Nunca pensé que haría algo así.

Nunca pensé que empezaría a escribirte cartas como si estuviera locamente enamorado de ti. Y me pareces atractivo, irresistiblemente atractivo, aunque no lo creas. Porque sé lo que piensas, sé que piensas que la marca en tu cabello es ordinaria, que tus ojos son simples, que tu piel es demasiado pálida, que tu sonrisa no es lo suficientemente brillante.

Porque te veo cuando estás cabizbajo, conozco esa sonrisa que das cuando te escondes, cuando huyes de lo que sientes realmente y escondes las cicatrices que te han marcado tanto tiempo.

Pero, ¿sabes? No las puedes esconder de mí, porque yo lo veo, yo lo estoy empezando a ver en esos pequeños momentos de debilidad que tienes cuando hacemos cosas juntos.

Veo el brillo en tus ojos aúreos cuando ríes, cuando ríes de verdad, cuando estamos solos. Porque ese color dorado parece resplandecer de verdad cuando estás feliz.

Veo tu sonrisa iluminar mis días, esa sonrisa de diversión perversa o tu sonrisa de satisfacción cuando consigues hacer un ejercicio de matemáticas a la primera.

Siempre que nos vemos, me encuentro a mi mismo tentado de recorrer esa marca en tu cabello con los dedos, porque sé lo mucho que te gusta que te acaricien el pelo, porque sé lo mucho que lo cuidas aunque no te guste mucho admitirlo.

Porque aunque no puedas verlo por ti mismo, me encantaría poder hacerte ver lo impresionante que eres.

Con C̶a̶r̶i̶ñ̶o̶   Aprecio,

Hipnos.