Capitulo 11.

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Editado: 28/03/2023

Este es un interludio (O como se diga) de la relación principal para saltar al ShikaCho

Bajo la lluvia.

Pov Choucho:

Aún faltaban unos segundos para que las campanas sonarán anunciando la hora de irse de la escuela, pero yo ya tenía todas mis cosas guardadas en mi mochila y estaba más que encantada con la idea de salir corriendo, por un segundo mi mirada se aparta del reloj de pared centrándose en el asiento de Shikadai. Odio este sentimiento, estoy tan enojada pero mis ganas de llorar están una carrera contra toda esa rabia acumulada y la verdad no sé cuál de ellas podría resultar peor; el toque es dado y enseguida me levanto saliendo en una caminata rápida con dirección al salón de Shinki, y apenas lo veo salir no puedo evitar dar una reverencia media.

— ¡Lo siento!

Mantengo los ojos cerrados, he sido una completa tonta al pensar que saliendo con alguien más podría olvidar los sentimientos que tengo por él, pero estaba tan... tan furiosa porque es una tremenda idiotez estar enamorada de mi mejor amigo, de verdad que lo es, Shikadai es mi mejor amigo desde siempre...

— ¿Qué haces? —toma mi brazo inclinándose para mirarme —Enderézate, vayamos a otro lugar.

Su mano toma suavemente la mía, aunque el arrastre que viene después es un poco más brusco, me guía por los pasillos hacia las escaleras... y por alguna razón yo ya estoy limpiando las lágrimas que se han salido de mi control, las muy tontas ya no atienden a la vergüenza que estoy sintiendo justo ahora. Al darme cuenta nos encontramos en la azotea, termino de limpiar mis mejillas para mirarlo.

— ¿Qué... qué hacemos aquí?

—Pues... —exhala un suspiro frotándose la nuca —hemos venido para hablar de nuestra fingida relación. Esta bien, yo comprendo que en este mundo no todos son para todos, aunque... no puedo negarte que de verdad me gustas Chouchou, es una lástima que no pueda hacer nada para que te fijes en mí... también entiendo que por alguna razón me pediste que fuésemos pareja, aunque no por la que yo quisiera...

—Yo... es que, yo... yo de verdad lo lamento, en verdad lo siento mucho, perdón, he sido una tonta monumental, yo no debí haber jugado así con tus sentimientos. Mis sentimientos me confundieron llenándome de frustración, actué tontamente... —cubro mi boca elevando el rostro —me sentía tan estúpida y no fui para pensarlo bien, y sé que suena como una muy estúpida excusa, pero ya no puedo retener todo esto que me invade. —Inhalo profundamente —Yo de verdad lo lamento, lo digo de corazón, de verdad lo lamento.

—Ey... —toca mis brazos con dulzura —esta bien, entiendo que a veces te puedes sentir desbordado con las cosas y eso mismo te hace actuar impulsivamente, ahora mismo todo esta bien entre nosotros ¿Lo entiendes?

— ¿De verdad?

—De verdad.

—Eres el mejor Shinki.

Mis manos acuden rodeando su torso en un abrazo, y él me recibe enseguida tratando de calmarme; al separarnos doy una nueva reverencia y él ríe cubriendo su sonrisa, yo me quedo quieta mientras se acerca hasta la maya y toma asiento contra ella, sigue riendo mientras me mira.

—Entonces... ¿Qué te tenía tan alterada? Confundida...

—Eso...

Mis emociones me aplastaron nuevamente mientras me dirigía hacia él en un caminar bastante lento y rastrero, al sentarme a su lado me abrace a mis piernas mirando directamente a la puerta para evitar su mirada.

—Una simple tontería, digo... solo imagínate enamorarte de un amigo de la infancia... —rio tristemente —ese tipo con el cuál jugabas de niños y del cuál has visto la peor cara... es una...

—De hecho, sería algo muy normal, al estar todo ese tiempo a su lado solo hay dos opciones viables... te has... —expone una respiración —acostumbrado a su acciones y te sientes a gusto a su lado al punto de que ya no tienes que preocuparte de nada ante él o ella, a ese punto supongo que sería normal enamorarte de esa persona... una relación es confianza y seguridad, debes sentirte a gusto con esa persona a tu lado. O bien... volverse como una familia, no ver a esa persona de manera romántica y solo tener esa confianza y seguridad.

— ¡No, yo creo que sería raro! ¿Y si solo una de las personas lo siente? Si uno solo decidiera declararse y con tan solo eso arruinara una relación de años, la amistad... todo eso dejaría de estar ahí... sería raro seguir una relación de amigos sabiendo que uno de ellos esta enamorado del otro, se sentiría... extraño...

— ¿Y cómo puedes estar seguro de que eso pasará? Puede ser que los dos sean muy maduros y si la situación llegara a presentarse ellos simplemente omitieran esa incomoda situación y pasaran a lo siguiente.

—Eso sería imposible. ¿Cómo pasar a lo siguiente? ¿Cómo olvidar lo que sientes?

—Chouchou, ahora mismo estoy hablando contigo como si nada hubiese pasado entre nosotros.

Oh... sé que Shikadai es alguien maduro, aunque no lo parezca, pero...

— ¿Y si se ríe de mí? ¿Si me dice que él no estaría tan loco como para salir conmigo? ¿Si... simplemente se aleja y me deja ahí?

Las lágrimas empañan mi vista dejándome en claro esta sensación de que pronto voy a sucumbir a al llanto vergonzoso que quiero evitar a toda costa, me apresuro a tomar aire y limpio mis mejillas secas para frotarme los ojos... entonces siento su mano en mi hombro, lo observo apenas un poco y ante mí puedo ver una lágrima rodar por su mejilla.

— ¿Dónde se esconde esa Chouchou de la cual me enamore? Esa chica fuerte y decidida a la cuál no le importa lo que digan de ella, la Choucho que me enamoró... ¿Sigue ahí en algún lado?

Mi mano apenas se dirigía a su mejilla en un intento de eliminar aquella lágrima, cuando otras tres cayeron desde el cielo, Shinki se levantó a prisa tomando mi mano para ayudarme a levantar y dirigirnos a cubierta. Las gotas caen en una densa cortina.

—Además, no creo que él sea tan idiota.

Apenas se giraba para mostrarme la sinceridad de sus palabras cuando una toalla aterrizó duramente sobre su rostro, mi mirada descendió por las escaleras en dónde una chica rubia se recargaba del barandal con los brazos cruzados apenas mirándonos por unos segundos.

—Por fin te encontré. Vendrán por nosotros pronto, así que sécate y vámonos.

—Yodo... —expone.

—Y antes de que lo olvide, ese chico... —me observa —el tipo con el cuál siempre estás peleando, esta abajo y parece algo desesperado.

— ¿Shikadai?

Mi corazón late con el simple hecho de pensar en él, vuelvo la mirada sobre Shinki obteniendo su sonrisa mientras se cuelga la toalla sobre los hombros, una sonrisa se dibuja en mi cara y en segundos me encuentro bajando las escaleras en una carrera. Los pasillos ya se encuentran solos y el único sonido que reverbera es el de la fuerte lluvia junto al resonar de mis pasos, son tres pisos de gradas y pasillos, y aunque ya me encuentro casada sigo corriendo; al llegar a la salida puedo verlo plenamente sorprendido, retomo aire lo mejor que puedo y trato de erguirme como normalmente lo haría.

— ¡Ey, idiota! ¿Por quién esperas justo ahora?

—Por ti, tonta. Vamos, —abre el paraguas —si no nos damos prisa comenzará a llover incluso más fuerte.

Mi sonrisa sale aun sin mi consentimiento así que decido ir por mis zapatos, él se adentra quitándome la mochila de los hombros y me tiende la mano para ayudarme a levantar, pero aún de pie no me suelta. Nos encontramos parados frente a una cortina de lluvia sin mirarnos.

— ¿Por qué tardaste tanto?

—Es que... me di cuenta que me estaba engañando con lo de Shinki.

—Vaya... —musita lo menos ofensivamente que puede — ¿Y cómo fue que te diste cuenta?

—Cállate. —pido al notar esa mirada de superioridad que dirige.

Él ríe sin poder controlarlo causando que sus mejillas se hinchen en un tono colorado y sus ojos se entrecierren, mi sonrisa emerge.

—Ha, cierto... —saca una notita tendiéndola para mí —Léelo.

De un solo paso cruza hacia la lluvia mirándome por un segundo, antes de bajar la mirada, mis manos se deslizan sobre las esquinas del papel y lo abro... "Sé que puede ser una estúpides, pero..." mis mejillas se acaloran a pesar del frio ambiente proporcionado por la lluvia... "Pero creo que me gustas Chouchou, yo... solo quiero saber que piensas de esto, es decir... si no sientes lo mismo puedes olvidar que he escrito esto" Una pequeña risa escapa de mi boca, doblo el papel guardándolo en el borde de mi falda, me encamino hasta su lado tratando de no mirar su rostro sonrojado.

—Si lo haces...

Observo de reojo como él sonríe y siento su mano entrelazándose con la mía, nuestro camino da inicio.

—Te dejaré en tu casa, boba.

Yo rio —Gracias, tonto.

Luego de dudarlo por un segundo me inclinó sobre su mejilla depositando un beso, de pronto ambos nos sonreímos y seguimos nuestro camino. Guardaré esta nota toda la vida.

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Si les interesa saber lo que paso con Shinki y Yodo, lea por aquí.

Seguí secando mi cabello mientras Yodo en la parte baja del descanso continúa recargada de la baranda masticando su chicle sin mirarme.

—Yo te lo dije —expone por fin.

—Lo hiciste...

La observo detenidamente hasta percatarme de aquel enrojecimiento que le pinta las mejillas, realmente, ese fleco le ayuda a esconder todo. Tomo asiento en la escalera a su lado y extiendo mi mano hasta tomar su flequillo y poder guardarlo detrás de su oreja, ella se sorprende un poco dando un respingo.

— ¡He! —expone apenas subiendo el tono un poco — ¿Qué haces?

—Admirando...

— ¿Admirando qué, idiota?

Sonrío mientras ella se acomoda el fleco de vuelta sobre su rostro, de un solo movimiento me levanto hasta poder abrazarla por el hombro para descender de ese modo las escaleras sin darle ninguna explicación a su pregunta, mis pasos cesan frente a un salón del segundo piso en el cual me adentró con ella bajo mi brazo hasta llegar a la ventana, mi mirada se resbala desde el cielo hasta el camino desde dónde puedo verla junto a Shikadai compartiendo un paraguas.

—Lo tonto que fui... —contesto finalmente.

— ¿Qué? ¿Eso... como podrías verlo en mi cara?

—Porque soy... igual que ella.

— ¿De qué hablas? ¿Te has golpeado la cabeza?

Rio dando una negativa —No lo hice, yo también engañé a mi cabeza haciéndola creer que de verdad la quería hasta ese punto... ella es increíble, y me agrada, es guapa y pese a todo inteligente, puedo hablar de lo que sea con ella y... —asiente —trata de entenderme, pero...

—Tú conversación es realmente rara.

La veo sacar su móvil, siempre escondida detrás de algo para no dejarles mirarla... de pronto toma una llamada...

—Pero la verdad es que no estoy tan embelesado de ella —frunce el entrecejo tratando de escuchar la llamada por sobre mi voz —estoy realmente enamorado de ti, mi amiga....

El estruendoso rayo a lo lejos trae consigo un relámpago brillante, ella se queda paraliza... cuelga la llamada y de pronto se esconde jalando su capucha en un intento de cubrirse el rostro, me empuja sin mirarme y sale hecha un mar de nervios y enfado.

—Eres un idiota. Ya han llegado por nosotros...

—No huyas tú también.

Cierro la distancia entre nosotros tomándola del brazo hasta atraerla de mí y poder rodear su cintura para por primera vez, no... por segunda vez, besar sus labios; lo puedo recordar mientras su aliento y el mío se alinean, mientras sus labios torpemente se unen a los míos en un encuentro y una despedida, cuando su piel se aferra a la mía, se despide con pereza y se reencuentra con anhelo, lo recuerdo... cuando éramos más chicos durante una clase de defensa personal ambos pisamos mal, caí sobre ella... sobre sus labios, recuerdo su cara sonrojada y como entró en pánico empujándome en el primer momento que creyó correcto, ahora lo veo... esa vez, no solo ella sintió algo, no fui capaz de comprender mis propios sentimientos en aquel entonces, pero ahora lo veo, lo siento... siento mi corazón acelerarse cuando sus manos se aferran sobre la camisa en mi pecho. Nos separamos en un jadeo, nuestros ojos se encuentran, sus labios un poco enrojecidos por nuestra unión y un leve y casi invisible hilo de saliva, mía, sobre ellos... hermoso.

—Idiota.

—De verdad que lo soy... —tomo su mano —vayamos al auto.

—Bien...

Por primera vez Yodo recoge su largo flequillo detrás de su oreja y se baja la capucha, caminamos juntos tomados de la mano y corremos bajo la lluvia para llegar al coche, yo abro la puerta para dejarla pasar primero y después subir a su lado. Reímos al compás mientras mi mano descansa sobre la suya en el asiento.

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