Cap. 4: Cuestiones cruzadas

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Iba a volverme loco. No sé a qué hora me quedé dormido, pero de lo que estaba seguro era de que pasé al menos dos horas girando en mi cama, pensado y sufriendo existencialmente con respecto a la relación que mantenía con Lop.

Pensé que ya lo había resuelto en el día de las madres cuando me dije que ella no necesitaba más, sino estar segura con lo que le rodeaba, que si necesitaba algo era un amigo, y ese había decidido ser yo.

Pero entonces llegó el cumpleaños de mi hermana y empecé a preguntarme de nuevo: ¿Qué dirá ella sí? ¿Qué hará ella sí? ¿Qué pensará ella sí? ¿Me estaba preocupando demasiado? Definitivamente, sí.

La tarde anterior se veía hermosa, se había arreglado un poco para la ocasión. Incluso varios de mis amigos me lo comentaron: «Es linda». «Es agradable». «No da tanto miedo como pensé». Entre otras cosas que me pusieron un tanto incómodo y con los nervios de punta.

Jeff, uno de ellos, se mostró más interesado que el resto y se atrevió en hablarle cuando repartíamos los aperitivos. Lop creo que no se dio cuenta de su interés sino hasta después, cuando se nos acercó y la invitó a bailar, quedó muy sorprendida y dudó por un segundo en rechazar su propuesta.

Eso me molestó, yo también quería invitarla a bailar, pero no había encontrado un momento para hacerlo. O, mejor dicho, no me atrevía a pedírselo. No fue hasta que Jeff apareció que reaccioné, tomé a Lop y la llevé a la pista. Morí de vergüenza cuando se me quedó viendo incrédula y a lo lejos mis amigos me observaban boquiabiertos; pero no retrocedí y lo hice: bailé con ella.

Mi único temor era que se hubiera dado cuenta que por dentro me estaba muriendo al tenerla tan cerca de mí...

Me dolía la cabeza de tanto pensar, había amanecido sin darme cuenta, la luz me lastimaba la vista, me pesaba el cuerpo y tenía flojera de levantarme. Era domingo, podía dormir un poco más, solo necesitaba cerrar los ojos y...

—Shh... Félix...

—¿Hum? —Entreabrí un ojo a la fuerza.

—¿Sigues dormido?...

—Eso quiero... —Entreabrí el otro, tratando de enfocar a quien me hablaba.

No reconocía la voz y no me extrañaba. Arrugué la frente al ver a un niño pecoso arrodillado frente a mi cama.

—¿Quién... eres...?

—Jav... ¿Recuerdas? El hermano de Henri —dijo conteniendo la risa—. Lopilop y yo nos quedamos a dormir porque Hen no vino a buscarnos.

—¿Ah sí? —Cerré los ojos, bostezando. Los abrí de golpe y salté de la cama—. ¡Ah, sí!

Me senté y me froté la cara. Jav se echó para atrás con mi brusco movimiento y me vio divertido, admirando el desastre que soy por las mañanas; estoy seguro que tengo el cabello como el de un poodle rabioso.

—¡Reviviste! —gritó de alegría.

—¡Sí! —Reí—. Perdón, ¿tienes mucho tiempo despierto?

—Minutos, pero tengo hambre —confesó sin timidez alguna, dejándome boquiabierto.

—Ah... Sí, vale. Nos cepillamos y bajamos por algo de comer, ¿va?

—¡Sí! —Se levantó del suelo y corrió a la puerta.

—Cuanta energía... —murmuré para mí, tomando apoyo de mi cama para ponerme de pie.

Adormilado, tomé una camisa de mi armario y bostecé colocándome. Vi mi habitación un segundo y me sorprendí al encontrar todo impecable, como si de verdad un niño de doce años y un adolescente de diecisiete nunca hubieran dormido en él. Observé a Jav: era un chico hiperactivo que ya antes de las ocho de la mañana de un domingo estaba despierto; no parecía ser del tipo ordenado.

Jav, notando mi curiosidad, sonríe inocente.

—No sabía cómo acomodarlo, así que solo lo tendí y doblé las sabanas.

—Me sorprendes —Admití yendo hacia la puerta también mientras él se volvió a reír.

—Estaba aburrido —Pero eso solo parecía una verdad a medias.

Salimos de mi cuarto con uno más animado que el otro, dirigiéndonos al baño. Saqué de las gavetas de arriba para él un cepillo de dientes nuevo, y le entregué de una vez el del Lop.

En mi casa somos cinco personas: Mis padres, mi tía, mi hermana y yo; sin contar a mi abuela que viene cada fin de semana y polen, nuestro perro; que se quedó en el jardín trasero el día anterior para facilitar la tarea de mantener el orden en la fiesta.

Jav se sentó al borde de la bañera y se aseó los dientes en silencio mientras yo me ocupé de los míos frente al lavado. Notaba que cada tanto el niño me veía de reojo de manera extraña, como si me evaluara, pero yo estando recién levantado se me hizo fácil ignorarlo. Cuando terminamos volvimos al pasillo y él me habló.

—¿Mely ya estará despierta? —Me detuve alzando una ceja y reí.

—¿Mely despierta temprano? No lo creo, duerme el doble que yo.

—Oh... —Bajó la mirada decepcionado.

Hice una mueca interna. No me agradaba del todo la idea que fuera tan unido a mi hermana menor, pero le agradecía por convertirse en su amigo y sacarla de casa cuando nosotros no podíamos; así sentía que podía confiar en él, al menos hasta que fueran mayores y pudiera preguntarle de nuevo que pensaba sobre ella.

Sonreí de lado y lo tomé del hombro, haciendo que alzara la mirada hacia mí junto con una interrogante expresión.

—¿Qué tal si la esperamos en la sala de juegos?

—¿Sala de juegos?

Un minuto después, abrí una puerta al otro lado del pasillo y pasamos a la sala favorita de la familia. Era espaciosa, tenía dos muebles largos negros y tres enormes almohadones en el suelo. Había una mesa grande en el centro con divisiones para refrescos, comida y refrigerios; que hacíamos en la cocina o tomábamos del pequeño almacén de chuchería, ese que estaba continuo al carrito para palomitas del otro lado de la habitación, opuesto a la puerta y lateral al gran televisor de al final.

Jav abrió tanto la boca que creí por un momento que se le caería al suelo. Así que, conteniendo la risa, se la cerré con una mano después de hacerlo pasar. Quedó tan incrédulo que agitó dos veces la cabeza antes de volver a abrir la boca y decir muy sorprendido: «Wou»

—Pensaba que estas habitaciones solo existían en las películas —admitió acariciando uno de los sofás mientras se desplazaba.

Reí sentándome en uno de los muebles. Lo miré dejando que se acostumbrara al ambiente.

—Eres un hombre con mucha suerte —Volcó los ojos, chillando cuando llegó frente al televisor—. ¡Dios! Henri se moriría si viera esto... —Se arrodilló descubriendo las dos consolas—. Él hizo horas extras y vendió su consola para comprarse una nueva el año pasado. Nunca me deja tocarla si él no está y cuando me quejo me dice... —Se aclaró la garganta—. "Siempre puedes trabajar para comprarte la tuya".

Ambos reímos, más por los gestos que hizo para exagerar la voz de su hermano que lo que él le dijo. Cosa que en lo personal es muy cierto y respetaba a Henri por eso, que se valiera tanto de sí mismo y no dependiera de nada para alcanzar lo que quería, más que su propio esfuerzo.

Él no lo sabía, pero lo admiraba mucho. Tal vez no fue hasta ese año, cuando conocí a Lop, que empezamos a congeniar; sin embargo, desde que entró a trabajar con el viejo conserje Blake lo había observado con gran honra.

Sin duda, nuestras condiciones eran diferentes, pero lo consideraba superior a mí.

Y ahora, no obstante, era visible que no le agradaba otra vez.

Y estaba seguro de saber porque.

—Oye, Jav, ¿sabes por qué tu hermano no vino a la fiesta?

—Ah... —Me vio sobre su hombro, haciendo una mueca—. Claro, no me dijo, pero es más que evidente.

—¿Qué cosa? —Apoyé el cuerpo en mis codos sobre las rodillas.

—Peleó con Lopilop hace una semana, mi hermano cree firmemente que te gusta y es que... —Sonrió con burla—. Eres muy obvio.

Abrí enormemente los ojos y la boca, pensando como protestar, pero lo único que salió fue un balbuceo y aplasté los labios entre sí, aclarándome la garganta para volver a intentarlo.

—Yo no... —Tragué saliva, la voz me salió como la de un gallo. Sentía la cara arder—. Ella no me gusta.

"Bien hecho, Fel, lograste no pasar tanta pena". Debía calmarme, era un niño de doce años

—¿No? —Volteó confundido, creo que estaba muy entretenido como para darse cuenta de lo nervioso que me había puesto.

—No.

—Entonces sí.

—Sí... ¡Digo, no! —Se echó a reír.

—Te gusta y demasiado —Quedé mudo y desvié la mirada.

El volvió su atención a las gavetas con los juegos

—Dia... —Se tragó la palabrota—. ¿Son originales?

—Sí... —Tomé aire, aliviado de que cambiáramos de tema—. También vemos películas, los viernes son noches de cine.

—Qué locura... —Su sonrisa no podía ser más grande—. ¿Puedo?

—Adelante —Me levanté del sofá para ayudarlo.

Prendimos la consola, pusimos un juego, Jav se quedó jugando y yo salí de la sala por algo de comer; me moría de hambre y por lo visto nos quedaríamos ahí un rato, hasta que Lop despertara o Henri llegara por ellos.

De regreso tenía una bandeja con jugo, waffles y el corazón en la boca. Ya que cuando subí las escaleras, cerrando la puerta del cuarto de mi hermana, estaba Lop; bostezando, con el pelo sueltos y la ropa desordenada. Tragué fuertemente en el momento en que sus ojos me notaron y su intensa mirada me azotó con media sonrisa.

—Buenas días... —dije apenas audible.

—Buenos días —Congenió, pasándose sus dedos por el cabello para peinarlo un poco.

—¿Dormiste bien? —pregunté intentando concentrarme en cualquier otra cosa, que no fuera en lo adorable que me parecía en ese momento.

—Creo que no había dormido tan bien en años... —confesó divertida, mirando de soslayo la puerta. La señaló—. Mely aun duerme, yo... deseo ir al baño, ¿puedes indicarme?

—Cla-aro... —Sonreí a la fuerza, desviando la mirada hacia el pasillo—. El final a la derecha, es una puerta con una estrella de mar pegada.

—Cierto... —Se pegó suavemente una mano a sus ojos—. Disculpa, aun no me he despertado.

—Descuida —Reí bajo—. Ah, Jav te dejó un cepillo de dientes en la gaveta derecha, es de color morado.

—Ah, vale —Sonrió amablemente—. Gracias, nos vemos al rato.

Se despidió con un ademán y se fue.

Solté el aire acumulado y me recosté de la pared.

"¿Qué estás haciendo conmigo?".

Negué para mí mismo.

Era muy temprano para esto.

Me despegué, redirigiendo mi curso devuelta a la sala de juegos, cuando entonces el olor a café recién hecho inundó el pasillo y al pie de las escaleras me encontré con mi padre, tomando de una de las dos tazas en sus manos. Suponía que la otra para mi mamá.

—Buenos días —dije en voz baja, esperando (por favor) que no haya visto esa vergonzosa actuación de mi parte.

—Hola, hijo —Sonrió dócilmente, despegando la taza de su boca—. Ya despertó nuestra invitada, ¿eh?

"La vio". Suspiré disimuladamente, asintiendo mientras veía de reojo el pasillo que iba hacia el baño.

—Sí, fue a asearse.

—Es una chica simpática —Esta vez su sonrisa se tornó insinuante y luego curiosa—. Siempre olvido su nombre, ¿cuál es?

—Lop —Rió, confundiéndome—. ¿Qué?

—Su verdadero nombre, Félix.

—Oh, ya... —Asentí entendiendo—. Es Penélope. Penélope Harrison.

—¿Harrison? —Expandió un poco los ojos.

—Sí... —Lo observé desconcertado—. ¿Qué pasa?

—Nada —Rió de nuevo, tomando un poco de su tasa.

Se relamió sus labios y retomó el camino a su habitación; sin embargo, pasando por mi lado, lo escuché decir:

—Debe ser una casualidad...

Lo dejé irse sin preguntarle, pero la duda quedó en mi cabeza.

¿Qué había sido eso? No pude responderme, porque justo cuando pensaba irme, entonces escuché desde el exterior el sonido de la puerta de una camioneta cerrarse y, más tarde, el grito de mi abuela anunciando que había llegado Henri a recogerlos.

. . .

Silencio. Completamente callado. El asistente del conserje no pronunciaba una palabra mientras hacía su oficio de barrer y recoger la basura, que los estudiantes de Houston habían dejado tirada tras el almuerzo. Estaba sumido en sus pensamientos y eso no pasaba a menudo, al menos que le pasara algo.

Así desde el domingo pasado. Con él habían pasado tres días en los que no había discutido conmigo. Evitaba mirarme a los ojos, no insistía en nada, era como si lo que fuera que tuviese en la cabeza hubiera absorbido todo y ya no pudiese pensar en otra cosa.

¿Hace cuánto no lo veía así?

Suspiré observándolo desde las escaleras. Ya habían concluido las clases y, por propia consideración, dejé ir a Chris un poco más temprano. Había oído, sin querer, cuando le dijo a Ana que tenía una audición importante al día siguiente y necesitaba repasar sus guiones. La come libros me miró cómplices cuando ella se fue y entendió que lo había hecho a propósito, pero no dijo nada al respecto.

Mientras tanto, me quedé con él.

—¿Y bien? —pregunté, cansada de mirarlo sin hacer nada.

—¿Y bien qué, Lop? —Barrió, usando la pala para recoger los restantes y echarlo a un basurero.

—¿Me dirás que tienes? —Me miró de reojo, pero volvió a ignorarme, siguiendo con su trabajo.

—Nada.

—¿En serio? —Volvió a mirarme y desviar—. ¿Qué pasó el sábado entonces? ¿Por qué no nos fuiste a buscar cómo dijiste? Me preocupaste, ¿sabes?

—Lo siento, Lop —Se detuvo por un segundo—. Como te dije ya, tomé demasiado y me quedé con Erick para no arriesgarme. Sabes que odio conducir ebrio.

—¿Por qué aun será que no te creo?

—¿Por qué quieres hacerme dudar? —Se detuvo completamente y me miró, apoyándose del palo de su escoba.

—Yo no te estoy haciendo dudar, yo estoy dudando de lo que me dices. Y si tú dudas porque yo dudo es porque hay una razón para hacerte dudar.

—¿Qué? —Juntó sus dientes y las cejas, no comprendiendo la totalidad de mi lógica, o probablemente perdiéndose en el trabalenguas.

—Qué no hay razón para que dudes sino tienes nada de qué dudar.

—Pero es que no tengo nada de qué dudar.

—Entonces, ¿por qué lo haces?

—Porque te gusta jugar con mi mente —Negué apoyando mi cabeza de mi mano y el codo de mi pierna.

—No, solo quiero saber qué te pasa —Desvió la mirada, negando para sí.

—Seguiré con mi trabajo...

—Ely ha regresado —Solté de una vez y se detuvo, entreabriendo la boca y mirándome impactado—. Y tú la has visto, ¿cierto?

Me observó por unos minutos, analizando mi mirada mientras pensaba que decir, aunque por los minutos de silencio que se dio para eso, me contestó todo con facilidad. Dejó de apoyarse de la escoba y asintió, sabiendo que era inútil mentirme ahora.

—¿Donde? —preguntó.

—En la fiesta —Me enderecé, analizando con cuidado sus reacciones para cuidar mis palabras. Henri entreabrió su boca—. Es amiga íntima de los Larbi, fue la encargada de hacer y traer el pastel.

—Pensé que regresaba de su casa... —susurró—. Al fin recordé porque se me hacía familiar ese lugar.

Asentí, porque me pasó lo mismo.

—No me dijo nada al respecto, llegó en una camioneta con otra pastelera. Ahora tiene una cafetería y me invitó a visitarla cuando quisiera ya que se desligó de su familia.

—Creo que mencionó algo de eso —Se sujetó la cabeza, tratando de recordar—. No estoy seguro.

—Entonces si bebiste.

—Sí, pero igual fui a buscarte —admitió por fin, soltando un suspiro—. Ella venía caminando hacia su camioneta, no me di cuenta que era la misma casa donde sucedía la fiesta. Notó que estaba muy ebrio y me quitó las llaves del auto. La camioneta estuvo estacionada, toda la noche, a una cuadra de donde estabas porque nos fuimos en la suya.

—¿Hablaron?

—Demasiado. Sigue expresándose con metáforas de pasteles, hablar mucho y reír el doble. No ha cambiado en lo absoluto —Sonrió para él, borrándola cuando notó que lo miraba—. Aunque no recuerdo casi... Sé que no hicimos nada, solo me dio café.

—Eres un desastre —Negué ante su irresponsabilidad.

—Igual, ya lo sabías, ¿por qué no me dijiste nada?

—No pensaba hacerlo, a decir verdad —Me miró leso—. Creí que te enojarías y armarías otro de tus dramas porque conoce a Félix.

—Me ofende de sobremanera que veas mi preocupación por ti y ese ricitos de oro como un drama.

Se llevó la mano que tenía la escoba al pecho, pegándose con la punta en la cara sin querer. Reí bajito.

—¿Y? ¿Qué harás con ella? —Por fin, toqué el punto que me interesaba.

—¿Qué? ¿Qué haré? No la volveré a ver, obviamente —Declaró, cruzándose de brazos con la escoba en manos, teniendo cuidado esta vez de no dirigirla a su rostro—. Y tú deberías hacer lo mismo —Entrecerró sus ojos, enseriándose—. Esa familia no te trajo nada bueno.

—No se trata de mí, Henri. No pienso hacerlo, sabes que tan enserio me tomo esa amenaza... —Hice una mueca—. Pero tú... —Alzó la mirada, marcando su molestia en su entrecejo.

—Escucha, Lop.

Dejó la escoba pegado del contenedor de basura y se quitó los guantes, metiéndolos en su pantalón. Finalmente, se pasó ambas manos por el pelo y dio dos pasos hacia adelante, para aproximarse hasta a mí.

—Estás viendo esto como un chiste, ¿qué pretendes? ¿Qué vuelva con ella?

Lo medité un segundo, ni siquiera yo tenía la respuesta.

—Eso depende de ti —dije por fin, haciéndolo bufar—. Solo pienso que ustedes no terminaron de la mejor forma y no porque quisieron, fueron forzados.

—Forzados o no —Me miró fríamente—. Han pasado cuatro putos años.

—Y nunca la superaste.

Soltó una risa irónica.

—Esto de que sigas creyendo eso solo para no rechazarme duele, ¿sabes?

—Yo si te he rechazo, Henri. Y varias veces.

Se quedó en silencio.

—Sé que no sientes lo que dices —agregué y negó para sí mismo.

—¿Y quién eres tú para saber mejor que yo lo que siento?

—Alguien que te conoce demasiado bien —contrarresté en voz tan baja que lo heló—. Tal vez mejor lo que te conoces a ti mismo. Así que podrás engañarte, pero nunca a mí.

—Eres algo engreída.

—Pero al menos soy sincera conmigo misma.

—Lop...

—Basta, Henri.

Se quedó en silencio. Me miró fijamente, pensándolo dos veces antes de decir lo que sabíamos que iba a decir.

—Pero yo si te quiero...

—Y querer no es ni cercanamente lo mismo que amar... —susurré—. Ni cercanamente a como la amaste. ¿Entiendes? No es para zafarme de ti, es porque sabemos que es así.

Eso fue todo.

Desvió la mirada. Yo no lo hice.

Se alejó. Yo seguí donde me dejó.

Se dio vuelta y tomó sus cosas. Yo no le detuve y dejé que se fuera, quedándome sola una vez más.

En el viaje a los Ángeles sucedió exactamente lo mismo: Comenzamos con los celos de Henri por Félix y acabamos discutiendo porque yo sostengo que su amor por mi vieja ex amiga, Ely, sigue ahí. La prueba está frente a él y no se daba cuenta.

Es decir, por favor, Ella debe ser la única capaz de hacerlo olvidar de su querido hermano menor solo por haberse rencontrado con él.

Sabía que existía la misma posibilidad de que tanto él como yo tuviéramos razón, pero pude verlo en sus expresiones una vez más cuando hablamos de ella. Esa sonrisa que quiso ocultar cuando le pregunté si habían hablado, era todo lo que necesitaba para confirmar lo que tanto quería negar: que su corazón nunca fue el mismo desde que la conoció.

Había pasado un año desde que empezó a cuestionar sus sentimientos hacia a mí. Henri era mi hermano de otra madre, mi mejor amigo, lo último que quería era que siguiera lastimándose de esa manera y tal vez el regreso de Ely lo haría reaccionar de una vez.

Suspiré, al menos eso esperaba.

O terminaría de volverse loco...

—Vaya... Mira a quien encontré...

Dijeron detrás de mí y volteé, recibiendo un golpe en la cara que me hizo perder el equilibro y caer al suelo, al lado de la banca donde estaba sentada.

Me sostuve el rostro, el golpe me había dejado un poco aturdida. La boca me sabía a sangre y tuve que escupirla para empezar exhalar y recuperar el aire que perdí por el impacto. Unas risas molestas sonaron a mis espaldas y, cuando volteé para confirmar de quien se trataba. Unos zapatos blancos hacen énfasis delante de mí, tan firmes como lo haría una mujer con sus tacones favoritos.

—¿Estás lista? —Se inclinó hacia mí, relamiéndose el brillo labial con una sonrisa maliciosa—. Tú y yo tenemos una cuenta pendiente que saldar, bruja inoportuna.

Miré a Paula y a su séquito, aplanando los labios y sin titubear, reconociendo internamente que esta vez, con cuatro en contra mí, estaba acorralada.

_____________

¡Holiwis, my loffies!

¿Cómo están?

Yo muy feliz, verdaderamente feliz que en los tres últimos meses :'3

Pasé semanas durmiendo un día y otro no, pero ya terminé de escribir mi tesis

Presento en julio y tiemblo, pero ya me preocuparé de eso en lo que duerma un poco uwu

Mientras... ¡Capítulo sorpresa!

Estoy segura que más de un@ quiere lanzarme algo justo ahora xD

Y es que noooooo, ¡Lop! >:'c

Pero conste que yo les avisé que esto se pondría feo :'3

Esto desde que comenzó ha sido toda una montaña rusa

¿Jav y Félix? ¿Puede haber algo más tierno que eso?

Y auch, no me dijeron a mi lo de Henri y me dolió

Pero de eso ya nos encargaremos después

Porque primero debemos ver si Lop sobrevive a esta :'v

Tengan paciencia, que ya tendremos tiempo de ver más de su historia uwu

[Fotito de Hen en la multimedia, por cierto]

Manita arriba por si quieres matarme

Otra, porque tenemos miedo

Y otra, por mí, que ya podré dormir un poco

No les diré pista del próximo capítulo para que sufran un poco

jajajaajjaja nomemante losquieromucho

En fin

Nos vemoooos

ATT: Keni


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro