Capítulo 2 | Pesadilla |

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Primer día y ya estábamos de excursión. Y por si fuera poco, lo necesitaba.

Quería sacarme de mi mente sus ojos; todo.

El camino estaba enpiedrado y ya habían pasado unas cuantas horas desde que llegamos. Desde que la guía nos mostró el museo en dónde nos quedamos viendo de todo y nada.

Yo sólo me maravillaba con los retratos y objetos en el que podría inspirarme para escribir historias de esa época, cosa que me faltaba mucho para aprender.

Una punzada en la cabeza hace que me maree y mi compañero de atrás me sostenga por el brazo y me diga que tenga cuidado. Me suelto rápidamente y pido disculpas.

Aceleré el paso hacia atrás y quedarme sentada en la fuente sin agua.

(—¿Qué es lo que quieres de mí? ¡No soy nada de valor! —se me quiebra la voz, aún así no dejo que se me derramen lágrimas de la impotencia o tristeza.)

(—Vengo a recordarte. A torturarte, no puedes escapar de mí, Xi-san.)

Cierro los ojos, sin poder prepararme mentalmente para lo que se me viene como remolinos que atacan mi corazón y sangran de dolor.


∆Flash Back

—¿Qué significo para vos?

—¿Qué significas? Todo. Desde que te confesé lo que sentía, te convertiste en mi todo. Te lo dije en persona: te amo. Pero lo más difícil, es que no sé cómo demostrártelo.

Amor con cuatro letras que me dan miedo.  Porque eso siento por ti: miedo y amor. Y con ello, soy la idiota de las grandes idiotas: "que mi actitud no te haga confundir lo que siento."
¿Y sabes por qué? Siempre estoy a la defensiva hasta que meto la pata y la cago mal. Porque de querer; te quiero más de lo que demuestro... —suspiro— Dos palabras que no le daba mucha importancia hasta que cobran mucho sentido, sólo por ti.  Y es por esa misma razón, de la cual no estoy muy segura. Porque cuando estás tú, todo cambia, yo cambio, todo mi mundo cambia.  Y entre mis sentimientos y mi actitud, éstas se desbordan tanto... que no interactuan juntos, que soy un desastre en ello.  Y vuelvo acobardarme de nuevo. Rehuyendo, ocultándome en palabras, en libros, en la lectura. Solo para saber una cosa.
¿Cómo hace el personaje para estar seguro de sí mismos, de sus actos, de sus sentimientos y de sus palabras?
Yo apenas puedo dirigirte la palabra.
Leyendo frases que no tienen sentido para mí: "si te quiere, que lo demuestre." ¿Pero cómo? ¿Cómo demuestras a alguien lo que sientes? Pero otra pregunta ronda en mi cabeza. ¿Por qué es difícil demostrar? ¿Es por miedo? ¿Es porque tememos que vean nuestro «yo» interior? ¿Es porque nos sentimos muy vulnerables hacia esa persona?  ¿Orgullo? ¿Cobardía? ¿Timidez? ¿Qué es? ¡Qué es!  ¿Qué impide que te demuestre que me importas? ¿Qué tengo que hacer para que lo que diga, haga, escriba y escuches, sea verdadero?

—¿Por qué les pones a tantas preguntas de interrogación, a tantas preguntas tontas?

—Es por la misma razón, la cual no lo considero tonto. Es porque, por ti cambiaría.  Pero dicen; "quién te conoció y te quiso por quien eres. Te querrá así tal cual, con defectos y todo." Y aún así; ¿sería bueno cambiar?

—Una relación no se basa en sentimientos.

—Eso creí. Porque me haces acordar a mí, lo que fui una vez. Y se rompió con los años.

∆Fin del Flash Back

—¡Xixi! —canturreó alguien corriendo.

Abrí los ojos e hice una mueca dolorosa. Tomé con mis manos la cabeza para que se mitigara el dolor.

—Che, Xi. ¿Estás bien? —preguntó otra, pero esta vez, una voz a mi lado.

—Sí, sí. Sólo me duele la cabeza un poquito y me vine a sentar. ¿Ya nos vamos? —digo con ansiedad, pero el recuerdo es tan fresco, tan avasallador...

—No, pero tenemos que irnos. La mujer nos va ha mostrar no sé qué carajos, algo así de la sala de biblioteca y salón de no sé qué.

—Ah —fue lo único que pude decir.

(—¿Xi-san, dejarás algún día, perdonar?)

Las chicas se fueron dejándome sola una vez más; alegando que las alcanzaría en un rato.

Él, de cabello negro como el cuervo, ojos azules como la escarcha, piel tersa y blanca, barba de días, un perfume varonil. Toda su persona dictaba masculinidad. Todo en él, era peligroso.

(—No. Y lo sabes muy bien —respondí de mal manera.)

(—Que llenes tu corazón de resentimiento y odio, no ayudará a que salga de tu vida; es más, estimula a que siga a tu lado —y su sonrisa llena de picardía, aúnque en ocasiones eran llenas de misterio, alegría u otra cosa, hacían que mi piel se erizarán.)

(—Digas lo que digas, siempre recordaré que...)


Siento los ojos pesados, pestañeo varias veces sin poder evitar moverme y sentir el pinchazo en mi espalda junto con los murmullos de un gentío.

—¿Xi? ¿Me oyes? No trates de moverte por un rato.

(—Supongo que ésta vez, me sobrepasé —susurra el Sr. Recuerdo aunque lo haya escuchado, sé que es con intención.)

Alego a decir que estoy bien. Me siento en el piso como indio y me tienden dos galletitas saladas y un jugo bagio chiquito. Agradezco a la profesora.

Creo que me irá muy mal cuando avisen a mi madre de que me haya desmayado. Claro que lo dudo mucho.

A veces, me pregunto por qué me tiene que pasar esto a mí, y no, no hablo del incidente como éste, sino por el tema de verle a él y nadie pueda verlo más que yo. Y sí, me frustra, me enoja y hace que dude sobre si estoy cuerda o no.

(—¿Sr. Recuerdo, tienes otro nombre?)

(—No que yo recuerde —se escoge de hombros con media sonrisa, fijando su mirada en otra cosa.)

Todo a mi alrededor transcurrió rápido, y me alegré por ello. Ya quería estar en mi casa, en mi cama y que nadie me molestara. Cosa que primero aprovecharía con una buena ducha.

—¡Xi, mamá te llama!

—¡Voy! —rode lo ojos, dejando la toalla y la ropa limpia que usaría de pillama en el borde de la cama.

Siento un puñal en mi costado inesperadamente, ¿cómo es que...?

—Hola, bonita. Por fin te encuentro.

(—Xi, lo siento. Pero sabes que la niña Casualidad le gusta hacer de las suyas.)

—Hoy puede que seas mía, otra vez —su dentadura amarilla, su aliento en mi oreja después de caer en sus brazos por la herida y sin que las piernas o brazos me respondieran, su aspecto horripilante y desgarbado me repugnaba.

Lágrimas silenciosas caían por mi mejilla, todo mi ser gritaba que me apartara, que corriera, que lo alejara de mí. Y sea lo que sea que esté causando ésta parálisis en mi cuerpo, maldecía en lo más profundo del corazón.





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