La Despedida Descorazonadora y la Confrontación Enlazante

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21 de Octubre de 2016

-¿Te vas ya? – preguntó Paula apenada de la partida de su mejor amigo.

-Sí, quiero quitarme de en medio a otra líder de la lista cuanto antes – respondió Álvaro con una determinación atribulada.

-¿Por qué esa prisa? Podríamos ir todos juntos, que vamos después de comer – Paula no quería separarse de su mejor amigo, más sabiendo por lo que estaba pasando.

-Tengo que encontrar a Absol – respondió tajantemente –, y por lo que ha contado Abraham por las noticias, acaba de ocurrir una inundación o una mierda chunga en las Marismas de Huelva. No sé si cuenta como "Catástrofe", pero no pierdo nada en ir allí en cuanto acabe el combate.

Paula asumió que no iba a lograr hacerle cambiar de opinión, por lo que solo le quedó hacer lo típico por su parte: Le abrazó fuertemente antes de que se marchara.

-Ten mucho cuidado, sobre todo si te encuentras con alguno de esos tíos...

-Si me los encuentro, me los cargaré – aún sabiendo que era imposible, Álvaro mantuvo su orgullo por lo alto, y su ira a flor de piel. Aunque no fue tan capullo como para no devolverle el abrazo con igual fuerza.

Estaban en el comedor prácticamente todos, desayunando. Y antes de irse, se dirigió a unos cuantos de sus camaradas.

-Dani, supongo que tu padre ya te lo ha dicho. Igualmente, más te vale no faltar a nuestro encuentro en Ronda, tenemos un combate pendiente. Espero que ya estés recuperado para entonces, no me gustaría enfrentarme a ti estando en baja forma.

-No me jodas bro – le contestó jovialmente, con una sonrisa traviesa, como si sus preocupaciones no fueran razonables –. Allí estaré y no te decepcionaré xd.

Álvaro no le dijo nada más a su amigo, y le dio la espalda, no sin antes lanzarle una mirada amenazante a Aurora, quien estaba cerca y seguía recelosa por el desplante del día anterior.

-¡Cris, Jesús! – clamó en voz alta en medio de la sala, llamando la atención todos, pero especialmente de los que había llamado. El joven bético y el pelirrojo sin cejas se levantaron de las mesas sin ninguna objeción al llamamiento –. Venid conmigo, tenemos que hablar antes de irme.

El peculiar y corpulento entrenador guió a sus camaradas hasta fuera del Hospital, en la zona trasera, cubierta de césped. El sol estaba casi en lo más alto, pero se notaba que, pese a vivir en el sur de España, se acercaba el invierno.

-Estoy al tanto de la situación de vuestros equipos, y que tú Jesús ya tienes el tuyo completo, ni tan mal – era su peculiar forma de felicitarle, pero Jesús lo agradeció igualmente para sí –. Sé que los dos pillasteis vuestros Eevee el otro día, como muchos otros. ¿Estáis al tanto de todas las evoluciones que pueden alcanzar?

-8, si mal no tengo entendido – respondió Jesús al instante para demostrar sus conocimientos –. Algunas son con piedras, otras son por métodos de crianza, y otras según por la zona donde se dé el caso... pero por el momento no podemos optar a ninguna de ellas, creo.

-En eso te equivocas – replicó con dureza dejándole perplejo –. Cris, vi que Sancho consiguió una Piedra Alba en aquella beta, así que ya sabes cómo es el proceso. Bien, pues yo me tomé mi tiempo también, y cogí más piedras de la cuenta... - informó mientras se descolgaba su enorme mochila de viaje.

Trasteó un poco todo lo que tenía ahí guardado, pero no tardó en sacar la gran sorpresa que les tenía preparada. Tres piedras peculiares de colores vivos, cada una con un distintivo; una anaranjada con una llama grabada en su superficie, otra azul marino con lo que parecían burbujas en su interior, y otra verdosa con relámpago amarillo atravesándola por dentro.

-Piedra Trueno, Piedra Fuego y Piedra Agua – anunció como si estuviera exponiendo el hallazgo del siglo –. Yo solo necesito una, y no me gustaría desaprovechar su utilidad teniéndolas olvidadas en el fondo de mi macuto – explicó lógicamente sus motivos, aunque no desmereció el gesto de amistad que estaba teniendo con ellos.

Cris sintió una gran ilusión de que un amigo se acordase de él y le hiciese aquel favor. No era algo que no le hubiera pasado antes, pero la sorpresa y el acto en sí bastaron para que la alegría le invadiese.

Si bien Jesús sintió algo bastante similar a su amigo, tuvo una pequeña duda al respecto.

-¿Por qué nos las ofreces a nosotros? No somos los únicos que les vendrían bien.

-Sí, y no. En lo que a los tipos se refiere, Paula ya tiene los tres tipos de las piedras cubiertos, y los demás más de lo mismo... - dejó caer que era por aquella misma razón, como seguramente era el caso de Estela, aunque también intuyeron que su relación con los otros quizá no era la más adecuada; sabía cómo era su forma de actuar, y aunque no conocía mucho a Lorena no estaba allí presente; Manuel seguramente no le tomaría en cuenta y preferiría hacerlo por sí mismo; y ya había tenido sus roces con Sebas pese a que habían hablado para arreglarlo tras lo ocurrido en las 3000 Viviendas –. Nada, simplemente quería dároslas a vosotros. Después de todo, aún tengo presente aquella tarde que pasamos juntos por la Mina del Berrueco. Y aunque "yo lo vi primero", se notaba que te jodió que me adelantase y pillase a Aron antes que tú.

Álvaro no olvida, y detalles como aquel son los que demostraban por qué Paula le tenía tanto aprecio pese a la forma tan distinta que tenían de actuar. Era evidente, que se acordaba de los que le rodeaban para más cosas que para prever sus movimientos de forma siniestra.

-Gracias tío – le tendió la mano como agradecimiento, y Álvaro le devolvió el gesto. Si bien se arrepintió un poco, pues como el "hombre" que era, le dio la mano con toda la fuerza que pudo, y Jesús se estremeció debido a la gran diferencia que había entre ellos en lo que a corpulencia se refería –. Y ya que mencionas aquel día, debo decir que he estado recordando una lección que me enseñaste respecto a la suerte. Dijiste, palabras textuales, que según mi concepción de dicho término, "cualquier arrogante cabrón que me encuentre por ahí siempre va a tener más suerte que yo"... pues parece que es así, porque el último arrogante cabrón con el que me crucé resultaba tener una suerte inconcebible y me destrozó jugando al póker. No sé cómo lo haces, pero me jode reconocer que tenías razón.

Su amigo le escuchó, comprendiendo el problema y su punto de vista.

-Siempre tengo la razón, y es cierto que te dije eso, pero fue para que no dependieras de una sola cosa que seguramente no era muy fiable a la hora de guiarte; si el arrogante cabrón de Lorenzo te dio una paliza a las cartas es simplemente porque tiene más experiencia y talento para ese juego, no debes venirte abajo si piensas que es tan superior porque las "fuerzas del azar" juegan a favor de semejante cabrón; tú no te ralles, que ya verás que la próxima vez que te lo encuentres, que lo harás, no tendrá tanta suerte como presumía – le consoló a su particular modo, surtiendo el efecto motivador que sabía que tendría en el joven bético –. Eso en cuanto a ti, como gesto de buena fe – le dejó en claro a Jesús tras soltarle la mano –. Y en cuanto a ti, Cris, ¿recuerdas lo que te ofrecí aquel día también? – le preguntó como si le estuviera probando.

Pensó un poco la respuesta por temor a equivocarse y decepcionar a su amigo después del gran gesto que estaba teniendo con él. Pero ese día había sido uno de los mejores que había vivido como entrenador, y un detalle como aquel le fue difícil de olvidar.

-Le ibas a decir a tu abuelo que me hiciera un arco especial para mí porque valoraste mi sentido de la vista.

-Premio. Pues me gustaría que vinieras a conocerlo, y tú puedes venir también si quieres – dejó caer a Jesús para no dejarle descolgado del tema –. Él y el padre de Dani tienen que hacer un experimento loco en Ronda en busca de ciertas criaturas "especiales". Supongo que estaremos rondando por esas zonas de Málaga, el miércoles que viene.

-Lo siento tío, pero me gustaría hacer otra cosa por algún lugar de Córdoba esos días, y me pilla lejos – trató de excusarse, apenado por no estar presente, aunque sus propios motivos tenía.

-¿Quién más viene? – preguntó Cris llevado por la emoción de poder estar presente.

-Paula, obviamente. Dani, también obviamente. Y me he asegurado de convencer a Adri y Abraham; que también había vivido una experiencia interesante con ellos al principio del viaje, y se me ocurrió sugerírselo con tal de revivir el momento – refiriéndose a su "emocionante" noche en el pinar, a la cual guardaba bastante cariño en su memoria –; y tenían bastante curiosidad por conocer a mi abuelo más a fondo. Y en cuanto a lo que has dicho, Jesús, no te ralles por eso. Aunque déjame decirte que Abraham piensa venir y luego ir a desafiar al Líder de Córdoba antes que al de Málaga... extraño, pero no es un inconveniente para que vengas.

-Bueno... lo tendré en cuenta. Sino voy, no os preocupéis, seguramente esté ocupado para ir.

-Mucha suerte con tu pelirroja entonces – le dijo directamente, convencido de que ese era su motivo oculto para no asistir, y por la reacción que tuvo, no iba muy desencaminado –. Ahora, ¿quieres la Piedra o no? – continuó volviéndole a mostrar la tres piedras, y es que aún no había decidido cuál quedarse cada uno.

-¿Acaso tienes duda al respecto? – contestó, y fue directo hacia la Piedra que necesitaba.

Cris dudó un poco a la hora de elegir, pero tomó la que consideró mejor para su equipo. Y en lo personal, Álvaro se quedó con la que quería desde el principio, pero no temió a que ellos la escogieran de entre las tres porque, conociéndoles a ellos y a sus equipos, sabía que no iba a ser así.

-Bien, por lo pronto y sin nada más que decir, me despido – les dio la espalda dramáticamente, satisfecho con aquella conversación y por sus elecciones, demostrando que no se había equivocado al elegirlos para darles las piedras. Pero Cris le detuvo un segundo para dejarle claro cómo se sentía después de lo que había hecho por él.

-Oye, muchas gracias tío – le dijo Cris con el corazón en la mano, imbuido por la gratitud que sentía en aquel momento –. Seguramente nos veamos muy pronto. Digo, Sancho y yo nos vamos ya mismo, en cuanto recojamos todo. Aunque tardaremos un poco más que tú – explicó pensando en los medios de transporte que iban a tomar cada uno, y la hora que era en aquel momento.

-Está bien. Espero ver vuestro resultado con esos Eevee vuestros, ansío probarlos con el mío cuando ya estén bien entrenados – fue lo último que les dijo, alentándoles a mejorar para que ninguno se quedase atrás, y así poder darle un buen combate.

<<Aunque todo sea dicho, con quien más ganas tengo de luchar es con Dani, así que espero que se recupere pronto y esa zorra gélida no le haga pasar un mal rato mandándole a la friendzone, joder>> fue pensando Álvaro, aguantando su deseo de probar su fuerza con camaradas a su altura, mientras cogía su moto y desaparecía en la carretera, rumbo a Huelva.

Volvieron al interior para contar lo sucedido, y en cuanto Jesús se dirigió de nuevo a contarle todo lo sucedido a Ana y compañía, Sancho fue a por Cris directamente con cierta prisa por hablar con él.

-Acabo de recibir un mensaje de Ale – le dijo con brusquedad –. Nos "anima" a que no perdamos más tiempo y que vayamos ya a Huelva. Si su intención es que movamos el culo, lo ha conseguido. ¿Qué me dices?

Lo más extraño del momento, es la casi total inexistencia de la duda en la respuesta de Cris.

-Pues habrá que ir, ¿no?

Sancho sonrió complacido de la actitud de su amigo, y procedieron a despedirse sutilmente del resto, si bien su intención era no llamar demasiado la atención.

A los pocos minutos de irse, la mayoría de los presentes en la sala se pusieron de pie y empezaron a aplaudir efusivamente por la persona que acababa de llegar a la sala.

Un joven paliducho, mal afeitado, de ojos verdes y saltones, pelo castaño exageradamente desarreglado con mechas anaranjadas, ataviado con unas vestimentas llamativas de color morado y luciendo un característico sombrero de copa.

Después de haberle tenido en coma durante tantos días, que Adrián volviera a la palestra como si nada hubiera pasado le sirvió a muchos para levantarles su ánimo decaído.

-Eh bro, ¿Cómo te has despertado xd? – Dani fue el primero en ir a por él, tan hiperactivo como siempre, ansioso por ver a fondo el estado de su amigo.

-De locos – respondió Adri con una risita perturbadora pero más apagada que de costumbre.

-Me alegro, ya apostaba que no ibas a lograrlo pronto – añadió Jesús sincerándose.

-Bueno, por "suerte", tuve ayuda – contestó pícaramente mirando hacia la chica que había estado a su lado durante la mayoría de su letargo.

Alicia se encontraba en el otro lado de la sala, junto a sus hermanas trillizas, hablando de sus asuntos mientras los otros tres amigos hacían lo propio.

-¿Y qué hay de ti Flash? ¿Puedes corretear como siempre? – se dirigió hacia Dani preocupado de su estado actual.

-No muy rápido. Pero no tardaré en volver a liarla xd – fue más optimista, y mostró la pokéball de Manectric deseando venganza para sus adentros.

<<Di que sí. Esos cabrones nos las pagarán todas juntas... >> pensó Adri, lo suficientemente alto dentro de su cabeza como para obtener respuesta.

<<Te recuerdo que no estarás solo para eso>> le dijo otra voz femenina dentro de su cabeza, pillándole por sorpresa.

Se dio cuenta de que Alicia estaba allí sentada junto a sus hermanas, comiéndoselo con la mirada a través de sus inquietantes ojos violetas. Vestía completamente de negro, salvo por ciertos motivos violetas que hacían juego con sus ojos.

-Ahora vuelvo – le dijo a sus amigos, excusándose por unos momentos mientras se dirigía hacia Alicia lleno de interés.

-Al final veo que nos salió bien a los tres aquella jugada. Gracias por incluirme en ella aquella noche – le dijo a Dani, feliz de su situación.

-Por supuesto bro, para eso estamos. Dentro de nada seremos "concuñados" xd – respondió el joven hiperactivo por lo bajo para que no se notaran en exceso sus intenciones con Aurora.

Se echaron a reír un rato por aquella posibilidad hasta que Adri se dirigió a Alicia con el objetivo de disipar dudas.

-¿Desde cuándo tienes estos... poderes? – le preguntó algo asustado de su respuesta, pues era una persona asustadiza hasta cierto punto, y siempre le dieron miedo las cosas que no comprendía.

<<Antes de responder, te recuerdo que ayer me dijiste que si querías acabar con esa zorra, deberías empezar a usar mejor esto. ¿Sigues pensando igual o solo fue un mal despertar?>>

<<Tienes razón... quizá me vine un poco arriba, pero te juro que es lo que más quiero ahora mismo. No sé si podré volver a hacerle frente, así que quiero estar preparado para cuando el momento llegue, y por eso quiero saber cómo lo conseguiste tú, a ver si puedo mejorar un poco más así>>

Alicia sonrió conforme con su respuesta, y procedió a darle la suya propia.

<<Los tengo desde que encontré a mi Misdreavus, o ella me encontró a mí mejor dicho. Ya te dije que muchos me miraban mal de niña por ser yo misma, así que casi siempre he estado sola salvo por mis hermanas. En una excursión del colegio, cuando tenía doce años, me harté de todo y acabé metiéndome en las Cuevas de Zugarramurdi. Sabía que nadie se iba a atrever a buscarme allí porque hablaban de que había espíritus malignos y brujas escondidas; a mí me encantaba todo eso, y también la idea de poder asustarles a todos si querían molestarme. Pero lo cierto es que me acabé perdiendo en la oscuridad y no fui capaz de dar con la salida. No sé cómo me encontró, pero durante horas estuve sola y en silencio, hasta que empecé a escuchar un cántico espeluznante. No tardé en darme cuenta de que aquello solo lo estaba oyendo en mi cabeza, y cuando decidí responderle de esta forma, toda la cueva se iluminó a mi alrededor con fuegos fatuos, alcé la vista, y allí estaba ella

<<¿Y así decidió irse contigo?>>

<<Ah, para nada. Al final todos tenían razón, la cueva estaba llena de espíritus malignos, y yo me aseguré de hacérselo notar>> comentó ahora sí con una risa exageradamente tétrica <<Y después de aquello, Misdreavus se vino conmigo por tener aquella conexión tan peculiar, y poco a poco empecé a hablar más con ella que con cualquier persona humana. Nunca me aburría con ella, y lo mejor de todo, es que era capaz de responderme haciendo esto, y poco a poco, yo también fui capaz de hacerlo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado...>> concluyó dando un giro sobre sí misma y colocándose su sombrero de bruja.

<<Qué entrañable historia>> le respondió de igual manera pero con su propio sombrero <<Tú supongo que ya estás al tanto de cómo los obtuve yo>>

<<Sí, pero lo que me cabrea de todo esto es que esa tía fue la responsable de que los consiguieras, y ahora es la que más te motiva para llevarlos a otro nivel... justo como ella quiere que hagas>>

<<Tienes razón, ¡Pero me da igual! Pienso devolvérsela, por lo que me hizo a mí, y a mi Lapras...>> recordó con amargura la tristeza y el miedo de su pokémon cuando se enteró de la revelación <<También te digo que ella no es la única razón por la que quiero mejorar así>> le miró a los ojos violetas alicaído, sin disimular nada sus intenciones.

Alicia se echó a reír como una desquiciada ante la descarada insinuación de Adri.

<<Anda, no te vengas tan arriba. Te voy a ayudar porque me gusta tu estilo, pero no esperes ganarte mi corazón solo con los espectáculos que eres capaz de montar. Debes arrancármelo primero, y no lo tienes nada fácil. Pero tampoco te vengas abajo, que también podemos hacer otras cosas para entretenernos...>>

<<¿Qué propones?>> respondió Adri con una pregunta, y una mezcla de miedo y curiosidad.

Alicia esbozó una sonrisa tenebrosa que no hizo sino asustar todavía más a Adri.

<<Haremos esto, si me ganas en un combate, no te daré mi corazón, pero quizá sí algo que sé que deseas también>>

Adri no tenía ni idea de a qué podía referirse, pero prefirió limitarse a seguir con su juego. Total, fuera lo que fuera no debería retrasarle demasiado, y podría ir un poco más tarde a su combate de Gimnasio en Huelva sin problema. Además, hasta el momento nadie le había propuesto un combate de ese estilo, y que fuera con ella le excitaba a la vez que le aterraba.

A su vez, Aurora terminó sucumbiendo a la presión y fue a hablar con Dani a su modo. Aunque, impaciente como era, al verla acercarse fue él quien inició la conversación.

-Le diste buena pelea a ese mastodonte - le reconoció con poca sutileza.

-Lo mismo digo, pero mira cómo acabamos - respondió con pesimismo.

-Olvídelo, no pienso dejar que la próxima vez me deje igual - reafirmó con fuerza.

-¿Volverás a por él? - le preguntó perpleja de semejante actitud -. Por favor, mira cómo te dejó, por no hablar de la diferencia de altura y peso. Agradece que no te matara la primera vez.

-Mira, no soy muy listo, eso ya lo sabes. Pero estoy seguro de que, si hubiera querido, nos habría matado a los dos. Lo que quiere es calentarme los huevos lo suficiente como para descargar todo lo que tengo en ser lo bastante duro como para reventarle.

-Tu optimismo me agobia, deberías ser un poco más realista. Dudo mucho que ni entrenando varios años puedas ponerte a su altura, ni yo tampoco.

-Si asumiera quien soy sin pretender ser más, no llegaría donde quiero llegar.

-¿Y eso dónde se supone que es?

-Lo suficientemente alto como para que aquellos que dudan de mí se den cuenta de lo que valgo de verdad – respondió mostrando de nuevo su fastuoso optimismo.

Le seguía agobiando esa actitud tan suya, aunque en su frío interior empezó a sentir cierta simpatía por aquel hombrecillo que olía a leguas que estaba coladito por ella.

-Si tan alto quieres llegar, no podrás hacerlo sino empiezas por lo más bajo.

-¿Y qué es lo más bajo?

-Desde tu perspectiva, alguien que lleve en esto el mismo tiempo que tú. O sea: yo.

-¿Tú contra mí? ¿Estás segura de que quieres hacerlo?

-Sino no te lo propondría, yo siempre pienso antes de hablar. Considéralo una compensación por salvarme la cabeza – le dejó en claro para que no pensara que había algún sentimiento más personal de por medio. Además, aún se sentía intimidada por la amenaza de Álvaro, y quizá esto podría servirle a Dani para no sentirse tan rechazado.

-Te advierto – empezó riéndose maliciosamente antes confirmarse – que no me voy a cortar por muy guapa que seas.

<<Empiezo a arrepentirme>> pensó ante su comentario.

Y por otro lado, Jesús y Ana seguían hablando de casi cualquier tema hasta que llegaron a uno de cierta relevancia.

-Hablaste con ese General con mucho interés. ¿Qué le preguntaste?

-Le comenté que me gustaría ingresar en el Ejército de Tierra, porque tenía algunas dudas sobre mis posibilidades para ascender rápido. No me gusta tener la suerte en contra...

-¿Y te ayudó con tus dudas?

-Más que eso, me ha convencido todavía más para querer ingresar.

-Me alegro mucho, al menos tú sabes lo que quieres.

-¿Y eso? ¿Acaso tú no lo sabes?

Ana cerró los ojos pensativa, meditando su respuesta. Sus ojos violetas se abrieron, dibujando una sonrisa preciosa en su rostro.

-Ya me responderá el paso del tiempo. Por lo pronto, tomé este camino igual que mis hermanas. Ahora que estamos juntas en esto, vamos a mejorar lo suficiente para llegar todavía más lejos que nuestros padres. Y de paso nos ganaremos la vida – añadió con cara risueña.

-O sea, que prácticamente lo dejas tu destino al azar. Me gusta. Yo hago lo mismo, pero con el camino, no tanto con el final.

-No soy religiosa, pero es cierto que los caminos del Señor son inescrutables, y solo la muerte es segura como el final de todo. Aunque espero no llegar a ese destino pronto.

-Ni yo tampoco – añadió soltando una sutil carcajada –. Bueno, hay muchos destinos de aquí a ese, y yo tengo unos cuantos en mente.

-¿Cómo cuál? Si puedo saberlo – preguntó invadida por la curiosidad.

<<Conquistarte>> pensó en decir, pero fue lo bastante prudente para no responder sin pensar.

-Ya te lo dije. Aparte... no tengo nada más en mente que eso.

-¿Nada más, en serio? – respondió decepcionada – Esperaba algo más emocionante.

-Ah no te preocupes. Los mejores destinos son los que no esperas, por eso se llama suerte.

-Eso ya me gusta más. Estoy segura de que a mí tampoco me esperabas.

-No... la verdad es que no – tartamudeó un poco al ruborizarse.

-Entonces podría decirse que la suerte está de tu lado – presumió esta vez para verse más atractiva. Desgraciadamente, la mención textual de aquella frase le trajo un amargo recuerdo.

-Ya que lo mencionas, la suerte puede ser mala y presentarse en forma de desgraciado arrogante con dotes de criminal – el odio le invadió alimentado por el rencor de lo que Lorenzo había supuesto para él –. Ojalá pudiera haberle dado la paliza que se merecía en lugar de él a... nosotros – le recordó que ella también había sufrido por su culpa, si bien la rabia no había calada tan hondo en ella.

-Otro destino a alcanzar – remarcó siguiendo el tema anterior sin dejar de sonreír –. A mí también me gustaría darle una lección si nos lo volvemos a cruzar, pero no soy tonta. Ese... cabrón – le insultó con dificultad, pero se satisfizo al hacerlo – es mucho más fuerte que nosotros dos juntos.

-Eso ya lo sé, y no se me ocurren muchas maneras de solucionarlo. Ni con toda la suerte del mundo podríamos hacerle frente, no tal y como estamos ahora mismo.

-A mí sí se me ocurre una buena idea. Me sorprende que no se te haya ocurrido – le bajó un poco la moral con tal de subírsela después –. Ya que estamos todos aquí, podemos aprender el uno del otro, creo que sabes a lo que me refiero – sugirió sacando una pokéball de su vestido.

-No voy a mentirte. Sí se me había ocurrido. Después de tu mágica intervención el otro día me demostraste que te las apañas. No dije nada porque... me preocupaba enfadarte si te ganaba, o decepcionarte en caso contrario.

-No tengo mal perder, y derrotarte solo me subiría la moral. Ya me demostraste que lo valías el otro día. Por otro lado, me enfada perder obviamente, pero no es el fin del mundo. Ya mejoraré, y de hecho ese es el objetivo de esta idea.

-Ni yo mismo lo habría dicho mejor – reconoció maravillado del sagaz argumento que Ana acababa de soltarle –. Acepto entonces.

Ana sintió un arrebato de suma felicidad entonces, que le llevó a darle un fuerte abrazo que le pilló por sorpresa no solo a Jesús, sino a todos los que estaban cerca.

-Decidme que todos hemos tenido la misma idea – expresó Alicia en voz alta al ver aquello.

-Sí, creo que sí – asumió Aurora al ver las reacciones del resto.

-Decidido, tendremos nuestro combate todos juntos y a la vez. Será justo después de comer, no nos falléis chicos – explicó Ana mientras se marchaban a seguir sus asuntos.

-Y sed puntuales, tic, toc, tic, toc – añadió Alicia con tal de meterles miedo.

-¡Allí estaremos! – confirmó Dani llevado por la emoción.

<<Tranquila, soy muy puntual>> respondió Adrián por su método particular mostrando su reloj de bolsillo.

Las horas pasaron, y todos habían recibido llamadas de sus respectivos familiares, y algunos incluso seguían en dichas conversaciones.

-Sí mamá, estoy perfectamente. Solo fue una pequeña herida en la cabeza – Paula se encontraba tratando de calmar las preocupaciones de su madre, Susana, la cual sentía una preocupación por los demás y un altruismo que rozaba el fanatismo.

-Te juro que como me encuentre con algunos de esos desgraciados, les daré tal patada en los cojones que les cambiará el horóscopo.

La joven no pudo contener la risa por la forma tan peculiar de su madre de asegurarle que sus agresores no iban a quedar sin castigo.

-En fin, ya hablé con Tita Toñi. No podía venir porque tenía cita con unos clientes en Vejer, pero me ha deseado suerte y que ya me llamará.

-Más le vale, sino no sé de qué le valdría ser tu madrina – comentó con un desplante bastante gratuito hacia su hermana pequeña –. Oye, ¿y los demás están bien también?

Le hubiera gustado decir la verdad, no obstante sabía que solo lograría preocuparla inútilmente, y no le apetecía tener que aguantar semejante calvario por parte suya.

-Sí, todos están perfectamente. Nos iremos después de comer, aunque Álvaro, Cris y Sancho ya se han ido, y Manuel ha desaparecido sin despedirse de nadie; si fuera otra persona me preocuparía, pero conociéndole estoy segura de que se habrá ido a entrenar.

-Seguro que sí. Pero en fin, me voy que tengo una alerta y debo ir a asegurar Algeciras.

Paula estaba orgullosa de tener una madre que actuase de manera tan abnegada y desinteresada por otros que no tenían ninguna suerte en la vida; si bien su empatía era un tema aparte, la preocupación que esta mostraba por todo el mundo era digna de valorar.

Así quería ser su hija, pero con otras virtudes añadidas que sabía que a su madre le faltaban. Si bien es cierto que tomaba en cuenta siempre a los necesitados, también lo era el hecho de que tenía bastante abandonada su vida personal, y Paula no quería cometer errores de ese tipo en sus relaciones con sus más allegados.

Y después de lo sucedido en Doñana, velar por su bienestar y tratar de hacerles sentir bien se había convertido en una oportunidad de demostrar su valía en ese ámbito; y por lo que estaba viendo aquel día, había ido bastante bien.

-Buenas noticias, parece que puedo hacer la comida aquí también – le dijo Sebas en cuanto colgó el teléfono con una emoción casi infantil, pero manteniendo su fachada tranquila y confiada.

-Y tan buena, pero no tanto como la comida que me vas a preparar – contestó Paula con una sonrisa pícara y sincera.

Le llenaba de alegría ver al chico que estaba enamorado de ella tan feliz por disfrutar de algo que tanto le gustaba.

Sebas por su parte había estado meditando sobre todo lo sucedido el día anterior, sobre la conversación secreta que tuvo con aquel extraño individuo trajeado, y sobre todo, cuando se relajó el ambiente, pudo pensar en lo que Yago le había dejado caer sobre lo que debería hacer en lo referente a Paula.

-Oye, antes de comer... ¿te gustaría ir pasear un rato? – le sugirió con ciertas reservas.

Como si ella no se esperase dicha proposición, aceptó con una mezcla de sorpresa y satisfacción, mientras se ponía en pie y hacía ademán en guiarle hacia el exterior del hospital.

El joven se sentía aliviado de no haber recibido una negativa, y aunque su confianza en sí mismo había mermado bastante en los últimos días, cuando estaba cerca de ella se sentía más vivo que si estuviera contemplando el apacible mar del verano.

Empezaron a andar, pero Sebas fue incapaz de iniciar la conversación, así que Paula hizo los honores para que la situación avanzase y no se sintieran incómodos el uno con el otro. Se pusieron al día con la situación de algunos amigos, se alegraron de la pronta recuperación de Adri, pero les apenó lo mal que lo debían estar pasando otros para sus adentros, en especial Yago.

Viendo que la conversación se desviaba por derroteros algo más desagradables de los cuales no tenían ganas de tratar, prefirieron cambiar de tema.

-¿Qué tal tus padres? ¿Cómo se han tomado nuestra situación?

-Pues mal, obviamente. Calmé los ánimos lo suficiente para que no vinieran; no quería arriesgar su posición actual, y es que ahora mismo están metidos en negociaciones muy serias con un socio importante. Ya sabes, si el barco no puede navegar no hay mucha diferencia con que esté hundido.

-Vaya, no tenía ni idea. Aunque no me extraña, además de cocinar de maravilla, también tienen sus tratos marítimos. ¿Alguno interesante?

-No demasiado, o al menos para ti. Digo, solamente son ellos procurando que las mercancías que se encargan de obtener en la mar lleguen a buen puerto. Eso sí, el tal... Luciano, creo que se llama, se lleva una buena comisión, como sino tuviera pasta suficiente con los negocios que tiene montados por la costa, y lo que no es la costa.

-Ni idea, pero en fin – ahora el tema le dio un poco más igual, y ya se había preocupado por mostrar genuino interés por ver si significaba mucho para él, aunque no era así aparentemente –. Sé que te vas a quedar aquí por... eso. Así que te quería dar una cosa en secreto, antes de despedirme también, porque en cuanto comamos nos iremos sin perder tiempo. Ya sabes cómo es Yago con la puntualidad.

Sebas no pudo evitar malpensar un poco, pero sería impropio de Paula por lo que lo descartó rápidamente, y terminó por descartarlo cuando metió la mano en su bolso de juego de tronos.

Sacó entonces algo que no podría esperarse, y cuya finalidad tampoco entendía, descolocándole un poco. Se trataban de dos piedras que parecían la contraparte la una de la otra. Una era oscura como la noche, y su núcleo era todavía más negro; mientras que la otra era clara como el día, y su centro resplandecía como el sol.

-Álvaro me dijo que nos harían falta. Hablamos antes de llegar a Doñana sobre nuestros progresos y se puso a investigar con ayuda de su abuelo. Me dijo que para mi Togetic y para tu Lampent son necesarias si queremos que alcancen su máximo potencial. La verdad es que cuando las cogí no esperaba dártela tan pronto, pero viendo cómo se ha puesto la situación, creo que es lo mejor para ayudarte a superarlo - <<y para hacerte feliz>> concluyó en su cabeza por vergüenza.

<<No, si al final voy a tener que darle las gracias después de lo que hice. Si es que soy gilipollas>> pensó sintiéndose algo arrepentido por el trato que había tenido con él días antes.

-Tendré que agradecérselo cuando le vea. Aunque supongo que sino te hubiera dado detalles sobre lo que había conseguido, no se lo hubieras dicho después. Igual que cuando me dijiste que fuera a Baelo Claudia. Parece que solo saco cosas buenas de hablar contigo... - terminó expresando de manera sincera sus sentimientos de gratitud que tan pocas veces era capaz.

-¿Ves cómo al final viene bien hablar de tus cosas? – le echó en cara su poca capacidad de abrirse a otros con poca sutileza –. Ahora, podemos usarlas y ya me lo agradecerás a mí cuando veas el resultado.

Sebas no podía dejar de sonreír de felicidad en la situación en la que se encontraba, más aún después de lo mal que lo había pasado recientemente, y Paula se dio cuenta al instante.

<<He podido ayudarte a ti al menos. Espero que puedas seguir igual de bien. Ya después veremos si eres capaz de confesar lo que sientes por mí>> pensaba ella orgullosa de sí misma, y expectante de lo que Sebas estaba por hacer.

-Pues vamos a probarlas – dijo Sebas tomando la pokéball de su Lampent.

Ambos entrenadores sacaron a sus pokémon. Lampent y Togetic, los dos habían evolucionado recientemente, y ahora estaban por hacerlo de nuevo.

Sebas se quedó pensativo antes de proceder con su regalo. Estaba mirando a Lampent, intentando recordar todos los momentos que habían vivido juntos hasta ahora, y es que no tenía muy buena memoria pese a presumir de ser tan listo.

-Desde que mi padre me lo regaló, estuve queriendo que evolucionase. Y ahora resulta que en menos de una semana lo consigo dos veces. ¿A ti te parece bien? – le preguntó a Lampent directamente.

La lámpara encantada revoloteó a su alrededor envuelta con un aura fantasmagórica que le sirvió como respuesta.

Paula por su lado hizo lo propio con Togetic. Y es que desde que nació del huevo que su tía Antonia le regaló al principio de su viaje, solo quiso lo mejor para ella. La entrenó como más conveniente creyó, y pese a ser poco más de un bebé, demostró su potencial cuando luchó contra Sancho y Cris junto a su primo.

No le hizo falta preguntarle. Por alguna razón, casi desde el principio sintió una conexión con ella que no era capaz de explicar y que no tenía con nadie más. Así que decidió usar la piedra sin mediar palabra.

Ambos expusieron a sus pokémon a sus correspondientes piedras sin mediar palabra. El resplandor propio de la evolución se hizo presente, y cuando desapareció sucedió lo esperado.

Togetic se había convertido en una especie de (animal que representa la paz). Tenía una boca común en vez de pico, tres cuernos de color blanco y unas marcas en los cuernos laterales de la cabeza, de color azul y rojo. Sus patas eran pequeñas y posía un par de alas robustas que formaban en la punta un saliente con una espiral. En el pecho tenía los mismos triángulos rojos y azules que llevaba presentando en el cascarón de su huevo. Había evolucionado a Togekiss, el pokémon Festejo.

Lampent ahora era un gigantesco y espeluznante candelabro, compuesto principalmente de una bola de cristal con rayas redondeadas como cabeza, con dos enormes y tétricos ojos amarillos, y encima de él tenía unos picos negros de los cuales salía una llama morada fantasmagórica. Del cono situado en la base de la cabeza le salían dos brazos que se enrollaban para terminar en otros picos, de los cuales salían otras dos llamas también moradas. Había evolucionado a Chandelure, el pokémon Señuelo.

Si las etapas intermedias de sus queridos pokémon ya les habían maravillado, las finales lograron eso y más. Encontrarse ante unas versiones tan fantásticas y con una presencia tan poderosa en el momento de debilidad en el que estaban, les proporcionó mayor dicha que casi cualquier acontecimiento vivido hasta entonces.

En esa tesitura, Sebas solo podía repetirse y seguir agradeciendo a Paula por semejante regalo.

-Sé que piensas que soy muy listo, pero lo cierto es que no sé cómo compensarte por todo lo que has hecho por mí.

-Con que seas feliz ya estoy contenta. Aunque me gustaría de verdad que vinieras con nosotros... Siento si me repito – expresó soltando una risita inocente.

-Lo siento, pero me tengo que quedar aquí – reafirmó para su tristeza.

-Sí, lo sé muy bien. Estaba ahí cuando me demostraste que puedes hacer algo por los demás simplemente porque puedes

Se cayó el detalle del Doctor Bernardi como excusa para ir, así como el dato del poder del Líder granadino, pero igualmente se sintió honrado de que Paula lo viese con tanto orgullo.

-Igualmente, si la líder de Huelva me sugiere ir a algún sitio interesante ¿estarías dispuesto a venir?

Estaba poniendo en riesgo su deber y honor por la promesa que le había hecho a don Armando por completar su misión secreta de extrema urgencia, en contraposición de su amor por Paula y la posibilidad de vivir una buena experiencia con ella.

-No te lo puedo asegurar – reconoció sincera pero amargamente –. Aunque, en caso de que vaya, te prometo que será un día para recordar – juró con la pokéball de Chandelure en mano.

-Si vienes, estoy segura de que así será – concluyó guiñándole el ojo cariñosamente.

Quizá la situación habría llegado más lejos en aquel momento, pues era una situación bastante cálida y cercana, ambos se encontraban solos y próximos el uno al otro, y no habrían tardado en acercarse todavía más para dar el siguiente paso, movidos por el creciente vínculo que les unía por algo más que la amistad.

Sin embargo, la alegría que Paula había estado sintiendo se tornó en preocupación cuando vio llegar por el aparcamiento del hospital a ni más ni menos que a su tío y Sensei de Karate, Juan Carlos, acompañado de su tía María del Mar, la madre de Yago.

Ninguno de los dos se fijó en que ella estuviera por allí cerca, y fueron directos a lo que Paula supo al instante que iban a hacer.

Yago se encontraba meditando en su habitación, en compañía de su mejor amiga, hablando de cierto tema que a ambos les había quitado el sueño.

-¿El amor es la muerte del deber? – le preguntó Estela, casi escandalizada de la veracidad de aquella lección.

-Octavio me dijo eso. Quizá me engañara en muchas cosas, pero no puedo cerrarme a todas sus palabras si quiero progresar.

-A veces... - Estela se atragantó – decir verdades a medias es mucho peor que decir mentiras.

-Y siempre nos va a doler más que nos hieran aquellos que apreciamos, que aquellos a los que despreciamos – replicó Yago firme en su idea –. Yo confío en ti, siempre lo he hecho, y tú me lo has pagado de la misma forma. Pero no puedo asegurar que el resto de personas que aprecio vayan a hacer lo mismo tarde o temprano, quizá en el resto de nuestros amigos más cercanos – pensó en Paula, Dani, y casi todos los demás para no mostrarse tan pesimista –; pero no conocía lo suficiente a Lorena; se ganó mi cariño sí, y no tardó en decepcionarme con cierta actitud que tuvo con Paula, y por eso me costó seguir mostrando mi amor por ella después de aquello... ni cuando vino a verme ayer – recordó amargamente la fría despedida que tuvieron.

-De nada, por cierto – le recordó sutilmente que aquella visita había sido gracias a ella por haberla avisado –. Tienes tu parte de razón, Rubén también me decepcionó prontamente, y no estoy segura de que pueda confiar en él por mucho que trate de remediarlo ahora... pero estoy dispuesta a darle una oportunidad, y creo que tú también deberías.

-Yo nunca me cierro a las posibilidades que se me presentan, sino no sería cómo soy. Pero ya he pagado muchas veces por pecar de confiado, así que también he aprendido a ser precavido con mis actos y compañías... aunque por ahí estaba el rumor de que todo el mundo me cae bien porque siempre "sonrío" – <<bueno, no es mentira del todo; lo correcto sería decir que "solo me caen mal aquellos que sé que yo les caigo mal>> reflexionó sobre aquella idea.

-Bueno, te las das de optimista y carismático siempre que estamos con más gente, aunque no les conozcas. Y aún así, en el fondo eres un... - a punto estuvo de decir un aspecto negativo sobre él, pero se calló temiendo poder ofenderle.

-Y aún así, en el fondo soy un maldito egocéntrico, sí – terminó la frase por ella, reconociendo aquel defecto en él, pues no se avergonzaba de ello, solo de las consecuencias que tenía –. Nunca había perdido un combate pokémon, hasta que conocí a Octavio, y me derrotó dos veces seguidas; también deposité toda mi confianza en él, y le admiraba de verdad... – sopesó los errores que conllevaron a la situación que ahora todos sufrían, echándose la culpa de ello –. Solo imagínate cómo me siento ahora.

-No hace falta que me lo imagine, puedo verlo, y no eres el único que se siente así... – le recordó con el dolor grabado en sus palabras. Ella había cometido el mismo error al confiar en Bianca; no era para menos, pues aquella joven había sido cálida y cercana con ella, casi como una hermana en muy poco tiempo; para justo después envenenar su corazón con los más tristes sentimientos que recordaba. Rubén le había decepcionado, pero Bianca le había traicionado, y ni toda la bondad de su interior podría perdonar eso.

En ese momento, Yago se sintió como un capullo insensible al haber sido incapaz de mostrar la empatía de la que su prima hacía gala en todo momento, y cuando estuvo a punto de disculparse, alguien llamó a la puerta con suavidad cortando la conversación de golpe. Al ser incapaces de pronunciar respuesta, la puerta se abrió de mano de su visitante.

-Hijo... - María del Mar entró por la puerta como un rayo hacia su hijo, pero se detuvo en seco al ver que no estaba solo –. Hola Estela, me alegro de verte bien – mintió con una sonrisa disimulada, pues era evidente que no la veía bien.

-Gracias Mar, tranquila, ya os dejo – comprendió al instante que era un momento madre e hijo y que debía dejarles a solas. Se levantó de la cama y se dispuso a salir con cierta torpeza en el andar –, luego seguimos hablando – se despidió con dulzura antes de salir del cuarto.

Una vez hubo salido del cuarto, María del Mar se lanzó hacia su hijo abrazándole todo lo fuerte que pudo. En ese gesto, se notaba el cariño, pero sobre todo, la preocupación que sentía hacia su retoño. Había sabido de lo sucedido de boca de don Armando, y no había tenido la oportunidad de hablar por teléfono durante demasiado tiempo, así que su presencia en aquel lugar era obligatoria.

-Cariño, no puedes seguir así – le susurró melancólica pasando su mano por la cicatriz que sabía que tenía en su espalda, soltando un lamento quejoso y profundo –. Vuelve a casa, por favor – dijo en una súplica lastimera, aunque también se notaba que era una orden disimulada.

-Mamá, creo que ya te lo dejé claro: "Esto es lo que voy a hacer, porque es para lo que me llevo preparando durante tanto tiempo, y por lo que realmente quiero vivir". Esto me gusta, me gusta de verdad, y si lo consigo...

-Sino lo consigues te estarás lamentando toda tu vida – le cortó en seco tomando sus motivaciones como una causa perdida –, como tu tío antes que tú. Y dudo mucho que quieras ser como tu "querido" padre.

-No, como ese capullo no, pero si como otros que triunfaron en ese mismo camino. El primo Felipe, por ejemplo, mira dónde está, mira de dónde partió. No soy tan diferente a él, y no lo digo por nuestros ojos.

-No eres muy diferente a él, pero tu primo Felipe tuvo la suerte de vivir en una época donde ascender era fácil, una época en la que muchos murieron jóvenes y muchos viejos se retiraron antes de tiempo.

-Seguimos estando en guerra, mucho jóvenes siguen muriendo, y otros no tan viejos se siguen retirando dejando paso a las próximas generaciones. Yo también puedo llegar así de lejos, más incluso si sigo adelante.

-¿Eso es lo que crees? ¿Eso es lo que quieres, morir joven? A tu padre le bastaron unas pocas batallas para asumir que ese no era su lugar, y se refugió en sus montañas nevadas para hacer su trabajo y aislarse de casi todo, incluyéndote a ti. Tú lo que quieres es ir al frente en busca de... ¿gloria? No tienes ni idea de cómo es esa vida, pero yo sí que la tengo de cómo suelen acabar, y no te va a gustar.

-Sí, obviamente quiero gloria, pero también quiero servirle de algo al país. Tita Susi lleva toda su vida dedicándosela a los pobres y necesitados, tito Fermín III dio su vida por defender este país, tito Carlos se ha asegurado de enseñarme cómo actuar y pensar en una situación de crisis, y tú siempre te has quejado del Gobierno del país. Quiero demostrar que puedo hacer algo para honrar vuestras memorias.

-Tu abuelo Fermín II también murió de la misma forma – le recordó amargamente –. Aunque ganes la liga, si te mandan al frente es más probable que pierdas la vida sin llegar a nada de renombre, ¿es eso lo que quieres?

-¡Es un riesgo que estoy dispuesto a correr joder! – le gritó harto de la situación.

María del Mar, llevada por una mezcla de ira y tristeza por la actitud y reacciones de su hijo, acabó asestándole una dura bofetada en la cara, haciendo que se tambalease y se desplomase sobre la cama. Vio venir aquel golpe a un kilómetro, pero cuando se trataba de su madre, Yago siempre fue incapaz de defenderse de los castigos que le imponía, aunque no estuviera seguro de merecerlos del todo.

El silencio se apoderó de la habitación, y madre e hijo se quedaron mirando en silencio, reflexionando duramente sobre cómo seguir su discusión, hasta que cierto hombre irrumpió.

-Creo que no vais a llegar a ningún lado si seguís así. Más os valdría calmar los ánimos y reflexionar antes de que todo el hospital oiga vuestros gritos.

Yago se tragó la lengua al ver a su tío allí plantado después de lo que había sucedido. La vergüenza y la sumisión se hicieron presa de él, y María del Mar tomó a su hermano para hablar fuera brevemente.

-Juan Carlos, dile algo a tu sobrino – le exigió con diligencia.

-Mar, yo nunca le he dicho lo que tiene que hacer. No soy quién para decirle tales cosas – corrigió a su hermana desde una posición que parecía imperturbable.

-Eres su padrino, te respeta más que a nadie... - le recordó pensando que le haría flaquear, mas parecía olvidar que Juan Carlos era inflexible en su manera de actuar y demasiado rígido para tomar otras decisiones.

-Si me respeta es porque me he encargado de enseñarle como es debido, dándole total libertad de elección y haciéndoselo pagar merecidamente cuando se equivocaba. Todo lo que él quiere ser es porque lo ha decidido por sí mismo. Yo solo le di las herramientas para llegar a ser lo que él quisiera, y estaré orgulloso de lo que elija.

-¿Le diste las herramientas para querer desperdiciar su vida? ¿Estarás igualmente orgulloso de que elija un camino que le lleve a la ruina? Incluso si ese camino le lleva a la muerte... – remarcó dicha posibilidad tomándola como una certeza absoluta –. Ese camino es el que le ha llevado aquí más pronto de lo que hubiera imaginado, y no quiero que la próxima vez que le visite sea en su funeral.

Todo lo que decía estaba cargado por el amor y preocupación propios que una madre siente por su hijo, pero sobre todo del sentido común de una persona racional.

Y aún así, Juan Carlos Muñoz se mantuvo imperturbable en su posición, duro como el hierro.

-La ambición por alcanzar una meta, los deseos de los amigos, las expectativas de la familia... todos vivimos siempre conducidos por voluntades ajenas a las nuestras. Yo fui demasiado influenciado por nuestro padre y Fermín, por cómo esperaban que yo fuera, y ya ves cómo me fue. Aunque sea una figura paterna para Yago, quiero que él se guíe por sí mismo y por aquellos pocos que crea merecedores de ser ejemplos a seguir, y que juzgue correcto o no los ideales de los demás a la hora de establecer relaciones con ellos.

Sabía que no le iba a hacer cambiar de opinión, pero al igual que su hijo, discutir decisiones ajenas con las que no estaba de acuerdo era propio de ella.

-Él tiene a sus amigos, y aunque aún son niños, todos son diferentes, luego se van a influenciar sí o sí los unos a los otros ¿esperas que no le pase algo así y se equivoque más pronto que tarde? Yo no pienso dejar que mi hijo recorra un camino que no tiene futuro y que le va a hacer sufrir tanto... o incluso lo mate – volvió a remarcar dicha posibilidad como la peor de las consecuencias que podría tener dejarle seguir así, aferrándose al único argumento que tenía.

-Sufrir, equivocarse, reconocerlo, aprender y levantarse es parte de la vida. Tú me lo enseñaste cuando tenía su edad ¿recuerdas? – le dijo con una dureza suavizada por el amor fraternal que les unía –. Siempre fuiste la más madura de los 5, cuando perdimos a nuestro padre, cuando perdimos a nuestra madre, y cuando Fermín... - por primera vez en lo que iba de conversación, dudó en terminar una frase –. Por favor, deja que Yago siga su camino si así lo desea él, ya se equivocará cuando llegue el momento, pero hasta entonces no le obligues a hacer algo que no quiere y acabe peor yo...

Tantos recuerdos amargos hicieron que la mayor de los hermanos vivos flaquease en su discusión, conmovida de que el hombre más adusto que conocía fuese capaz de apelar a dichos sentimientos.

María del Mar tenía la última palabra en lo que a la vida de su hijo se refería. Juan Carlos era mucho más padre para él que el mismísimo Santiago Betran III, pero ningún derecho tenía sobre su destino más allá de haberle ayudado a iniciar el camino para alcanzar sus sueños.

El problema real, era que si bien el objetivo seguía siendo claro, el sendero para llegar a este se estaba emponzoñando por ideas que jamás pensó que llegaría a considerar como aceptables.

-De acuerdo. Dile lo que tengas que decirle, y nos despedimos – terminó aceptando amargamente.

Juan Carlos entró en la habitación de su sobrino. Se le quedó plantado mirando, con su rostro severo y unos ojos tan oscuros e implacables que cualquiera que le viera pensaría que fuera a quitarle la vida con una sola palabra, y no estaría muy equivocado.

Con ese temor y posibilidad en mente, lo único que calmaba la mente de Yago en su presencia era el recuerdo de todas sus enseñanzas y experiencias juntos. Sabía que se merecía una reprimenda por haberle levantado la voz a su madre, algo que se había asegurado de que le quedase claro desde muy temprana edad. El silencio siguió dominando la sala hasta que el ahijado se puso en pie y reunió el valor suficiente para empezar a hablarle.

-Tito... ¿puedo pedirte un favor? – quiso iniciar con un tema ajeno al actual, tratando de evadir cualquier rapapolvo que pudiera echarle.

-Si está en mi mano, y si veo que lo mereces, te lo concederé, como siempre he hecho – le respondió de manera justa y austera.

Yago tragó saliva antes de responder, temiéndose una negativa como respuesta.

-¡Necesito una espada!

Los ojos oscuros de su tío se mostraron inexpresivos, así como su dura expresión de indiferencia. No dijo nada de inmediato, pero acabó por rechinar los dientes como respuesta.

-Llevas queriendo una desde que eras niño. Y sino te la regalé entonces es por la misma razón por la que no te la doy ahora: no te la has ganado – juzgó con tanta frialdad como un glaciar.

-¿A qué te...? – al mostrar vacilación, ipso facto, le vino a la mente la pesadilla que tuvo antes de despertar, que de cierto modo, se hizo realidad.

Sin ninguna contemplación, su tío ejecutó un par de golpes brutales contra su sobrino; un par de shutōs dirigidos a puntos débiles de su cuerpo.

Por un momento, Yago pensó que volvía a estar soñando como el día anterior, pues su tío le había asestado los mismos movimientos que en la situación onírica, pero aquel dolor era real.

-¿Qué es lo que quieres? – le preguntó con dureza mientras le miraba intentando levantarse dominado por el dolor –. No me hagas preguntártelo otra vez.

Aquella pregunta y amenaza no podían esperar duda en su respuesta, y Yago temía decepcionarle. Quiso decir algo acorde a los ideales de su tío, pero sabía que detectaría la mentira en sus palabras, y que el castigo sería mucho mayor si osaba faltarle al respeto de aquella manera. Bajo aquella presión, solo pudo responder con la más pura verdad que su voluntad le permitió pronunciar.

-Quiero ser un Líder para los míos, quiero volverme más fuerte para superaros a todos los que lo habéis intentado antes que yo, al primo Felipe, a mi padre, y a ti; la política no es lo mío, pero quiero tener la opción de poder arreglar un poco la situación actual si está en mi mano; y quiero ayudar a los que lo necesiten si también tengo el poder para lograrlo – concluyó con sus ambiciones, pero había un problema en tan ambiciosos sueños: la dura realidad –. Lo que pasa es que no sé cómo voy a conseguirlo. Tengo claro lo que quiero, pero no cómo conseguirlo; hasta hace nada tenía claro que podía lograrlo si seguía por el camino elegido, y entonces llegó Octavio, que me dio una lección de lo que era un buen líder y entrenador a través de un camino muy distinto al mío... y no sé si quizá sea una buena opción tomar parte de su ejemplo para progresar con mayor eficacia y celeridad.

Pensó que su tío iba a propinarle un golpe mucho más brutal ante unas declaraciones tan honestas, pero que sugerían dejar de lado muchos de los principios que su tío se había esforzado por enseñarle a lo largo de su vida. Por suerte, solo recibió una respuesta austera.

-Piensa primero en ti, en quién quieres ser – le dejó claro desde el principio –. Hasta que no lo tengas claro, no te fijes en lo que son los demás, por muy identificado que te sientas o muy idealizados que les tengas. Son nuestros actos los que nos definen, no nuestras ambiciones. Tú eres tú, quien decidas ser, y cómo decidas serlo. Siempre lo has tenido claro, lo que pasa es que ahora lo tienes en duda... ¿porque has perdido? – concluyó con la pregunta retórica.

Yago frunció los labios, temiéndose una terrible reprimenda por lo que estaba a punto de decirle a su tío y sensei.

-Porque te hice caso – dijo con reservas, atragantándose por miedo, pero con la verdad por delante –. Mostré honor ante mi enemigo al que creía vencido, y me "apuñaló" por la espalda.

-"Si aceptas la victoria con orgullo, debes asumir la derrota con honor". Que hayas perdido porque a tu enemigo le haya faltado esa cualidad significa que eres mejor que él, al menos en cuanto a principios, y nunca deberías arrepentirte por tenerlos.

-Sí, ¿pero sabes qué? Él demostró ser un buen líder para los suyos, y aún con esa carencia de principios, actuó como yo deseo poder llegar a hacer en un futuro. Si su camino consigue hacerme llegar a ese objetivo, es muy difícil para mí no llegar a considerarlo... así al menos no tendré que volver a lamentarme por fallarle a los que depositaron su fe en mí.

Juan Carlos volvió a enmudecer, meditando la situación en la que se encontraba su sobrino por las palabras que salían de su boca.

-Tú no has hecho nada que debas lamentar – le dijo con tono seco –; yo sí que cometí errores a tu edad, y fueron solamente responsabilidad mía, y aún así, la gente a la que de verdad le importaba... me perdonó, aunque no lo mereciera – reflexionó sobre sí mismo antes de ir otra vez a por él –. Tú solamente te viste superado por alguien que crees que era mejor que tú, y tus amigos sufrieron por ello, pero eso no fue un error tuyo; y aunque así fuera, tienes todo el derecho del mundo a fallar en tus objetivos y eso no significará que tus esfuerzos sean un fracaso en absoluto. Que te sientas culpable por algo inevitable es absurdo, pues obviamente no estabas a la altura todavía; lo único que puedes hacer es evitar que vuelva a suceder, y para eso tienes que elegir cómo hacerlo. En fin, yo te he dado las herramientas, pero sino sabes qué camino trazar con ellas después de todo, estás muy perdido, y yo poco o nada puedo hacer para guiarte... ahora depende de ti, y de las personas por las que te dejes guiar.

Dicho aquello, Juan Carlos no esperó mayor respuesta de su parte y abandonó la habitación sin decir ninguna palabra agradable de despedida. No habría sido propio de él igualmente, pero Yago sintió que con aquella reprimenda, su tío le había abandonado a su suerte después de todo lo que ya había hecho por él desde que se hizo cargo de él a los 3 años de edad.

Su madre entró en el cuarto entonces, y le encontró de pie con la cabeza gacha, pálido como un cadáver, temblando por la cantidad de emociones en conflicto que luchaban dentro de sí en aquel momento. María del Mar era casi tan empática como su sobrina Paula y su hermana Antonia, así que sabía que no debía volver a hablarle a su hijo acerca del tema, y prefirió dejarle caer que ya no le iba a exigir volver a casa con ella.

-Tienes frío, ¿por qué no te pones la chaqueta de cuero de tu padre? – le señaló dicha prenda con la puerta del armario abierta, abrazándole tiernamente para tratar de calmar sus temblores emocionales. Pero se había equivocado al mencionar a dicha persona.

-Porque es lo único que ha sabido hacer por mí: darme regalos, pero no tienen ningún valor para mí. Felipe me dijo que está preocupado por mí, pero no nos hemos visto en cuatro años. Desde la Navidad de 2012, me regaló a Sneasel, y desde entonces solo hemos hablado por teléfono en contadas ocasiones – razonó su rechazo a su padre, pero aún así, conservaba dichos regalos con cierto cariño, lo cual generaba un serio conflicto dentro de sí – ¿Cómo esperas que esté contento con cualquier cosa que pueda venir de él? Solo siento... - no fue capaz de terminar dicha frase, pues tenía la pokéball de Sneasel en la mano, y había sido el amigo que más tiempo había estado en su equipo. Aunque fuera un regalo de su padre, era incapaz de decir algo negativo sobre él.

María del Mar no quiso decir nada más acerca del Líder Aragonés, en vista de que haría sufrir a su hijo en una situación que ya era terrible para él, y eso era lo que menos deseaba para él.

-A partir de ahora, tu ropa te estará esperando en el Centro Pokémon que quieras – cambió radicalmente de tema –. Tú avísame y allí la mandaré, y de paso me cuentas cómo te va todo – exigió un poco de atención por su parte, además de tenerla para ayudarle en dichos asuntos –. Los envíos son exprés, y gratis; igual que la comida y el transporte. Parece que ahí se van nuestros impuestos, pero al menos me alegro de que se inviertan en algo útil para ti.

Su hijo se limitó a agradecérselo con un abrazo, pero no con el cariño con el que solía hacerlo, y fue incapaz de decir una sola palabra para despedirse.


Finalmente, una hora antes de partir a sus respectivos destinos, justo después de comer, aquellos que se habían decidido por tener un último combate previo a su despedida, se dispusieron a zanjar aquel asunto.

Se encontraban las 6 personas en el patio trasero del hospital, el mismo sitio donde Álvaro les hubo obsequiado a Cris y Jesús sus piedras evolutivas, y donde este último había sugerido que se debía librar la contienda.

-Está bien, seremos nosotras 3 contra vosotros 3. Solo usaremos un pokémon cada uno, y el premio será dependiendo del respectivo ganador – anunció Ana a los tres oponentes, mientras sus hermanas se colocaban en posición, a sus lados.

Los tres jóvenes aceptaron los términos sin mediar palabra, presas de sus pensamientos al respecto del devenir de aquella confrontación.

<<Ahora le enseñaré de nuevo de lo que soy capaz, y esta vez verá que valgo la pena xd>> Dani se encontraba muy motivado de tener aquella oportunidad, y demostrar que sus capacidades como entrenador no eran simple "fantasmeo".

<<Espero tener la suerte de mi lado en este combate, aunque gane o pierda, me siento muy afortunado de poder despedirme de Ana así por lo pronto, y quiero darle una buena impresión>> pese a su funesta experiencia reciente, Jesús se encontraba recuperado y deseaba tener un momento así con la chica que le gustaba. No estaba muy seguro de aquel sentimiento, pero después de lo ocurrido en la excursión, que acudiese en su ayuda y que estuviese a su lado durante la recuperación, pues las dudas que tenía se fueron disipando.

<<Voy a ir a por ti con todo, bruja. Conocerás el poder del Mago de Conil>> presumía Adrián, sediento de gloria para sus adentros.

Las tres hermanas estaban expectantes, seguras de su elección, independientemente de la que tomasen sus pretendientes. Estos estaban algo dubitativos en lo que a sus pokémon refería, pero no tardaron en deslizar sus manos hacia las pokéballs elegidas. Se dirigieron una rápida mirada los unos a los otros, a la espera de que todos estuvieran listos, y cuando eso sucedió, procedieron a lanzarlas sobre la hierba.

-¡Adelante! – gritaron Adrián, Daniel y Jesús casi a la vez.

Adri se había decantado por el primer amigo que capturó en su viaje, al cual no había dado la opción de tener un combate decente desde que hubo evolucionado en su pelea con Manuel. La temible y siniestra hiena parda, Mightyena.

Dani por su parte, quien no tenía en la mente otro objetivo que ganarle a aquella chica tan fría para ganarse su atención, prefirió no dejar a su más viejo amigo en el banquillo aunque su evolución se hubiese dado tan recientemente. El tóxico fantasma juguetón, Haunter.

Y Jesús, quien también tenía su equipo pokémon completo, optó por la opción menos fiable a simple vista. Si bien sabía que las posibilidades de victoria era muy dudosas, en esta ocasión no le importó tanto ganarle a aquella chica tan dulce ni demostrar su poder, más que darle una oportunidad al amigo que menos oportunidad de brillar había tenido desde que lo capturó. El extraño ente metálico inteligente, Beldum.

Las jóvenes tuvieron reacciones mixtas ante tales elecciones, mas no influyó en las suyas propias. Ya tenían sus pokéballs a mano antes de que ellos empezasen, y una vez vieron a los tres elegidos, ellas hicieron su movimiento simultáneo.

Los pokémon que aparecieron en el campo entonces solo les dieron la impresión a sus oponentes que, pese a todas sus diferencias aparentes, estaba claro que aquellas tres jóvenes eran hermanas.

Allí estaban tres seres muy parecidos pero con notables diferencias entre sí, a los cuales procedieron a examinar con sus pokédex, al igual que ellas estaban haciendo con los pokémon enemigos.

Tres monos del mismo tamaño pero de distintas especies, cuyas similitudes radicaban en su morfología y que compartían un color crema amarillento en distintas zonas de su cuerpo: los pies, los brazos, el dorso y la mitad de sus rostros. Sin embargo, sus diferencias eran detalles simples pero destacables a simple vista.

El mono de Alicia tenía el resto de su cuerpo verde como la hierbabuena, con dos grandes hojas en el extremo de su cola, y una prominente cresta sobre la cabeza en forma de arbusto. Sus cejas blancas destacaban, al igual que el pelaje sobre sus hombros en forma de pequeñas hombreras, que sumado a su expresión arrogante, le daban un aspecto fiero y digno de cuidado. Se trataba de Simisage.

El mono de Aurora tenía el resto de su cuerpo rojo como una fresa, con una cola gruesa que tenía forma de llama grotesca, mientras que los mechones de su cabeza parecían llamas calmadas pero vivas. Tenía orejas sumamente similares a su hermano, al igual que el pelaje de sus hombros, solo que más sedoso y voluminoso, y la expresión de su cara parecía sugerir una fiera reacción en caso de que le molestaran. Se trataba de Simisear.

El mono de Ana tenía el resto de su cuerpo azul claro como el cielo veraniego, con una cola cuyo extremo parecía un géiser en erupción, y de su cabeza caían numerosos mechones en forma de cascada. Compartía el resto de rasgos con sus hermanos, pero de los tres era el que parecía más simpático por su expresión afable y agradable. Se trataba de Simipour.

En primera instancia pudiera parecer que las tres juntas formaban un equipo imbatible, pero la realidad era que en aquella ocasión sus intereses eran individuales, y se estaban tomando aquella batalla como algo personal con sus respectivos solicitantes.

La lucha inició del bando de los chicos, con Dani a la cabeza, dirigiendo a su fantasma en contra el mono de tipo Fuego. Sus dos compañeros permanecieron en la retaguardia, esperando una apertura para lanzarse contra sus respectivos adversarios.

Puño Sombra! – gritó Dani lleno de energía.

Aurora permaneció con su cara inexpresiva y se limitó a murmurar una orden que no alcanzaron a oír sus adversarios, pero lo suficientemente alto para que lo escuchara su pokémon.

Y Simisear contraatacó el puñetazo que venía de la siniestra mano flotante del fantasma con el suyo propio, solo que el suyo estaba envuelto en llamas.

El mono atravesó la sombra y golpeó al que había lanzado el primer ataque, y pensó que ya habría ganado al fantasma.

-Qué patético – se limitó a decir, emitiendo un juicio prematuramente gélido.

Sin embargo, Dani seguía sonriendo maliciosamente, como si nada le hubiera pasado a su querido y travieso amigo. Y antes de que Aurora y su pokémon pudieran reaccionar, otra sombra de mayor tamaño con forma de puño cayó sobre Simisear, estampándolo duramente contra el suelo.

<<Vaya, predecible, y aún así no lo vi venir. O quizá es que le he subestimado demasiado...>> la joven se lamentó brevemente por su error antes de pensar en su siguiente movimiento, pero ya tenía a su oponente encima.

Dani no esperó a que su enemigo se levantase y prosiguió a darle un buen lengüetazo que con suerte podría causar el efecto deseado.

Mientras Aurora pensaba, él era tan rápido que no daba tiempo a reaccionar. Había cometido el error de no haber ido con una estrategia planteada, y ahora lo estaba pagando. Eso sí, no iba a quedarse quieta mientras su compañero se llevaba una paliza a base de puñetazos que no podían fallar.

Cuando Simisear logró ponerse en pie, en lugar de seguir atacándole con sus puños fantasmales, Haunter empezó a huir tan rápido como pudo.

-No te vas a escapar: Acróbata – tratando de interceptarle, ordenó un ataque volador con bastante potencia como para frenarle.

-No lo pretendía: Golpe bajo – contestó Dani chasqueando los dedos.

Dani estaba usando la cabeza genuinamente. Había aprendido aquel ataque el mismo día que evolucionó. Según Álvaro, si el enemigo pretende atacar, el pokémon atacará con prioridad causando un gran daño.

Haunter golpeó con tanta fuerza a Simisear, que cuando este intentó ejecutar su propio ataque, no lo hizo con la fuerza que la propia Aurora esperaba.

<<Maldita sea. Al final va a tener más cabeza de la que esperaba>> pensó Aurora frustrada.

-Bola sombra – continuó ordenando Dani tratando de presionar a Aurora para que ella y su pokémon se rindieran, cosa que no iba a pasar.

-De eso nada: Lanzallamas – respondió Aurora con suficiente velocidad de reacción.

Inesperadamente, el ataque de Simisear resultó ser tan potente que, aunque Haunter fuera más rápido, logró llegar a tiempo de pulverizar la bola de energía oscura gracias al poder de sus llamas, alcanzando al fantasma.

Haunter acababa de ser bañado por esas llamas iracundas, pero seguía en pie para el desagrado de Aurora.

-Triturar – ordenó mostrando altos signos de impaciencia ante la enorme insistencia y determinación de Dani y su pokémon para no caer derrotados.

Aurora pensó que aquel ataque siniestro y súper efectivo acabaría por fin con Haunter y bajó la guardia brevemente. Pero Dani sabía que su amigo aún podía hacer un último golpe que le aseguraría el éxito.

Vendetta! – gritó Dani confiado en su victoria inmediata.

Y cuando Simisear estuvo a punto de infringir un ataque fatal, recibió el golpe final que llevó a Aurora a la derrota. Pues Dani había aprendido a usar correctamente aquel ataque tras su peligrosa incursión en las 3000 Viviendas, y Álvaro le explicó que cuando el oponente hace algún movimiento o maniobra justo antes, el daño se duplica.

Aquella confrontación había terminado prematuramente, mientras las otras dos se sucedieron simultáneamente, mas se tomaron algo más de tiempo en finalizar debido a la actitud de los combatientes.

Jesús no estaba en una posición muy favorable. Su pokémon solo podía usar un movimiento, mientras que su contrincante era capaz de usar varias maniobras gracias a su variado arsenal.

Beldum solo podía dar ataques Derribo, aunque alguna que otra vez lograba alcanzar a Simipour gracias a su velocidad tan inusual.

En una ocasión, el mono trató de pillarle empleando un ataque volador, Acróbata, pero Jesús aprovechó ese momento para contraatacar saliendo disparado justo hacia arriba, interceptándole y causándole un gran daño.

Sin embargo, Ana no volvería a cometer ese error, y priorizó los ataques a distancia. Primero intentó congelarle con Rayo hielo, pero solo logró volver a bajar la guardia y recibir otro Derribo en consecuencia.

En otro momento en el que la pelirroja pensó que podría ganar ya, empleó su poderosa Acua Cola creyendo que sometería a un pokémon con tanta defensa física como Beldum, pero este logró atravesar el ataque con esfuerzo y golpearle nuevamente. 

Finalmente, temiendo caer por un imprevisto y por el daño recibido, decidió guardar la distancia y le lanzó una serie de chorros de agua hirviendo, Escaldar, para que las quemaduras y el daño por retroceso de sus embestidas terminaran el trabajo.

Pero Jesús no tenía más opciones, y en esa situación solo le quedaba jugársela a su única y última carta. Beldum se lanzó directamente a través de aquel torrente de agua hirviendo con tal de alcanzar a Simipour.

Cuando estuvo a punto de lograrlo, Beldum acabó cayendo. No podía más, y la estrategia de Ana logró surtir efecto dadas las limitaciones del pokémon metálico.

Jesús se acercó a su amigo caído tras todo el empeño que había puesto en un combate que sabía que tenía perdido desde antes de empezar, pero que prefirió ver si la suerte estaba de su lado y tenía la capacidad de ganar en tan serias desventajas.

-No te preocupes, ya tendrás otra oportunidad colega – trató de subirle el ánimo a su misterioso amigo, que aunque inexpresivo, podía notar más o menos cómo se sentía.

-Parece que he ganado – le dijo sin ánimo de presumir o de que se sintiera peor con su derrota, solo de terminar de confirmarle de lo que era capaz.

-Sí, enhorabuena Ana – efectivamente le dolía haber perdido, tal y como ella le había dicho que pasaría en caso contrario. Pero ciertamente le alegraba verla feliz por su triunfo, y también a sí mismo por el gran esfuerzo que Beldum había hecho por superarse.

Adrián y Alicia fueron los últimos en dar por zanjada su pelea, la cual fue digna de ver, y difícil de entender.

Mightyena había alcanzado una gran velocidad tras evolucionar, y aunque a Adri le costase creerlo, Simisage no era más lento. Los entrenadores pretendían seguir el ritmo de sus pokémon, y aunque empleaban el poder de sus mentes para no perderles, lo cierto es que les estaba costando.

El mono resultó ser un luchador feroz que se movía ágilmente en torno a la hiena tratando de marearla con movimientos erráticos y peligrosos. Su entrenador no se amedrentó, y cuando Simisage quiso acercase demasiado para mofarse de él, la hiena contestó como mejor sabía hacer.

Colmillo ígneo! – gritó Adri aprovechando su oportunidad de empezar con buen pie.

Simisage era muy rápido, y trató de escapar de la dentellada de Mightyena. Aún así, no logró salir indemne y le rozó duramente el costado.

Igualmente, lo que sucedió a continuación descolocó al propio Adrián, pues Simisage contraatacó efectivamente lanzando una serie de semillas explosivas en un ataque de Bomba germen sin escuchar explícitamente la orden de Alicia.

-Carantoña – ordenó Adri tratando de recolocarse.

Mightyena se incorporó y se lanzó al ataque, mientras que Simisage volvió a contraatacar sin recibir la orden en voz alta de su entrenadora.

Ambos colisionaron y resultó en un empate. Sin embargo, Adri era incapaz de entender cómo le estaba dando aquellas órdenes si el único con el que debería funcionar su habilidad era con la propia Mismagius.

<<¿Acróbata?>> pensó impactado al ver el contraataque de Simisage sin haber recibido una orden aparente por parte de Alicia.

Volvió a ver cómo ejecutaba dicho ataque, pero Mightyena fue capaz de reaccionar a tiempo y atrapar al mono con sus colmillos en llamas por puro instinto, mientras Adri se preguntaba con agobio cómo Alicia pudo hacer algo así.

<<Te aconsejo que des las órdenes de esta forma... y que deberías pedirle a tu chucho que suelte a mi colega o se va a arrepentir>> le advirtió su oponente con un tono siniestro.

Adrián se estremeció brevemente, y le dio el tiempo suficiente a Simisage de propinarle un potente ataque de acróbata con las dos manos, obligándole a soltarle, pero quedando con quemaduras serias por varias zonas de su cuerpo herbáceo.

<<Pero... pensaba que solo podía hacer esto con Lapras>> respondió Adri incrédulo mientras intentaba tomar control de la situación de nuevo.

<<No. Con Lapras puedes hablar libremente como estás haciendo conmigo tras mucho practicar. Con el resto de tus pokémon, si estás lo suficientemente unido a ellos, puedes darles órdenes. Es una gran ventaja si estás luchando contra un enemigo que está cerca de ti>> le explicó detalladamente, pero la entonces frágil mente de Adri empezaba a ceder ante la presión, y Alicia pudo notarlo durante su conexión <<Está bien. Tranquilízate y trata de conectar con tu chucho calmadamente. No te voy a atacar, así que no colapses, por favor>>

Adrián hacía lo que podía pero aún no estaba recuperado mentalmente para tratar de hacer algo tan desconocido y arriesgado a priori.

Acabó cayendo de rodillas del esfuerzo que estaba haciendo. Trataba de llegar a su amigo pero no era capaz de ver su mente en aquel estado.

Ver a Mightyena tratando de hacer aquellos esfuerzos por devolverle hizo que intentara aquello de otras formas mientras el dolor de cabeza se volvía más intenso, así que debía darse prisa igualmente. Su único recurso entonces fue apelar a sus emociones, tal y como había hecho el día que evolucionó.

<<Tío, ¿recuerdas la noche que te encontré? Te pisé el rabo y no te quedaste tranquilo con los mordisquitos que pegabas, hasta que te frené esa boquita tuya>> empezó, cómo no, por el principio, y casi estuvo a punto de rendirse ante el nulo resultado, pero Mightyena le miró fijamente con sus intimidantes ojos rojos, como si le devolviera la esperanza que no tenía con semejante agonía mental encima <<Vamos colega. Ya las hemos pasado putas juntos. Como cuando Manuel trató como la mierda o... como cuando Grotle se comió toda tu comida>>

No sabía si lo estaba haciendo bien, pero notaba un cosquilleo extraño en los más profundo de su cerebro entre tanta presión sobre sí.

<<Veo que ya lo tienes. Pero un poco de refuerzo negativo no te vendría mal>> pensó Alicia sin que Adri llegase a escucharla.

-Energibola – dio la orden esta vez en voz alta, alertando a Adrián y su amigo con tiempo.

<<¡Bola sombra!>> fue capaz de ordenar a tiempo.

No estaba seguro de si había logrado conectar con Mightyena lo suficiente para dar dicha orden, pero se calmó y alivió cuando vio con sus ojos verdes cómo su amigo respondía exitosamente a sus órdenes.

<<Bien, creo que ya lo tienes>> expresó Alicia ante tal mejoría.

<<Sí... creo que sí>> dijo con dificultad respirando hondo y tratando de ponerse en pie.

<<¿Qué te parece si acabamos con esto ya antes de que te de un chungo del que te va a costar recuperarte?>> sugirió con cierto aire altruista pero camuflado con un tono perverso.

<<Me parece una genial idea>> respondió con toda la firmeza que pudo y poniéndose en pie con éxito <<Pues entonces vamos a terminar: ¡Baile sombrío de las muñecas!>> gritó Adri para sus adentros su maniobra final dentro de su mente.

<<¡Danza explosiva fotosintética!>> respondió Alicia de igual forma.

El ataque que Mightyena ejecutó aquel día era muy similar al que hubo empleado en su combate contra Manuel, salvo por la diferencia de que esta vez usaba las bolas sombra que giraban a su alrededor como "contraescudo" combinadas con la embestida del ataque carantoña, pasando a ser una variación mucho más peligrosa a la par que inquietante.

Por su parte, Simisage hizo unos movimientos salvajes cuyo efecto generó uno similar que el de las bolas sombra, solo que con energibolas en su lugar. Y una vez las tuvo controladas, se lanzó al ataque en una bestial embestida condensada por el poder del abrumador Giga Impacto. Dicha peculiar maniobra se convertía en una lluvia de energía fotosintética que, una vez impactaba contra algo, generaba explosiones de magnitud mucho mayor que los dos ataques por separado.

Cuando ambos pokémon colisionaron, el resultado fue incierto durante muchos segundos, pues la polvareda levantada les impidió encontrarles con el sentido de la vista.

<<Vaya... qué interesante>> pensaron ambos al vislumbrar el estado de sus pokémon: Empate.

Lo que ocurrió a continuación, fue muy distinto a lo que ellos tenían pensado al margen del premio de cada cual por la victoria de aquel combate.

Aprovechando la situación, los tres querían saber más de ellas, y entre ese misterio acerca de sus personas, estaba su padre. Ya les habían hablado de él la noche que se conocieran, pero no dieron muchos más detalles aparte de que era el Líder de Málaga.

En esta tesitura, los tres quisieron despedirse de las chicas en las que se habían fijado, pero también tener una conversación sobre ellas mismas que pudiera darles información sobre uno de sus mayores obstáculos a vencer próximamente.

Jesús se lo tuvo que pensar mucho más para iniciar la conversación, pues no quería parecer un aprovechado. Durante su meditación, Ana se le acabó acercando llena de curiosidad por lo que debía estar pensando en lugar de hablarle directamente de manera espontánea.

-Ah pues... es que puede que vaya a Málaga próximamente... - fue capaz de decir lleno de nervios por lo que ella pudiera responderle. Pero ella le detuvo, pues entendió enseguida por el camino que quería llevar la conversación, y fue directa al grano como había estado haciendo desde que se conocieron.

-Oye, si vas a desafiar a mi padre, por favor, ten mucho cuidado con lo que dices – le dijo claramente con un miedo intrínseco en la voz.

Al joven bético le alegró que le entendiera con semejante facilidad, mas la preocupación que notó le preocupó en demasía.

-¿Acaso el General Alejandro Ayala... tiene mala leche? – trató de bromear sin mucho éxito, pues era evidente que debía ser un hombre difícil por las palabras de su hija.

-Digamos que a juzgar por el trato que le da a ciertas personas... no me gustaría que te "prejuzgara" negativamente y no te diera la oportunidad de demostrarle cómo eres.

Recordó entonces el comentario que Aurora soltó la otra noche cuando hablaron de aquel tema. En resumen, el Líder de Málaga era un "Cabrón" a ojos de sus hijas.

-¿Pero tienes algún problema con tu padre? – le preguntó preocupado de su situación familiar.

-Pues... le quiero, obviamente. Pero mi padre es un tanto especial. No lo digo porque sea un Líder de Provincia, o porque sea un veterano de alto rango de la extinta Legión Española, aunque creo que eso ha podido influir un poco en sus relaciones con otras personas.

-¿Entonces? ¿Acaso no te quiere? – le preguntó con miedo a recibir una afirmación.

-¡Claro que me quiere, y mucho! – respondió exclamando casi ofendida como si fuera algo evidente –. Tanto o más como quiere a su tierra. No sabría decirte si es un patriota, pero sí que siente una gran devoción por la región que defiende como Líder. El problema es que eso le lleva a cometer actos que nunca nos han convencido del todo.

-No me digas que se ha cargado a alguien... por ensuciar la playa de Marbella. Por lo que estás insinuando, apostaría que debe ser por algo así, ¿o quizá encerró a alguien por pintar un grafiti en el Museo de Picasso? – su tono sarcástico pretendía relajar la conversación, mas lograba el efecto contrario para su sorpresa.

El silencio que recibió como respuesta le aseguró que no iba desencaminado.

-Una vez le dio una paliza brutal a unos borrachos por hacer botellón cerca del Bulevar de San Pedro de Alcántara – comentó con un tono que trataba de mitigar la magnitud de aquel hecho.

Jesús se quedó mudo. Le hubiera gustado creer que todo era una broma o una exageración por parte de unas hijas descontentas, pero las evidencias apuntaban a que aquel hombre no tenía muchos escrúpulos a la hora de impartir castigo a quien considerase apropiado. Y dado que Ana afirmaba que el General sentía casi el mismo amor por sus hijas que por su tierra, no se quería imaginar qué pasaría si se enterase de que estaba interesado en ella y a él no le pareciese bueno. La sola idea de causarle una mala impresión bastó para llenarle de miedo.

-Pero escúchame, te pido que no le tengas miedo por el momento y actúa siendo tú mismo. Si como amigo ya no le pareces adecuado, déjale claro cómo eres en un combate en condiciones – le animó a superarse incluso habiendo perdido contra ella –. No sé si nos veremos cuando eso pase, porque tengo intención de ir el mismo día que mis hermanas y será difícil que coincidamos – explicó para su descontento –. Eso sí, aún me debes un premio por haberte ganado – le recordó con un guiño pícaro.

No hablaron mucho más, aunque se desearon suerte mutuamente y volverse a encontrar próximamente si tenían la oportunidad de coincidir en alguna bella ciudad como Córdoba.

Y así, Ana se despidió de Jesús dándole un cariñoso beso en la mejilla, y como recompensa por haber ganado y darle un buen combate, el joven bético le pasó disimuladamente un papelito que tenía guardado con su número de teléfono escrito, y el garabato de una flor verde y blanca en la esquina, como muestra de que recordaba aquello que ella tanto amaba y con los colores que le representaban a él mismo.

Dani por su parte también había preguntado a Aurora por su padre antes de despedirse de ella, bien porque le interesaba su vida personal, o bien porque era uno de los próximos líderes a desafiar y quería estar al tanto de su poder, o bien porque quería causarle una buena impresión y así ganársela por otra vía.

Aurora le contó algo similar a lo que su hermana le había dicho a Jesús, pero con una frialdad y resentimiento mucho más notables. Destacando un detalle que Ana no se atrevió a revelar, pero que a ella no le importó contar a alguien que había demostrado su valía contra ella.

-Pues sí, no sé cómo era antes de tenernos, pero parece que cuando nacimos fue un año muy duro para él. La muerte de nuestra madre le tocó mucho, y por lo que dice nuestro tío Godoy, no volvió a "sonreír" como antes... - parecía detestar aquella palabra al relacionarla con su padre – ni siquiera en las pocas veces que se hacía cargo de nosotras personalmente.

-Vaya... lo siento mucho, no sabía lo de vuestra madre.

-No te disculpes, no me sienta mal hablar de perder alguien a quien nunca conocí – comentó sin ningún cariño, impactando a Dani por su capacidad de mantener semejante fortaleza y austeridad emocional; lo cual no hizo sino acrecentar el interés que el joven sentí por ella –. Sí, perderla fue malo para él, pero la situación no mejoró con el tiempo, pues nuestro "querido" Presidente Aznar celebró el Día de las Fuerzas Armadas del año 2000 por todo lo alto cuando anunció que la legendaria Legión Española quedaba formalmente disuelta. Así que, todo por lo que había luchado se esfumó "por el bien de España", y le dejó todavía más amargado.

El joven hiperactivo cayó mientras ella hablaba y hablaba de aquella forma tan adusta de un tema que a todas luces era de lo más deprimente.

-Espero no llegar a encontrarme en una situación así... - fue lo único que salió de su boca – no soy capaz de imaginarme lo que es dedicarle tu vida a algo y perderlo de un día para otro.

A Aurora le daba igual seguir hablándole de aquel tema, pero no le costó ver que empezaba a incomodarle la situación y cambió a algo de mayor interés.

-En fin, si vas a desafiarle, más te vale ir con todo, porque te aseguro que él no te dejará tiempo ni para respirar. Su experiencia militar le enseñó a no dejar de atacar hasta que su enemigo estuviera completamente vencido, y eso también aplica a su vida personal. Pero ya lo ves, también es experto en acabar rápido con sus oponentes... en ese aspecto es algo similar a ti, aunque no esperes congeniar con él y no te llevarás una decepción.

-Pues yo no le decepcionaré a él, igual que he hecho contigo – le respondió rebosante del optimismo que había guardado durante la depresiva narración – le daré un combate que no olvidará, y le enseñaré quien es el puto Dani joder xd – expresó en voz alta, henchido de orgullo, dándole completamente igual la reacción que Aurora pudiera tener.

Si bien la cara de perplejidad de Aurora fue un poema, no prosiguió con una muestra de rechazo rotundo o represivo. A la joven le vino a la mente la advertencia, o amenaza mejor dicho, que Álvaro le hubo formulado en lo referente al estado mental de Dani. Si bien le produjo cierta animadversión en primera instancia, aquella breve reflexión terminó por hacerla valorar que aquel chico mostrase tal grado de positivismo aún con todas las advertencias sobre su padre.

Y fue entonces cuando Aurora, como reconocimiento por haber ganado el combate, fue capaz de decirle que "no debía haberle subestimado, pues era alguien quien debía tomar en cuenta". Dani, aunque orgulloso de dichas palabras, se quedó esperando un premio de algún otro tipo. Quizá no le diera un beso en la frente, un cálido abrazo o un amistoso apretón de manos siquiera, pero cuando vislumbró cómo en el rostro de aquella joven se dibujaba una sonrisa de conformismo, quedó convencido de que había cumplido dignamente con su papel aquel día, y que la próxima vez que se vieran quizá se llevaría una recompensa aún mayor, o no.

En cuanto a Adrián y Alicia, la conversación se desarrolló mucho más rápido pese a seguir un hilo muy similar, pues al poder hablar mentalmente, no daban tiempo al otro de considerar sus propios pensamientos, por lo que las respuestas del otro no se hacían esperar.

Cuando llegaron al tema del fin de Alejandro Ayala como legionario, Adri prosiguió con una pregunta en relación a su estado actual.

<<Y si estaba tan jodido y sin ganas de seguir... ¿cómo acabó de Líder de Málaga? ¿Le dan ese puesto a cualquier cabrón depresivo...?>> preguntó preocupado de recibir una afirmación, pues rebajaría mucho la imagen que tenía el joven alocado de los Líderes de provincia, después del altar en el que había puesto a Marina y Marisol.

<<Bueno, se lo debe agradecer a los tíos Godoy y Mota>> dijo esos nombres con bastante cariño familiar <<Dos años después de su destitución, el grande de Jesús Gil quiso nombrar a un nuevo Líder de Málaga tras la muerte del anterior en la guerra. Mis tíos fueron sus primeras opciones, pero le rechazaron a favor de él. El Alcalde tuvo sus dudas debido a su registro y situación mental, pero de nuevo ellos se aseguraron de enderezarle. El cómo lo hicieron sigue siendo un misterio, pero lograron que rectificara un poco, y ahora es uno de los mayores cabrones del país, aunque es innegable que cumple con su deber como Líder mejor que muchos otros de por ahí por lo que tengo entendido>> Adri notó una mezcla de orgullo y rechazo en el momento que mencionaba aquello último.

<<¿Y esos tales Godoy y Mota también tienen los ojos violetas como tú y tus hermanas? ¿O solo se encargaron de haceros la comida cuando vuestro padre le estaba partiendo la cara a algún infeliz que se atreviera a echarle cojones... o que meó en el pino equivocado?>> preguntó mordazmente acerca de los lazos sanguíneos con aquellos hombres mencionados.

<<Se encargaron de cuidarnos sí, por eso les llamo "tíos", pero no son sus hermanos realmente. Son sus hermanos de armas, y unos amigos de su juventud con los que tendría su época loca en San Pedro, porque me han dicho más de una vez que les recuerdo a él cuando tenía mi edad>> aquello sí que parecía enorgullecerla genuinamente.

<<Ah, qué curioso... ¿pero tienes algún tío que sea de sangre?>> por alguna razón que Alicia no entendió, Adri prefirió centrarse repentinamente en algo tan irrisorio en comparación.

<<No he visto a mucha gente con ojos violeta por ahí... así que creo que no. Mi padre nunca habló de ningún hermano suyo de todas formas. ¿En qué estás pensando?>> le devolvió la pregunta con bastante intriga.

Paradójica pregunta, pues se estaban leyendo el pensamiento mutuamente para hablar. No obstante, aquella idea de Adri se hallaba enterrada todavía más en sus pensamientos, por lo que Alicia no fue capaz de llegar a ellos.

<<Nada, era por simple curiosidad, no todos los días te encuentras a alguien con ojos violetas precisamente>> mintió disimuladamente con aquel comentario, y si bien Alicia se olía algo entre tanta locura mental, decidió dejarle estar para una futura conversación.

<<Pues ya sabes, si te encuentras con mi papi, intenta no decirle que te pongo más caliente que un Cura en una guardería>> bromeó tan de repente que la risa desternillante no faltó por ambas partes <<Si con la lengua ya es un cabrón, peor es con sus puños, hazme caso>> advirtió con cierta diligencia detrás de tanta picardía.

Pudo pensar que era otra de los trucos de la bruja para meterle miedo en el cuerpo, mas pudo notar que sentía bastante preocupación a través de sus palabras, lo que terminó de convencerle de que, efectivamente, el General Alejandro Ayala era un cabrón de cuidado.

Ya habían concluido sus asuntos personales, y les había tomado casi el mismo tiempo llegar a la despedida pese a que cada una había hablado un poco más que el resto, pues era lógico que cada una tenía su propia manera de tratar aquellos temas tan reflexivos.

De cualquier manera, las tres se fueron conversando entre ellas de camino a Cádiz, continuando el tema del que habían estado hablando con sus pretendientes, y tras mucho debatir en base a lo que habían tratado previamente, acabaron concluyendo que las tres debían hacer lo mismo con su padre: Derrotarle las tres juntas de manera absoluta, y para ellos, debían ganar al menos un par de medallas más para estar listas.

Alicia ya le había dado su premio a Adri envuelto en un paño negro, pero le dijo que no lo abriese hasta que se fuera o lo maldeciría, y así lo hizo. El joven tuvo la prudencia de esperar, y cuando desenvolvió el regalo, quedó impactado y maravillado por aquel obsequio que, de haberlo abierto en presencia de la joven, no habría encontrado suficientes palabras de agradecimiento.

-¿Qué es eso? ¿Un amuleto encantado para que tengas pesadillas con ella xd? – bromeó Dani.

-Apuesto a que es algo maldito para que no te olvides de ella – bromeó Jesús también.

-Pues no, no es nada de eso – les replicó a ambos con una de las mayores sonrisas que en su rostro se habían dibujado, mezcla imposible de orgullo, satisfacción, alivio, amor y locura –. Es una piedra hielo, y le voy a dar muy buen uso – declaró mientras tomaba la pokéball de su querida Vulpix insular.

La zorrita de las nieves apareció sobre el césped, con una expresión dulce y complaciente, y se iluminó todavía más cuando Adri le puso la piedra al alcance de sus brillantes ojos celestes.

-No me digas que te ha regalado precisamente la piedra esa que tanto querías pero que no pudiste pillar el otro día – Dani entendía lo que aquello debía significar para él, pues entre otra de las cosas malas acontecidas aquel catastrófico día, el joven sombrerero no fue capaz de encontrar aquella piedra en concreto, lo cual había comentado aquella misma mañana –. Adri, hazle un hijo a esa bruja xd – remató con aquel chiste tan vulgar, pero que a todos hizo reír.

Y sin dudarlo ni un segundo, Adri dio un giro de baile sobre si mismo sujetándose el sombrero y lanzó la piedra al aire, a lo que Vulpix reaccionó lanzándose a por ella antes de que cayera.

Al contacto con dicha piedra, ocurrió lo esperado. Una luz más brillante, blanca y hermosa que el pelaje del pokémon le envolvió durante varios segundos. Y cuando esa luz tocó el suelo, cayendo frente a su entrenador, esta se apagó, revelando la bella criatura en que se había convertido detrás de los copos de nieve que empezaron a caer a su alrededor.

Era una preciosa zorra polar de mayor tamaño, aunque no le llegaba al pecho de Adri. Tenía nueve majestuosas colas de un pelaje que era mitad blanco como la nieve y celeste italiano, una mirada profunda y enigmática acompañada de una presencia casi divina. Aun sabiendo que era un pokémon adorable y muy cariñosa, y pese a su aspecto agradable, Dani y Jesús no pudieron evitar sentirse algo intimidados en primera instancia, y es que Ninetales, parecía un emisario divino frente a ellos.

Adri no fue capaz de formular palabras que describieran la emoción que le invadía ante el aspecto que tenía su más vieja compañera y amiga pokémon, así que lo hizo de otra forma.

<<Eres... preciosa>> le dijo mentalmente acercándose a ella mentalmente <<¿Quién me iba a decir que podrías serlo todavía más?>> continuó alabándola pasando su mano por el gélido pero agradable pelaje de su lomo hasta su cabeza, acariciándole las orejas. Ninetales se ruborizó por la actitud de su entrenador, mantuvo su elegancia y frotó su hocico cariñosamente contra el rostro de Adri, volviéndolo loco amor <<Sea pues, a partir de ahora, los que nos desafíen conocerán el poder de tu belleza y la locura que me provocas. Y la primera va a ser esa Líder de Huelva, ¿Qué me dices "Nievacolas"?>> le preguntó tratando de motivarla a demostrar de lo que era capaz, además de ponerle un mote.

La zorra de las nieves no tuvo que responderle de manera directa, así que bastó con un sutil movimiento de sus colas que generaron una especie de nevada que cayó sobre su cuerpo para acabar generando lo que parecía una aurora boreal en miniatura sobre sí misma.

-¡Eso es lo que quería oír! – gritó finalmente quitándose el sombrero y cogiéndola en brazos con dificultad, llevado por la alegría que sentía. Cuando se dio la vuelta, Dani y Jesús estaban ahí plantados con cara de perplejidad, y es que no estaban entendiendo nada de lo que había pasado pues desconocían el alcance o la existencia de su habilidad telepática. Prefirió dejar dicha capacidad en secreto para dejarles todavía más confusos, y concluyó como solo él podía –. Bueno, ¿nos vamos? – preguntó poniéndose el sombrero con estilo y guardando a Ninetales en su pokéball.


Mientras tanto, en un gimnasio de Puerto Real, un joven de pequeña estatura pero corpulencia exageradamente desarrollada, se encontraba luchando con su padre, o intentando aprender al menos.

Como estilo particular, el boxeo era lo más básico que pensó que podía aprender, y aún así le estaba costando la misma vida mantener el ritmo de su padre de 53 años de edad. Si bien confiaba en que su fuerza y resistencia física se tradujeran en "talento" para poder aplicarlas a una lucha real, lo cierto es que no era tan fácil como podía esperar.

-Hijo, nunca bajes los brazos, no puedes dejar tu cara ni mucho menos tu cuello al descubierto – le incitó don Armando mientras mantenía el ritmo del entrenamiento.

Manuel estaba hecho a los entrenamientos extremos del gimnasio, no así a los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo.

Después de quedar en ridículo contra dos mujeres más de una vez en dicho ámbito, el orgullo del joven "justiciero" se encontraba por los suelos, pero no se iba a quedar quieto lamiéndose las heridas que aquella criminal le hubiera infringido con sus uñas.

Es por eso que le rogó a su padre que le ayudase a suplir una debilidad tan grave y que ya le había jugado malas pasadas.

Sin duda, don Armando hacía honor a su título como Jefe Superior de la Policía de Andalucía Occidental, pues cada golpe que asestaba cargaba con una fuerza digna de un hombre de tan alto rango. Manuel, en cambio, los recibía duramente en su cuerpo, tratando de mantener su dignidad por lo alto ante su padre, quien le estaba probando para ver cómo podría enseñarle.

Pararon después de más de 2 horas moviendo las piernas vigorosamente en el ring y usando sus brazos para golpearse mutuamente. Aunque el hijo casi no había logrado rozar siquiera la cara del padre, y cuando se quitó la protección de la boca, escupió un ligero chorro de sangre que había estado aguantándose con tal de mantener su dignidad por lo alto.

-Eres demasiado lento – juzgó don Armando en primera instancia –. Desde que empezaste a entrenarte solamente has procurado aumentar tu masa muscular y has descuidado casi todos los aspectos que definen tu capacidad física. Si quieres ser un servidor de la justicia debes aprender a someter a aquellos que la quebrantan.

Cuando don Armando hablaba, Manuel callaba, y asumió las críticas de su parte, aunque no por ello le dolió menos reconocer que estaba equivocado.

-No pienso dejar que me vuelvan a humillar así. Trabajaré duro a partir de ahora para compensar mis debilidades – le respondió lleno de determinación.

-Sé que lo harás, ¿pero sabes cómo hacerlo a partir de ahora?

-No...

Su padre sonrió, seguramente por ver algo de humildad en él detrás de su dura fachada.

-Dime la verdad, ¿qué es lo que más quieres ahora mismo?

-Lo de siempre, volverme más fuerte y defender la justicia a cualquier precio, nada ha cambiado – remarcó firmemente su postura.

-No me mientas. Siempre has querido hacerte más fuerte, pero puedo ver que no es por los mismos motivos. Esa criminal te hizo sentir una humillación tan grande a nivel personal, que tu sentido de la justicia ha pasado a segundo plano – la expresión de Manuel le hizo ver que estaba dando en el clavo -. Quieres venganza.

No se atrevió a negarlo, aunque le dolía que su padre le viera así, y entonces su orgullo volvió a hacerse presente.

-¿Y qué hay de malo en ello?

-Siempre ha sido de las motivaciones más humanas, no te culpo por desearla. En mi juventud, y después incluso, hubo momentos en los que pocas cosas me movían más... Pero por culpa de comportarme así fue que cometí también muchos errores. El tiempo todo lo cura, incluso la necedad. Equivocarme y madurar me sirvió para darme cuenta de la dura realidad que implicaba comportarme como tal, y que si quería cumplir con mi objetivo, el mismo que el tuyo, debía dejar dicho comportamiento de lado. Quien aspire a la justicia debe saber que la única justicia de verdad efectiva es la que no representa una venganza personal. Al fin y al cabo, tú no aspiras a luchar por defender tu persona, sino un ideal ajeno a ti.

Aquellas palabras calaron profundo en él, asumiendo que aquello que tenía pensado hacer era un error, pero sus ansias de venganza eran el menor de sus problemas no obstante.

-Intentaré hacer las cosas de la forma más correcta. De todas formas, ni luchando por justicia ni por venganza sería capaz de estar a la altura de esa maldita criminal y su familia. Están muy por encima de mí en poder, tanto como luchadores como entrenadores.

Dada la situación en la que se encontraba su hijo, don Armando prosiguió a darle los consejos que más sabiamente consideró que seguiría. Después de tanto tiempo en el que Manuel había estado haciendo las cosas relativamente mal y que su padre no había podido hacer mucho para que corrigiera dichos errores debido a sus responsabilidades como jefe de policía, esta era la mejor oportunidad que tenía para ayudarle como era debido.

-Como entrenador solo puedes seguir mejorando, viendo que aún tienes una vacante libre en tu equipo debes pensar bien quién será el que te ayude a alcanzar dicho poder, aunque algo me dice que ya tienes una ligera idea.

-Sí, y lo tengo bastante claro. El pokémon de Orquídea aguantaba casi todo lo que le echábamos, incluso habiendo Growlithe evolucionado durante el combate, no solo por ser mucho más fuerte, sino porque era un Dragón. Siendo sincero, quería que el último miembro de mi equipo fuera de tipo Lucha, ya que representaría mejor que ningún otro tipo mi ideal de justicia. Pero si quiero ser más fuerte, debo hacerme con un Dragón propio... - <<aunque no lo sea estrictamente hablando, Aerodactyl tiene bastante pinta de dragón, pero no me sirve>>.

-Me gusta que lo tengas tan claro. Y como luchador... – siguió el hilo del tema anterior – aún nos quedan otras dos horas. Yo mismo te llevaré a Huelva, así que no te preocupes porque los demás se te adelanten. Mientras tanto, creo que tengo otra manera de enseñarte a luchar que te gustará – sugirió con firmeza, tentado de ver lo que su hijo era capaz.

Cuando vio lo que su padre sacó de su propia bolsa de entrenamiento, Manuel trató de ocultar la emoción que sintió de poder entrenar de aquella forma tan particular, aunque rápidamente dudó de si serviría para suplir sus debilidades y si sería capaz de estar a la altura de las expectativas de don Armando.

-¿Estás seguro de que podré aprender a defenderme mejor con eso?

-Entrenaste y diste con el modo de evolucionar al Growlithe que te regalé a los 12 años –le respondió firmemente, trayendo a su mente el momento en que depositó a aquel cachorro de fuego en sus brazos, confiando en que le imbuiría parte de su fuerza y ambos crecerían juntos, unidos por algo más que el objetivo que su hijo tenía –. Estaba seguro entonces de que no tardarías en conseguir tu propio Arcanine, y estoy seguro ahora de que no tardarás en aprender a manejarlas y darles buen uso.

Aceptó la oferta de su padre, lleno del orgullo propio que la confianza que su progenitor estaba depositando en él.

-Bien, y cuando te deje asegúrate de tener cuidado. No me fío de lo que pasa en Granada, pero Huelva tampoco es trigo limpio, nunca mejor dicho. Hay mucho más que hierba en sus coloridos campos, y hay quienes saben sacarle provecho – razonó con cierto resentimiento por aquellos criminales a los que se refería.

-¿Cómo quiénes? – preguntó con brusquedad, casi en una exigencia llevado por su sed de justicia en cumplimiento del deber.

-Quizá te lo diga en un futuro – le negó la respuesta sin mucha sutileza –, pero por el momento tengo que encarar yo solo a esos sospechosos en calidad de Jefe de Policía de Andalucía Occidental. No son personas con las que puedes lidiar de frente, ni mucho menos tratar de someter por la fuerza mientras no tengamos pruebas sólidas contra ellos. Así no cumpliremos con la Ley, ni haremos justicia correctamente, y creo que eso tú precisamente quieres lograr eso.

<<Tienes razón, aunque si de mí dependiera, encerraría de por vida a todos los criminales que me cruzara en un agujero aunque no tuviera pruebas de ello>> pensó Manuel mientras aceptaba a regañadientes la decisión de su padre.

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