A R C O Í R I S

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He despertado todo mojado. Al parecer llovió y ni cuenta me he dado.

   Me levanto, pero al parecer no tengo la fuerza suficiente como para mantenerme en pie ya que mis rodillas ceden y hacen que caiga.

   Ya en el césped, resignado, trato de calcular la hora. Son eso de la una de la tarde, lo sé por la posición del sol. Está muy alto.

   Comienzan a caer gotas de lluvia, esta vez pocas y lentamente. Y hace que aparezca algo en el cielo. Es como un arco pero lleno de colores.

   —Es un arcoíris —dicen y yo volteo a ver quien es el dueño de aquella dulce voz. Para mi sorpresa es un niño de cabellos negros y ojos azules, durante un momento me da la impresión de que es Haru.

   —Ya veo —le digo y él me sonríe con la inocencia propia de un crío.

   —¿Ha pasado toda la noche aquí? —pregunta.

   —Sí.

   —Podría enfermarse —comenta.

   Bajo la mirada.

   —¿Tiene a donde ir?

   Puede que tenga a donde ir, pero no quiero volver.

   —Sí...

   —¿Sabe como regresar?

   —No.

   —¿Puede levantarse?

   Asiento y trato de ponerme de pie. Las rodillas me tiemblan un poco, pero esta vez no caigo.

   —Listo —murmuro y comienzo a andar.

   —Le acompañaré a casa...—ofrece. Lo miro fijamente y él no parece inmutarse.

   —¿Sabes donde vive Haru? —pregunto.

   —Sí.

   —¿Cuál es tu nombre?

   —Ninguno en particular —responde—. Llámeme como quiera.

   —Bien.

   —¿Entonces?

   —No sé me ocurre nada bueno —confieso y él suelta a reír.

   —Cuénteme de usted, Señor de Sonrisa Triste.

   —No te puedo contar mucho —respondo.

   —Claro que puedes —me contradice—. Comienza por lo que más te gusta.

   Y hago una lista mental de lo que más me gusta:

   Lo que más me gusta:

1·— Haru.

2·—  Los libros.

3·— Los gatos.

   Se las digo al niño y este me mira con curiosidad.

   —¿Quién es Haru?

   —La persona que más amo —respondo inmediatamente.

   —Ah. ¿Por qué lo amas?

   Me quedo callado.

   Tengo más de mil razones para amarlo.

   —Porque es lo más hermoso que puede existir.

   El chico sonríe.

   —Ya.

   Y con ese "Ya" me vienen muchos recuerdos a la mente: Haru plantando tulipanes en el jardín trasero de su casa mientras cantaba y luego quejándose porque los tulipanes que había plantado no habían germinado. Él y yo yendo a la playa para luego nadar y ver el atardecer. Su mirada triste el día que sus padres murieron, el como se rompió en mis brazos cuando supo que su abuela había muerto. La primera vez que me besó, cuando hicimos el amor en la playa. Los pequeños pero grandes momentos que tuvimos los dos. Y también las discusiones y malos entendidos; cuando yo quería pagar la cuenta del restaurante y él también; cuando una señorita casi me besa, las veces que mis compañeras de trabajo me llamaban al móvil y la editora le llamaba a él.

  Todos esos recuerdos vienen a mi memoria.

   Y el chico hace que vuelva a mí.

   —Vamos al parque, ¿te parece bien?

   —Sí.

   Y lo sigo hasta los columpios donde me siento y me balanceo.

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