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No puede ser real, mi abuela no puede estar muerta.

¡No!.

Todos en la casa se paralizaron al escuchar mi grito, menos Cleo, ella corrió a mi y abrazó todo mi cuerpo.

— Todo estará bien, tranquila, entiendo por lo que estás pasando.

— Mi abuela, mi abuela no.

No aguanté más y regresé a mi habitación. Fue entonces cuando entró un mensaje a mi celular.

Número desconocido
Ya ves, te dije que asesinaría a todas las personas que amas lentamente.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, sea quién sea esa persona, tenía la posibilidad de haber matado a mi abuela, subí a mi habitación a llorar. Después de largos y extensos treinta minutos de dolor, tocaron a la puerta.

— Cariño, ábreme.

—Andrea se levanta con pasos suaves hacia la puerta— pasa papá.

—Sin decir una palabra la abrazó— se fue al cielo amor, me duele mucho.

Lloramos juntos, nos abrazamos muy fuerte, el dolor de cabeza que sentía era muy grande, pero mis ojos no paraban de llorar. Después de un tiempo mi padre se levanta, me acaricia el cabello y se va sin razón. Yo me quedé llorando, hasta quedarme dormida.

Mientras que en cualquier lugar de aquella ciudad.

— ¿Y entonces?.

Muertecita, muertecita.

— ¿Te vio alguien?.

— No, por suerte el de seguridad aceptó el millón y esta noche está saliendo del país.

— Entonces, funcionó el soborno, bien. Bueno y ¿cómo te sentiste?.

— Amé matarla, ya sabes eso.

Bueno, aquí está tu pago.

—  Pensé, que la jefa vendría.

— Está ocupada con otras cosas, cosas muy importantes y tiene relación con tu próximo trabajo.

— Estoy ansioso.

— Te llamará luego, me tengo que ir.

En casa de la mejor amiga, Iván sufría por la pérdida de su princesa, cuando interrumpieron sus lamentos.

— ¿Padre?.

— Pasa, la puerta está abierta — seca sus ojos.

— Robert el padre de Andrea, me ha enviado un mensaje.

— ¿Le pasó algo a Andrea? —se levanta bruscamente.

— Daysi murió.

— ¿ La abuela?, debe sentirse muy mal.

Un dolor en el pecho se posó en el cuerpo de Iván, provocando que casi llorase frente a Julia pero se contuvo.

— Obviamente, yo le enviaré un mensaje, según su padre el velatorio es mañana.

— Iremos mañana cariño no te preocupes, ahora acuéstate que es de madrugada.

— Si padre eso haré.

Al salir Julia, agarró el móvil y le envío un mensaje de texto.

Para Andrea.
Mi gran pésame, estaré para ti en todo momento. Te amo, te amo de verdad.

No pasaron diez segundos para recibir la respuesta de aquel mensaje.

Andrea.
Yo no quiero que estés en mi vida, gran hijo de puta, si mañana vienes ni me saludes, te aceptaré en casa por Julia. Tu no me amas.

Aquellas palabras fueron un puñal clavado en el corazón de aquel hombre.
Tirándose en la cama, boca abajo, se rindió de luchar por aquella mujer de la cuál se había enamorado.

Andrea se levanta por la notificación del mensaje de Iván.

¿Por qué me hace eso, por qué no puede desaparecer y ya?.

No llores, no derrames una lágrima por él.

Así es, ya le estoy respondiendo... ¡listo, ya está!.

Siguiendo los consejos de mi conciencia, me volví a dormir.

— No sabía que te gustaban las mujeres también.

Esa voz hizo que despertara confusa. Me encontré con mi tía sentada en el borde de la cama.

— ¿Qué haces aquí?.

— Nada, recordarte que tú abuela ha muerto.

Por un momento, pensé que todo aquello había sido una pesadilla, pero no, Roxana se encargó de recordarme que era la pura realidad.

— ¿Acaso, quieres otra bofetada?. Vete ya mismo de mi habitación.

— Para nada, estoy disfrutando ver tus ojos rojos e hinchados de tanto llorar por una estúpida.

— ¡Vete!, ¡fuera de mi habitación!.

— Lástima que no pude desbloquear tu iPhone. Allí encontraría cosas interesantes.

— Si vuelves a entrar en mi habitación, juro que te mataré.

— Si como digas, por cierto, tienes un mensaje de tu mejor amiga sin leer.

— ¡Vete ya!.

— Vale, no tienes por qué gritar.

— Y no vuelvas a husmear en mis cosas.

— Estúpida.

Cerrándose la puerta, agarré la almohada, la apreté fuertemente contra mi cara y me tiré en la cama nuevamente.
Con mucha ira, impotencia y rabia, me levanté y busqué en mi clóset unos pantalones negros y un suéter del mismo color, me recogí el pelo, realice el aseo y bajé al salón.

Eran las ocho y media de la mañana y ya estaba repleta aquella sala de personas, todos los amigos de mi abuela, familiares, incluso mi hermana y su estúpido novio.

Sin hacer ruido alguno bajé para pasar desapercibida y lo logré, todos lograron notar mi parecencia cuando una muchacha corría hacia mi cuerpo para abrazarme.

— Lo siento amiga, lo lamentamos.

— Gracias Julia, me das mucha fuerza estando aquí.

Miré hacia mi izquierda y vi la caja abierta, justo al lado su retrato y de las rosas rojas. No me atrevía a acercarme, un dolor consumía mi cuerpo totalmente. Podía ver a mi hermana consolando a mi padre y a mi abuelo junto a la caja abrazándola y llorando.
Pasado unos cinco minutos, decidí acercarme, rodee mis brazos por los hombros de mi abuelo y me uno a él, al sufrimiento que causaba la pérdida de un ser querido.

Ahí estaba, inmóvil, cómo era posible que una mujer como ella estaría con el rostro apagado, sin su sonrisa, sin sus regaños, ¿cómo podía ser verdad?. No era justo que  aquella señora activa y alegre, se reduciría a estar en una simple caja sin respirar, sin moverse, sin hablar. Sabía que jamás escucharía su voz, sus carcajadas, su mirada penetrante, todo eso estaba perdido. De pensarlo estallé, una bomba explotó en mi interior haciendo que diera un grito desgarrador acompañado de lágrimas.

Pude ver por unos segundos una risa burlona en el rostro de Roxana y juré que cuando acabara todo este dolor, la mataría con mis manos.

— Todo estará bien.

— Cállate, no tienes derecho.

— No le hables así al prometido de tu hermana.

Me levanté porque sabía que si seguía junto a él, iba a soltarlo todo y no era ni el momento, ni el lugar.
Una voz quebrada me habló, sabía que era mi hermana, la cual me abrazó y juntas sufríamos la muerte de nuestra abuela.

Después de una hora de constante agonía y dolor, fui hasta el cuarto de baile, me senté en el piano y empecé a tocar la pieza favorita de mi abuela; "Canon".

— ¿No sabes tocarla aún?.

— ¿Qué haces aquí?, vete por favor.

— Estamos solos, no tienes que fingir, puedes ser tú.

— No estoy de ánimos, vete ya.

— Sé que te gusto, no lo escondas más.

—Girándose de espaldas saca el móvil, abre la cámara y empieza a grabar, sin que Aarón se diera cuenta— lárgate.

— Me gustas mucho, déjate llevar, no me rechaces más.

— Déjame tranquila, por favor.

— Eso nunca, ahora mismo te llevaré al clímax.

— Aléjate Aarón, es un delito si tienes sexo forzado con alguien.

— Ja, poco me importa, no dirás nada, sabes que puedo chantajearte.

— Muy bien Aarón —aplaude— ahora mi hermana sabrá quién eres —dice mientras agita de lado a lado su teléfono.

— ¿Estabas grabando?, que hija de puta.

— Así es, se acabó el juego.

— Eso nunca.

Se avalanza hacia mí y coloca sus manos sobre mi cuello, apretándolas cada vez más, el aire en mis pulmones comenzaba a faltar, empecé a golpearlo con mis manos, arañe su cara justo al lado del ojo izquierdo, provocando que me soltara para tocar su rostro. Salí corriendo y llegué al salón agitada, sudada y asustada.

— ¿Qué te pasó?.

— ¡Papá! —lo abrazó— Aarón intentó matarme y tenía intenciones de violarme.

— Por favor, ahora no Andrea.

— Es verdad, mira.

Después de ver aquel video, Robert salió disparado hacia Aarón que estaba llegando.

— Hijo de puta —golpea al muchacho en el rostro.

— Andrea te mataré, lo juro —sale corriendo de la casa.

— Esto no quedará así, ahora mismo llamaré a mi abogado para encerrar a ese descarado —encolerizado, saca su móvil y se aleja.

— Discúlpame hermana.

— Tranquila, yo entiendo tu posición.

— Te amo.

— Y yo a ti.

Después de aquel horrible-emotivo momento, seguimos con el velorio dos horas más. Luego de consumirse el tiempo de tenerla con nostros antes de despedirse para siempre, llegó el carro fúnebre para dirigirse al cementerio.

Nosotros fuimos detrás, acompañados de un pueblo entero en sus carros, llegando al cementerio privado, al bajarnos y acercarnos al futuro lugar donde descansaría para siempre mi abuelita, Iván musitó un te amo desde lejos, para luego dar la espalda e irse, dejando a Julia conmigo.

Patricio diría las palabras de despedida, no podía creerlo, el falso cura.

Todos sabemos que fue una mujer intachable, una verdadera religiosa y sobre todas las cosas una madre, esposa y abuela ejemplar. Qué dios la tenga en su gloria. Amén.

Después de las palabras de aquel impostor, fueron bajando lentamente la caja de mi abuela.

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Tres horas después.

No tuve fuerzas para despedirme de nadie, simplemente llegué a casa, fui a mi habitación y me encerré. Entonces recordé todas las amenazas, aquel mensaje y la llamada. Estaba segura que alguien estaba detrás de todo esto y lo iba a descubrir.


Sin pensarlo dos veces, tomé mi celular e hice una llamada.

Hola Alex, necesito tu ayuda.

🌺Hola hola🌺.

¿Qué tal les pareció?.

Ya todo va tomando su rumbo, pronto descubrirán que se traen algunos personajes.

Muchos besitos.

Espero sus comentarios y votos.

¡Hasta el próximo capítulo!.


Los amo 😍

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