuro, se encontraba sentada en una silla tomándose un café y dejando un libro que estaba leyendo a un lado para dirigirse hacia ellos.

Su intervención no fue algo que captase demasiado la atención, pues estaban hablando bastante alto como para que el resto de la sala les escuchase; además que ya conocían a aquella chica de días atrás.

-Aurora, ¿estás mejor de la cabeza? ¿Y Dani? - Ana se acercó a su hermana al reparar en su presencia.

-Yo sí, pero a Dani le va a costar un poco más recuperarse - respondió fríamente, como si aquel hecho no le produjese ninguna aflicción.

Yago escuchó aquel comentario, y rápidamente pensó apurado en el estado de otro de sus mejores amigos; pero fue Paula la que intervino primero, bastante inquieta.

-¿A qué te refieres con que "le costará un poco más"?

Aurora agachó un la cabeza y tomó un poco de aire antes de responder.

-La Doctora tenía mucha prisa, y solo pudo reparar las costillas y demás huesos rotos que amenazaban sus órganos internos. Aun así, le sigue costando respirar, y no puede andar con total seguridad, no digamos correr... - se notó que trataba de disimular -. Bueno, no puede decirse que no se lo buscó; si se hubiera quedado en el suelo en lugar de correr contra alguien más grande que él, ahora estaría perfectamente - concluyó con tal de mantener su fachada.

Aquella noticia fue un duro golpe para ellos, pues todos conocían a Dani y sabían lo que aquello podría suponer para él. Más aún, les dolía ver lo poco que parecía importarle a la persona por la que había acabado en ese estado.

Sin embargo, a Yago le dolió más todavía, pues de nuevo, asumió la culpa de dicha tragedia; y es que había sido él quien le hubo dado la orden a Dani de que se centrara e hiciera frente a Crixo en medio de aquel caos, y había acabado así.

-Joder... - dijo una voz áspera para después escupir a la papelera que tenía al lado. Sancho se había unido a la conversación junto a Cris y se enteró de lo que Aurora había contado, y fue de los pocos que se centró más en su comentario denigrante que en el estado de su compañero, pero no fue el único.

Como un trueno en la noche, la silla en la que estaba sentado Álvaro se arrastró rápida y ruidosamente por el suelo hasta acabar tirada en medio de la sala cuando el imponente entrenador se levantó de ella. Este tiró la lata de Monster que se había estado bebiendo a la papelera sin mirar si caía dentro o no, y se dirigió hacia aquella chica que estaba contando aquellos hechos como si no le produjera ninguna emoción.

-Escúchame bien, ese tío es más duro de lo que crees, y no se quedará tirado en una cama mientras piense que aun puede hacer algo con sus piernas - empezó bruscamente dejándole claro que estaba equivocada, para después señalarle intimidantemente con el dedo -. Más te vale darle las gracias por salvarte la puta cabeza, y deja esos jodidos aires de superioridad cuando ese tío te ha salvado la vida, quedas fatal - remató dándole la espalda y alejándose.

Le dejó en evidencia delante de todos, pero Aurora igualmente mantuvo su fría actitud, esta vez para ocultar su humillación, porque sabía que Álvaro tenía razón aunque se negaba a reconocerlo.

-¿Y a ti qué te importa lo que yo haga? - fue capaz de contestar a sus reproches.

-Me la suda lo que hagas, pero como mi amigo acabe más jodido de la cuenta por tu culpa, créeme que sí me importará - le amenazó contundentemente marchándose de la sala -. Voy al gimnasio - le dijo a Paula antes de desaparecer.

Ver a Álvaro con una actitud tan belicosa era algo que siempre quedaba en tela de juicio por su forma tan peculiar de ser, ya que en la mayoría de los casos, no podían estar seguros de si lo decía en serio o no. Pero en aquella ocasión, pocas dudas hubo al respecto.

-Vaya, él tampoco ha tenido un buen despertar - comentó Jesús en primer lugar.

-No quiere saber nada de nadie, ni tampoco escucharme - respondió Paula apenada por el estado de su mejor amigo -. Desde que la Doctora le curó el golpe de la cabeza, no ha parado de entrenar y pensar maneras de mejorar, a cada cual más... cuestionable.

-Ni de decir palabrotas por no conseguir resultados, y no le culpo la verdad - añadió Abraham marchándose entonces -. Yo también tengo que ir al gimnasio, cosas mías - concluyó bostezando antes de desaparecer.

Se quedaron en silencio, reflexionando vagamente sobre todo lo que les rodeaba, hasta que uno no fue capaz de seguir así, pese a su miedo a equivocarse.

-En Álvaro se nota bastante, pero Abraham también se está poniendo fuerte de tanto entrenar... aunque no esperaba verle tan dispuesto a hacer ejercicio en lugar de pensar - quiso comentar Cris después de estar tanto rato observando la situación, aunque no estaba seguro de haber dicho algo inapropiado.

-Apuesto que Manuel le ha influenciado un poco - comentó Jesús continuando la conversación -. Por lo que me dijo, Manuel lleva desde lo de Baelo Claudia arrimándose más a él. No sería raro que estén cogiendo cosas del otro.

La mención de otro de los compañeros que no estaban allí presentes, conocido por su firme y exagerado sentido de la justicia, hizo que a Yago le viniera a la mente las repercusiones legales que lo que les había sucedido pudieran tener más que por su estado de salud, a diferencia de lo que había pasado al pensar en el resto de amigos.

-¿Y dónde está Manuel ahora? ¡Tenemos que hablar con su padre ya! - exigió saber Yago casi a la desesperada, al reparar en un tema de tanta relevancia.

-Manuel se fue al Gimnasio del Hospital para echar todo el cabreo que tenía dentro, casi como Álvaro. El tío no podía estar en la cama quieto sin desfogarse, no me extraña - explicó Sancho al respecto escupiendo.

-Sí, se encargó de dar testimonio de todo en cuanto nos encontraron, igual que Lorena y Rubén antes de irse - Paula supo por la reacción de su primo que su preocupación acerca del paradero de Manuel se debía a las consecuencias que iban a tener su trágicas vivencias -. Dijo que esta tarde vendrá con su padre, a eso de las 7, así que tienes tiempo para arreglarte como tanto te gusta - le señaló lo que llevaba puesto, dejándole en evidencia.

Yago no había reparado en que había salido de la habitación descalzo, sin nada más puesto que una especie de camisón blanco de hospital que le cubría a duras penas el culo, sintiéndose bastante avergonzado dado el extremo cuidado que siempre guardaba para con su imagen.

Volvió con presteza a la habitación y comprobó que toda la ropa que había dejado en el Centro Pokémon de Doñana le había sido entregada junto con el resto de su equipaje. Señaló la camisa que consideró más adecuada por cómo se sentía aquel día: la negra.

Sebas no estaba allí, lo cual no le importó y presupuso que, al igual que tantos de sus amigos, también había ido al gimnasio.

Cuando se quitó el camisón del hospital, pudo comprobar en el espejo del baño la gran cicatriz que le había quedado marcada en la espalda, que comprendía desde la zona superior del omoplato derecho hasta el lumbar izquierdo.

<<Espera un momento, si tengo la herida así, eso significa que... ¿Octavio es zurdo?>> dedujo inconscientemente, pero no acabó ahí su razonamiento <<Si es así... ¿Por qué usó la mano derecha para manejar la espada durante nuestro combate? ¿Acaso no me tenía en consideración para hacerle frente? Hicieron todo eso para ponernos a prueba, pero a él no le bastó con engañarme...>> tristemente, su reflexión le hirió todavía más el orgullo.

Al abrir el grifo de la ducha, el agua empezó a caer sobre su rostro, y entonces sintió las desesperadas ganas de echarse a llorar, presa de la frustración y la culpabilidad que le invadían, buscando agónicamente algo de alivio personal. Las lágrimas le corrían por el rostro descontroladamente, pero el agua de la ducha hizo que se desvanecieran, no así su rabia o su culpa. Culpa por considerarse responsable del estado de la mayoría de sus amigos, especialmente por Dani o Adri.

Estuvo allí más tiempo de lo esperado, y por muy elegante que se vistiera después, cuando se miró al espejo, fue incapaz de dibujar en su rostro su característica sonrisa optimista.

Antes de acabar, alguien llamó a su puerta, y él no hizo esperar a la persona abriendo rápidamente.

Como un relámpago, la persona tras ella se lanzó a sus hombros, abrazándole fuertemente.

-Estás bien... me alegro mucho - le dijo la joven que había entrado.

-Yo también me alegro de que sigas tan rápida, Lorena. Me has pillado desprevenido, y solo mi prima y un par más lo han conseguido - le reconoció con una mezcla de orgullo e ilusión.

Trató de disimular su sorpresa, pero su llegada logró sacarle una pequeña expresión de alegría después de haberse desahogado con sus lágrimas.

-Gracias, supongo. Perdona, no puedo estar mucho, me tengo que ir que Rubén me está esperando para coger el tren. Pero en cuanto me enteré de que estabas despierto tuve que venir en moto desde San Fernando - trató de excusarse por no haber estado antes y por tener que volver a irse tan pronto, aunque a Yago no le importó realmente, porque algo llamó más su atención.

-¿Y cómo te has enterado?

La pregunta pareció ponerla un poco nerviosa, pero acabó respondiendo.

-Estela tiene mi número, y me avisó en cuanto hablasteis de mí - aquello parecía una condición para que le avisase, si bien le alegraba el hecho de que se preocupase por ella.

<<Claro, ahora sé por fin cómo conseguiste mi número para empezar>> llegó a una conclusión que le había hecho comerse bastante la cabeza durante los días previos, y por la expresión de su cara, Lorena se dio cuenta de que lo había descubierto.

-Esta Estela... le tendré que dar las gracias después de todo, sino no habríamos podido tener nuestra cita por Sevilla - asumió agradecido de tener una amiga así.

-No me dio tu número porque se lo pidiese, tuve que derrotarla en un combate, y así lo hice - le guiñó el ojo presumiendo de su habilidad y su logro.

Estaba notando que Lorena trataba de ganarse su afecto y atención, tal y como había sucedido antes de que fueran a Sevilla; pero al igual que con Sebas, la culpabilidad volvió a corroerle por lo que había sucedido, más aún porque ya habían tenido sus problemas personales independientemente de la confrontación.

-Oye, siento lo que nos pasó aquel día - confesó sentándose en la cama con la cabeza gacha.

-Si lo dices por lo que pasó antes... no te preocupes. Tuvimos un mal día, como todas las "parejas" - remarcó explícitamente el estado de su relación.

-Me alegra ver que aún lo somos... Pero igualmente, podría haberte ayudado más, y también la cagué durante la pelea. Si lo hubiera hecho mejor, quizá no hubiéramos perdido.

-¿Pero de qué estás hablando? ¿Te crees que fue culpa tuya que nos dejaran a todos en la mierda? - le increpó al notar la disparatada idea que tenía de lo sucedido.

-No del todo, pero me hago responsable por haber tomado el mando al principio.

Lorena suspiró profundamente, preparándose para hablar con franqueza temiendo herir sus malogrados sentimientos.

-Cuando la pelea empezó, no tuve tiempo de pensar en nada más que en acabar con Orquídea. Y hasta que me derrotó... - se atragantó por el mal recuerdo - no pude ver cómo os derrotaban a todos. Me había envenado, y yo no podía moverme... estaba en el suelo, no era capaz de levantarme para ayudaros, y así estuve hasta que no aguanté más y acabé cerrando los ojos. Y aún así, pude sentir cómo os destrozaban, a mi hermano, y a ti también - estaba a punto de derrumbarse emocionalmente sobre él, y rápidamente la tomó por los hombros para evitar que eso pasara -. Lo que quiero decir, es que ni dando lo mejor, podríamos haber ganado... y no es culpa tuya.

Yago notaba que ella también se sentía culpable, pero lo asumió de una forma muy distinta.

-Y además... fue Ale el que avisó a la guardia para que nos ayudaran, y ahora se las da de héroe - el rencor se apoderó de su voz al pronunciar aquel nombre -. Cuando desperté gracias a mi tía, él estaba ahí esperando para presumir de haberme salvado, y se fue dejando entrever que la próxima vez acabaría peor - confesó reflejando todavía más lo herido que estaba su orgullo.

-¿Dónde está ese hijo de puta ahora?

-Seguramente ya se ha largado, la única razón para quedarse sería para jodernos todavía más.

-Me conformo con que te deje en paz de una vez, porque si vuelve a hacerte algo te juro que iré a por él... - un profundo deseo de venganza se dejó entrever en aquellas palabras.

Los ojos de Lorena reflejaron su perplejidad ante aquel sentimiento tan negativo e impropio del chicho que creía que era, pero también le gustó ver que compartían dicha emoción pese a ser tan aparentemente diferentes.

-No te preocupes, yo misma me encargaré de él - le guiñó confiada mostrando una de sus pokéballs que tenía guardada en su chaqueta.

-Bueno, si me necesitas ya sabes que me puedes llamar, gracias a Estela - contestó mostrando su móvil, aunque no se encontraba muy seguro de poder ayudarla después de la última vez.

-Quizá lo haga para eso, o para otra cosa - concluyó de manera sugerente, aunque vio que Yago no le correspondió como esperaba.

Antes de irse sin mayor muestra de amor, Lorena se dio la vuelta y rápidamente se atrevió a darle un beso en los labios mientras le abrazaba, tratando de hacerle sentir el afecto que le guardaba. Sin embargo, él no logró sentir dicho amor dentro de sí y no fue capaz de devolvérselo con la misma pasión.

-Ya entiendo, estás peor de lo que pensaba... - susurró mientras se alejaba definitivamente.

<<Eso parece. Si antes ya tenía dudas, ahora sí que no estoy para retomar mi relación contigo...>> se dijo así mismo lleno de amargura. Lorena le había dado uno de los mejores momentos de su vida cuando tuvieron su primera cita, pero en aquel momento, parecía un recuerdo muy lejano que no creyó que volviera a suceder <<"El Amor es la muerte del Deber">> las palabras de Octavio durante la excursión y antes de la confrontación volvieron a su mente, poniendo más en duda lo que debería hacer respecto a la chica que quería en pos de alcanzar su meta actual.

Las horas pasaron, y media hora antes de lo que había previsto, Sebas volvió del gimnasio.

-Vaya, veo que te has tomado tiempo para presumir de brazo - trató de bromear mordazmente al verle con los brazos prácticamente rendidos por el cansancio.

-Y de espalda también, pero es que estuve un rato hablando con Paula - le informó con su voz agotada pero serena.

-Ah, claro. Me alegro de ver que tienes a alguien para levantarte la moral, y también otras cosas - insinuó pícaramente arqueando la ceja.

-No te pases... que aún no somos más que amigos.

Yago arqueó las cejas nuevamente ante el más que pasivo comentario de su amigo.

-Si así es cómo lo ves a estas alturas de vuestra relación, creo que pasará mucho hasta que seáis algo más que eso - Sebas permaneció inexpresivo, pero Yago supo que se había pasado con aquellos comentarios, impulsado por lo que acababa de vivir -. Mira bro, lo siento. Pero si eres incapaz de ver que le gustas a mi prima tanto como tú a ella, no creo que lleguéis a nada.

-¿Cómo sabes eso?

-Joder Sebas, mira que eres listo; pero a la hora de entender los sentimientos de los demás eres un 0 a la izquierda, aunque no tanto como Abraham si te sirve de consuelo. Si te gusta una tía tienes que ir a por ella, a tu manera sí, pero no puedes esperar todo el día que sea ella quien venga a por ti. Yo tuve suerte y fue Lorena la que me llamó, pero en cuanto tuvimos la ocasión la aprovechamos, por eso fuimos mucho más rápido que vosotros - <<y por eso tuvimos problemas tan rápido también>> se calló consciente de sus errores.

-Paula es la que más entiende a los demás, quizá por eso me gusta tanto, porque yo no puedo...- reconoció dura pero sinceramente sus sentimientos a su mejor amigo -. Y tú eres el que le echa huevos a todo lo que le planten en medio, ya sea un enemigo o una tía - añadió como guiño a favor de él.

<<Sí que es un consuelo, la verdad>> pensó algo aliviado de ese hecho.

-Sí... en eso tienes casi toda la razón - su tono se volvió mucho más sombrío en aquel momento. Y aunque le costase entenderle, Sebas fue lo bastante listo como para imaginar en qué se centraron sus pensamientos.

Haciendo como que se le iba la hora para bajar, Sebas se excusó y fue rápidamente a la ducha antes de seguir ahondando en el tema que tanto pesar le generaba a su amigo, ya que estaba seguro de que no sería capaz de ayudarle como él acababa de hacer consigo.

-Qué gracia, se supone que yo soy el sabelotodo de los dos - comentó con un tono algo arrogante que a su amigo le devolvió la fe en que haberle hablado del tema le había ayudado, como consuelo de no ser capaz de devolverle el favor.

Antes de que su amigo terminase de ducharse y demás, Yago bajó a la misma sala de estar con la que se hubo encontrado con sus amigos. En esta ocasión, unos pocos más se encontraban allí presentes, y para su alegría, Dani también estaba.

Su mirada estaba apagada, y se encontraba bastante encorvado tratando de mantenerse en pie con naturalidad, y podía escucharse cómo le costaba contener su quejosa respiración.

-Vaya, Yago sigue sin estar muy bien... - susurró Cris observando de lejos la expresión alicaída que traía su amigo, con miedo a llamar la atención y causar más problemas de la cuenta.

-No es que nosotros estemos mejor - le replicó Sancho escupiendo en la papelera que tenía al lado -. Bueno, a nosotros nos la jugó una zorra, pero en su caso la zorra sigue jugando con él - reflexionó estoicamente.

-Lorena... si solo la mitad de lo que dijo Ale sobre ella es cierto, creo que deberíamos decirlo.

-Sino quieres pasar por algo peor que lo que nos trajo aquí será mejor que te calles como una puta - le respondió de tal mal forma que le hizo sentirse mal -. Siento si soy duro, pero no hace falta que te recuerde lo que pasa siempre que depositamos más confianza de la cuenta en otros. Además, ahora mismo será mejor que no le digamos nada del tema.

-Creo... que tienes razón - el recuerdo de Margarita sirvió para que le doliera todavía más -. Aunque Ale nos salvó la vida el otro día.

-Bueno, sí. Y desde luego no tiene pinta de que todo lo que nos dijo fue mentira. No hay más que ver que por poco Rubén le parte la cara delante de nosotros la otra noche.

-Fue increíble - dijo al instante entusiasmado -. No sé qué le dijo, pero fue capaz de quitárselo de encima solo con sus palabras.

-Eso sí que fue increíble. Aunque ojalá no lo hubiera hecho, porque habría disfrutado mucho que mi Gurdurr le partiese la cabeza con su viga de acero en defensa suya.

Cris se atragantó un poco ante la violencia que su mejor amigo estaba dispuesto a ejercer si se diese el caso, más de lo que ya lo había estado desde que le conocía.

-Por cierto, me mandó un mensaje esta mañana. Me dijo que ya logró derrotar a la Líder de Huelva, y que vayamos cuanto antes o nos dejará muy atrás - se lo tomó como una especie de rivalidad amistosa entre ellos.

-Muy bien por él, pero no seguirá así mucho tiempo. Mañana en cuanto nos levantemos iremos a Huelva, y esa tal Paola sabrá lo que puedo hacer con el tipo Planta - declaró con ira contenida agarrando fuertemente la pokéball de Grovyle que tenía enganchada en su cinturón.

-Yo... yo también se lo demostraré - le respondió algo más animado haciendo lo propio con la pokéball de Dartrix.

<<Esta vez, el poder de la naturaleza estará de nuestra parte>> el recuerdo de Margarita había generado en ellos un ansia por dominar aquel tipo mucho mayor de lo que hubieran deseado antes. Y aunque les doliese reconocerlo, sabían que su enemiga estaba a un nivel muy superior al suyo, por lo que derrotar a una Líder de la cual sabían que compartía características con ella, en lo que a combate se refería, despertaba todavía más sus deseos de mejorar.

Dani se dio cuenta de que Yago había llegado, y trató dolorosamente de recibirle como siempre lo había hecho, pero a punto estuvo de caerse cuando le iba a chocar su puño.

-Ey tío, me alegro de verte... de pie - fue lo único positivo que se le ocurrió con tal de levantarle su ánimo tan mermado.

-Sí, ya no aguantaba más tirado en la cama, ahora al menos puedo caminar xd - como mínimo, pero se notaba que le dolía no ser capaz de hacer más.

-Estoy segura de que pronto podrás corretear por el campo como siempre - intervino Paula con tal de motivar a su amigo también -. Y si necesitas a alguien que te enseñe a aguantar golpes y a devolverlos, nos tienes a nosotros dos - le guiñó el ojo a su primo explícitamente, pues sabía que Dani le había pedido ayuda el día antes de la tragedia para aprender a defenderse, pero no fue suficiente para prevenir a la montaña de músculos que era Crixo.

Como era costumbre en ella, el talento de Paula para sacar sonrisas a los demás con su apoyo se mantenía vigente gracias a su empatía. Sin embargo, dada la situación, se notaba que no surtía el mismo efecto que siempre, pues Sebas seguía bastante desanimado y la sonrisa que le sacó a Dani guardaba un profundo resentimiento fruto de su humillación aún vigente en su persona; por no hablar de que el resto no estaba mejor.

Yago vio que el ánimo de su prima decayó al ser incapaz de ayudar a ninguno más de lo que había hecho. E incluso le vino a la mente lo dolida que estaba por no poder ayudar a Estela, razón por la cual le sugirió que él mismo lo hiciera; o el propio Álvaro, su mejor amigo, no parecía tener intención de hacerle caso.

Tal fue su preocupación que se vio en la obligación de llevársela aparte un segundo para hablar con ella de forma más íntima entre primos.

-Eh prima, de verdad, me encanta que trates de ayudar a todos. Sebas ya me ha contado que has hablado con él, y estoy seguro de que ha sido por levantarle el ánimo más que por tratar de motivarle a que se te confiese de una vez como te mereces - le dejó caer sabiendo a la perfección como era su prima -. Y también podría asegurar que lo has intentado con los demás, pero yo te pregunto: ¿Cómo te ayudamos nosotros a ti? Porque sino haces más que preocuparte por los demás en estos momentos, te descuidarás demasiado a ti misma. Obviamente no eres así, pero recuerda que tito Carlos nos enseñó que la primera persona por la que debemos preocuparnos es por nosotros mismos.

-Mira, déjame hacer lo que quiera, por favor. No tienes ni idea de cómo me sienta ver lo mal que están todos mis amigos después de lo que nos ha pasado... y yo no pueda hacer más por ayudarles - le reprochó tomándole por la solapa de la camisa con desasosiego -. Ni tampoco te puedes imaginar lo mal que lo pasé cuando vosotros dos perdisteis el combate. Sebas me dijo que pensabas que todos perdimos por tu culpa, porque no fuiste capaz de liderarnos; pero deberías saber que si tú perdiste, fue por mi culpa - le espetó finalmente -. No te atrevas a negarlo; recuerda vuestra reacción cuando Milotic y yo nos vimos acorraladas; vosotros y vuestros pokémon os lanzasteis contra aquellos tiburones presa de vuestro miedo a que me pasara algo, y os destrozaron... - recordó con amargura argumentando su culpa mucho mejor de lo que Yago lo hubiera hecho -. Así que, por favor, déjame expiar mi culpa ayudándoos a recuperaros al menos, es lo único que puedo hacer ahora mismo y no lo estoy logrando apenas - primero le había agarrado el hombro cuando empezó a hablarle de su culpa, para acabar dándole un abrazo suplicante que terminó por acallar todo lo que Yago pudiera decirle. Dicho abrazo fue de los más cálidos, pero tristes a su vez, que su prima le había dado desde que eran niños pequeños.

Cuando terminó de responderle de aquella manera tan emocional, Sebas por fin llegó a la sala, a solo un minuto de la hora estimada.

<<Esta vez no ha llegado tan tarde>> por alguna razón, a Yago le vino a la mente el día en que todos recogieron a sus pokémon iniciales del laboratorio del Profesor Alcornocales, en el cual, Sebas llegó bastante después de la hora acordada.

-Anda, los tres juntos otra vez - comentó Paula risueña al ver que ellos se encontraban tan próximos en un mismo lugar, tratando de disimular las lágrimas que hasta hacía unos segundos empezaron a brotar de sus ojos.

-Ni que lo digas, a ver si sacamos algo en claro de todo esto - respondió Yago deseoso de poder obtener alguna gratificación tras haber sufrido tanto.

-Y bueno, parece que estamos casi todos - remató Sebas observando la sala en su totalidad - ¿Quién falta por venir?

-El único que sigue inconsciente es Adri, y su amiga con pinta de bruja loca no se despega de él xd - respondió Dani con un tono falsamente jovial mientras su respiración se entrecortaba.

<<No puedo estar a su lado para devolverle el favor que me hizo en Virgen del Rocío, pero al menos sé que está bien acompañado xd>> pensó Dani en el estado de su amigo, recordando que este le hubo ayudado a recuperarse de su mala experiencia en las 3000 Viviendas.

Al momento, escucharon unas palmas bastante animadas acercándose a ellos, como si un rayo de sol les iluminase.

-¡Por eso estoy yo aquí! - exclamó una efusiva voz femenina que todos conocían.

Ninguno podía haberse esperado en aquel momento, que la mismísima Líder de Sevilla, Marisol, hiciera acto de presencia, fuera cual fuera su objetivo.

-Veo que ya estáis despiertos, me alegro - añadió otra voz bastante similar pero mucho más serena, la cual era la de su hermana gemela, la Líder de Cádiz, Marina.

<<Qué alegría verla otra vez>> pensó Sebas sonriendo como nunca antes en aquel día que parecía tan sombrío.

Tras ellas dos, Armando Ugarte, el padre de Manuel, venía acompañado de su propio hijo, y por un hombre muy corpulento cuya visión hizo que a Yago le diera un vuelco el corazón.

-¡¿Primo Felipe?! - gritó Yago estupefacto.

-¿Qué pasa primico? - saludó con los brazos abiertos - Has crecido un poco, pero sigues siendo un "pequeñajo" - le señaló con el dedo de arriba abajo para después levantarle el pulgar como si estuviera aprobando su estado físico.

El aragonés más maduro le tendió la mano como un gesto amistoso y de respeto mutuo, a lo que Yago lo aceptó sin dudar, aunque rápidamente se arrepintió un poco, cuando notó como los huesos de su mano crujían como si se rompieran lentamente.

<<Me sigue destrozando la mano como cuando era un niño, pero ahora mismo el dolor no me importa>> pensó invadido por la emoción.

Los que habían oído el nombre del primo de Yago alguna vez, sabían que era ya un entrenador veterano que había llegado lejos en la Liga Pokémon muchos años atrás, aunque jamás esperaron conocerle en persona, y menos en aquellas circunstancias tan lamentables.

En vista de que muchos de los presentes no parecían conocer la importancia de la presencia de Felipe en aquel lugar, don Armando, en calidad de anfitrión, hizo los honores de presentarle.

-Jóvenes, les presento a don Felipe Serrano Betran, sobrino del Líder de Gimnasio de Huesca Santiago Betran III, y General de la División Castillejos del Ejército de Tierra.

Ni con todo lo que pudieran presuponer, jamás hubieran imaginado que Felipe ocupase un puesto tan importante, y más para su juventud. La sorpresa de todos quedó perfectamente reflejada en sus rostros al escuchar la presentación.

-Pero no os confundáis niños, todavía me queda para ser el Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra - mostró algo de humildad, así como un atisbo de inconformidad a la hora de dirigirse a los entrenadores, dando así la imagen de alguien que seguía estando muy por encima de ellos, pero alguien como ellos a fin de cuentas, pues también tenía una meta a conseguir similar a la de algunos -. Y por favor, no se preocupe por mi presencia, Don Armando. Solo he venido a ver cómo se encuentra mi primico - se dirigió con total respeto hacia el comisario, para después dedicarle una mirada fraternal y acogedora a Yago.

<<Este Felipe igual de galán y optimista, parece que ha servido para animar a los críos>> pensó Marina complacida de la actitud de su amigo y ver que le sacaba una sonrisa a más de uno.

<<Sí que se parece a Yago después de todo, aunque más grande y peludo>> pensó Álvaro al oírle hablar y fijarse en sus ojos plateados.

-Está bien, General - el padre de Manuel se preparó para soltarles la información que tenía preparada para que conocieran, y temía por su reacción -. Jóvenes, ya estoy al tanto de todo lo que ha sucedido en Doñana. Gracias al testimonio de algunos, hemos logrado hacer retratos robots de vuestros 9 asaltantes, pero lamento deciros, que más allá de eso no tenemos ninguna pista para dar con ellos - la expresión desolada que se les quedó a todos los jóvenes hablaba por sí sola, y no le hizo falta que le preguntasen para responder sus dudas evidentes - No hay nada sobre ellos, más que vuestra palabra. En el cadáver de Eduardo Gómez, vuestro guía, no hay rastro reconocible del veneno que le quitó la vida - lo cual ya esperaban gracias a lo que Orquídea le dijo a Lorena antes de acabar con ella -. Y en el Centro Pokémon de Doñana, no hay ni una sola huella suya en ningún lugar o rincón, y toda la información que dieron a su llegada, así como las imágenes de las cámaras, han sido cuidadosamente eliminadas.

La inconformidad, la decepción y la rabia se hicieron notar en todos.

-Me cago en la puta... - Sancho contuvo su ira y se limitó a escupir en la papelera que estaba a su lado.

-En realidad no me sorprende - intervino Abraham con un bostezo -, viendo lo planeado que lo tenían todo, lo raro sería que hubieran dejado un cabo suelto del estilo.

<<Es verdad, cuadraron a la perfección el momento y el lugar donde debían estar, por no hablar de que se tomaron su tiempo para vigilarnos y para organizarse antes de entrar en el claro con todo preparado... Marco, seguro que lo tenías todo planeado, incluso mis reacciones>> pensó Sebas con una mezcla de resentimiento pero también de admiración ante alguien que había resultado ser un gran estratega para los suyos.

-¡No os vengáis abajo! - les gritó Felipe - Aquí las autoridades presentes van a hacer todo lo posible para atrapar a esos cabrones que tanto os han jodido. ¿No es así? - le dirigió una mirada inspiradora a sus dos amigas.

-¡Tú lo has dicho! - respondió Marisol con efusividad dando una palmada sonora.

-Nosotras dos vamos a poner vigilancia extra en puestos de interés. Como Líderes que somos, tenemos cierta influencia en nuestras provincias, y vamos a ponerlas en práctica todo lo que podamos. Especialmente en las zonas donde han ocurrido sucesos sospechosos recientemente - explicó Marina algo más calmada pero racional, pues en vista de que aquellos criminales le habían estado dando esquinazo en varias ocasiones, estaba claro que con ganas solamente no podrían atraparles.

Aquel breve atisbo de ánimo por parte de los adultos ayudó bastante de cara a la moral de los jóvenes, que se encontraba por los suelos.

-Ya están al tanto de todos los detalles gracias al testimonio de algunos, así que no os preocupéis el resto, que mucho habéis sufrido ya - trató de aportar algo don Armando a la situación, sobre todo al tener a su hijo al lado. Señaló a Sebas y Abraham y les hizo una seña, como si les estuviera llamando aparte -. Hijo, tengo que zanjar ese asunto con tus compañeros, pero mañana te prometo que hablaremos más sobre el tema que me has comentado, y te ayudaré en la medida de lo posible - le dijo a Manuel por lo bajo antes de darle la espalda, aunque la expresión brusca e inconforme de este no se vio alterada.

Sebas y Abraham podían suponer lo que necesitaba el Jefe Superior de la Policía de Andalucía Occidental de ellos, pues ellos mismos habían sido quiénes se presentaron voluntarios para dicho trabajo.

-Os recuerdo que no estoy de acuerdo con que seáis vosotros los encargados de esta misión - les dejó claro antes de concretar nada -. Ya sabemos que esa familia de criminales son los principales causantes del origen de estas máquinas y que se caracterizan por no dejar cabos sueltos. Si han dejado estas sueltas, es muy posible que traten de hacer lo imposible por eliminar su rastro, y a vosotros con ello... ¿Seguís queriendo hacerlo después de lo que habéis vivido y conociendo a vuestro enemigo?

Tal y como era natural en ellos, se pensaron fríamente la respuesta antes de darla. Incluso, en su reflexión por confirmar su participación en el trabajo, llegaron a mirarse con detenimiento el uno al otro, pues aquella era una misión que ambos amigos debían realizar juntos. No tardaron mucho más entonces en dar la respuesta que bien sabían era la acertada.

-Mucho más que antes, señor. Cumpliremos con esta misión, más aún sabiendo que así podremos tener alguna pista en contra de ellos - respondió Sebas sin ningún atisbo de duda.

-Lo mismo digo. Si se creen tan listos como para pensar que no somos una amenaza, estaré encantado de poder ponerles en "jaque" - respondió con ingenio sagaz.

Sebas miró con orgullo a su amigo, orgulloso de verle tan dispuesto a lograr algo importante en su vida más allá de completar su viaje.

-Si seguís pensando así después de vuestra última experiencia... supongo que no puedo haceros cambiar de opinión. No puedo decir que esté conforme con encomendaros este trabajo, pero reconozco que no hay muchas opciones - se resignó finalmente tras su respuesta -. Está bien, tal y como acordamos, os haré entrega de los restos de las dos máquinas que tenemos bien guardadas en un sitio que no os voy a revelar por seguridad. El lado negativo para vosotros, es que no podrá ser de inmediato, pues tengo que tomar muchas medidas para que no se revele nada a nadie que no autorice... y eso lleva tiempo.

-O sea, no podremos irnos mañana como teníamos planeado - resumió Abraham suspirando.

-Me temo que no. Y después no podréis tardar más de una semana desde el momento en que la recibáis.

Ambos asimilaron la información para elaborar el mejor plan de viaje. Y rápidamente, Abraham pensó la solución.

-Mire, lo más probable es que nos tengan vigilados de alguna forma que nosotros ignoramos. No sé a qué nivel pueden hacerlo, pero como mínimo estarán al tanto de nuestros movimientos más destacados. Lo que quiero decir, es que si ven que vamos directamente de aquí a Granada, lo más seguro es que piensen que tenemos algo entre manos e intervengan - razonó pensando en la información que había recopilado de sus enemigos.

-¿Y qué plan tenéis al respecto? - preguntó Armando intrigado por la pericia de los jóvenes.

Esta vez fue Sebas quien respondió, motivado por no quedarse atrás de su amigo en lo que a inteligencia se refería.

-Que nos deje avanzar una provincia más... digamos, Córdoba o Málaga, y acordemos un punto lo más seguro posible con el que usted tenga relación por trabajo o alguna excusa plausible que no llame demasiado la atención.

Don Armando quedó conforme con el plan, y pensó en la ayuda de cierto individuo para llevarlo a cabo de manera más segura.

-Tengo una alternativa igual de aceptable - respondió -. Estoy seguro de que, de alguna forma, también tienen controlados a los Líderes de algunas provincias. No digo que manden sobre ellos, pero sí que están pendientes de lo que sucede en sus territorios, y los entrenadores que van a desafiarles, porque es información de acceso para algunos.

-Sí, tiene razón. No sé cómo, pero sabían a los sitios a los que nos habían sugerido ir Marina y Marisol cuando las derrotamos. Por ejemplo, a Dani y Álvaro se les escapó mencionarle a Marisol lo que haríamos después del Gimnasio, y luego ese tal Zurita parecía esperarnos a nosotros en concreto en las 3000 Viviendas... - recordó Sebas con horror aquella noche.

-Y está claro que ellas dos son de fiar, pondría la mano en el fuego por ellas después del servicio que han prestado por ayudar a sus provincias. Pero el enemigo debe contar con algún dispositivo que les permita escuchar lo que ocurre en sus gimnasios... y eso me preocupa - remarcó don Armando ante tal posibilidad -. En definitiva, si saben a dónde os van a mandar, voy a asegurarme por medio de alguna persona... - miró sutilmente a Felipe, que estaba hablando con Yago - de que tanto don Alejandro Ayala como Ramón Valverde os envíen a un sitio en concreto, libre de peligro, perfecto para entrenar y que sirva como excusa para entregaros los restos de las máquinas.

En síntesis, el plan estaba zanjado, y no pusieron objeción al respecto.

-De acuerdo, así lo haremos - dijeron casi a la vez, con una determinación impropia de ellos.

-¡Yo tengo que ponerme manos a la obra con lo que he venido a hacer! - anunció Marisol dirigiéndose hacia las dos trillizas presentes - ¡Vosotras dos! Venid conmigo, que necesito más detalles de lo que le pasó a vuestra hermanita y su amigo - les ordenó con presteza pero con cierta musicalidad en la voz, para después girarse hacia los dos chicos que estaban junto a ellas -. Tranquilos los dos, ya os las devolveré - Dani y Jesús se pusieron rojos como tomates al verse en evidencia ante la insinuación de la Líder.

Por su parte, el General de la División Castillejos había tomado a su primo para hablar con él más íntimamente algo más apartado de los que aún quedaban en la estancia. Estuvieron un rato sin intercambiar palabra, simplemente midiéndose con la vista el uno al otro, mirándose con los ojos cuyo color particular compartían.

-Yago, te conozco desde que María del Mar te parió... y me jode mucho verte así de mal - comenzó expresando genuina preocupación en su voz, y le puso la mano en el hombro tratando de confortarle -. Venga primico, puedes contarme lo que te pasó, que te entenderé.

-Está bien...

-Ese hijo de puta que te mandó aquí, ¿Cómo era?

-Quise... quise creer que era como yo. Desde el primer momento que le vi, y cuanto más hablamos, era como si me encontrase a un yo más adulto y experimentado. Como tú, pero más como yo.

-¿Como tú? ¿En qué sentido?

-Era... carismático, decidido, optimista, agradable... y muy fuerte. En resumen, un gran líder - reconoció con rabia que el hombre que más odiaba era exactamente como él quería ser, o al menos en lo que a habilidades se refería.

-Primo, no importa lo bueno que fuera haciendo lo suyo, sino el fin que buscaba conseguir con ello. De nada le sirve ser un gran líder si lidera a los tuyos por el mal camino.

-Obviamente es el mal camino, de eso no tengo duda. Pero tampoco tengo duda de que sus resultados son increíbles; el poder y las habilidades que tiene son el resultado de ese camino por muy cuestionable que sea, y me demostró de lo que era capaz de la peor forma...

-¿Esto es porque te ganó en un combate? Deberías saber igualmente que no siempre puedes ganar, un buen líder debe reconocer cuando ha perdido. A mí me dolió perder en la Semifinal de la Liga Pokémon, pero lo acepté, porque me derrotaron justamente, y solo me quedó progresar como pude y aquí estoy; tú puedes recuperarte de esto, y devolverle el daño que te hizo demostrándole que eres mejor que él, puede que no en combate, pero sí en convicción - lo estaba tratando de animar como podía, aunque no veía los resultados esperados.

-Pero me derrotó, en más de un sentido - dejó claro impertérrito -. Tenía sus propias convicciones, que aunque él reconociese que no eran agradables, me dejó claro que fueron las que le habían hecho ser quien era. Ese combate me sirvió para darme cuenta de que soy un mierda... Octavio será un cabrón, pero es un hecho que está años luz de mí.

-Venga ya, estoy seguro de que no es tan fuerte, solamente te dio esa impresión. ¿Y por qué te importa tanto de repente el poder? Hasta donde yo sé, tú mayor sueño siempre fue convertirte en un líder apto para el país, no en un luchador cualquiera, que de esos nos sobran bastantes en el ejército.

-¡Porque yo también quiero ser fuerte! Él lo era, y también fue un líder para los suyos. Mientras que yo solo conseguí que todos acabáramos aquí...

-No fue culpa tuya. Y al menos estáis vivos - dijo como argumento final, sin ideas ya.

-Eso me da igual, independientemente de su objetivo, lo cumplieron, y fue gracias a que él sabía manejarles para llevarles a la victoria. Y si nosotros estamos vivos es porque ellos quisieron. Porque sabían que así querríamos superarles por cualquier medio a nuestro alcance ¿Y sabes qué?: No se equivocaban - reconoció tomando aire, cerrando sus puños temblorosos mientras empalidecía cada vez más -. Ahora mismo solo quiero volverme más fuerte, y lo haré cueste lo que cueste...

Aquella última afirmación hizo que la visión del Yago que tanto le había admirado los últimos años pareciera un recuerdo distante. Ya no sabía que más decirle, e inconscientemente, soltó algo que sabía que no le gustaría.

-Oye, tu padre también estaba muy preocupado por ti. Llámale cuando puedas, quizá pueda ayudarte más que yo... - era el único consuelo que le quedaba, y ni siquiera tenía esperanzas.

-Pues que se aguante, si quiere decirme algo que me lo diga en persona, aquí le espero. No tenías que venir tú en su nombre.

-Estaba muy preocupado por ti - repitió sin saber qué más decir a favor de su tío -, así que yo he venido aprovechando que tenía trabajo que hacer por aquí, para ayudarte aunque él no pueda hacerlo.

-¿Sí? Pues dile al Guardián de los Pirineos que si tan preocupado estaba por mí, que hubiera venido él en persona, que antes de Líder de Gimnasio es padre, ¡Que actúe como tal, joder!

El grito de Yago estaba cargado con un rencor y resentimiento que había estado guardando dentro de sí dolorosamente, por lo que en cuanto se le presentó aquella oportunidad, lo soltó con toda su ira y se marchó del lugar sin decir nada más.

Aún habiéndose apartado del resto para hablar del tema, todos pudieron oírle y sentir aquellos sentimientos tan negativos. Sin embargo, el más afectado fue indudablemente Felipe, que ni con todo su optimismo pudo mantener la compostura.

Viendo que Yago se fue, Sebas, que acababa de acordar los planes con don Armando, fue tras él, aunque sin la menor idea de lo que podría decirle. Casi fue el caso de la Líder Marina, quien se quedó un rato pensando también en qué decirle a su viejo amigo.

-Luego hablamos - fue lo único que se le ocurrió a su amiga en aquel momento antes de irse.

Felipe se quedó ahí sentado carcomiéndose en sus pensamientos sobre qué debería hacer, hasta que finalmente, alguien más fue a hablar con él.

-Disculpe... - Jesús se acercó con cierta vergüenza hacia Felipe, casi con miedo, también porque no sabía cómo podría reaccionar después de lo que acababa de suceder con su primo -. ¿De verdad ocupa un puesto tan alto en el Ejército de Tierra?

-Pues sí, podría decirse que soy el Número 3 - reconoció con una carcajada de orgullo, tratando de olvidar su fracaso con Yago - y estoy a la espera de compartir el puesto de General de División con el próximo al que le asignen la División San Marcial.

-Pero si... ¡es muy joven! - le espetó señalándole a la cara sin terminar de creerle.

Felipe volvió a reírse de la reacción que Jesús estaba teniendo al saber tanto sobre él.

-Sí, bueno. Este año cumplí los 30 - le informó con total naturalidad. Temiendo que la información pudiera parecerle escasa, prosiguió a saciar su curiosidad con más datos que le pudieron parecer de interés -. Que no te parezca raro. Por ejemplo, mi siguiente superior, la Teniente General Dulce Monteverde, ronda los 40 y algo, aunque la canaria no lo aparente. Y mi jefe máximo es el gran Sergio Montero Barroso de Azcárraga, que actualmente tiene unos 53, como el bueno de don Armando - hablaba sobre aquellas personas con un respeto y admiración litúrgicos.

-Vaya, es que creía que para alcanzar un puesto como el suyo me haría falta tener más edad que la de don Sergio incluso - sintió una mezcla de vergüenza y alivio y al ver lo equivocado que había estado durante tanto tiempo, pues si algo había aprendido en las clases de historia del profesor Santos, es que los puestos más altos eran ocupados por los que tenían mayor tiempo sirviendo en el ejército.

-Anda ya, hace años que no es así. Gracias a la participación de tantos entrenadores en las diferentes Ligas de cada año, hay una buena cantidad de oportunidades para avanzar rápido en el escalafón militar. También hay que decir que muchos se retiran pronto, porque el trabajo es muy duro... o porque la jubilación anticipada está muy bien pagada - no era algo de lo que se enorgulleciera, pero lo aceptó con una risa algo más contenida - así que es normal que los altos cargos suelan ser ocupados por sangre nueva.

-Y oiga... ¿es cierto lo que se dice de él?

-¿De Sergio? - supuso a la ligera - Es un grande sin duda, pero ni siquiera él sabe si está a la altura de todas las historias que se han ido contando sobre sus hazañas; aunque una vez nos contó que "en una batalla se dejó llevar por la ira de haber perdido a la mayoría de sus hombres, se enfrentó a 13 tanques a la vez, y los 13 intentaron huir de él, pero no lo consiguieron" - casi le dio miedo tener que creerse algo así -. Lo que sí te puedo confirmar es que es mucho más fuerte de lo que puedas imaginar - la cara de Jesús se iluminó de satisfacción al tener una duda tan grande resuelta, y mejor de lo que esperaba -. ¿Y ese interés por mi jefe? ¿Acaso quieres unirte el Ejército de Tierra?

-¡Sí! - respondió al instante y sin dudar - Mi deseo con este viaje es poder ingresar y llegar lo más alto posible, como usted... siempre me han llamado la atención más que cualquier otra rama, y apuesto que encajaría mejor ahí que en ninguna otra.

Felipe se sintió bastante feliz de que hubiera gente que quisiera aspirar a ser como él, y seguir unos pasos similares a los suyos, tal y como había hecho sentir a su primo cuando era un niño.

-Eres bienvenido, pero primero debes demostrar que vales la pena, no cualquiera puede llegar donde estoy yo. Pregúntale a mi amigo Enrique sino, al principio le ofrecieron ser el otro General de División que hacía falta, pero terminó rechazándolo porque no pensó que estaría a la altura, y prefirió ser solamente el Líder de Navarra. Aunque mantiene su posición como General de la Brigada Aragón I; o sea, que está a mis órdenes - presumió sin demasiada sutileza de estar por encima de él, aunque no le importaba demasiado en realidad.

-¿Es que su amigo Enrique no era tan fuerte como usted?

-Ah, eso no tuvo nada que ver. Podría decir que nunca me ha ganado, aunque yo a él tampoco. Ahora que lo mencionas, nunca hemos terminado un combate del todo, y casi siempre que luchamos es para hacerlo juntos contra el que nos toque las pelotas, en el campo de batalla o en la discoteca. Pero sino está donde yo estoy ahora, es simplemente porque no sintió que esto fuera lo suyo, y no le culpo. No es un trabajo para cualquiera.

-Y eso lo puedo imaginar. Tengo muchas opciones sin duda, pero como entrenador que soy, el Ejército de Tierra es al que más deseo unirme.

-¿Hay alguna razón para ello? Diría que no tienes el perfil de los raritos del Ejército del Aire, pero en la Armada también hay buenas plazas y oportunidades para ascender.

Ninguno de sus amigos le había preguntado jamás sus motivos por los que quería unirse a dicha rama militar, como mucho la vez que Álvaro les preguntó a él y a Cris por sus motivaciones para realizar el viaje, pero no era lo mismo; si bien tampoco él había reflejado su interés por el tema tan abiertamente como en aquel momento ante alguien de la talla de Felipe.

No tenía una razón para mentirle o no responderle, si bien sintió algo de vergüenza por ser la primera vez que se animaba a contárselo, pero se acabó armando de valor y logró hablar.

-Es que... cuando tenía 4 años, mis padres lograron juntar suficiente dinero para llevarnos a mi hermana y a mí de visita a Madrid, casualmente, fue el Día de las Fuerzas Armadas, y jamás olvidaré cuando vi llegar triunfante por la Plaza de Lima a don Sergio Montero en persona, subido a lo alto del mayor tanque que jamás había visto, y bajándose de él con aquella gigantesca lanza que portaba como si fuera un dios. Y cuando le vi frente a todos ser nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra por el mismísimo Rey, Juan Carlos I... creo que es el momento más inolvidable que he vivido. Tenía 4 años, pero igualmente lo recuerdo como si fuera ayer. Sé que aquel día nombraron a muchos otros miembros del Alto Mando, pero en aquel entonces no era consciente de quiénes eran, y ninguna de sus apariciones me marcaron o siquiera las recuerdo... y sin embargo, la de don Sergio me sigue impactando cada vez que pienso en ella. No es que crea en el destino, pero sí en la suerte, y creo que si aquel día me sonrió al permitirme ver aquel espectáculo, volverá a hacerlo si me uno a su ejército.

Felipe estuvo callado, atento a la historia que Jesús le estaba contando con esa "pasión", que sin duda estaba logrando transmitirle. Al término de esta, el General aragonés quedó encantado con todo lo que había dicho, y más aún por cómo asoció dicho relato a la motivación que le estaba llevando a realizar aquel viaje, la cual era en cierto modo similar a la suya.

Con semejante orgullo dentro, no pudo evitar darle una fuerte palmada en la espalda que por poco lo tira al suelo, dada la extrema delgadez de Jesús y la remarcable corpulencia de Felipe.

-¡Joder, qué bonito! - exclamó extasiado -. Te entiendo flacucho, yo también estuve allí aquel día, porque fue poco antes de que se celebrase la Liga Pokémon en la que participé y ya tenía todas las medallas a punto; aunque en mi caso pude darle la mano a don Sergio en persona, y él mismo nos motivó más todavía a Enrique y a mí a unirnos a su ejército - se dio el lujo de presumir de sus logros mientras recordaba felizmente aquel día -. Bueno, a ti te queda mucho todavía para tenerlas todas. Eso sí, puedes ir a Pamplona y hablarlo con mi amigo Enrique, seguro que te puede aconsejar bastante bien. Pero le tendrás que derrotar primero como el Líder de Gimnasio que es, y no te lo pondrá fácil.

-Puede apostar a que le derrotaré cuando vaya a por él - <<y a ti también, Lorenzo. Te haré pagar la deuda que tienes conmigo>> se permitió pensar casi a la vez que decía aquellas palabras, con una mezcla de odio y determinación, con la cabeza en ambos objetivos.

<<Me alegra ver que este chico no está tan tocado, quizá sea por esa pelirroja... o quizá yo le he ayudado en algo. Al menos he hecho algo bien hoy para variar>> Felipe estaba algo aliviado tras lo de Yago, y haber hablado así con Jesús le había levantado un poco el ánimo.

-Espero que lo consigas - le respondió tendiéndole la mano a modo de respeto y despedida.

Y tal y como hizo con su primo, aprovechó el apretón de manos para destrozársela y dejarle una fuerte impresión sobre su persona.

Sebas había abandonado la sala de estar detrás de su amigo. Sabía que Yago, al igual que todos, estaban viviendo uno de los peores momentos de su vida, y en consecuencia, no se le ocurría nada más que decirle.

<<Si ni Paula, ni su novia, ni su primo que tanto admira han podido ayudarle... ¿qué puedo hacer yo? Siempre ha sido él el encargado de levantarnos la moral en momentos difíciles, y ahora, que es él quien lo necesita, no puedo devolverle el favor. No me extraña que no me considere su mejor amigo desde hace tiempo...>> pensaba por el camino a medida que caminaba por los pasillos. No tenía ninguna confianza en conseguir ayudar a Yago, y él tampoco sabía cómo ayudarse a sí mismo a recuperar dicha confianza perdida.

Al torcer la esquina para dirigirse a su cuarto, se topó de bruces con un hombre plantado al final del pasillo del hospital, como si le estuviera esperando expresamente, o esa impresión le dio por la forma en que estaba mirándole.

Llevaba puesto traje y corbata grises, sus ojos azules grisáceos estaban fijos en él a través de los cristales de sus gafas que se depositaban sobre su prominente nariz, y sus finos labios empezaron a moverse en cuanto le vio quedarse paralizado.

Lo que más llamó la atención del entrenador, es que aquel tipo estaba acompañado por un pokémon inquietante con forma de búho enorme, de diferentes tonos marrones y unos gigantescos y absurdamente penetrantes ojos rojos que parecían ver a través de él.

-Buenas, por favor, siéntate - su voz era suave y educada, pero no por ello le alarmó menos.

-No, gracias... - rechazó educadamente, sin entender qué interés podría tener aquel desconocido en hablar con él.

-Como quieras, Sebas - dijo su nombre como si le conociera de toda la vida, y después se acercó a él con plena confianza, hasta estar a menos de medio metro de él. Era casi tan alto como el propio Sebas, y aun así le hizo sentirse pequeño frente a él -. No pareces asustado.

-Inquietado quizá, pero no me da miedo en lo absoluto - quiso dejar clara su posición con su inteligencia después de quedar tan intimidado por su presencia -, tampoco el hecho de que sepa mi nombre de pila. Lo han estado mencionando varias veces abajo, y si está parado frente a mi puerta seguramente signifique que está al tanto de muchos de mis datos personales.

-Valiente e inteligente, aunque irónicamente, la valentía es el apelativo más amable para la estupidez, así que no sé con qué adjetivo quedarme para definirte - sintió que le estaba halagando, pero no podía estar seguro de si en realidad era eso o un insulto velado.

-Perdone, ¿Quién es usted? - preguntó por inercia al ver que se desviaba de su conversación.

-Ah, simplemente alguien preocupado por un amigo tuyo.

-¿Y qué amigo puede ser? No son pocos los que tengo, ni tampoco los que merecen preocupación ahora mismo - pensaba en todos los que estaban en el hospital, y también en protegerles en caso de que aquel tipo fuera un enemigo.

-Abraham Centeno.

-¿Qué relación tiene con él? - salió a relucir su preocupación por su amigo, recordando que Lorenzo también había mostrado interés por él, y ya sabía cómo acabó la historia.

-Sin contarte a ti, ¿Cuántos amigos de verdad crees que tiene? Te lo aseguro, soy lo más parecido a un amigo que puede tener sin llegar a serlo del todo.

-¿Y qué es exactamente sino?

-Una molestia - parecía una broma -, bueno, si le preguntases él diría que soy un coñazo, y terminaría la frase con "vaya mierda". Le encanta ponerse en plan amargado cuando no quiere saber sobre lo que no le interesa, porque limita su capacidad para pensar en lo que de verdad le importa.

-¿Y si tanto le limita por qué no le deja en paz? Ahora mismo no creo que aguante demasiada mierda sin quedarse dormido.

-Para eso he acudido a ti. De todos sus amigos eres el que menos le aburre, y también tenéis métodos muy similares de hacer vuestras cosas. Solo quiero que estés junto a él en los próximos días. Necesitará a alguien como tú que le estimule pero que no le amargue su existencia ni le lleve por donde no debe. ¿Tienes pensado continuar por una ruta en la que ambos vayáis a coincidir?

Rápidamente, recordó la misión que ellos dos debían realizar en Granada, y que era un completo secreto para todos aquellos ajenos a su círculo de amigos y el Padre de Manuel, por lo que su respuesta fue acorde a su desconfianza.

-Creo que eso no es asunto suyo.

El pokémon con forma de búho abrió las alas de par en par y sus ojos resplandecieron con brillo dorado mientras se quedaba detrás de su entrenador. Por un momento, este frunció el ceño en un gesto de desaprobación, y aunque Sebas no lo reconociese, en aquel momento le dio miedo.

-Créeme que sí lo es. Si le acompañas y os apoyáis mutuamente en vuestros entrenamientos, podría facilitarte información que te ayude cuantiosamente en tu viaje.

-¿Y qué gana usted con eso?

-Me preocupo por él, simple y llanamente - su voz se había vuelto más pausada y severa, haciendo qué Sebas se sintiese intimidado, más aún sabiendo que su pokémon estaba detrás de él observándole con sus gigantescos ojos.

-Qué amable por su parte, nunca he visto a nadie sentirse así por él - se mantenía sereno igualmente -. Sin embargo, no tengo motivos para confiar en usted, ni en los consejos que pueda darme tampoco. ¿Por qué iba a aceptar?

-Por favor Sebastián, conozco tus motivaciones y también muchas de las cosas que te mueven; así como que eres consciente de que Abraham es el único de por aquí que es más listo que tú.

-Ya claro... paso igualmente - rechazó sin cortesía, pues aquellos detalles le hicieron desconfiar todavía más.

-Tu confianza no es fácil de ganar, no me extraña, teniendo en cuenta que desde que empezaste el viaje la has ido perdiendo en ti mismo progresivamente.

-¿Quién es usted? - le volvió a preguntar, esta vez reflejando el miedo que ya era palpable en él, pues también estaba al tanto de su trayectoria como entrenador.

-Solamente considera lo que te he pedido, os hará bien a los dos - remarcó de nuevo, aunque sin éxito después de hacerle sentir tan indefenso -. E igualmente te diré algo que te servirá de ayuda como muestra de buena fe: El miércoles que viene, en la Comandancia Naval de Málaga, un alto cargo de la Armada Española tendrá que comparecer allí para hacer revisión, y quizá para dar alguna charla a las tropas entre otras cosas. ¿Quién sabe? No te lo confirmo, pero quizá se trate de tu tan venerado Rey del Mar Mediterráneo, podrías conocerle en persona - sabía su gran admiración hacia aquella persona, demostrando de nuevo que estaba completamente a su merced -. Y para acabar, agradecería por diversas razones que esta conversación no se supiera.

Aquello le extrañó todavía más, pues no entendía cómo podía arriesgarse a que fuera a guardar el secreto por la palabra de un desconocido que le resultaba tan sospechoso; pero luego entendió que no tenía demasiada elección, pues parecía saber casi todos los detalles sobre su persona.

-Está... bien - dijo finalmente sin más opción.

-¡Sebas! - le interrumpió para su alivio una voz femenina.

Su corazón se aceleró por un momento al pillarle por sorpresa tan repentina aparición, aunque la visión de Marina fue algo que calmó su mente, como la agradable brisa del mar que tanto le apaciguaba en sus malos momentos.

Marina había sido la primera Líder de Gimnasio que había derrotado, si bien sabía que sus niveles eran demasiado diferentes, no era capaz de vislumbrar el alcance de su fuerza realmente, y eso unido a la gran pasión que compartían por el mar, la convertía en una de las personas que más admiraba en el mundo.

Sin embargo, la inquietud volvió a invadirle cuando se giró hacia el individuo con el que había estado hablando hasta el momento, y este se había desvanecido como lágrimas en la lluvia, sin dejar ningún rastro.

<< ¿Dónde se ha metido? No le ha podido dar tiempo a largarse con tanta rapidez...>> pensó asustado de que aquel individuo o su pokémon pudieran tener alguna habilidad sobrenatural. Visto lo visto, no le parecía algo descabellado.

-¿Con quién hablabas? - le preguntó Marina al notar su inquietud.

-Con nadie... estaba pensando en voz alta - trató de excusarse sin demasiada convicción.

-Vale, yo voy a ver a tu amigo Adri, que mi hermana puede ayudarle con su problema. ¿Tú cómo estás? - cuando llegó al hospital, notó que Sebas había cambiado notoriamente en esas semanas desde que la hubo desafiado, pero veía que aquella confrontación que le había mandado al hospital junto a sus amigos debía haberle afectado negativamente.

Yago ya se lo había preguntado con anterioridad, y no iba a darle una respuesta muy diferente.

-Bueno, podría estar peor, pero no puedo decir que esté bien... - se frotó disimuladamente la cara allí donde Marco le había golpeado con su tridente para dejarle inconsciente.

-Comprendo. Oye, ya sé lo que ha pasado, pero no cómo te sientes. De cualquier manera, si quieres relajarte y recuperarte un poco más, siempre te daré el mismo consejo: "Vete a ver el mar". Creo que contigo funciona especialmente, igual que conmigo.

No dijo nada al respecto, pero que fuera tan comprensiva con él y que le hablase de algo que tanto le gustaba logró sacarle una pequeña sonrisa su cara de amargura.

-Sigo siendo una líder, y cualquier ayuda que pueda prestarte, te la daré. Es lo menos que puedo hacer por otro amante del océano como yo.

Antes de desaparecer de su vista, al pasar por su lado, se puso de puntillas y le dio un beso en la frente bastante sutil, pero no por ello menos cariñoso.

Estuvo lo suficientemente agudo como para notar que le había deslizado una tarjeta por el bolsillo, y efectivamente, tenía su número de teléfono.

<<Lo tendré en cuenta, muchas gracias>> pensó complacido de que alguien a quien admiraba mostrase genuina preocupación por él, pues pese a su poca capacidad de empatizar con otros, supo que ella solo quería ayudarle.

Sebas se había quedado todavía más pensativo, aunque gracias a Marina logró animarse un poco más en comparación a cómo se encontraba antes, sobre todo por su consejo, que le recordó una de las cosas que siempre le había hecho sentirse bien consigo mismo. Su beso hizo que también volviera a pensar en una de las cosas que más le habían motivado en sus acciones las últimas semanas: Paula.

-Hola tío - le saludó alguien con un bostezo, sacándole abruptamente de sus pensamientos.

Otra sorpresiva aparición logró ponerle de los nervios. Por un momento pensó que aquel tipo tan excéntricamente sospechoso había vuelto para seguir con sus propuestas extrañas, pues la voz provenía del mismo lugar desde el que le había hablado, y eran muy similares. En su lugar, se encontraba Abraham apoyado en la pared sin ninguna gracia, esforzándose por no quedarse dormido.

-¿Has estado escuchando todo el rato... otra vez? - le vino a la mente aquel par de ocasiones en las que Abraham les había estado escuchando conversar durante su excursión en Baelo Claudia sin ser conscientes de ello hasta que abrió su boca.

-Para nada, acabo de llegar, estaba hablando con alguien sobre qué hacer ahora - no le dio mayor importancia a dicha conversación, pero Sebas no se molestó en preguntarle por los detalles -. ¿Tú lo tienes claro?

Hace un día habría respondido que no lo tenía claro, pero su incómoda conversación con aquel hombre había trastocado sus ideas.

-Más o menos debería ser parecido a lo tuyo. Tenemos aún un compromiso por aquí. Mañana todos se irán al gimnasio que quieran, pero nosotros esperaremos un día más al menos, aunque no me pienso quedar sentado mirando a las musarañas. El miércoles de la semana que viene quiero ver a cierto miembro de alto rango de la Armada en Málaga, y justo después desafiaré a su líder. Eso sí, no sé qué haré hasta ese día... supongo que entrenaré por aquí.

-Yo tengo un compromiso también el miércoles que viene. Álvaro ha aprovechado que me tenía de compañero de cuarto y me ha convencido para acompañarle a él, a su abuelo y al padre de Dani durante su experimento rarito por Ronda. Dice que me necesita para entretenerse por el camino, y la verdad, me interesa bastante saber más sobre ese abuelo suyo... y después iré al Gimnasio de Córdoba creo.

-Bien, entonces ya lo tenemos pensado. Yo iré al Gimnasio de Málaga, y tú al de Córdoba. Si Don Armando cumple con lo que nos ha indicado, ambos Líderes nos enviarán al mismo sitio, uno donde podamos recibir el material. De cualquier manera, tenemos que ir rápido a Granada a cumplir nuestro encargo, una semana después de recibirlo como tarde.

-Sí, y ya de paso, me gustaría agradecerle a la Doctora Claudia López Belaustegui por su ayuda en mi operación, sino seguiría tan quemado como un alemán en la playa de Ibiza, vaya mierda.

<<Sería divertido de ver, aunque yo tengo más ganas de ver de nuevo al Doctor Bernardi>>

-¿Entonces fijamos un día para ir los dos juntos allí? - propuso finalmente.

-Sí, pero no. Y es que no puedo estar seguro del peligro que vamos a correr, pero sí de que nos vamos a encontrar a esos tipos de nuevo. Como diría Jesús, esto es una apuesta: si dentro de una semana no nos hemos encontrado con esos tipos, entonces esperaremos otra semana más para aceptar y no iremos al sitio que nos indiquen los Líderes, pues correríamos el riesgo de que vayan a por nosotros entonces; si por el contrario, se topan con nosotros antes, y quedan satisfechos de nuestro progreso, sería más raro que quisieran seguir encima de nosotros durante el entrenamiento, así que aceptaríamos el consejo de los Líderes.

<<De nuevo, lo tiene todo pensado, no ha perdido el tiempo a pesar de la situación. No parece muy afectado por lo de Lorenzo, aunque nunca aparenta ninguna emoción realmente, más allá de aburrimiento y pereza>>

-De acuerdo, estaremos en contacto si algo sucede. Ya tendremos ocasión de entrenar juntos entonces - casi inconscientemente, estaba cumpliendo con la petición de aquel individuo.

-Por cierto, ¿no te ha parecido extraño?

-¿El qué?

-Todo esto. Han venido dos Líderes de gimnasio en persona para preguntarnos por los detalles de esos cabrones porque la han liado en sus territorios, pero no han querido saber muchos detalles sobre ellos porque ya Manuel, Lorena y Rubén dieron testimonio; pero es que esos tres no tuvieron contacto con todos los miembros de esa familia. No sé, llámame loco, pero creo que saben más de lo que aparentan, y que no pueden hacer mucho aún así y por eso no han preguntado mucho más.

-No, yo también lo he pensado, pero porque recordé que Marco me dijo que ya habían reunido todas las medallas del país, luego Marina y su hermana debían conocerles por narices. Aunque, dado que no han dicho nada, he deducido que aquello, así como todo sobre ellos, era mentira, así que no tenían por qué saber quiénes era.

-Es una posibilidad, sí... pero no sé, todo me ha parecido muy raro. Bueno, sino han dicho nada, sus motivos tendrán - se interrumpió para volver a bostezar -. Ahora sí, me voy a jugar al LOL.

-Pero oye - le llamó la atención antes de irse del todo -. Llámame idiota si quieres, pero a ti siempre te da igual todo, y nunca te he visto tan decidido por lograr algo como esto... así que, de alguna manera, ese cabrón de Lorenzo ha ayudado a que tengas ganas de mejorar.

-Idiota - le dijo molesto con su deducción, irritante, pero acertada.

Y ahora sí, volvió a su cuarto a supuestamente jugar con el ordenador.

Las dos líderes se dirigieron a la habitación de Adrián para despertarle de su coma. Al parecer, Marisol había ido con la intención de ayudarle tras escuchar los detalles de su situación, y supuestamente tenía la solución para su estado.

Para su no sorpresa, pues ya estaban avisadas, cuando entraron por la puerta, encontraron a la otra hermana trilliza que faltaba. La joven inquietante de cabello negro y ojos violeta se encontraba junto al cuerpo de Adrián, en una pose en la que pareciera estar meditando.

-Anda Alicia, ¿Qué tal bruja piruja? - saludó Marisol cálidamente a la joven entrenadora.

-Vaya, pero si es la "Sevillana Candente" y... ¿su hermana gemela? - supuso acertadamente, aunque ocultó bien su sorpresa al ver allí a la Líder de Gimnasio que ya hubo vencido - ¿Has venido a enseñarme algún paso de baile o solo quieres que te saque el alma de un susto?

-Ni con tus siniestros encantos podrías asustarme tanto, aunque no me importaría enseñarte algún paso bueno si me lo pides - respondió a su pregunta con todo su arte para ir directa al grano -. No, he venido porque ese chico al que estás mirando con deseo no tiene ganas de bailar contigo - se permitió bromear aunque era consciente de que no era una buena situación, pero a Alicia logró sacarle una sonrisa tétrica no obstante -. Mírale, ha pasado de Sombrerero Loco a Bello Durmiente, aunque parece que el beso de su princesa no le ha despertado eh - volvió a bromear, esta vez sí, innecesariamente.

-No te burles de él, Marisol. Ha debido sufrir un profundo trauma psicológico si lleva tres días así, y no tiene pinta de que vaya a mejorar - Marina sentía bastante aprecio por aquel aspirante tan animado, y verle así le entristeció.

-Tranquila, lo sé; las hermanas de la bruja y compañía ya me han contado todo lo que pasó y sí que es jodido. Pero conociéndole, seguro que él haría una broma similar estando en mi lugar.

-Sí, probablemente - le vino a la mente la extravagante presentación de Adri el día que fue a desafiarla, y recordó con cariño las sonrisas que le sacó con muchas de sus locuras -. No la líes por favor.

-Qué poca confianza hermanita, ya tuvimos nuestra experiencia con aquella zorra con poderes mentales, así que estoy lista para prevenirme de ellos. Además, este chico es de los que mejor me han caído desde que soy Líder, no puedo dejarle así.

Acto seguido, Marisol sacó de una pokéball a una especie de ave de poco más de medio metro de altura, cuyo plumaje rojizo parecía hacer alusión al vestido flamenco que la Líder llevaba en sus encuentros con aspirantes.

-Oricorio - llamó la atención de su pokémon con dos fuertes palmas -. Vamos a devolverle su gracia.

La líder de Sevilla empezó a ejecutar un baile junto a su pokémon. Ambos rezumaban pasión, dando pasos con gran pujanza.

El baile se tornó tan intenso que el ave empezó a desprender de sí una serie de plumas en una danza que pudiera parecer errática, pero que rápidamente empezaron a seguir un patrón de movimiento similar al del mismo baile.

Cuando estas plumas empezaron a caer, se dirigieron casi intuitivamente al cuerpo inerte de Adrián, y cuando estuvieron a punto de tocarle, estas se prendieron en llamas escarlata que le salpicaron de pies a cabeza.

Como un volcán en erupción, Adrián abrió los ojos y se incorporó involuntariamente sobre la cama, tragando aire agónicamente como si se le hubiese escapado el alma por un susto de muerte. El joven alocado estaba empapado en sudor y tan pálido como un cadáver.

Alicia se acercó intuitiva y rápidamente a él y le tomó la mano tratando de tranquilizarle. No obstante, Adri parecía seguir con el trastorno de haberse topado con la muerte misma, por lo que la joven optó por una alternativa que ni ella misma sabía si sería buena idea.

Marina y Marisol estuvieron a punto de acercarse también para ayudar a calmarle, pero cuando Alicia le puso la mano en la cara cariñosamente y cerró los ojos en un gesto de concentración, las líderes decidieron permanecer expectantes, pendientes de lo que aquella joven pudiera hacer para ayudarle.

En su cabeza, Adri sentía un torbellino de emociones negativas incapaz de someter por sí mismo. Sin embargo, cuando la joven entró en su cabeza, una sombra negra purpúrea cayó sobre el huracán que estaba devastando su mente, y a su paso, sus ideas empezaron a quedar ordenadas en su sitio, como libros en una biblioteca... más o menos.

<<Tranquilo, ya pasó todo. Estoy aquí, y esa hija de puta no está aquí para seguir jodiéndote>>

El joven se asustó todavía más en un principio de oír la voz de Alicia en su cabeza

<<Muchas gracias...>> le contestó de la misma forma.

Adri fue incapaz de contener unas lágrimas de alegría y se lanzó a darle un abrazo a la chica que había estado a su lado para devolverle un poco de paz mental.

-No estamos solos eh - le dijo la joven pretendiendo hacer que ahora sintiera vergüenza.

Los ojos verdes y saltones de Adri se abrieron todavía más al ver a Marina y Marisol allí plantadas, enternecidas por la escena que acababan de contemplar. El joven entrenador miró hacia la mesilla que tenía a su lado, y sonrió al ver que su querido sombrero de copa estaba allí colocado esperándole. Se lo puso con presteza y se dispuso a hacer alguna maniobra capaz de hacer reír a su público.

-Ya sé que soy muy guapo, pero tranquilas chicas, que hay Adri para todas - dijo a los cuatro vientos con tono exagerado pero con cierto estilo cómico.

Las líderes no pudieron evitar soltar una risa sincera, más de alivio que por gracia, pero era por hacerle el favor de reconocerle su ingenio.

-No esperaba menos de la hija del General Ayala - le dijo Marina con calmado orgullo, pero guiñándole el ojo amistosamente.

-¡Qué arte has tenido hija! - felicitó Marisol a su modo con un vigoroso aplauso.

Adri por fin comprendió la situación en lo que estaba, y solo podía hacer una cosa.

<<Muchas gracias de verdad>> le dijo a Alicia sin soltarle la mano, mientras se giraba hacia las líderes allí presentes.

-Gracias a ustedes también ¿Qué es lo que me ha hecho? - estaba desconcertado al ver algún resto de cenizas a su alrededor y al extraño pokémon ave con traje flamenco junto Marisol.

Esta dio un giro de baile sobre sí misma y dio unas palmadas, acompañada de su pokémon.

-Digamos que te he animado el espíritu, y así he despertado tu mente. Lo siguiente es darle alegría a tu cuerpo - le guiñó maliciosamente mientras apuntaba con la cabeza a Alicia de forma nada disimulada.

Marina tuvo que darle una colleja a su hermana gemela ante tal insinuación hacia unos menores.

-Bueno, ya hemos hecho nuestro trabajo por aquí. Nosotras nos tenemos que ir. Los demás ya os pondrán al tanto de lo sucedido. Y en cuanto a ti, Alicia, te estaré esperando en mi gimnasio en Cádiz - le desafió con sutileza, sabiendo que no le iba a decepcionar, a lo que la joven respondió tomando de su propia mesilla su extravagante sombrero de bruja, mirándola con malicia y aceptando el reto.

Cuando desaparecieron por la puerta, Adri agachó la cabeza y empezó a temblar de manera que Alicia volvió a preocuparse, pero rápidamente cambió de parecer cuando el joven se levantó de la cama y empezó a reírse como un desquiciado.

-Esa hija de puta... me engañó como un gilipollas. Me enseñó a hacer esto - señaló su cabeza -para después dejarme en la mierda con su propio juego.

Muchas de las emociones que Alicia había logrado suprimir al entrar en su mente empezaron a brotar de nuevo cuando le vino el recuerdo de lo que le había llevado a estar en aquella situación. Y es que Patrizia se había asegurado de destrozarle y humillarle en aquel combate, después de revelarle su verdadera cara.

<<Se lo devolveremos, te lo prometo>> Alicia estaba empleando aquel mismo truco para mostrarle su incondicional apoyo en su objetivo casi imposible, pero ella también tenía sus motivos para verlos cumplidos, pues Patrizia también le había hecho sufrir una derrota desmoralizante, aunque no le hiciera sentir tan grave como a Adri.

<<Pero para eso, tenemos que aprender a hacer mejor esto>> seguía reflejando la locura que le corroía en sus palabras, pero en sus intenciones, una determinación vengativa tomaba las riendas de su persona.

Todos los adultos involucrados en la reunión salieron del edificio para concluir así el asunto que les había llevado allí.

-Bueno Felipe, siento que no haya ido muy bien la cosa con tu primo - Marina trató de consolarle sin demasiada idea.

-Pensé que podría hacer algo para ayudarle... espero que su tío y su madre puedan hacer algo para que se recupere un poco de aquí, y de aquí - señalaba su cabeza y corazón con aprensión, y culpable por su fracaso - ¿Y cómo está Abraham?

-No parece muy afectado... lo cual me relaja - respondió el individuo trajeado que estuvo hablando Sebas -. Pero no creo que esté bien del todo. Será todo lo listo que nuestro padre diga, pero como nunca cambia la expresión de la cara, no sé si está jodido o aguantándose las ganas de ir al baño.

La líder de Sevilla no pudo evitar reírse ante el comentario de su viejo amigo.

-Isaac, no te ofendas, pero tu hermanito tiene todavía menos gracia que tú - Marisol no pudo contener las ganas de soltar aquella broma, la cual logró sacarle unas risas a Felipe y a su hermana -. Al menos tú tienes sentido del humor y la teatralidad.

-Bueno, me gusta la puesta en escena - reconoció con una risa ligera.

Marina seguía preocupada por Felipe, y trató de consolarle de nuevo, ahora siendo ella misma.

-Oye Felipe, tuve el honor de probar a tu primo, y déjame decirte que es de los mejores novatos que han venido a desafiarme - <<aunque Sebas fue mi favorito>> se permitió pensar antes de seguir hablando -. Estoy segura de que será capaz de recuperarse de lo que le han hecho esos hijos de puta - le expresó con sinceridad y confianza tomándole cálidamente por las solapas de la chaqueta, mirándole directamente a sus característicos ojos plateados - ¿Sabéis dónde pueden estar esos niñatos?

-¿Huelva quizá? Con la desgraciada de su tía y madre estarán de maravilla, allí pueden hacer lo que les dé la puta gana - dejó caer Marisol con remarcable desprecio.

-Sí... mientras dejen de hacer de las suyas en nuestras provincias estaré tranquila.

-Eso depende - replicó Isaac con suspense.

-¿De qué depende?

-De si mi hermano y compañía vuelven a pisarlas durante su viaje - respondió sin rodeos -. Por lo que sabemos, no solo estarán cumpliendo la voluntad de sus padres, sino que tienen carta blanca para hacer de lo que les dé la gana, y está claro que tienen un interés enfermizo en los críos. Hace falta estar bastante mal de la cabeza para hacer todo lo que han hecho, y de paso sacar tiempo y recursos para investigarles sin dejar pruebas - enfatizó su enfado al final.

-Cualquiera diría que te cabrea más el hecho de que se hayan fugado así que por haber jodido a tu hermanito.

-Te recuerdo que es mi trabajo cazar a gente así, igual que el de Juanan era "cazar etarras" - les recordó el título de su más temible compañero, logrando estremecerlas brevemente -. Y mi hermanito está en mi camino, porque cuando me pasé a hablar con él rápidamente, ya dejó entrever que sospechaba que nos estábamos guardando información, aunque no mostró interés en que se lo contara.

-Lo dicho, es como tú pero con menos gracia - volvió a remarcar Marisol -. Tú al menos te habrías interesado más en el tema, y habrías sacado a tu Noctowl para acojonarnos.

Felipe interrumpió brevemente el humor de la situación para ponerse serio con el asunto que tanto le preocupaba.

-Chicas, Isaac, espero que podáis hacer algo al respecto - en la voz de Felipe pudieron notar su preocupación por Yago, así como la impotencia de no poder hacer nada al respecto -. Si esos cabrones van a por mi primo otra vez, no creo que pueda hacer nada sin tiempo ni autorización de Sergio... estoy demasiado ocupado con las tropas de la Brigada Guzmán el Bueno X. Aunque quizá pueda escaparme a ver a Ramón y tomarnos unas cañas por Córdoba, que me pilla al lado y así le convenceré de que se ponga las pilas también - concluyó con algo de esperanza, tratando de hacerse ver un poco más optimista.

-Este es el problema de que no haya otro General a tu altura - remarcó Marisol pícaramente dándole golpecitos con el codo -. Lástima que Enrique el Folladragones lo rechazase.

-¿Hay candidato para ese puesto de General de División? - intervino Marina con curiosidad.

Felipe meditó brevemente la respuesta, y barajó las opciones conocidas por sus superiores.

-El General de Brigada Iván Moreno quizá, es lo más probable. Rechazó el puesto el año pasado porque no pensaba que estaba preparado, pero yo creo que sí. Seguramente don Sergio le nombre el Día de las Fuerzas Armadas, sino antes.

-Ah sí, el que parece oriental, pero luego es más español que la siesta - bromeó Marisol nuevamente, sacando las risas sin problema -. Aunque es mayor que nosotros, eso de que no estaba preparado... me huele un poco a excusa.

-Ese mismo, espero que cumpla como en la Intervención en Libia - admitió con la imagen de su camarada en mente -. Y decidme, ¿Cómo sabíais arreglar también el problema mental de ese chico? Me llamó la atención que vinierais convencidas de poder ayudarle.

-Ah, es que hace unos años tuvimos un atentado anónimo por parte de una psicópata - respondió Marisol como si fuera algo normal -. Estábamos resolviendo asuntos con traficantes de la Línea, cuando nos atacó una loca encapuchada que nos daba dolor de cabeza solo por tenerla cerca.

Marina se lo tomó más en serio y se lo quiso contar con más detalle e importancia.

-Quería acabar con nosotras - en síntesis -, no dijo nada claro, aunque no creo que fuera guardaespaldas de aquellos traficantes ni mucho menos, porque se notaba que nos la tenía jurada por alguna razón. Nos pilló por sorpresa, pero juntas logramos defendernos y hacerla retroceder, hasta que usó una técnica rara y nos durmió a las dos... recuerdo borrosamente que nos metió en pesadillas, y aunque nos jodió bastante la cabeza, encontramos la manera de despertarnos dolorosamente, gracias a un método improvisado pero similar al que hemos empleado hoy. Y entonces se escapó sin dejar rastro...- aquella memoria no parecía haberle dejado un buen sabor de boca -. No le vimos la cara siquiera, así que no te podemos dar más información al respecto. Pero estamos listas para pillarla si vuelve.

Sus dos amigos se quedaron perplejos de tan inquietante relato en el que sus vidas habían corrido peligro, y más aún por no haber sabido nada hasta ese momento.

-¿Pesadillas? ¡¿Y por qué no he sabido nada al respecto?! - fue una de las pocas veces que Isaac había mostrado ira desde que le conocían, y despertó emociones encontradas.

-Eh... perdón. No tenía yo muy claro que por ser del CNI ya tenías que saberlo todo - replicó Marisol con desagradable sarcasmo -. Nosotras también tenemos la obligación de solucionar los problemas que nos incumban, por nosotras mismas a ser posible.

-¿Por qué te preocupas tanto? Ya sabemos lidiar con ella, y no ha habido indicios de nada parecido desde entonces que yo sepa - Marina mantuvo más la calma. Entendía su enfado, pero no logró quitarle el ceño fruncido.

-Llamadme paranoico si queréis, pero tengo sospechas para pensar que esa encapuchada es una persona bastante peligrosa, no solo porque haya atentado contra vuestra vida, dos líderes de gimnasio, sino porque teniendo en cuenta esa habilidad suya, sumada a que no esté muy bien de la cabeza, es un peligro a nivel nacional - expresó con genuina preocupación dentro de su frío razonamiento, pues era evidente que se lo tomaba como algo personal.

<<Ya entiendo, así que sabe algo del tema, y no es algo bueno>> dedujeron al instante.

-Teniendo en cuenta tu trabajo, me sorprende que no estés peor de la cabeza que aquellos a los que capturas - Felipe le dio una fuerte y sorpresiva palmada en la espalda, quitándole de golpe ese ceño fruncido que tan mal le quedaba.

-No te puedo confirmar lo contrario, pero está claro que mi preocupación es comprensible - remarcó de nuevo colocándose bien las gafas.

-Lo es... - asumió Marisol suspirando -. De acuerdo cerebrito, la próxima vez que nos encontremos con algo del estilo te daremos un toque a tu despacho.

-Eso espero. ¿Usó algún pokémon en vuestra contra?

-Pues sí, un Musharna - contestó Marina.

Por la rápida expresión de temor que pasó por su rostro, pudieron confirmar que Isaac sabía más de lo que decía, pero que por alguna razón, no quiso compartir dicha información con sus amigos.

Fue entonces cuando la puerta del hospital se abrió cerca de ellos, y por ella apareció don Armando con expresión de frustración disimulada.

-Ah están aquí - reaccionó el Comisario al verles allí reunidos -. Estaba hablando con los médicos y las enfermeras, y menos mal que habéis ayudado a ese chico; la Doctora Claudia no iba a tener tiempo suficiente de solucionar su problema.

-Si la Doctora se hubiera quedado más tiempo de la cuenta habría levantado sospechas, por no hablar de que sería raro que volviese con un encargo de la Policía - explicó Isaac con más detalle -. En cambio, con su destreza es normal que solo viniera a ayudar a los chicos y que tardase tan poco. Estoy agradecido de que haya curado las quemaduras de mi hermanito tan rápido, y más impresionado de que reparase los huesos del resto con semejante eficiencia.

-Sí, la verdad es que la destreza médica de Claudia es prodigiosa. Aún me flipa lo que hizo con el cuerpo de Duarte - reconoció Marisol con admiración, pensando en un viejo amigo.

-Y no solo en ese campo - intervino don Armando -. Les recuerdo que es nuestra principal baza para sacar alguna pista sobre los criminales que se nos han escapado... otra vez - al igual que Isaac, se notaba su dolor por la huida de la familia que había agredido a su hijo.

-Descuide comisario, si es mi hermano quien se encarga de llevarle las máquinas, estoy seguro de que no tiene nada de lo que preocuparse. Además, tendré un ojo puesto sobre él de vez en cuando mientras investigo por mi cuenta la procedencia del cuchillo que aquel asesino le lanzó a su hijo en Doñana, y también tendré el contacto a mano de algún aliado en caso de que la misión se complique más de la cuenta. Me encargaré de informar al General Ayala de nuestros planes con la excusa de una inspección, y Felipe hará lo propio con Ramón con la excusa de ir a tomarse unas cañas.

-No se ofenda, Ilustrísima, pero ciertamente hubiera preferido que alguien con su talento y habilidades fuese el encargado de llevar las máquinas. No me gusta la idea de involucrar a dos menores en este trabajo - remarcó su desaprobación a la idea que Sebas tuvo en Virgen del Rocío, pero que terminó aceptando por falta de opciones.

-Ya están involucrados, me temo - replicó con dureza mitigada -. Y ya sabe que podría ir yo en persona, pero si Abraham va a ver a la Doctora López Belaustegui con la excusa de agradecerle por su operación, y Sebastián con la de encontrarse con su prometido, el Doctor Carlo de Bernardi, será mucho más discreto que si un conocido agente del CNI se pasa por "Granada". Además, sus vidas no están en riesgo por lo que hemos comprobado, solo su integridad física en todo caso, a diferencia de sus agentes - le recordó dolorosamente la muerte de muchos hombres en el anterior y fallido traslado.

<<Joder con este tío... cualquiera diría que le importa su hermano, pero está claro que es así. Pese a su crudo método y razonamiento, no hay duda de que es la mejor idea a fin de cuentas...>> asumió Marina intimidada de la actitud de Isaac.

Don Armando también lo asumió, aun con sus reticencias, y solo podía rendirle respeto al hombre que había ido a prestarle sus servicios y apoyo en su operación.

-Le agradezco su ayuda, subsecretario. Con usted aquí, esos criminales no estarán sueltos mucho más tiempo - le dio la mano Isaac con alivio antes de volverse hacia Felipe -. General, gracias por su visita. Espero que podamos resolver esta situación, y contar con el apoyo de alguna brigada dado el momento.

-Y yo espero poder serle de ayuda en lo que necesite, más aún si involucra a mi primo - sus pensamientos se centraron en su fallido intento de ayudar a Yago a recomponerse, y trataba de ocultar su frustración En fin, ha sido un placer, Comisario - respondió con igual gesto para luego tenderle la mano en otro gesto de respeto, aunque a diferencia de con su primo, a don Armando no se la estrechó con tanta fuerza.

-Gracias Excelentísimo Señor - le expresó al soltarle para finalmente dirigirse a Marina -. Y gracias a ti también, como siempre. Con todo lo que me has dicho sobre el intento de tráfico en Cádiz, ya me has dado una pista por la que empezar a indagar y quizá sacar algo más en claro sobre cómo hacen para desaparecer por mar continuamente.

-¿Piensa ir de verdad a por ese cabrón? - ni Marina pudo cortarse a la hora de soltar ese insulto, y la risa de Marisol no faltó de fondo -. Le recuerdo que el muy mafioso no deja rastro de sí mismo en sus negocios, y aunque esté involucrado con esos críos, también dudo que esté por la labor de cooperar.

-Le conozco, es demasiado listo, no cantará. Pero si puedo ponerle nervioso quizá cometa algún error, o revele algún detalle que nos pueda ayudar. He comprobado que se encuentra en Ayamonte, así que mañana iré a su mansión de Isla Canela después de dejar a mi hijo en Huelva.

-Descuide - intervino Isaac antes de la despedida -. Si Luciano Gambino de Córdova tiene algo que ver con esos críos y puede probarlo, me aseguraré de que le caiga una buena condena encima dentro del peor agujero que se me ocurra, y créame, tengo mucha imaginación - concluyó a modo de motivación.

El Jefe Superior de la Policía de Andalucía Occidental se terminó de despedir de los presentes, tomó su coche y se marchó del hospital poco después de que el Sol terminase de ocultarse en el horizonte.

-¿Qué vais a hacer vosotras ahora? - Felipe se giró a las dos amigas a las que hacía años que tampoco veía, al igual que muchos otros con los que tuvo tiempo de tomarse unas copas por Madrid.

-Pues irnos a casa, que mañana temprano tenemos que estar en nuestros gimnasios - contestó Marina tratando de disimular su amargura, que Felipe no pasó por alto.

-¡Venga ya! Veníos a tomar una copa. Os tenemos que poner al día de lo que nos contaron los demás el otro día - trató de persuadirlas, principalmente, para animarlas un poco más y poder pasar más rato con ellas - incluyendo Impulso - dejó caer a Marisol con una mirada provocativa.

-Conozco un sitio en Jerez en el que no habrá problema de que nos vean, y hay vino del bueno - comentó Isaac como argumento para que aceptasen.

Marisol no se lo pensó demasiado tras el comentario de Felipe, y aunque a Marina le costó más decidirse, terminó por aceptar la invitación de su amigo.

-De acuerdo, invitas tú - le dijo pícaramente antes de entrar en el coche.

-Supongo que no me queda otra - le volvió a guiñar el ojo antes de ponerse al volante.

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