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Dormir fue mi mejor opción, me esperaría un largo día junto a mi abuela en el hospital. Cerré mis ojos.

Prometo que te cuidaré desde el cielo junto a tu madre, las dos estaremos pendientes de ti, la vida me devolvió a mi hijo, el de verdad, para verlo por última vez, te ayudaré para que descubras la verdad, juro por la felicidad que me has dado, desde que naciste que te ayudaré, lo juro...

— ¡Andrea!, ¡Andrea, ¡Andrea!.

Sentía unos gritos leves, que se fueron acercando cada vez más.

— Andrea, despierta hija —vi la cara de mi padre cerca de mi rostro con el ceño fruncido.

— Vale, padre ya voy, ya voy —me levanté apartando su cara, con mi mano— seguido un beso mio en su mejilla se posó cariñosamente.

— No me estes hablandando, son las nueve y media, corre —salió de mi habitación, cerrando la puerta lentamente mirándome a los ojos y sacando la lengua con un gesto de burla— si, ese era mi papi.

Me levanté, de una vez por todas y me peine, como no había traído nada a casa de mis abuelos, pedimos un taxi para ir a casa.

Al llegar nadie nos preguntó por mi abuela y me extrañé, juraría que Ruth no había dicho nada.

— ¡Oigan!, a la señora Daysi, la empujaron por las escaleras y está en el hospital, hoy será la operación ya que se fracturó la cadera —grité a todo pulmón y mi padre puso su mano sobre mi hombro.

— Así es, por lo que veo Ruth no les dijo, les comunico a todos que tengo planeado traer a mi madre aquí hasta que se recupere.

Todos nos prestaban mucha atención, sus caras expresaban tristeza, mi padre y mis abuelos, siempre fueron muy cordial con los empleados, al terminar subió a su habitación para ducharse para irnos y yo hice lo mismo.

Pantalones anchos de cuadro
Body negro
Zapatillas negras

Perfecto para el hospital.

Pensaba mientras veía la ropa que había seleccionado, me vestí, de mi armario cogí una pequeña mochila y eché el cargador, mi cepillo de dientes y ropa interior, por si acaso a mí padre se le ocurría quedarnos de nuevo en casa de los abuelos. Bajé las escaleras corriendo y estaba él esperándome parado en la puerta.  Por primera vez, en tantos años, usamos su coche. A Ruth no la vimos, no estaba en casa, pero a mí querido padre no parecía importarle.

Llegamos al hospital y preguntamos por el cuarto donde estaría mi abuela, la recepcionista nos atendió maravillosamente y un enfermero nos guió hasta la habitación.

Describirla dolía, mi corazón se desmoronaba al verla, estaba entubada y sedada, el enfermero nos explicó, que tuvieron que pasarle Cortisona intravenosa (medicamento para el dolor), para aliviarla.  Aún dormía, mi padre no pudo evitar que de sus ojos cayeran lágrimas.

Mientras sufrían por el estado de Daysi, se realizaba una llamada desde un lugar de Kansas.

¿Todo está listo?.

Si, ¡todo salió a la perfección!.

Perfecto, entonces, ¿pasamos a la segunda parte del plan?.

Cuando me digas, podemos matar a la vieja.

Un momento, he recibido un mensaje, me informaron que Daysi está en el hospital, la operan hoy a las diez y media.

No importa, luego te envío más información, sobre el plan y cómo acabar con la existencia de  la reina de los billetes.

Ok,Bye.

_________________________________________

— No llores, todo saldrá bien, veras.

— Dios te escuché mi vida —secando sus lágrima sacó su celular— llamaré a tu abuelo, él se levantó bien temprano para llegar antes que nosotros y debe andar por aquí, voy a salir un momento.

— No te preocupes, yo me quedo con ella, está en buenas manos —mientras tomaba la mano de mi abuelita, esperé que Robert se fuera para hablarle .

Abuela, tuve un sueño, donde me hablabas, por favor no te mueras, no puedes morir, eres todo lo que tengo junto a abuelito y papá, presiento que Ruth no es mi madre, he descubierto tantas cosas, necesito saber por qué me ocultan algo, por favor abuela, no mueras, te necesito.

Bajé mi cabeza haciendo tocar mi frente con su mano, lágrimas incontrolables rodaban por mis mejillas. Ese sueño me tenía perturbada, no quería perderla. El sonido de la puerta abriéndose me hizo reaccionar.

— Hola mi vida — la voz de mi abuelo, se escuchaba triste, sin ánimo.

— Hola, abu, ¿cómo estás?.

—  Bien cariño, hoy me levanté con esperanza de que Daysi mejore.

— Me alegro mucho abuelo, ella saldrá de esta. ¿Y mi papá?.

— Tengo fe de que sí. Tu papá fue a buscar algo de comer para ustedes. ¿Estabas llorando?.

— No te mentiré, si estaba llorando, sabes lo importante que ustedes son para mi. Abuelo tu debes de saber algo que estoy presintiendo hace días.

— ¿Qué te atormenta cariño?.

— Es sobre Ruth, he descubierto que posiblemente no sea mi madre.

— ¡¿Qué, qué dices cariño?! —su rostro se volvió tenso y su voz nerviosa, confirmándome que algo escondían.

— ¿Por qué esconden algo?, ¡dímelo ya!.

— Bueno...

— Ya es hora, debemos llevarla al salón.

Interrumpió nuestra conversación, el enfermero que nos trajo, llegó con cuatro enfermeros más y retiraron el tubo endotraqueal de mi abuela, la pasaron hacia otra camilla y se la llevaron al salón.

Estuvimos en la sala de espera alrededor de cuatro horas, la operación duraba de dos a cuatro y si se habían demorado así, la cadera de mi abuela estaría en pésimas condiciones.

Nuestra desesperación fue calmada por un médico que salió a darnos información.

— Todo salió, perfecto, a pesar de la gran fractura que tenía, la pasaremos nuevamente a su cuarto y bueno pueden estar con ella en silencio, necesita descansar. Dentro de varios días, según su evolución podrá irse a casa.

Esas palabras devolvieron nuestras almas a nuestros cuerpos. Veía a mi abuela en la camilla, saliendo del salón viva y una alegría se esparcía por mi ser, fuimos todos a su cuarto y estuvimos en silencio total hasta que despertara de la anestesia.

Un perfume impregnó la habitación, podía saber de quién se tratara a un kilómetro de distancia, Ruth había llegado con un hermoso ramo de flores.

Mi papá le lanzó una mirada asesina, a través de su mirada le decía ,"fuera de aquí". Al parecer estaba molesto por la falta de preocupación de ella hacía Daysi, sin importarle puso el ramo en un jarrón y se sentó en uno de los asientos.

El silencio invadió la habitación,hasta que la voz de esa mujer, quebró el profundo silencio que reinaba.

— Tu hermana llega hoy en la noche de Italia —hablaba mirando su celular.

— ¿Por qué no me avisó a mi?.

— Sabes que la relación de ustedes no es muy buena, yo solo te avisé.

— ¿Y en cuál hotel se quedará?.

Todos escuchábamos con atención la conversación.

— En la mansión Jackson.

— ¿En nuestra casa?.

— Así es, yo me ocuparé de todo.

— Yo tenía pensado llevar a mis padres a casa después de la operación.

— Ay por favor Robert, tus padres tiene su habitación, en la casa, la que tú mismo ordenaste hacer, Roxana se puede quedar en las habitaciones de invitados.

— El punto no es ese, sabes perfectamente que mi abuela y mi hermana se pasaban la vida contradiciéndose y ahora mi madre necesita paz.

— Mira Robert, sabes perfectamente que tu madre...

— ¡Ey!, si van a discutir es fuera de aquí — mi abuelo puso las cartas sobre la mesa y aquellas dos fieras salieron de la habitación, yo me quedé junto a mi abuelita, rezando.
Si, aprendí eso en la iglesia, es lo único bueno que aprendí de ahí.

Julia
Hola Andreíta, ¿cómo está tu abuela?, mi padre también te envía saludos y grandes ganas de que tu abuela se recupere, me dices dónde y quedarás está noche e iré a verte, te amo mejor amiga besos.

Hermoso el mensaje de mi mejor amiga, al leer el nombre de Iván, mi cuerpo se estremeció y justo cuando iba a responderle, llegó otro mensaje de ella.

Julia
¡Ey!, ahora mismo llegaron Rubén y Rafa de su fin de semana de chicos, así que ya sabes, los tendremos como pulgas al perro.

No sentí alegría alguna al saber que estaban de vuelta, a penas lo recordaba, no sentía la ausencia de Rubén, pensaba solamente en Iván, pero mi cabeza no se enfocaba en nada que no sea en mi abuela, así que para no hacer el feo le respondí.

Mi abuela salió perfecta de la operación, gracias Julia, creo que hoy nos quedaremos en mi casa, llegaré a eso de las cinco, puedes ir con los chicos y así nos ponemos al corriente, besos amiga.

Al soltar el móvil , noté que no había nadie en la sala, mi abuelo se había ido y mi padre no había llegado de su discusión con Ruth, de pronto sentí, que algo apretaba mi mano, era mi abuela.

¡HABÍA DESPERTADO!

Me levanté y caminé hasta la puerta, la abrí y llamé a mi abuelo que estaba mirando por una de las ventanas del pasillo.

— ¡Abuelo! — susurré— aunque mis ganas de gritar eran enormes no podía porque estaba en el hospital.

— ¿Qué sucede?.

— ¡Abuela, despertó, despertó abuelo!.

Entramos casi corriendo y mi abuelo la abrazó llorando, era un momento emotivo, por suerte llegó mi padre y sin Ruth.
E

stuvimos hasta las cuatro y media de la tarde con ella y luego nos fuimos a casa.

Al llegar estaban los chicos esperándome, sus caras quedaron asombrados cuando vieron a mi padre ser el típico friki sexi y buenorro, noté en Julia una expresión de deseo hacia él, lógicamente mi padre era guapísimo.
L

os presenté a todos como mis amigos y me quedé con ellos en el salón de estar.

— ¡Hola Rubén! —le di una media sonrisa .

— Hola cariño.

— ¡Hola Rafa!.

— ¡Hola monita!.

— ¿De nuevo con ese apodo?.

— Jaja así es.

— El finde no fue para nada bueno, regresaron más tontos que antes —me comentaba Julia entre risas.

— ¿Cómo está tu abuela? —pregunta Rube .

— Verdad que si monita, eso me dijo Juli, ¿cómo está?.

— Bueno chicos, está bastante bien, despertó de la cirugía y pues... está perfecta .

— ¿No sabes quién se metió en la casa de tus abuelos? —cuestiona Julia cruzándose de piernas.

— No, no sabemos nada, no se pero presiento que alguien cercano está tras esto —los ojos de Rubén se abrieron.

— ¿Qué te sucede?, ¿por qué te sorprendiste así? —Julia y Rafa lo miran confuso, pero veo que Rafa le hace una especie de seña a Rubén.

— Na, na, na-da, no me sucede nada.

— ¿Estás seguro? —pregunta Julia .

— Si, solamente es que no puedo creer que alguien cercano a ti, haga eso, es un poco precipitado pensar algo así, es como si imaginarás que yo...

— Ya Rubén ya —lo interrumpe Rafael— el comportamiento de ambos era extraño, muy extraño.

— Si ya Rubén, para, pareces retrasado hablando así de rápido —aporta Julia a la conversación.

Los invito a comer, pero ninguno aceptó, los despedí y entré a casa.
Fui a mi habitación para ducharme y quitarme el olor a hospital que llevaba encima.
T

ermiando de vestirme escuché a mi padre llamándome para cenar.

«Ya en la mesa»

— ¿Pa?.

— Dime.

— ¿Todo está bien con Ruth?.

— ¿Por qué nunca le dices mamá?.

— Porque no se lo ha ganado, no hay una gota de afecto de ella hacía mi.

—Yo lo sé, no se ni para que pregunté.

— Y yo no sé, por qué sigues con ella.

— Ruth y yo, nos hemos peleado y estamos separados temporalmente.

— ¿Temporalmente?, pero papá, ¡ya acaba con eso de una vez!.

— No puedo.

— ¿Por qué no puedes?.

— Por qué ella sabe...

— Buenas noches.

Es voz, ese perfume exquisito italiano, solo podía ser ella, la finísima , la diva, la diosa, como ella se cree que es. Esa hipocresía era única, mi tía Roxana había regresado, pero...


¿Por qué?.

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