14 : la sopa soluciona todo y la tarta de fresas, ¿también?

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Cuando despierta de su siesta y su madre está en el marco de la puerta de su habitación con sus brazos cruzados y su ceño fruncido, Rosé sabe que los decepcionó, así que se gira en la cama y le da la espalda a su madre. No quiere ver la decepción en los ojos de sus padres porque le duele saber que Lisa la mirará de la misma forma o incluso peor.

—¿Estás mejor, hija? —su madre pregunta y Rosé quiere llorar, menos no le dejarán de hablar—. Tu padre dice que te tomes las pastillas que están en la mesa de noche, luego te traerá sopa.

Asiente y con un suspiro cansado y dolorido se incorpora lo que más puede en la cama, todo sus músculos se quejan. Sus piernas ya no duelen y sus brazos tampoco, sus costillas aún se quejan y los moretones tampoco se irán fácilmente. Bebe agua y baja las pastillas.

—Dile que gracias por las pastillas. —dice en un susurro y vuelve a deslizarse hacia abajo en su cama.

—Díselo tú misma cuando suba con la sopa, cachorra —su padre dice y le enciende la televisión de la habitación. Asiente ante lo dicho—. También dile que deje de llorar.

—¿Qué? —se tensa y se mueve rápidamente para mirar a su madre a la cara, todo su cuerpo se queja por el repentino moviendo.

—No hagas eso que te harás más daño —ella llega a socorrerla y le acomoda la almohada para que su cuello no duela—. Está como loco horneando y diciendo que su cachorra es un ángel caído.

—Pero... —no entiende lo que está pasando, su padre debería estar muy enojado con ella.

—Sí, estuvo mal lo que hiciste y aún no terminas de recibir tu merecido, pero tu padre... —su madre le sonríe y niega con su cabeza—. Él está tan seguro que esa omega es tu predestinada, dice que ni bien termines de recuperarte debes correr a disculparte con ella.

—¡Y debes estar presentable y llevarle las flores más bonitas! —su padre habla desde el marco de la puerta, tiene una bandeja con un plato de sopa y otras cosas más.

—¿No deberías estar enojado conmigo? —pregunta con un puchero y su padre frunce el ceño dándole una mirada dura.

—¡Claro que lo estoy! —deja la bandeja en la mesa de noche y lleva sus manos a su cadera—. ¡Pero el amor es más importante, cachorra! ¡No debes dejar ir a esa bonita omega!

—¿Eso significa que no estoy castigada ni nada? —hace ojitos de cachorrita y su padre suaviza su ceño.

—Claro que sí, tendrás que limpiar el tejado con tu madre. Las cosas no se hacen solas en esta casa —joder, por lo menos no tendrá que mover muebles—. Pero primero debes comer para mejorar.

***

Miserable. Lisa se siente miserable y con muchos otros malditos sinónimos y adjetivos negativos más, su pecho duele y su omega no para de llorar. No pudo dormir en toda la maldita noche, desde el martes por la tarde está llorando como una idiota por toda la casa y tiene a seis alfas cuidando de ella como si fuera una jodida bebé.

Ayer por la mañana sus hermanos alfas llegaron con algo de sangre en los puños y oliendo a feromonas fuertes de enojo, si no fuera una maldita omega pura se hubiera retorcido. Sus padres estaban muy enojados con los alfas y Lisa no sabe exactamente a quien golpearon, tampoco se dijo ni una palabra al respecto, sobre todo porque Lisa es una maldita genio y sabe perfectamente a quien pudieron haber golpeado.

Está acurrucada en el sillón, negándose por segunda vez consecutiva ir a clases y no recibiendo ninguna queja por parte de sus padres. Ellos estaban tan enojados cuando supieron todo, que todo no fue más que una mentira y una asquerosa apuesta. Su pa Khun la abrazó hasta que dejó de llorar aquella tarde. Eso no implica que no haya llorado como una maldita idiota todas las otras horas restantes de estos días.

Escucha un golpeteo en la puerta principal y no hace atisbo de moverse del sofá, su película favorita se está reproduciendo en la televisión. El timbre suena y escucha pisadas rápidas en las tablas de la escalera. Su papi WooYoung debe entrar al trabajo dentro de una o dos horas, luego de eso, hasta las cinco de la tarde está completamente sola en casa y podrá volver a llorar y discutir con su omega para que deje de llamar a su alfa porque no hay tal.

—¿Necesitas algo, panquesito? —su padre pregunta rápidamente mientras corre hacia la puerta y ella murmura un "no". Sabe que su padre la escuchó aunque apenas fue audible—. Está bien, cariño, luego te doy más chocolate.

Asiente y se hunde más en las mantas del sofá, hay sweaters, camisas, pantalones, faldas, calcetines y muchas otras prendas de los alfas que viven en la casa. Ellos hicieron un nido improvisado con ropa, almohadas y mantas en los sillones de la sala para que pueda estar más cómoda, así que por eso mismo desde ayer por la mañana no hace más que salir del nido para ir al baño.

—¿Lisa? —su padre habla desde la entrada de la sala con un tono confuso—. Hay un señor muy agradable que está preguntado por ti. —frunce su ceño y se incorpora a penas en su nido. No ha conocido señores extraños en estos días, no que recuerde al menos.

—¿Debo salir? —pregunta con un puchero y su ceño fruncido en confusión. Su padre asiente meneando su cabeza de forma extraña, como si dudara.

Así que con mucho esfuerzo y una manta que huele a hogar, a todos sus hermanos y sus padres, que es tan suave y cálida, sale de su nido y camina con los calcetines casi salidos de sus pies. Cuando pasa junto a su padre ella acomoda a penas su cabello.

Se asoma cuidadosamente por la puerta y ve al señor más dulce y cálido que jamás haya visto, recuerda haberlo visto antes pero no sabe dónde. Aspira un poco el aire y el hombre huele a frutos del bosque, cuando recorre el rostro del omega mayor un balde de agua fría recorre su espina dorsal y cae en cuenta. Mira detrás suyo para ver si su padre sigue cerca. Él tiene los ojos de ese marrón que no la deja dormir tranquila.

—¡Ow eres tan adorable! —el omega arrulla y la examina. Siente que sus mejillas se sonrojan, ni siquiera está presentable—. Lo siento, hola. Soy el padre de Rosé, Park JiYong, ¿Y tú debes de ser Lisa, no?

Oh... uhm sí. —asiente, un calor se expande por sus mejillas y desvía su mirada al piso.

—Eres tan bonita, ya veo porque... —el hombre se aclara la garganta y siente a su padre detrás de su espalda—. Lo siento, debo dejar de divagar. Vine a dejarte esta tarta en forma de disculpa.

No había visto a la tarta, pero cuando el hombre la desliza hacia el frente con una dulce y cálida sonrisa se le hace imposible no notarla. Esta huele a fresas y huele como si hubiera sido recién horneada, se le hace agua la boca de solo recordar la tarta anterior, el omega tiene las manos más divinas para hacer tartas.

Oh... No quiero ser inoportuno, pero no... —su padre comienza, seguramente intentando rechazar la pobre tarta. ¡No, este hombre está loco! Este tipo de cosas no se rechazan.

Oh, no tenía porqué, señor, pero muchas gracias —sonríe y se gira para mirar a su padre, le da su mirada más convincente de cachorrita y hace puchero—. ¿Podrías tomarla por mí papi? Mis manos están ocupadas.

—Yo... —su padre abre sus ojos en sorpresa y la corre cuidadosamente hacia un lado—. Claro, muchas gracias, señor Park. —él dice con una sonrisa amable y toma la tarta entre sus manos.

—No es por nada señor Manoban. Solo vengo a dar mis disculpas, Rosé es una cachorra tan tonta a veces que no nota lo bueno hasta que lo pierde —Lisa traga en seco ante la mención del nombre y tensa su cuerpo, su padre hace exactamente lo mismo—. No quiero importunar pero, ¿Podría hablar a solas con Lisa un segundo?

Siente a su padre ponerse más tenso, incluso cree que dejó de respirar y si lo mira de reojo puede ver su entrecejo fuertemente fruncido. Necesita calmarlo antes de que haya una discusión completamente innecesaria, así que se gira a mirar a su padre y le da la sonrisa más sincera que puede.

—Voy a estar bien, papá, puedes llevar la tarta dentro, de paso. —su padre recorre su rostro con la mirada y asiente.

—Fue un gusto conocerlo señor Park, muchas gracias por todo. —él dice antes de irse a la cocina con una caminata robotica y su espalda dolorosamente tensa.

—Quería decir que, Rosé ayudó a preparar la tarta y yo no soy quien para hablar por ella, pero sé que lo siente mucho, cachorra —el omega sonríe dulcemente con algo de melancolía—. No quería decirlo frente a tu padre porque estoy muy seguro que me hubiera tirado la tarta en la cara. —Lisa se permite reír con el hombre y se acurruca más en su manta.

—Muchas gracias, pero no creo que pueda perdonar a Rosé por lo que hizo. No fue correcto. —suspira y se apoya en el marco de la puerta.

—Sé que no es fácil, pero mi corazón me dice que ustedes están predestinadas —.antes de que Lisa pueda tragar saliva y asimilar lo que el omega dijo, él se despide—. Debo irme, pero espero que disfruten la tarta.

Él se despide con una linda sonrisa y feromonas paternales que de alguna forma la hacen sentir segura, sube a su auto y se marcha. Se pierde en la esquina de su casa y ella no puede moverse de su lugar, está estática, viendo el viento correr entre los árboles y haciendo que los lirios de su jardín bailen junto a la brisa. No estaba lista para escuchar eso del padre de la alfa del que tanto a estado jodidamente enamorada estos últimos años.

***

Son las cuatro y el timbre suena, mierda. Sus hermanos están en clases y sus padres trabajando, no hay nadie quien abra la maldita puerta, en realidad sí lo hay, pero no quiere hacerlo. El timbre vuelve a sonar y se esconde debajo de las mantas, finalmente el timbre para de sonar y el golpeteo se detiene.

Pero no es como si el universo en algún jodido momento esté con ella porque el gran ventanal que está en la sala y da a la calle suena, el molesto ruido del vidrio siendo golpeado hace que se levante, tropieza con algunas prendas y su omega se queja por desordenar su nido. Matará a quien sea que esté molestando. Corre la cortina furiosamente y los ganchos se quejan fuertemente contra el caño de bronce. Maldita JiSoo.

—¡¿Qué demonios quieres, bastarda?! —un poco de su saliva salta en los vidrios y JiSoo salta en su lugar del otro lugar—. ¡Busca la maldita llave bajo la maceta! —y con eso vuelve a su cómodo y cálido nido.

Luego de uno o dos minutos, los últimos minutos de paz, la llave en la cerradura haciendo clic se oye y luego una JiSoo muy agitada cierra la puerta, escucha sus molestos y rápidos pasos hacia la sala y se golpea la cabeza contra el respaldo del maldito sofá. Solo quiere morir en su maldita miseria, ¿No pueden simplemente dejar que lo haga?

—¡Maldita inútil! —JiSoo está parada en la entrada de la sala y la está apuntando con su dedo—. ¡JeongGuk juega en cuarenta minutos, mueve tu maldito culo!

—¿JeongGuk? —pregunta confusa y salta en su lugar—. ¡JeongGuk! —se tira al piso y se enreda entre las mantas, JiSoo intenta ayudarla y chilla—. ¡No toques mi nido, maldita!

Ella levanta las manos en el aire y se hace a un lado, logra salir de entre las mantas y las prendas y corre escaleras arriba. Maldita sea. Necesita bañarse rápidamente y prepararse, a la mierda Rosé y a la mierda todos esos malditos, JeongGuk es más importante. Toma la ducha más rápida de su vida y se viste tan rápido como la luz.

Cuando baja las escaleras corre a la cocina a tomar un poco de agua y toma algunos snacks de los estantes. Corre a la sala donde JiSoo está sentada en el pequeño escalón que separa la sala de la entrada y toma una campera de su papá WooYoung de entre la ropa del nido. Corre hacia JiSoo y toma las llaves que están en el llavero, la alfa sale junto a ella y cierra la puerta rápidamente. Joder odia tanto vivir a quince minutos del colegio.

—¡Corre, maldita idiota! —grita y comienza a correr a su máxima velocidad, para ser una omega es más rápida por ser una pura, tiene casi la misma fuerza y soporte que un beta—. No tengo celular, tendrás que avisarle a mis padres que estamos allí.

—Tus hermanos nos están apartando un lugar. —JiSoo está igual de agitada que ella. Ni siquiera sabe qué hora es, pero sabe que van tarde y no podrán saludar a JeongGuk antes del partido.

Apuesta o no por un maldito juego de Mario Kart, deben estar ahí para apoyar a su amigo. Es una promesa legítima.

¡Gracias por leer!

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