Hoy Haru me ha llevado a donde hay muchas personas vestidas de blanco, habitaciones de blanco y mucha gente sentada en sillas azules sollozando. El ambiente tiene un olor extraño.

Y el... Miedo... Se apodera de mí.

Esperamos sentados. Pensé que Haru lloraría..., pero no lo hizo, aunque tiene esa expresión de tristeza en su rostro.

Me hago pequeño en la silla y convierto mis manos en puños, las apoyo sobre mis rodillas y bajo la cabeza.

¿Qué es todo eso? ¿Por qué Haru me ha traído aquí?

Mientras más lo pienso mi estómago comienza a dolerme y creo que mi cabeza explotará.

—Señor Tachibana y Nanase —dicen.

Y yo veo a mi alrededor, Haru se levanta y me tiende la mano.

—Somos nosotros —dice.

—Pero yo soy Makoto y tú Haru —digo. Él sonríe con amargura.

—Makoto Tachibana —me señala—. Haruka Nanase —se señala.

—¿No somos familia? —murmuro.

—Éramos algo así —susurra y comienza a andar. Me levanto y lo sigo con la cabeza baja. Entramos a una habitación y el olor raro persiste. Es extraño estar aquí. Hay un hombre, un hombre con bata blanca, ¿quién es él? ¿Me va a dejar con él?

Retrocedo.

—Vamos, Makoto —me dice mientras tiende su mano.

—No... —digo—. No..., no quiero que me dejes.

—¿Qué?

—Yo quiero que estés conmigo —chillo—. Yo quiero estar contigo.

—Makoto, sólo entra —susurra y puedo notar otro tipo de sentimiento en su voz, impaciencia, dolor, desesperación...

Entro y me pide que me siente frente al escritorio lleno de papeles, bolígrafos y otras cosas.

—Bien, empecemos —dice con voz seria. Me siento diminuto en aquella habitación, no comprendo nada.

¿Empezar qué?