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A los cuatro minutos de grabación, corté el video y salí de puntillas dejándolos solos, de una jodida vez, volteé para asegurarme que no me habían visto y ahí estaba ella, de rodillas, atragantándose, y mientras ella lamía su pene, de él se escuchaban fuertes gemidos, sus manos estaban colocadas en el largo cabello de Yudith y lo último que observé fue a Leo follándole la boca.

No se como pude irme, algo dentro de mí me pedía lo contrario y empecé a preocuparme.

¿Qué mierda te sucede Andrea?.

Mi consciencia me susurraba y no sabía que responderle, sentía unos calambres inmensos al verlos follar, si lo acepto, me preocupaba la idea de que el sexo se estaría volviendo una obsesión, una clase de adicción para mí y que empezaba a perder el control sobre ello.

Abatida por mis pensamientos, apresuré más el paso hasta llegar de una vez a mi casa. Ya eran la una y media y mi padre estaba dando su discurso final, sus ojos rebuscan la imagen de Yudith, por todo el salón y al no encontrarla, malhumorado termina sus palabras y se despide de todos.

Aún no sabía que le encontraba a aquella mujer, era totalmente odiosa y creída. Todos los invitados se despedían de mi, muchos señores me comían con la mirada, eran unos falsos religiosos de mierda, opté por ignorarlos, buscaba por todo el salón a Julia y a su padre para despedirme pero no los encontré, la noche tan loca de hoy, hizo que ignorara completamente a mi mejor amiga. Sin ganas subí las escaleras y fui a mi habitación, cerré con seguro la puerta y puse música en mi celular.

Zipper de Jason Derulo, rebotaba en las paredes de mi habitación, un calor inmenso comenzaba a recorrer lentamente mi cuerpo y cerrando los ojos, comencé a mover mis caderas de un lado a otro, imaginando ser una de esas bailarinas stripper.

Mientras los abría suavemente, me colocaba al ritmo de la música frente al espejo y me fui despidiendo de mi vestido, pensando en el por qué, mi padre se fijaría en Yudith, entonces en mi cabeza empezó una vocecita a hablarme.

Tal vez sea su hermoso cabello negro llegando casi que a su trasero(sin exagerar) , su hermoso rostro, esos ojos negros combinando con su cabellera y su cuerpo tan delicio...

La notificación de batería baja de mi celular, hizo que justo en el coro de la canción se detuviera la música y que mis ojos se abrieran repentinamente, observando mi reflejo, no podía creer lo que veía, mi mano estaba a punto de tocar mi sexo.

Andrea, ¿te estás viendo y escuchando?.

Me dije colocando mis manos en el espejo, mirando mi rostro severamente preocupado por la aparición nuevamente de mis caóticos pensamientos perversos. Decidí relajarme, me dirigí a mi armario y le eché mano a un short y un leotal blanco, tomé mi toalla y corrí al baño.

Después de una satisfactoria ducha, ya vestida y peinada baje al salón de música dónde ensayaba mis bailes y estudiaba piano.

La habitación tenía cortinas acústicas en las dos ventanas que daban al jardín, poseía placas de espuma acústica en paredes y techo, también mi padre había instalado paneles de yeso. En la mitad de la habitación, el suelo estaba cubierto por una alfombra gruesa roja, todo esto para poder insonizarla, con el objetivo de no molestar y la otra mitad, había un tabloncillo de madera con barras y espejos para bailar.

Entré y me quite los zapatos dejándolos en una esquina, cerré la puerta y me senté en el piano, a la derecha yacía un mini bar, el cuál abrí y agarré una cerveza, justo encima del piano existía un filtro de aire de partículas de alta eficiencia, lo cual permitía eliminar, aunque no del todo, el humo del cigarrillo ya que estaba climatizada la habitación.

De todas las habitaciones de la casa está era mi favorita, amaba el mundo del arte, la danza y la música era mi pasión más profunda. Me senté en el piano y  encendí un cigarrillo.

Empecé a tocar con dificultad, la pieza Gymnopédie de Erik Satie, ya que estaba aprendiendo a tocarla porque era una de mis favoritas, a pesar de su extraño título, es una de las piezas de piano clásicas con más fuerza, gracias a su atmósfera y relajante melodía, escucharla es algo parecido a flotar en el espacio, cualquiera caería rendido a mis pies si logro tocarla.

Con mi última calada al cigarro, me levanté, sin terminar la pieza y con mi cerveza en la mano, me apoyé en una de las barras en el tabloncillo y me la bebí completa como si de un vaso de agua se tratase. Con la parte superior de mi mano limpié mis labios mojados por la exquisita bebida y me dirigí hasta la cocina con el objetivo de desechar la vacía lata.

Abrí el refri y saqué un pastel de chocolate que Genoveva había horneado para nosotros, busqué un pequeño cuchillo y aparté un pedazo para mi y guardé el pastel. Con el mini plato, una cucharita y el pedazo de dulce me fui a mi cuarto.

Miré el reloj y ya eran las tres de la madrugada, cerré la puerta con uno de mis pies y me senté en la cama a devorar el pequeño pedacito de tarta. No demoré ni medio minuto en terminar de saciar mi hambre y puse el platico encima de mi mecita de noche, fui a revisar mi teléfono y tenía cinco por ciento de batería, desesperada lo enganché al cargador y de un tirón caí en mi cama mirando al techo.

You make it look like it's magic
Because I see nobody, nobody but you
I'm never confused...

— ¿Cómo sabes qué es una de mis canciones favoritas de The weekend?.

— Lo se todo de ti.

— ¿Todo?, estás seguro que sabes todo de mi.

Shhh, déjame saboriarte, quiero besar y meter mi lengua dentro de ti, sentir como te mojas.

«baja suavemente, besando mi cuerpo hasta mi cuevita, sentía como hacía círculos con su lengua, la introducía y la movía dentro de mí haciéndome estremecer, mientras me hacía sexo oral, su pulgar se colocó encima de mi clítoris y comenzó a moverlo, provocando que mi espalda se arqueara y mis rodillas apretara su cabeza. Sus manos, me abrieron de piernas y un lengüetazo, apareció de repente, arrancándome, un fuerte gemido, una sonrisa maliciosa se esbozó en su rostro y sus dedos acariciaban y jugaban con mi "pussy".
Subiendo fue apreciando mi desnudez y sin pensarlo me penetró, una y otra vez. Sus dedos se enlazaban en mi cabello, uniendo nuestras frentes y lanzándonos, esas miradas pasionales,que causan aún más excitación, sus movimientos se volvieron más rápidos e intensos, su boca devoraba la mía y nuestras lenguas se fundían, hasta que al fin ambos llegamos al orgasmo y...»

— ¿Andrea?, es Cleo, despierta por favor, hoy es día de misa, ¿recuerdas?.

La voz de Cleo tras la puerta hizo que me levantara de un tirón. Sentía algo extraño bajo mis sábanas y era más claro que el agua, había tenido un sueño húmedo con Iván. ¡Por amor de Dios!.
Aún desconcertada abrí, le di las gracias a Cleo y me volví a acostar.

Era muy remolona, así que pasaba bastante trabajo para levantarme de la cama que estaba calientita, pero debía poner mis bragas en el cesto de la ropa sucia junto al juego de cama que estaban manchados por culpa de aquel sueño.

A pesar de tener sirvientes o empelados, no me gustaba que vieran cosas como esas, así que yo misma quite las sábanas y las coloqué en el cesto.
Vagamente caminé hasta el baño de mi habitación y me alisté para la Iglesia.

Tomé mi celular y bajé al salón donde siempre mis padres me esperaban, antes de bajar las escaleras, recordé que había dejado el cigarro apagado encima del piano y mi padre me mataría si lo encontraba, para mí suerte Cleo estaba cerca y le pedí el favor que me limpiara el salón, para que nadie le dijera sobre el cigarro a mi padre, ella gustosa aceptó y nos dimos un beso en la mejilla acompañado de un fuerte abrazo.

Bajé y nos subimos al auto para buscar a mis abuelos, no se escuchó una palabra en todo el viaje, Ruth me lanzaba miradas asesinas, cada vez que tenía oportunidad, advirtiéndome tal vez, de que si abría la boca, estaba muerta.

Finalmente llegamos a casa de nuestros abuelos y quien nos recibió fue Rodrigo, mi abuelo, quién llevaba en su arrugado rostro, una expresión de preocupación y sin perder tiempo ninguno, nos dice:

— Ayer entraron a la casa, no pude ver su rostro, pero esa persona empujó a Daysi por las escaleras del portal —rompió en llanto automáticamente .

— ¡¿A mi abuela?! —dije llorando exaltada, furiosa y triste— una mezcla de sentimientos se movían en mi interior.

— ¡¿Cómo?!, ¿mamá, pero como entraron? — mi padre también queda en shock y entra conmigo.

La única persona cero conmovida era Ruth. Corrimos hasta la entrada de la casa y fuimos directo a los aposentos de mis abuelos, al asomarnos al cuarto de mi abuelita, me desplomé por completo al verla en ese estado.

Tenía un gran moretón en el lado izquierdo de su cadera, su rostro estaba arañado al igual que sus brazos por la caída. Junto a ella se encontraba dos enfermeras, quienes estaban curando sus heridas y llamando al hospital, sacando la cita para la operación que debían hacerle, ya que su cadera sufría de una fractura.

Tuvimos que contener el llanto para no alterar más a mi abuela, eso empeoraría su estado, fue entonces cuando recibí una extraña llamada.

Número desconocido...

Hola!, —respondí entre sollozos .

— Al parecer la viste ya, te gustó cómo quedó tu abuelita? —rápidamente salí de la habitación seguida por mi padre y mi abuelo, encontramos a Ruth en el portal sentada.

— ¿Quién eres?, ¿por qué le hiciste eso a una anciana? —susurré— no quería que nadie se enterara.

— Te advertí, que te mataría, pero pensé que eso sería muy fácil, así que decidí acabar con las personas que más amas.

Esa persona había cortado la llamada, no sabía si era mujer u hombre, la voz estaba filtrada por algún programa de esos que cambian la voz.

Una lluvia de preguntas, me cayó encima ,pero, mi respuesta solamente fue...

Un equivocado.

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