capítulo 10.

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Editado: 28/03/2023

Clases de ballet.

No fue el sol de la mañana que se colaba por la ventana lo que me hizo despertar, sino que el fuerte golpe propinado por la estúpida mano del idiota de Inojin a quién no bastándole darme un tremendo golpe con su palma abierta, también tenía la pierna sobre mi vientre dificultándome la respiración; de un movimiento brusco lo arrojo hacía el suelo haciéndolo caer sobre Shikadai quién emite un quejido lo bastante fuerte para hacerme incorporar sobre mis antebrazos, puedo ver como mi amigo de coleta frunce el ceño empujando el cuerpo inerte de Inojin con su codo hasta hacerlo rodar al suelo, luego se gira hasta poder propinarle una patada sobre el muslo, pero el imbécil aún no abre sus malditos ojos. Tanto Shikadai como yo nos incorporamos entre nuestros respectivos bostezos y estiramientos.

—Huele a que tú mamá ya ha preparado el desayuno...

—Sí, así que... —bajo los pies de la cama dándole un suave golpe —levántate de una buena vez, aún falta que ambos pasen por sus cosas.

—Se hecho, —bosteza enormemente apenas cubriéndose la boca —le pedí a Mitsuki que pase a mi casa por mis cosas, y que nos espere en la parada del bus. —dirige su adormilada mirada sobre mí —Solo debemos pasar por las cosas del idiota.

—No creo que vaya a despertar pronto. —rasco mi frente admirándolo roncar —Solo hay que moverlo para salir a desayunar, ya luego podremos arrastrarlo hasta el auto.

Shikadai asiente sin mayor disputa y se acerca tomándole los brazos mientras yo le tomo las piernas, lo movemos hasta el futón dónde Shikadai pasó la noche y cuándo el imbécil sube la pierna sobre mi cama ambos decidimos salir sin mayor remordimiento. Shikadai sigue estirándose y exclamando tremendos bostezos contagiosos mientras yo tallo mis ojos intentando aclarar mi mirada mientras bajamos; mi madre nos sonríe apenas nos ve entrar en la cocina, deja las cosas sobre la mesa y toma asiento delante de nuestros sitios ya dispuestos.

—Buenos días chicos. ¿Inojin no bajará a desayunar?

—Buenos días mamá, él no es de despertar temprano, solo desayunemos. —tomo una rebanada de pan tostado —Shikadai me ayudará a subirlo al auto.

—Gracias por la comida —expresaba con una leve reverencia de cabeza para tomar los palillos y poner guarniciones en su tazón de arroz —No se preocupe, él de verdad no desayuna.

—Muy bien... —comenta no muy convencida para acercarnos algunas guarniciones —Entonces disfruten.

Luego del desayuno regresé a mi habitación para ponerme el uniforme y peinarme el cabello, Shikadai hizo lo propio tomándose el rato para lavarse la cara y peinarse correctamente; mi madre fue la primera en salir con la preocupación en la punta de los dedos, nos abrió la puerta principal mientras nos pedía tener cuidado y luego abrió la puerta del coche dejando que Shikadai y yo metiéramos a Inojin. Lo despertamos hasta que nos encontramos delante de su casa y mi madre ya había tocado a la puerta saludando a la señora Ino quién se encargó de despertarlo completamente y mandarlo a cambiarse. Nosotros tomamos asiento en la mesa de su cocina dónde el señor Sai toma el desayuno y la señora Ino bebe su taza de café de pie recargada de su barra.

—Así que tendré una pequeña exhibición pasado mañana, si es que tuvieran tiempo quisiera verlos ahí, no será algo muy grande pero me encantaría que lo vieran todos ustedes.

—Claro que si Sai, nos haremos un poco de tiempo para asistir. Estoy más que segura de que pronto van a descubrir tú arte y lo harán completamente famoso. ¡Sabes que siempre he sido fan de tus trazos!

— ¡Mm! —asiente su esposa mostrando una sonrisa detrás de su taza de café — ¡Él es un artista estupendo! Es un desperdicio que el mundo aún no pueda apreciarlo como lo hacemos nosotras.

Los adultos dirigieron la plática mientras nosotros asentíamos constantemente y les dábamos la razón de vez en cuando enunciándolo en voz alta. Apenas Inojin bajó, nosotros dos nos levantamos despidiéndonos a prisa y saliendo a su lado mientras mi madre se despedía tan amigablemente como siempre; al llegar a la parada Mitsuki subió entregando el uniforme de Shikadai quién comenzó a vestirse durante el camino. Inojin de pronto dejó la plática que tenía con mi madre para girarse con el ceño fruncido hacia Mitsuki.

—Simplemente no puedo creer que me robaras a Sarada chan... —sonríe perdido en sus alucinaciones... me atrevo a decir que obscenas —Tan linda...

—No te puedo robar a alguien que no era tuyo desde el inicio. —sonríe con su calma habitual — ¿Qué te digo? Simplemente sucedió de ese modo...

—No seas tan idiota, él tenía más posibilidades que tú, así que deja de quejarte.

— ¡Oh! —gira hacia Shikadai — ¿El señorito ya se encuentra de mejor humor?

—Para joderte siempre estoy de buenas... —sonríe duramente mostrando los dientes y el dedo del medio —idiota.

— ¡Dejen de decir tanta tontería, ya estamos llegando!

Antes de bajar me estiro sobre la palanca de velocidades para besar la mejilla de mi madre y agradecerle por traernos, los chicos agradecen desde el exterior del coche y ella nos sonríe dulcemente para desearnos un buen día y seguir con el suyo. Entre empujones y abrazos por los hombros nos ponemos en marcha al interior del instituto, pero apenas cruzamos el portón de entrada nos detenemos ante el llamado de una voz conocida... Chouchou nos saluda desde la acera de la calle mientras avanzaba felizmente tomada del brazo de Shinki.

— ¡Ey, chicos! ¡Buenos días!

—Que curioso... —comenta Shikadai dando una mirada de pies a cabeza sobre ella —te ves muy feliz, hasta no pareces tú...

— ¡Heee! —canturrea con orgullo — ¿Qué es eso que oigo? —rodea su oído inclinándose hacia él — ¿A caso es...? ¿Podría ser...? —ríe, volviéndose a tomar del brazo de Shinki —Suena bastante a envidia de que tengo pareja... —ríe estruendosamente acercándose a Shikadai para golpearle el brazo — ¡Envidioso!

—Vayamos, Shinki... —sonrío hacia él cortándole la escena al pararme delante suyo —te invitaré algo de la cafetería.

—Sería bueno, ya sabes que hoy no cuento con dinero...

—Esos dos siempre peleando... —comenta con disgusto siguiéndonos el paso entre el frotarse el oído con el meñique — ¿No se cansan nunca?

Mitsuki me golpe el brazo pidiendo que aceleremos el paso mientras Inojin nos sigue por detrás con los brazos detrás de la nuca y el rostro virado en nerviosismo, ante mis ojos Shinki sonríe de lado con una sonrisa triste y bastante forzada mientras a nuestra espalda Shikadai eleva el tono con bastante molestia.

— ¡Deja de ser tan infantil, esa sonrisa es tan fingida que hasta a mí me duele!

No necesito seguir escuchando para imaginarme la respuesta tan común y congelada de Chouchou "Pero qué... eres un idiota" acudir al insulto cuando se sienten atrapados, esa es su táctica. Al entrar en la cafetería mis pocos ánimos incrementan con prisa al solo reconocer su hermoso cabello, pero... mi sonrisa se borra al notar su mirada decaída y su rostro bajo, igual me acercó un tanto.

— ¡Ey, Hima! —elevo la palma en saludo.

Su mirada regresa en un latigazo lleno de sorpresa y miedo, me detuve sin comprender por completo su reacción, pero todo quedó más que claro cuando una tipa de cabello blanco como la nieve se colgó de mi costado abrazándose a mi torso... totalmente disgustado y molesto por tal invasión de mi espacio personal, giro la mirada hacia mis amigos.

—Inojin, ataca.

El idiota da un pequeño brinco de sorpresa como si se tratase de un verdadero perro entrenador, en segundos llega a nuestro lado hasta rodear el hombro de ella causando que su radiante mirada cambie por una de completo asco mientras me libera, yo retrocedo y esquivo esa escena para acercarme hasta Hima sin apartarles la mirada, no es hasta que la tengo a mi lado que puedo dirigirle una sonrisa y quitarle la charola de las manos, avanzo sin dudarlo hasta depositar un beso sobre su frente que la hace sonrojar apenas un poco.

—Por favor, —susurra —no dejemos que se enteré de nuestra relación, sería un verdadero problema si ella lo tiene claro...

—Haré lo que me pidas princesa, entonces... —dirijo la mirada sobre la cafetería buscando —te veré en la salida, tendremos que irnos a pie... ¡Ey! —elevo la palma en una saludo — ¡Iwabe, amigo del alma!

— ¿Disculpa? —detiene su andar señalándose — ¿Qué?

—Ayúdame un poco por aquí, amigo. —él se acerca y yo hago otro tanto —Necesito que ayudes a esta chica... —señalo detrás de mi sobre hima —por el día, solo evita que cargue cosas que no sean de ella ¡Y te pagaré!

— ¡He!

Rápidamente tomo su hombro haciendo que le demos la espalda a Hima para tener un poco de privacidad, mi voz disminuye.

—Verás, esa chica es mi novia, pero por el momento la chica de allá... —señalo con el mentón —no debe enterarse de que nosotros salimos. Dame un precio, el que sea colega, y te pagare para que la ayudes por hoy.

—Bueno... —da una mirada sobre ambas —bien, pensaré en el precio de mi tiempo, y en cambio... —me mira con una sonrisa triunfante —Shikadai y tú me van a ayudar a prepararme para mis exámenes.

— ¿Qué? —cuestiono desencajado.

— ¿Lo necesitas o no? —desprende mi agarre sobre su hombro para enfrentarme directamente —Se te acaba el tiempo, dime ahora.

Ante nosotros la palabrería de Inojin es detenida por un fuerte codazo sobre la boca de estómago, la tipa sonríe fingiendo ser una blanca palomita desconocedora de lo pasado con él y totalmente preocupada por su salud. Lo necesito, de verdad lo necesito, pero... no estoy seguro de su convenceré a Shikadai, aun así... no hay tiempo.

—Trato hecho. —entregó la charola —Toma esto y ayúdala lo más que puedas.

—Entendido. —gira hacia ella encaminándose con calma —Himawari, un gusto, mi nombre es Iwabe.

—Oh, sí. —da una leve reverencia cuestionándome con la mirada para enseguida volver su atención a él —Lo mismo digo.

—Ahora voy a escapar. —informo con una sonrisa señalando la salida —Te veo en la salida, hermosa.

En un movimiento rápido me inclino hasta besar sus nudillos, y al segundo salgo corriendo hacía Shinki quién ya tiene un pan dulce en mano y solo me esperaba para salir, caminamos juntos y apenas nos encontramos en las puertas de mi salón él se despide. Al entrar puedo notar a Choucho sentada en su pupitre con la mirada baja y decaída, Mitsuki se encuentra sentado al lado de Sarada y ambos se encuentran platicando en voz baja muy seguramente sobre el estado de Choucho, y Shikadai... mi amigo se encuentra en su sitio desviando la mirada de mí. Tomo mi sitio.

—Hombre. ¿Qué pasa?

—Si te dijera... —cubre su boca con frustración —que me enamoré de mi amiga... ¿Qué pensarías Boruto?

¿Chouchou? Así que por eso últimamente se la pasaban de discusión en discusión, mi risa sale por su cuenta logrando atraer su atención, pero en cambio de estar molesto luce bastante desanimado, su mirada vuelve sobre el sitio de Choucho y de su boca escapa un suspiro muy profundo.

—No lo sé colega, que... quizá debiste actuar más rápido. Solo mírala, de verdad parece que le dolieron las palabras que le dijiste... como su amigo debiste estar feliz por ella, pero...

—La verdad comúnmente duele, boruto. —expone con enfado frunciendo el ceño — ¿Qué hay con Himawari?

—Oh, bueno... su loca hermana ya ha entrado en la escuela, así que ella prefiere que no sepa nada sobe nuestra relación.

— ¿Qué? ¿Y eso por qué?

—Bueno... su familia en verdad está loca.

Centro mi mirada sobre el rostro de mi amigo, trata de aparentar estar normal, pero sus ojos no se encuentran aburridos o con sueño, están plenamente tristes y enojados además de que el puño en donde recarga el rostro se encentra fuertemente apretado; Choucho no se encuentra mejor que él. Exhalo un suspiro dirigiendo mi mirada sobre la puerta delantera dónde Inojin se adentra sujetándose el estómago con dolor.

— ¡Hombre, te agradezco que me hayas esperado!

—Te mostré a una chica bonita y nueva ¿No?

— ¡Sí, y ella me golpeó! Y para ser pequeña... —observa el sitio lesionado —de verdad que pega duro, oh... ¿Y estos dos que tienen?

Sarada se presenta ante nosotros tocando el hombro de Shidakai en apoyo —Será mejor no molestarlos por el día, solo ellos sabrán manejar sus problemas, deberíamos quedarnos fuera de esto.

—Por eso me caes bien. —confiesa con una pequeña sonrisa tocándole la mano.

—De hecho, es la mejor. —confiesa detrás de ella.

Sin vergüenza alguna Mitsuki le toma la mano libre causando que Sarada se sonroje ante sus palabras y toque, Inojin se asegura de demostrar su desagrado fingiendo vomitar enfrente de mí mientras Shikadai vuelve a ovillarse entre sus brazos; mi mirada vuelve sobre la puerta de entrada desde dónde puedo verla despedirse con una reverencia media de Iwabe, él me observa elevando el mentón en saludo y despedida, me levanto enseguida para dirigirme a ella y abrazarla en cuanto se dispone a entrar, pero nuestra unión dura muy poco pues ella enseguida se separa dando una mirada inquieta sobre el pasillo casi vacio.

—Perdona, pero ella podría vernos.

—No puedo abrazarte ni besar tu mano... ¿Será así durante todo el año?

— ¡De verdad lo lamento! —expresa en completa sinceridad.

Ella se pega a mi cuerpo rodeándome el torso en un fuerte abrazo, sin dudarlo la tomó en brazos descansando mis labios sobre la coronilla de su cabeza, al sentirme recargado me alejo lentamente tomándola por los hombros para sonreírle; ambos vamos a nuestros lugares y segundos después el profesor entra. Durante el receso mantuve la mirada atenta sobre Hima e Iwabe, su hermana no dejaba de acosarme siguiendo a dónde me dirigiera así que no fue muy difícil tenerlos en mi campo de visión; durante el penúltimo periodo pido permiso para salir al lavabo y apenas me encontraba llegando a los baños cuando ella se presentó cortándome el camino.

— ¡Ey! ¡Qué sepas que yo no persigo chicos! ¡Ellos son los idiotas que me persiguen a mí! —presiona mi pecho con su índice — ¡Así que ten esto claro, Boruto Hyuga! ¡TU SERÁS MI NOVIO A PARTIR DE ESTE MISMO MOMENTO!

No solo sus acciones físicas, su mirada, su tono, tiene más que creído que lo que dice es ley; exhalo un suspiro apartando su mano con fuerza moderada, ella se sorprende apenas un segundo mirándose la mano y al segundo me fulmina con la mirada. Pero yo comienzo a hablar antes de que su boca vuelva a abrirse.

—Mira niña, espero que puedas comprender esto, porque sinceramente no pienso repetirlo y gastar mi precioso tiempo con este teatro... —inclino mi rostro a una distancia prudente del suyo —YO YA TENGO UNA PERSONA QUE ME GUSTA. Ella es hermosa y créeme cuando te digo que no le llegas ni a los talones, además, me importa muy poco cuánto te mimen tus padres, tu dinero o cualquiera sea tu apellido. Yo solo amo a una persona, y no eres tú. Ahora muévete del camino que necesito ir a orinar.

La furia era clara en su rostro rojo, casi casi creo que podría salirle humo de las orejas, pero antes de poder ver tan irreal acontecimiento ella exclama un grito brutal y golpea el suelo con su suela para salir con pasos capaces de perforar los azulejos del suelo. El resto de las horas paso como de costumbre dejándonos marchar con tarea de más, al salir a la acera puedo notar a esa chica acosadora delante de su flamante limosina, ella me observa y su rostro se frunce horriblemente, su mirada vuelve al interior de la limosina y de pronto se sube con tal brutalidad que tira los libros de Hima en el proceso, apenas y daba un paso para ir a ayudarle pero Iwabe me gana el movimiento ¡Iwabe!

— ¡O... oye Shikadai! —tomo su brazo —amigo, sé que no es el mejor momento, pero...

—Tienes completa razón, no es el mejor momento, pero... —me observa inhalando profundamente —dime.

Shikadai ha estado decaído todo el día, sé que no es de buen amigo molestarlo con algo de este tipo justo ahora, pero... tengo que cumplir mi promesa.

—Yo... de verdad lo siento, fue mi error, pero... —agacho el rostro en una inclinación media —le prometí a Iwabe que le ayudaríamos a estudiar para los exámenes si cuidaba por hoy de Hima...

—A... sí, esta bien, solo dime el día...

— ¿Puedes animarte un poco? —cuestiona con desgana rodeándole los hombros por detrás — ¡Pareces un zombie!

—Oigan chicos, Sarada y yo nos adelantaremos —informa Mitsuki.

—Y Shikadai, sobre Chouchou... —informa delicadamente —creo que ahora se encuentra hablando con Shinki, —entrega un paraguas en manos de mi amigo —tómala y espera por ella.

—Ha... si, gracias...

—No tengo idea de lo que esta ocurriendo, pero ¡Animo! —palmea los hombros de Shikadai —Oigan, Sarada, Mitsuki ¿Me dejan cerca de mi casa?

El mentiroso de Inojin se marcha con ellos y yo vuelvo la mirada sobre mi amigo que permanece con la mirada fija en el paraguas que Sarada le acaba de dar, me decido por tocarle el hombro.

—Tú puedes amigo, solo espera por ella y aclaren todo de manera calmada.

—Yo... —me mira —gracias Boruto.

Le dedico una sonrisa y enseguida giro sobre los talones para dirigirme hacia Iwabe y Hima, mi mano descansa sobre el hombro de Iwabe, él sonríe dejando que nuestras palmas se encuentren en un saludo, y se despide casi enseguida dejándonos a solas. Apenas nuestras miradas se encuentran rodeo sus hombros dirigiendo mi mirada sobre la calle.

— ¿A dónde deberíamos ir ahora?

—Al centro, las clases de ballet me esperan... —expone con desgana.

Nuestras manos se encuentran y nos ponemos en marcha a la parada del bus en un minuto de silencio hasta que ella decide desahogarse sobre lo frustrante que es tratar con su media hermana, al subir al bus yo también le cuento sobre lo ocurrido con su hermana durante las ultimas horas causando que su expresión se alivie y una sonrisa incrédula cruce su bello rostro, de pronto su risa lleno todo el autobús mientras me pedía más explicaciones sobre la apariencia de su hermana en ese momento tan glorioso. Al estar frente al edificio dónde tomaría su clase de ballet, la sonrisa de su rostro se desvaneció por completo, su mirada se encuentra baja.

— ¿Todo bien?

—Es molesto hacer algo que no te apasiona, deberías de... —me observa tomándose de mi manga —avanzar con tu tarea mientras yo hago esta tontería —golpea su bolso dónde tiene su ropa.

— ¿No podemos simplemente... —observo el alto edificio de apariencia fina —saltarnos tu practica?

—Quisiera hacerlo, no sabes cuanto, pero la mujer conoce a mi madre...

—Bueno, entonces deberíamos entrar, y una vez acabes podemos ir a un café para terminar juntos con la tarea, o también podríamos ir al gimnasio, golpear un poco, ya sabes... —empujo su bajo con mi codo, ella sonríe.

—Estaría sumamente feliz de hacer eso!

Al entraren su salón de clases me dirige una sonrisa y saca la mochila de su hombro para dirigirse a los vestidores, yo me encamino por la sala consciente de las miradas curiosas de sus compañeras, el traje que llevan es muy... justo... creo que Hima se vería encantadora con él puesto. Tomo mi sitio en una pequeña banca de madera y saco mi mochila de los hombros distrayéndome con buscar mis cosas hasta que ella sale del vestidor y viene directo a mí dejándome sin habla alguna.

—Wow...

—Esto es tan estúpido —golpea la ligera falda suelta que cae sobre sus piernas en mayas.

— ¿Qué dices? —tomo su mano —Yo creo que te ves hermosa.

Doy un beso sobre sus nudillos y la dirijo allá dónde sus compañeras hacen estiramientos y cosas de ballet, nadie la saluda cuando se incorpora así que luego de dirigirle una sonrisa le muestro mis útiles y me pongo a lo mío dejándola ensayar tranquila. Al término de la clase he avanzado muy poco con mis deberes, ella viene con el rostro perlado en sudor y la respiración agitada, se limpia la piel con una pequeña toalla y con el dorso de su mano para pedirme que saque el cambio de ropa que tiene en su mochila.

—Solo espera un segundo mientras me refresco, nos iremos de inmediato.

—Toma tu tiempo, sabes que no tengo apuro por volver a casa.

—Bien, —avanza sin apartarme la mirada —solo un segundo, cariño.

La veo congelarse en el acto, y yo hago lo mismo mientras una inmensa felicidad aflora desde mi bajo vientre hasta las yemas de mis dedos, ante mi su espalda, y sus orejas coloradas en vergüenza.

—Estaré esperando.

— ¡Si... sí!

Comencé a guardar mis libros y en cierto momento dirigí mi vista sobre el gran ventanal del estudio, las gotas comenzaron a caer muy alejadas la una de la otra, y yo me inclino un poco al frente al notar que la lluvia arrecía al segundo, y no tenemos paraguas para cubrirnos. Ella sale un rato después alisándose el pantalón de mezclilla de cintura alta y ciñéndose su ligero suéter color durazno sobre la pequeña blusa de tirantes que deja a la vista un escote de muerte, me levanto aturdido mirando el esplendor de su belleza hasta que soy capaz de besar su linda frente, su cabello, lo ha recogido de forma distinta.

—Malas noticias —informo.

— ¿Qué pasa? —continua con su mirada directa a mí.

—No tengo un paraguas.

Dirige la mirada al gran ventanal —Oh... no hay problema. —toma mi brazo dirigiéndome una hermosa sonrisa —Abajo hay algunos que prestan, solo tomemos uno y vayamos por un café.

—Entonces vayamos.

El paraguas no era muy grande, pero nos las arreglamos, con mi mochila por detrás y la suya colgando al frente de mí, ella sujeta y cerca de mi costado, nos adentramos en las aceras mojadas y húmedas que apenas comenzaban a liberar un frio más cómodo mientras ella me hablaba de todas las fallas que tuvo durante su entrenamiento.

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