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“Estúpido Rubén”

-N.O.-

No pasó mucho tiempo cuando David, junto a Elyas, Herny y Samuel entraron al aula, llamando la atención principalmente de Rubén y Guillermo. Doblas fue el primero en levantarse y prácticamente correr hacia su novio, rodeando su cuello con sus brazos, dejando en el proceso un pequeño beso en los labios del castaño, quien lo tomó por la cintura con cariño, sonriendo ante los actos de su novio.
Algunos los miraban con ternura, murmurando algunas cosas que para este punto, poco o nada les importaba a la pareja.

Guillermo, por su parte, se quedó sentado en su sitio presenciando la escena que Doblas había montado, sintiéndose quizá un poco celoso por la comodidad y simplicidad con la que su amigo había aprendido a mostrarse de aquella forma frente a los demás. Sonríe al percatarse de la mirada de su pareja, saludándolo con aquella pequeña sonrisa nerviosa. David se acerca a él mientras Miguel y Alex procuran no decir nada de la actitud tímida de Díaz.

David.- Buen día, Guille
Guillermo.- Buen día, David...

Comienzan una tranquila plática mientras esperan a su profesor, uniéndose luego los demás chicos.

Luzuriaga entró al aula saludando a los estudiantes, quienes le responden con ánimos, comienza la clase y esta transcurre sin novedades.

Las horas transcurrieron y, una vez la hora del descanso llegó, el grupo de amigos se dirigieron a la cafetería del lugar, en donde Elyas les comentó que tenía algo importante que anunciarles. Una vez estuvieron sentados en su sitio les habló acerca de la sorpresa que habían pensado Álvarez y él para Luzuriaga, quedando todos más que encantados con la idea y dispuestos a ayudar en lo que fuese. Les comentó también que durante la clase de Álvarez se encargarían de hablarlo con sus demás compañeros y de organizar todo.

Guillermo.- ¿Estás seguro de que es buena idea hacerlo todo durante la clase del profesor Raúl...? ¿No nos quitaría eso demasiado tiempo de clases? Lo que menos quiero ahora es atrasarme con su materia...
Elyas.- *Ríe* No, no habrá problema con eso, lo prometo, ya hablé con él al respecto y está dispuesto a ceder sus horas de clase para esto
David.- El amor sí que cambia a las personas, huh
Elyas.- No es como que quiera exponer al profesor Raúl, pero créeme, lo que vemos aquí en la escuela no se compara a lo que es en casa
Jesús.- Aún no me acostumbro al hecho de que vives con ellos...
Herny.- Imagínate yo, que ahora tengo que llamarlos “suegros”

Los presentes ríen, y sin más cambian el tema de conversación, centrandose en terminar su comida y charlar de temas varios durante lo que resta del descanso.

El tiempo pasó y llegó la hora de clase con Álvarez, por lo que una vez todos los estudiantes estuvieron en su respectivo lugar y el profesor pasó lista, llamó la atención de todos.

Raúl.- Escuchen, su compañero Elyas tiene un anuncio que dar

El nombrado se levantó de su sitio y se colocó frente a todos, para comenzar a explicar la situación.

Elyas.- Bueno, no sé si lo sepan, pero se acerca el cumpleaños del profesor Borja, mis amigos, el profesor Raúl y yo hablamos un poco y pensamos que sería una buena idea hacerle una pequeña sorpresa entre todos...
Raúl.- Para esto estoy dispuesto a ceder una hora diaria de clase para determinar qué se hará y preparar todo, además de una clase entera para el día de la sorpresa
Elyas.- ¿Todos están de acuerdo?

Los alumnos aceptan sin pensarlo dos veces, pues no sólo estarían quitándose una hora de clase diaria, si no que le harían una sorpresa a uno de sus profesores favoritos.

Raúl.- De acuerdo, entonces necesito que vayan pasando la voz entre los compañeros que tienen clase con él a esta hora, por el momento tenemos una hora de hoy para comenzar a organizar todo

Sin más, comenzaron a dar ideas y preparar la sorpresa bajo la supervisión de Álvarez, nadie se preguntó qué tan importante era Luzuriaga para Álvarez como para ceder su horario de clase, de todas formas no es como que quisieran quejarse, y por otra parte otros sí podían ver lo obvio y asumían que lo quería demasiado.

La voz comenzaba a correrse entre los alumnos de Álvarez y Luzuriaga, todos estaban encantados con la idea y Raúl nunca había sido tan amable como actualmente, quizá producto del cariño que le tenía al profesor y la necesidad de que aquella pequeña sorpresa saliera perfecta. De cualquier forma, todo iba de maravilla, mientras los días pasaban tenían todo mucho mejor organizado y una idea clara junto con un plan de cómo harían que Borja no descubriera nada.

David.- ¿Crees que al profesor Luzuriaga le guste la sorpresa?
Elyas.- Espero que sí, el profesor Raúl me dijo que amaba su trabajo, así que seguro una sorpresa de sus alumnos lo hace feliz... O al menos eso espero

El día transcurrió sin nada nuevo hasta que finalmente llegó la hora de salida.

El grupo de amigos habían decidido salir después de clases a comer algo y caminar por ahí, pasar el rato y divertirse juntos, y claro que molestar a Guillermo estaba dentro de los planes, después de todo era nuevo para todos verlo tan avergonzado con algo y siendo los grandes amigos que eran, no dejarían pasar esa oportunidad (Aunque luego terminaran disculpándose si Díaz se ofendía o lo avergonzaban de más). Casi siempre Samuel era quien les ponía un alto antes de sobrepasar la línea, porque recordaba cómo solían ser cuando Rubén y él no eran nada, y quería evitarle esa etapa a David, porque sí, Samuel a veces también sentía vergüenza, ya sea por sí mismo, o incluso vergüenza ajena por Doblas, había llegado a darle hasta lástima lo mucho que molestaban a su ahora novio, y aunque él se había acostumbrado a los comentarios de aquellos chicos, no estaba seguro de cómo se sentía su amigo al respecto.

En más de una ocasión Samuel había llegado a molestarse por algunos comentarios fuera de lugar hacia su novio por parte de sus amigos, bromas que decían ser inofensivas pero que dejaron a Rubén con pequeñas inseguridades, o de aquellas que lo avergonzaban públicamente. Una cosa era bromear entre amigos, y otra era dejarlo mal ante extraños. No le gustaba ver a su novio casi a punto de llorar, así que los demás habían aprendido también a tener sus límites, pues había Sido una experiencia aterradora tener a un De Luque molesto por tanto tiempo... Una experiencia no recomendable.

Guillermo de verdad apreciaba aquello, pues si bien él había sido el responsable de muchas bromas hacia Rubén, ahora sabía que quizá se había pasado en ocasiones, y como había vivido un par de esas experiencias se había disculpado con Rubén varias veces, incluso había limitado su repertorio de bromas para su amigo. Teniendo a David a su lado ahora comprendía lo que Rubén sentía cuando estaba con Samuel, ahora sabía el por qué su amigo cambiaba tanto cuando estaba con el chico que le gustaba.
Díaz no solía ser alguien tímido, pero había algo en David que le hacía sentirse tan débil y avergonzado por todo. Tenía algo que le quitaba la respiración en ocasiones y eliminaba todo sentimiento negativo que rondara por su cabeza. David le hacía desconocerse de tantas formas que incluso él mismo se llegaba a preguntar si seguía siendo el mismo Guillermo de siempre... David le hacía sentirse en las nubes, le generaba una paz tan linda que estaba seguro que no podría alejarse de él ahora que estaban juntos. Estaba completamente enamorado, y lo sabía.
Había caído por completo en aquellos ojos marrones que siempre le miraban con tanto cariño... Sí, estaba perdido, y no le molestaba para nada.

Que más daba si debía soportar a sus molestos amigos haciendo bromas todo el tiempo, si para estar con David tenía que escuchar bromas tontas y pasar por múltiples momentos vergonzosos... Entonces no había nada más qué hacer, porque no pensaba dejar a ese chico que lo tenía tan enamorado, estaba dispuesto a todo con tal de tener a David sólo para él.

Rubén.- Agradece que Sam esté aquí, si no ahora mismo estarían bromeando con la sonrisa de bobo que traes.- Susurra, para después simplemente alejarse y tomar del brazo a De Luque.

Guillermo sólo niega mientras rueda los ojos en signo de molestia y luego deja escapar una sonrisa irónica, porque Rubén tenía justo la misma expresión ahora que casi colgaba cual niño pequeño del brazo de Samuel.

Pff... Estúpido Rubén”.
Pensó Guillermo.

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